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“Todos los Estados y todos los gobiernos violan derechos humanos”

El abogado y militante de derechos humanos, Sebastián Rey, publicó un libro con más de 350 entrevistas, con el que repasa las denuncias –y las historias de los denunciantes- que se realizaron en contra del Estado argentino, ante la CIDH, en los últimos cuarenta años. El autor está realizando una rueda de presentaciones en universidades de todo el país.

11 de Noviembre de 2020

Por Kranear. Foto: Patricio Haar.

El autor del libro “La Argentina en el banquillo. La historia detrás de las denuncias contra el Estado por violaciones de derechos humanos”, Sebastián Rey, está muy contento con la repercusión que está teniendo su última publicación, que en este caso no tiene que ver con la jurisprudencia, el ámbito estrictamente jurídico, sino con un campo más amplio, ligado al ejercicio de su profesión, su vida y militancia, como son los derecho humanos.

Se trata de una voluminosa investigación, que encaró junto a un grupo de colaboradores, en la que presenta las denuncias realizadas contra el Estado Argentino, ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) entre 1976 y 2020, y en la que los y las grandes protagonistas, más allá de los casos, algunos muy conocidos, y otros menos, son las víctimas de las violaciones a los derechos humanos.

El libro incluye testimonios sobre las denuncias que se realizaron primero en nuestro país, y luego en el organismo internacional, que depende de la Organización de Estados Americanos (OEA), en relación a las leyes de Obediencia Debida y Punto Final y los Indultos, el ataque al Regimiento de La Tablada, las muertes de Bulacio y Menem (hijo), el Triple Femicidio de Cipolletti, el crimen del Subcomisario Gutiérrez y la “Aduana Paralela”, la Masacre del Puente Gral. Belgrano, el secuestro de Mauricio Macri, la “Maldita Policía” de la Provincia de Buenos Aires, el reclamo de las comunidades wichis en Salta y la Ley de Cupo Femenino, entre otros asuntos.

Entre los y las entrevistadas en el libro, se destacan ex ministros de Relaciones Exteriores y Justicia, abogados/as de las víctimas, familiares, miembros de la CIDH y jueces de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (IDH), Nora Cortiñas, Adolfo Pérez Esquivel, Estela Carlotto, Hipólito Solari Yrigoyen, Taty Almeida, Graciela Fernández Meijide, Jorge Fontevecchia, Horacio Verbitsky, Alicia Pierini, Carmen Storani, Eduardo Barcesat, María del Carmen Verdú, Ángel Rozas, Roberto Felicetti, Raúl Zaffaroni, Ricardo Gil Lavedra, Santiago Cantón, Oscar Fappiano y los prologuistas Jorge Taiana y Leandro Despouy.

Kranear conversó con el autor sobre el libro, publicado por Colihue, sobre sus motivaciones y alcances.

¿Cuándo y por qué se encendió la idea de avanzar con este proyecto?

Con el equipo de investigadores e investigadoras que dirijo venimos haciendo trabajos sobre el funcionamiento del Sistema Interamericano de protección de Derechos Humanos desde el 2012, que fuimos publicando gratuitamente en el Blog Debates sobre Derechos Humanos. En 2016 decidimos realizar un trabajo que no existía a nivel nacional y regional: analizar todas las denuncias contra un Estado -en este caso la Argentina- que fueron tramitadas por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Y decidimos enfocarlo no solamente desde el aspecto jurídico de lo que se resolvió en cada una, sino también desde el impacto que generaron a nivel doméstico, principalmente en la búsqueda de justicia para el caso particular, y reformas legislativas e institucionales. Y lo que más destaco, y es quizás lo más novedoso, es que hice 350 entrevistas a los principales protagonistas de los casos; las víctimas, sus abogados/as, los agentes del Estado y los miembros de la Comisión y la Corte Interamericana de Derechos Humanos.

¿El libro se imprimió tal como lo planificaste, o en el camino, producto de complejidad que implica entrevistar a tanta gente, sufrió modificaciones?

Por la pandemia no se imprimió todavía, salió solo como e-book. A medida que el volumen de trabajo creció, un proyecto que pensamos para finalizar en dos años nos llevó cuatro.

¿A qué tipo de lector o lectora le hablás con este trabajo?

Está destinado a diferentes públicos. Primero, es un recurso muy útil para quienes estudian derecho y al mismo tiempo para quienes litigan, porque explica cómo se arma un caso internacional y las diferentes estrategias que conviene utilizar. Segundo, resultará muy interesante para quienes militan o trabajan los temas de derechos humanos en la Argentina o el continente americano, porque fui muy cuidadoso en realizar un análisis político del contexto en que ocurrió cada caso. Y por último, creo que al ser escrito en un lenguaje sencillo, y con un formato “casi policial”, es un libro sobre la historia argentina de los últimos 40 años que podría atrapar a cualquier persona.

De las entrevistas que le realizaste a las víctimas que llevaron sus denuncias a la CIDH, cuáles fueron las dos que más te conmovieron, y por qué.

Fueron muchas y muy diversas, pero si tengo que destacar tres, me vienen a la cabeza las de Horacio Verbitsky, Leonardo Fornerón y Sandra Cháves.

Verbitsky no solo fue víctima por el juicio por desacato que le hizo el juez Beluscio en 1988, sino también como presidente del CELS ha impulsado el litigio de varios casos y ha tenido una importancia estratégica en estos temas durante los últimos veinte años. Me impactó su frase, al referirse a Néstor Kirchner, de que “usó” los derechos humanos y que los organismos estuvieron muy contentos de que los “usaran”. Su explicación fue que esos mismos reclamos los habían llevado a todos los gobiernos democráticos y ninguno les había dado bolilla antes que él.

Fornerón es un padre que luchó contra el Poder Judicial de Entre Ríos para que le entregaran a su hija, que la madre biológica había dado en adopción a un matrimonio de Buenos Aires. Basándose en preconceptos de cómo debe constituirse una familia, porque Fornerón era padre soltero y tenía una situación económica mucho peor que la del matrimonio adoptante, el Poder Judicial solo le permitió ver en dos ocasiones a su hija hasta que ella cumplió 13 años y el caso fue resuelto por la Corte IDH. Cuando me dijo que se arrepintió de no habérsela llevado cuando ella era bebe y les hicieron el ADN fue muy fuerte. Pero el confió en la justicia argentina.

Por último, en el caso de Sandra, que fue condenada por el homicidio de su cónyuge, el Poder Judicial de Salta avasalló su intimidad y vida privada al indagar sobre el color y forma de su ropa interior, sus preferencias y hábitos sexuales, y su pretendida “frialdad” por haber participado de una despedida de soltera de una pariente días después de la muerte de su esposo, refiriéndose a ella como “la viuda alegre”. En esa sentencia encontrás todos los estereotipos de género que se te ocurran.

Publicó Colihue. Hoy el libro se consigue solo en formato digital.

En la historia de lucha y resistencia del movimiento de derechos humanos, la visita del organismo, en 1979, significó una bisagra. La dictadura le temía tanto que montó una campaña de prensa para desprestigiarlo. ¿Esto sigue siendo así, o la CIDH fue perdiendo credibilidad con el paso del tiempo y los acontecimientos?

No creo que la CIDH haya perdido credibilidad. Al contrario, cada día recibe más  denuncias por violaciones de derechos humanos en los Estados americanos. Y justamente el rol fundamental que tuvo la visita de 1979 a nuestro país para minar la credibilidad internacional de la Dictadura generó que en la Argentina la CIDH al día de hoy siga siendo muy respetada y su funcionamiento conocido por muchísima gente, a diferencia de lo que pasó en otros países de la región. La que ha perdido credibilidad en temas de derechos humanos, sobre todo después de los golpes de estado en Venezuela, Bolivia y Honduras, ha sido la OEA.

Unas palabras sobre el legado de Emilio Mignone.

El rol de Mignone en el éxito de la visita de 1979 lo explico en un capítulo del libro a partir de los testimonios de su hija Isabel, del secretario ejecutivo de la CIDH, Edmundo Vargas Carreño, y de Graciela Fernández Meijide. Es impresionante, porque si bien su hija estaba desaparecida, él siempre privilegió la denuncia colectiva.

El mismo Estado que primero garantizaba la impunidad de los genocidas, unos años después avanzó con la decisión de juzgarlos con jueces y tribunales ordinarios, dando así un pasó inédito en la historia mundial. A su vez, ese mismo Estado, un tiempo después, fue denunciado ante organismos internacionales por los casos Bulacio, Julio López y Santiago Maldonado, entre otros. ¿Suben o descienden las denuncias ante la CIDH si en la Casa Rosada hay un gobierno popular u otro de signo neoliberal?

Hay muchos factores que hacen que la cantidad de denuncias cada día aumente, independientemente de quién gobierna. Especialmente porque cuanta más gente se entera de que existe la CIDH, apenas pierde un juicio a nivel interno hace la denuncia internacional, aunque después posiblemente no tenga éxito y ni siquiera sea tramitada por el organismo. Todos los Estados y todos los gobiernos violan derechos humanos. La diferencia radica en cuáles. Si bien no es igual la desaparición de personas o la tortura, que la falta de salud o vivienda adecuada, en definitiva son todas violaciones de derechos humanos, en una región donde una gran mayoría de la población tiene sus necesidades básicas insatisfechas. Y en aquellos estados donde la situación social es un poco mejor, se destacan las violaciones a las garantías del debido proceso, principalmente al plazo razonable de duración de los juicios y al derecho a contar con una segunda instancia que revise las sentencias de tribunales inferiores.

¿Qué te gustaría que les cuenten a tus hijas, en unos años, sobre tu libro?

Que su padre publicó un libro en el que con mucho respeto garantizó el derecho de todos los actores a dar sus opiniones, incluso aquellas que no compartía. Y que las víctimas pudieron, en algunos casos por primera vez, ser escuchadas y que sus historias fueran conocidas.

En el último mes, Rey presentó “La Argentina en el banquillo…” en la Universidad Nacional de José C. Paz, en la provincia de Mendoza, en la facultad de Derecho de la Universidad Nacional de Rosario y también en la facultad de Derecho de la UBA. Mañana jueves 12/11 lo volverá a presentar, siempre de manera virtual, y junto a referentes de la academia, la política y el movimiento de derechos humanos, de la mano del Frente de Abogados y Abogadas Populares (FAP), el sábado 14/11 será el turno de Córdoba, el 18 en La Plata, junto a Estela de Carlotto, y el 19 en Lomas de Zamora.

Sebastián Rey es abogado de la Universidad de Buenos Aires (UBA), magíster en Derechos Humanos en la Universidad Nacional de La Plata (UNLP) y se está doctorando en Derecho en la UBA. Aparte, es investigador y profesor de Derechos Humanos en la UBA y Universidad Nacional de José C. Paz (UNPAZ) y secretario de Primera Instancia en la Defensoría General de la Nación. Entre 2011 y 2017 fue el representante de los graduados y graduadas de la facultad de Derecho de la UBA, en el Consejo Directivo, en representación de distintos espacios que nucleaban a los y las abogadas del campo nacional y popular.

 

 

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