Sociedad

Los piquetes son de todos

Los piquetes nacieron a mediados de la década del noventa para visibilizar el derrumbe social que se cristalizaría a finales de 2001. Durante el kircherismo, disminuyeron, pero ahora vuelven a irrumpir con la fuerza de un descontento social ascendente. El autor habla de un síntoma de nuestra sociedad, y problematiza el rol del Estado. ¿Descomprime el conflicto o lo reprime?

21 de Abril de 2017

Por Matías Palacio

Los piquetes y cómo posicionarse frente a ellos es, tal vez, uno de los principales núcleos de nuestra problemática social. Los piquetes tienen una transversalidad que nos atraviesa a todos. Es como la frase que dice que el mundo se separa entre los que hacen A y los que no lo hacen. Bueno, nuestra sociedad se separa entre los que estamos de un lado del piquete y los que están del otro. Están los que sostienen pancartas, hijos en brazos, los que llevan capuchas, palos, los que observan con empatía deseando que a esa pobre gente se les resuelva el conflicto, los que necesitan ir a trabajar y se les dificulta y también a los que les da bronca y desean que esos vagos se pongan a laburar, o los que pisan el acelerador del camión, o los que gritan "Goool" con cada palazo de gendarmería, el docente que mira a los ojos del policía y le dice que “yo soy el profesor de tu hijo” y también el que aún así le tira gas pimienta o el que cree que lo principal es el orden y entonces justifica los palazos porque no habían pedido autorización; ahí, en los piquetes estamos todos.

“¿Qué debería hacer el gobierno con los piquetes?”, me preguntó un funcionario del gobierno. En mi opinión, le respondí, lo principal es no simplificar la complejidad de la situación. Seguro que en una marcha habrá algunos vagos que van por el chori, así como en otras marchas también van algunos que piensan que "desaparecieron los que tenían que desaparecer". Entonces, si caemos en el reduccionismo del análisis, cada uno se queda con ese recorte que le calza a su discurso y lo adopta como una realidad fundamentada, y la realidad es tanto más compleja que eso, tiene tantas más capas que eso. Pero qué difícil no simplificar si el presidente lo hace todo el tiempo al desligitimar los reclamos.

Y así como digo esto, también debo reconocer que he escuchado a funcionarios del gobierno con algunas reflexiones y acciones que me sorprendieron para bien, como la intención de urbanizar la villa 31 (habrá que ver cómo terminará eso) y cómo hablaron de la gente que vive ahí: personas, sujetos con derechos.

Pero aún así, qué difícil no simplificar si otros funcionarios dicen que si un piquete no libera la circulación en cinco minutos, gendarmería debe levantarlo. ¿Es ese el discurso del un gobierno que vino a unir a los argentinos? ¿O se le está hablando al que esta del otro lado del piquete? Se le dice “vos tenés derecho a circular libremente, que se busquen otros métodos si quieren protestar”. Ah sí, ¿cuáles? ¿Existe alguno que haya funcionado? (O peor aún, se lo va a reprimir igual). ¿Y qué implica ese discurso? Es la validación del no me importa el otro, es el a mi no me vengan a romper los huevos, ¿tienen un problema? Y bueno, es su problema y arréglenselas como puedan. ¿No tenés para comer? Me chupa un huevo, yo quiero llegar a mi trabajo, a mi casa o al cine (porque es mi derecho) sin tener que demorar veinte minutos de mas. Cada uno defiende primero sus propios derechos.

Y volviendo a la pregunta de qué hacer con los piquetes, reprimir y levantarlos por la fuerza no son más que soluciones de corto plazo y este gobierno, que tanto apuesta al largo plazo, se equivoca al pensar que las manifestaciones sociales se resuelven reprimiéndolas. Hoy más que nunca, es un momento de sentarse a dialogar, a escuchar, más aun cuando el gobierno es consciente de que la gente la está pasando mal, de que la economía no arranca y que las medidas (acertadas o no, evitables o no) exigen a sus ciudadanos que hagan sacrificios que en muchos casos pueden ser bastante más que un simple esfuerzo.

La sociedad está quebrada, no es novedad, y los piquetes son el gran cañón que nos separa y nos liga a la vez. Estaremos un poco mas cerca si logramos verlos con menos odio y más como un síntoma de nuestra sociedad que padece, sociedad a la que pertenecemos todos porque sí, los piquetes son de todos.

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