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El Grupo de Puebla cumplió un año de trabajo e integración

Ochenta referentes del progresismo regional se reunieron de manera virtual para compartir miradas el presente y el futuro de Latinoamerica, por medio del abordaje de ejes como el Covid-19, los procesos de reestructuración de deuda, el cambio climático y la necesidad de fortalecer a los sistemas de salud pública y el Estado en general. Alberto Fernández participó de la reunión. Historia, objetivos del Grupo creado para darle pelea a la avanzada neoliberal.

América latina no se encuentra dividida porque es ‘subdesarrollada’ sino que es ‘subdesarrollada’ porque está dividida” (Jorge Abelardo Ramos).


La semana pasada se cumplió el aniversario de la creación del Grupo de Puebla, el cual es un espacio autodefinido como de coordinación y articulación de líderes progresistas de países hispanoamericanos y cuyo objetivo es el diseño de programas que puedan acompañar a los futuros gobiernos progresistas”. El aniversario consistió en un encuentro virtual que se replicó en redes sociales.


Quienes integran el Grupo de Puebla y participaron del encuentro son ocho ex mandatarios, entre los que se destacan José Mujica, Ernesto Samper, Dilma Rousseff, Rafael Correa. Por su parte el único presidente vigente del grupo es Alberto Fernández que debido a la agenda coyuntural estuvo acompañado durante el encuentro con el Canciller Felipe Sola?, la ministra de Mujeres, Géneros y Diversidad, Elizabeth Gómez Alcorta y los ministros de Educación, y Ambiente y Desarrollo Sostenible, Nicolás Trotta, y Juan Cabandie?, respectivamente. En total fueron ochenta representantes de diecisiete países los que participaron del encuentro.


EL foco de la reunión se orientó en debatir una agenda progresista compartida para enfrentar la crisis de la pandemia de COVID-19. Es decir, brindar una serie de recomendaciones que involucren a Latinoamérica en su totalidad.


Como en otras partes del mundo pero en América Latina en particular el grupo considera que la pandemia generará una crisis de importante proporciones. Alberto Fernández hizo referencia al diseño de una agenda que ponga en primer plano a la igualdad, al equilibrio social y a mejorar la distribución del ingreso. En su intervención, el mandatario dejó en claro su estrategia al sostener que 'yo elegí la gente'. Aparte, convocó a revalorizar el rol del Estado y del trabajador estatal ante la pandemia. Por último, Fernández lanzó un mensaje esperanzador hacia el futuro, al sostener que la pandemia nos da la oportunidad de hacer una sociedad más justa.


En esa línea el ex mandatario colombiano Ernesto Samper afirmó que la reconstrucción de América Latina supondrá cerca del 12% del PBI y se tendrán que generar las condiciones de financiamiento no tradicionales. Por tal motivo, se especula la idea de manera solapada de una reforma impositiva que involucre a los sectores históricamente más beneficiados.


Si bien el COVID-19 golpea al mundo sin distinción de región uno de los temas más acuciantes en nuestro continente tiene que ver con la deuda externa, un coctel explosivo que en un contexto de recesión generalizada podría desencadenar situaciones dramáticas. En tal sentido el Grupo de Puebla propone abordar de manera multilateral el problema de la deuda y plantea llevar un plan consensuado sobre este tema en la próxima reunión del G20.


Siguiendo con las consecuencias de la pandemia el ex presidente José Mujica expresó su preocupación sobre el futuro del mundo y su pobreza, y en línea con otros integrantes manifestó la necesidad de afrontar el futuro a través de la integración. A los fines de pensar una línea propositiva se discutió sobre la necesidad de la creación de un ingreso básico o lo que por estos días en el escenario local se conoce como renta universal.


Asimismo la agenda del encuentro tuvo una serie de elementos que dialogan con derechos de tercera generación, y en ese esquema el cuidado del ambiente pasa a ser central; así fue que el Grupo convocó a una reindustrialización y transición verde. Por último la ex mandataria del  Brasil y víctima de un golpe de Estado palaciego, Dilma Rousseff, recuperó como una bandera del Grupo de Puebla el rol que tiene la mujer en la región, considerada como un agente activa del aparato productivo, ya que implica más 50% de la fuerza de trabajo del continente.


Siguiendo con los aportes brasileros, el ex canciller de Brasil Celso Amorin sostuvo que enfrentar la pandemia implica una decisión política, y la desigualdad generada por la misma es al fin y al cabo un fenómeno político. Amorin se mostró expectante en que la agenda del Grupo de Puebla pueda llegar también a las Naciones Unidas y generar un debate de alto nivel motorizado por Argentina, México y España.


Un poco de historia


El Grupo de Puebla fundado en 2019 tiene como objetivo ser un espacio de reflexión e intercambio político en Latinoamérica. Su función es ser un instrumento ante la nueva ola de gobiernos liberales que golpean la región.


Dentro de las preocupaciones que dan motivo a su fundación -encabezada por treinta referentes de la región, entre el 12 y 14 de julio de 2019, en Puebla, México-  se encuentran el avance de la judicialización de la política conocido como el lawfare. Asimismo la ola neoliberal actuó de manera paciente y permanente desde diferentes flancos, instalando ideas y relatos que estimulan el individualismo; he aquí otro de los motivos de fundación del Grupo.


Con este micro diagnóstico se propuso diseñar una mirada progresista que genere una agenda que contenga a todos los sectores de la sociedad capaces de cuestionar el orden imperante. Dentro de sus principios de acción figuran erradicar el hambre y garantizar una alimentación nutritiva. Asimismo el Grupo se propone la realización de encuentros en plazos de tres a seis meses.


El segundo encuentro adquirió relevancia ya que se realizó en Buenos Aires en noviembre de 2019, donde se mencionó la necesidad de promover la unidad latinoamericana y caribeña, acudiendo a mecanismos y órganos de integración existentes como CELAC, MERCOSUR, UNASUR, pero como dato distintivo se incorporaba a la Alianza del Pacífico.


Solo unos meses antes, se denunciaba la intervención de la justicia sobre la política, una práctica utilizada en contra de líderes de todos los gobiernos populares de la región que transformaron la realidad de sus países a partir de principios de siglo XXI. Esa intervención judicial se vinculaba de forma directa con el poder del aparato mediático, actuando en tándem, y deslegitimando cualquier experiencia de gestión estatal de características populares. En este punto el encuentro en Buenos Aires convocaba a las fuerzas progresistas del mundo para dar respuesta a la demanda de ciudadanía global.


En esa construcción de nueva ciudadanía se recuperaba el avance imparable del movimiento feminista. Así también, se expresaba el apoyo al proceso de paz en Colombia ante la amenaza del fracaso, y condenaba el bloqueo económico a Cuba sufrido a manos de los Estados Unidos, dando alguna señal a recuperar una vieja tensión identitaria entre el Panamericanismo y Latinoamericanismo. Por último, se hacía referencia a la búsqueda de una salida pacífica y democrática para el caso venezolano.


En estos encuentros y en tres posteriores se observa una línea programática que contiene dentro de sus preocupaciones al cambio climático, el cuestionamiento del modelo económico actual, un Estado activo como proveedor de bienes públicos, la necesidad de una moratoria y refinanciación de la deuda externa, la promoción de un sistema de salud público y en términos ideológicos la búsqueda de una Internacional Progresista que postule una unidad latinoamericana bajo el signo progresista.


El Grupo de Puebla se reunió en nuestro país en noviembre de 2019.


Criticas en clave de coyuntura


Sin embargo en el Grupo de Puebla no todo es armonía; su propia composición advierte un límite para imponer una agenda regional progresista. En ese sentido, el presidente Alberto Fernández debe lidiar con el apremio de ser el único jefe de Estado en ejercicio del Grupo, motivo por el cual es visto de reojo por otros mandatarios de la región que ideológicamente se encuentran en las antípodas del Grupo de Puebla.


Por otra parte especialistas advierten que el Grupo no es un espacio de partidos de centro izquierda que planifiquen un programa político para la región, sino un espacio de intelectuales con sensibilidad de izquierda. Siguiendo con las críticas expresadas al Grupo, la mayoría de sus participantes no tendría poder político en sus países de origen y la única motivación es  la de armar un foro de pensamiento. Siempre hay excepciones a la caracterización como es el caso de Álvaro García Linera, por otra parte esta categorización deja afuera figuras políticas de peso, Rafael Correo, Dilma Rousseff y José Mujica.


Uno de los puntos donde las críticas adquieren mayor fortaleza es la que señala el poco compromiso y la escasa participación del presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador ya que si bien hombres de su riñón forman parte del Grupo, la presencia del mandatario mexicano respaldaría de otra manera las acciones e intervenciones públicas del Grupo de Puebla.


Inquietudes en claves teóricas


Más allá de las críticas de los sectores reaccionarios nadie puede negar que las premisas del Grupo Puebla sean válidas y que se inscriban en larga lucha del continente por conquistar su independencia definitiva. Una vez roto el vínculo con España se identifica en la región una forma de dominación semicolonial que variando su metodología e intensidad hasta el día de la fecha no logró desactivarse.


Si el Grupo de Puebla tiene en su esencia la identificación de una unidad de sentido y pertenencia en cuanto a la región es porque existe una alteridad geopolítica que operó en un doble sentido. Por un lado obteniendo su grandeza imperial en base a la unificación de su territorio y la expansión hacia el sur del continente, estamos hablando del proceso histórico de los Estados Unidos. Por el otro su unificación y grandeza se explican por haber mantenido una política de desmembramiento en la región desde finales del siglo XIX, en definitiva su equilibrio y su vocación de poder se sustentan en la desunión de nuestros pueblos. En este punto las referencias de tal situación por parte del Grupo de Puebla parecen estar diluidas o al menos uno podría inferir que se encuentran en proceso laboratorio por razones que podrían considerarse tácticas.


Alberto Fernández afirmó, como mencionábamos anteriormente, que la pandemia nos da la oportunidad de hacer una sociedad más justa; este argumento extendido de forma histórica nos permite trasladarnos en el tiempo e identificar como otras crisis mundiales fueron condiciones de posibilidad de expansión de una nacionalidad completa.


La Crisis del año 30 y la Segunda Guerra Mundial permitieron que Argentina y otros países de la región, producto de la coyuntura, modificaran su perfil productivo y avanzaran hacia un proceso de industrialización por sustitución de importaciones. La oportunidad económica también significó una ocasión política para poner en jaque el sistema democrático liberal heredado de las oligarquías portuarias del siglo XIX.


Este movimiento trascendental del siglo XX permitió la comprensión de la cuestión nacional que a su vez engendraba la cuestión social: resolver las tareas nacionales implicaba necesariamente avanzar en una agenda de derechos sociales. Este razonamiento lógico y político aún no parece identificarse en el Grupo de Puebla, o quizás no formará parte de sus planteos.


En esa línea la cuestión nacional tendrá que ser interpelada en clave latinoamericana y los hombres y mujeres que forman parte del prestigioso Grupo deberán recordar la responsabilidad que tienen en el presente y en el futuro de nuestra Patria. La unidad solo será posible identificando el pasado y una cultura en común, pero sobre de la necesidad de plantearse en el horizonte la conformación de un Estado Continental Industrial y Científico. De lo contrario no vamos a romper con aquella triste y exquisita frase de Jorge Abelardo Ramos 'Somosun país porque no pudimos ser una Nación y somos argentinos porque fracasamos en ser latinoamericanos”.

author: Emanuel Bonforti

Emanuel Bonforti

Sociólogo (UBA), Periodista (Universidad Abierta Interamericana), Maestrado en Historia (Universidad de San Martín).

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