Entrevistas Economía Militancia

"Tenemos que sacar el congreso a la calle"

En el interior de la Unidad Básica de La Cámpora, Hacha y Tiza, frente a la estación Villa Lugano, conversamos con el ex ministro sobre el los riesgos que las políticas económicas de la Alianza Cambiemos podía tener sobre los intereses nacionales y el porvenir del pueblo.

7 de Enero de 2017

Por Rocío Bilbao y Celeste Abrevaya. Fotos: Bernabé Rivarola.

El sábado 12 de marzo se realizaron 15 convocatorias simultáneas en cada una de las 15 comunas de la Ciudad de Buenos Aires, organizadas por el Frente para la Victoria (FPV). Se pretendía lograr un mano a mano entre vecinos y referentes. El objetivo fue discutir sobre las principales consecuencias de las políticas antipopulares aplicadas por el gobierno de Mauricio Macri, los desafíos a futuro y, sobre todo, hacer carne una consigna que desde hace tres meses se viralizó entre la mayoría de los argentinos y argentinas como una necesidad imperiosa: organizarse para volver.

En ese marco, Axel Kicillof visitó la Comuna 8, integrada por los barrios de Villa Lugano, Villa Soldati y Villa Riachuelo. Si durante los últimos ocho años de gestión del PRO toda la Ciudad de Buenos Aires se vio perjudicada por su desgobierno, podría decirse que la 8 es la más damnificada.

Desde temprano, la gente iba llegando a la Plaza Unidad Nacional, del barrio de Villa Lugano, pegadita a la estación por la que transita el ferrocarril Belgrano Sur. Pero antes, Axel pasó por la Unidad Básica de La Cámpora, Hacha y Tiza, ubicada casi en frente de donde se realizaría el acto. Allí lo esperaban algunos periodistas de distintos medios barriales y comunitarios. Todos querían hacerle una nota, preguntarle sobre el inminente acuerdo con los fondos buitres y los riesgos que la política macroeconómica de la Alianza Cambiemos trae a los sectores populares. Allí también estuvo KRANEAR.

Axel llegó con su familia, vestía jeans y zapatillas. “Es un pibe”, diría más tarde una señora al verlo arriba del escenario que se improvisó para la convocatoria. Saludó a todos los presentes con un beso, y enseguida empezó a responder preguntas. Mientras, su compañera, sentada en un viejo sillón de la Unidad Básica, ojeaba un número de nuestra revista. Cuando nos llegó el turno, antes de iniciar el diálogo, su hijo mayor le preguntó: “Pá, ¿puedo jugar con el Ipad?”. “Preguntale a mamá, no sé cuánto tiempo lo usaste ya hoy”, dijo él. Un tipo como cualquiera, con la sencillez de lo cotidiano, con una marca humana que probablemente sea la llave para entender el por qué del amor que despierta en la gente.

Quisimos apelar a él desde su rol como uno de los referentes políticos más importantes con los que hoy cuenta el campo nacional y popular. Por eso, a sabiendas de las políticas que ha desplegado el nuevo gobierno en contra de las grandes mayorías, lo primero que le preguntamos fue:

¿Cuáles serán las estrategias que va a desplegar el bloque del FpV desde el Congreso, para equilibrar o contrarrestar las consecuencias de las medidas neoliberales impuestas desde el Ejecutivo nacional?

Creo que una de las cosas que hay que hacer para comprender lo que está pasando hoy en Argentina es tener una mirada más amplia de América Latina: hay una fuerte embestida contra todas las experiencias de gobiernos de corte nacional y popular que, desde hace una década o más, cambiaron la fisonomía de la región.

Leído en esa perspectiva, tanto la campaña electoral que hizo Macri como su victoria en las urnas y su programa político, se entiende de otra manera. La estrategia para toda América Latina fue la conjunción de una corporación mediática que enfrentó a los gobiernos populares, acompañada también por una parte de la Justicia, lo que llamamos Partido Judicial. Entre esos dos elementos hicieron el trabajo sucio de ir limando y atacando permanentemente a las figuras políticas de los que eran los partidos de gobierno y, también, a la militancia en general. Es decir, hubo un ataque muy fuerte, pero que no vino desde la política, sino desde lo mediático y lo judicial. Y a la política, sobre todo en campaña, le dejó una posición muy cómoda: la de de quejarse sobre que había un clima social enrarecido y de disputa, que era lo que ellos mismos armaban con los ataques incesantes a las figuras políticas. Acá le pasó a Cristina, a Maxi [Máximo Kirchner], a todos los referentes, a mí mismo. Y eso armó un clima en donde los gobiernos de corte neoliberal aparecían con campañas políticas bastante dibujadas en cuanto a sus objetivos y orientación, y muy vinculadas a la instalación de la idea de ser los únicos capaces de distender un clima social que iban enrareciendo ellos mismos.

Cuando llegan al gobierno, muestran la verdadera cara. Durante toda la campaña denuncié esto porque conozco a los economistas que acompañan a Macri: antes de ganar las elecciones los escondieron y hoy están en cargos visibles. La política más visible del neoliberalismo es su política económica. Y ahí hay un problema para el trabajo en el Congreso. Todos los países de América Latina tienen un régimen de presidencialismos fuertes. En consecuencia, el Poder Ejecutivo tiene amplias atribuciones de hacer y deshacer en economía. En ese contexto, el papel del Congreso es limitado. Por eso, creo que lo que hay que pensar es, no tanto qué vamos a hacer desde el Congreso, sino cómo articular el Congreso con las luchas populares, como un elemento de ellas. Y no es el Congreso solo. Porque en cuanto al Poder Legislativo como contrapeso del Ejecutivo, no hay demasiada alternativa en lo que hace a la política económica.

Afortunadamente, en el período anterior hubo ciertas cosas que se hicieron a través de leyes, un poco preventivamente, para darles más fortaleza. Pero históricamente, todos los Congresos han dado lugar a alianzas transitorias, compras de votos, aprietes a las diferentes fuerzas. Por eso, ¿cuál es la clave acá? Usar el Congreso lo más posible como herramienta institucional, pero sobre todo transformarlo en un lugar de puertas abiertas, de cara a la gente, partícipe de los conflictos. Y usar la figura de quienes somos legisladores para institucionalizar las luchas sociales que seguramente van a tener curso, porque la política económica neoliberal es un ataque y un atentado a las condiciones de vida y a los derechos de las sociedades. Entonces, lo que nosotros tenemos que hacer es estar. La clave va a estar en sacar el Congreso a la calle, participando de la lucha. Yo creo que esa es la principal estrategia.

El Poder Legislativo es una rama institucional de representación popular. Particularmente la Cámara de Diputados, más que el Ejecutivo, mucho más que el Judicial, incluso más que la Cámara de Senadores, ya que se propone ser la que representa al Pueblo. Por eso, por ejemplo, la consulta popular que estamos ingresando ahora [sobre el acuerdo con los Fondos Buitres], según lo establece la Constitución Nacional, va a ingresar necesariamente por la Cámara de Diputados.



En sintonía con lo que dijiste antes, hace unos días el juez Bonadío te citó a vos y a Cristina a declaración indagatoria por la causa de Dólar Futuro. También asistimos a un show mediático en Brasil con la citación a Lula por la causa Petrobras. Milagro Sala sigue presa. ¿Qué reflexión te merece esta nueva metodología de disciplinamiento a los dirigentes populares desde el Poder Judicial?

Yo lo miro en una perspectiva histórica. Desde allí, uno ve que muchas veces las experiencias de gobiernos populares se interrumpieron a través de golpes de Estado, del cese del funcionamiento de las instituciones de la democracia. También hubo persecución, cárcel y exilio. Pero esa persecución no se hizo por una vía institucional, sino a través de la fuerza, con la participación de las Fuerzas Armadas y de Seguridad en la persecución de los militantes populares.

¿Por qué hoy se produce esa persecución desde el Poder Judicial? Porque después del avance tan grande que tuvimos, sobre todo los últimos doce años, las grandes mayorías recibieron y participaron, de una forma muy particular, del logro de conquistas sociales. Hoy esos derechos son parte del capital que tienen los pueblos. Para arrebatarle esos derechos, ya sean económicos o civiles, en general lo que encuentra el poder es resistencia. Y esa resistencia da lugar a que el avance del neoliberalismo se produzca a través de la represión y de la persecución. De lo que estamos hablando acá es de la forma que asume esa persecución, que puede ser a través de la violencia, que también la estamos viviendo, o a través de las instituciones.

Lo que estamos viendo es un Poder Judicial que específicamente busca hostigar a los dirigentes y a las personas más representativas. Pero también vemos que en las calles se comienza a observar un clima represivo que antes no se percibía. El miedo es un elemento represivo que acompaña el retroceso de las conquistas populares. Como hoy estamos, afortunadamente, todavía ante un gobierno que en principio parece que respeta las instituciones, pero entonces hacen uso de esas instituciones, de las cuales el Partido Judicial es un instrumento para la persecución. Esta es una forma de la persecución política.

Hoy todos hablan de la causa de “Futuro” y nadie, ni remotamente, va a poder explicarlo. Eso habla también de lo absolutamente escandaloso del hecho. Porque ni siquiera han podido encontrar una causa más o menos comprensible para perseguir a una ex presidenta como es Cristina, que se fue con cientos de miles de personas despidiéndola. Han inventado esta causa de “Futuro” que nadie sabe qué es. Yo, que sí sé lo que es, podría decir que la principal virtud que tiene para el aparato de propaganda, es que es absolutamente incomprensible. No tiene ni pies ni cabeza, es una especie de acusación de que se perdió plata con algo que no es ni siquiera atributo de la presidenta ni del ministro de economía. Y esto no ha impedido que un juez federal como Bonadío nos cite, por ahora a declaración indagatoria. Entonces lo que creo es que es simplemente un elemento de persecución, como tantas otras veces se ha perseguido a los dirigentes populares. Esto pasó en el ´55 o en el ´76. Pero ahora con la modalidad específica de que, como es bajo el régimen democrático, se lleva adelante a través del Partido Judicial. Ya van dos casos de balas de plomo apuntando a militantes o a lugares de participación política. No se hace cargo nadie. Puede ser una bala perdida, pero puede ser también que esté tomando esta forma. Históricamente, lo único efectivo para contrarrestar este tipo de cuestiones fue la movilización popular. Lo va a ser ahora también.



Mientras charlábamos entre mates, se podía escuchar la gente fervorosa en la plaza que aclamaba por su presencia. Teníamos que ir cerrando. Entonces, le preguntamos algo que nos brotó del corazón. Una mezcla rara de búsqueda de esperanza y elementos concretos para seguir adelante: ¿Cómo vamos a volver a ser gobierno?

En nuestros países, el desenvolvimiento de las luchas sociales tiene momentos de flujo y reflujo, de altas y bajas. Y cada una de esas etapas tiene su peculiaridad.

En los últimos doce años hubo una etapa de fuerte reindustrialización, de inclusión social, de conquista de derechos como no se vio en mucho tiempo. Fuimos a una elección y perdimos. Pero por el clima que instaló el macrismo, parece que hubiéramos perdido por el 70% y que el Frente para la Victoria fuera una fuerza política repudiada, a la que hay que sacar de todos lados. Me parece que la realidad es muy distinta. Aunque hoy lo estemos viviendo dramáticamente, en la medida en que tengamos la capacidad de organizarnos y de sostener nuestros espacios de militancia, al revés de debilitarnos nos vamos a ir fortaleciendo. El tema es que perdimos por un punto y nosotros sí somos respetuosos de la democracia. Somos un movimiento nacional, popular y democrático.

Creo que el macrismo va a fracasar en su intención de deslegitimar al FpV. Tenemos el apoyo de la mayoría. No me cabe ninguna duda. Si antes de las elecciones, con todo lo que se dijo de nosotros, sacamos el 49%, e incluso quienes ganaron tuvieron que catalogar a una campaña de esclarecimiento como una “campaña del miedo”, hoy lo que se está viendo es que ese miedo tenía razón de ser, porque lo que iban a instalar era algo de terror.

Como siempre ha pasado en la historia, nosotros nos apoyamos en el pueblo, y la gente se apoya sobre la verdad. Esa verdad son sus condiciones de vida, su situación, su porvenir, su esperanza. Y ahí simplemente se está verificando lo que nosotros planteábamos como dos modelos de país. Los resultados de la implementación del otro modelo son lo que siempre dijimos: un modelo de achicamiento económico y de exclusión social, con la pérdida de derechos.

Con eso a la vista, creo que tenemos más instrumentos, más argumentos que antes para seguir trabajando, que es lo único que nos da fuerza. No se trata de estar en la Casa Rosada, sino de tener una organización que esté instalada, imbricada y establecida en los barrios, en las fábricas, a lo largo y a lo ancho del país. Expresando, no conduciendo, a nuestros conciudadanos.

¿Cómo nos va a ir mal si expresamos las necesidades permanentes de nuestro pueblo?

Rápidamente, Axel salió de la Unidad Básica y fue hacia la plaza, que ya estaba llena. Allí, frente a cientos de personas, micrófono en mano, completó su respuesta: “Vamos a volver, porque nunca nos vamos a ir”.

 

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