Foto: Pepepugni
Una historia sepultada
“Que ningún explotado tenga jamás que avergonzarse de la Sociedad Obrera de Río Gallegos” (frase de un volante obrero repartido en 1921).
La inhóspita Patagonia argentina, y chilena, guarda una historia sepultada por muchos años, así como fueron enterrados los obreros fusilados por el Ejército Argentino, bajo la anuencia de la Sociedad Rural de Río Gallegos, y los grandes terratenientes. En este hecho trágico están los nombres de familias «decentes» de aquellos años, Menéndez Behety, Braun, Nogueira, Peña, y Blanchard. Eran los soberbios latifundistas de aquel lejano sur, junto a ingleses. Flaco favor a los intereses nacionales se realizó en Santa Cruz, en 1893. Se concedieron tierras fiscales a los señores Holliday, Scott, Rudd, Wood, Woodman, Mac Clay, Kark, Felton, Johnson, y la lista continúa.
Así salieron del dominio del Estado unas 2.517.274 hectáreas. De esta manera grandes propietarios dispusieron de tierras, animales y de hombres, estos últimos reducidos a una condición de siervos de la gleba. Estos peones tuvieron una mala idea, reclamar por las paupérrimas condiciones en que vivían y trabajaban en los latifundios. Se preguntaba la gente decente por aquellos días, Pero ¿cómo a estos chilotes se les va a ocurrir? O ¿cómo estos españoles anarquistas nos van a hacer huelga a nosotros los estancieros, quienes además son acompañados por nuestros rotosos criollos, que van a extender el paro por Punta Arenas, San Julián, Río Gallegos y Tierra del Fuego?
Antecedentes Rojos
Antes de estos episodios de la década del 20, el que la pasó mal fue Eduardo Puente, un español anarquista, que inició una huelga de en Puerto Deseado, en abril de 1918, y en Punta Arenas en 1919. El Ejército lo apresó y lo envió a la cárcel del fin del mundo, a la Siberia Argentina, en Ushuaia. El gobernador interino de Santa Cruz fue el que emprendió la cruzada, un funcionario de hierro, joven y conservador, que lo persiguió hasta encontrarlo, en Puente, hablamos de Edelmiro Correa Falcón.
Se cumplieron cincuenta años de la muerte de aquel gobernador que era juez y parte, aparte de miembro de la Sociedad Rural Argentina (SRA). Otro antecedente fue Apolinario Barrera, un anarquista, que administraba el diario La Protesta, que culminó trasladado a Chile en el crucero Zenteno, atado a una barra de hierro, y, por su rebeldía, estuvo una decena de días en la cubierta a la intemperie.
Con intermitencias en 1920, pero con mayor continuidad en 1921, los esquiladores y carreros al no cumplirse con las condiciones que pidieron, decidieron extender la huelga por el territorio, y el poder local apoyó la llegada del Ejército a Río Gallegos. El general Héctor Benigno Varela, fue el líder de una represión de la que este mes se cumplen ciento un años.
Cuando usted se levante para ir a trabajar, este miércoles 7 de diciembre se cumplirá el aniversario de la masacre en la estancia de la familia de alta arcurnia, Menéndez Behety. En La Anita se produjeron fusilamientos masivos. Se aplicó la pena de muerte sin juicio previo. Los obreros decidieron rendirse, mientras el Ejército al galope venía fusilando, ya el 1 de diciembre sonaba el escarmiento en la Estancia Bella Vista, a kilómetros de Gobernador Gregores. Pertenecía la estancia a Enrique Bitsch y Sara Braun, dedicada a la cría de merinos y la explotación lanar.
Los Fusilados en La Anita
Mayoría de chilenos, argentinos, alemanes y españoles formaban fila. Con método y bajo las órdenes del coronel Schweitzer, se disparaba a hombres desarmados. El parte militar habló de enfrentamiento, que los obreros eran unos 120 y que fueron muertos en combate. Las fuentes anarquistas hablan de 250 a 300 hombres, que fueron fusilados. Como corolario resultaron enterrados en fosas comunes, como NN. Permitido por un miembro de la clase alta, que en su propia estancia actuara el Ejército, Alejandro Menéndez Behety, porque según el diario La Unión, «los bandoleros anarquistas perturban los negocios del acaudalado y estanciero Menéndez».
«Tienen 24 horas para ir a trabajar o desalojar el Lago Argentino o de lo contrario los voy a cagar a palos y a bañar en sangre y los voy a hacer pasar por la cordillera». Subcomisario Michieri. Palabras a los huelguistas en Calafate. Diciembre 1921.
Condiciones dignas de trabajo y aumento de sueldo, reclamaban los obreros; aparte, que no pagaran la comida, tener cuatro comidas diarias, y dormir en camas con colchones, y no en el suelo de los galpones. Que no les cobraran el peine y los elementos de aseo, y que en cada pieza hubiese un baño. Finalmente, que el médico en caso de enfermedad lo abonara el patrón. Y por último un reajuste del sueldo. La no aceptación de las condiciones por los estancieros, y el desconocimiento al planteo de la Sociedad Obrera de Río Gallegos condujo a la medida. La acción de la huelga obrera, fue contestada con la llegada del ejército y fusilamientos masivos.
La investigación de estos hechos fueron publicados hace cincuenta años, y los realizó el historiador Osvaldo Bayer, en su libro La Patagonia Rebelde. Por supuesto que el libro fue censurado por la dictadura de Agustín Lanusse, y tras el golpe cívico-militar de 1976, prohibido, como centenares de otros libros. Como en varias ocasiones de la trágica historia del siglo XX argentino, la clase dominante fue a los cuarteles, para qué el ejército defendiera sus intereses. O el Ejército se comportó como brazo armado de la clase dominante. Memoria, verdad y justicia, para los obreros de la Patagonia. Debe dejar de sobrevolar de manera sombría, la muerte a tiro limpio contra trabajadores indefensos, pero, que osaron, luchar por su dignidad.