Dos hechos enmarcan la novena peregrinación por Paz, Pan, Tierra, Techo y Trabajo que los y las trabajadoras de la economía popular realizaron ayer 7 de agosto entre el barrio de Liniers y la Plaza de Mayo: la contundente derrota del gobierno en el Congreso, y la ausencia, por primera vez, del Papa Francisco.

Mientras Milei pisaba por primera vez en su gestión un barrio humilde de La Matanza para hacer una provocadora foto de campaña con el “Nunca Más” que construyó el pueblo argentino luego de la dictadura genocida, los movimientos sociales, las centrales obreras y una gran cantidad de organizaciones políticas, campesinas, de derechos humanos y feministas se movilizaron a lo largo de la avenida Rivadavia, hasta la Plaza de Mayo, para realizar un acto en el que se reivindicó la unidad del campo popular, la organización y la fe para enfrentar a un gobierno despiadado, cínico y cruel que está destruyendo al país y arrasando con los derechos del pueblo.

Con el santo del pan y el trabajo llevado en andas de un grupo de feligreses, la larga columna de manifestantes partió luego de las ocho de la mañana, desde la estación Liniers, en dirección a la Plaza de Mayo, por avenida Rivadavia. Ocupando toda la calzada de la mano al centro de la ciudad, con sus banderas, flameadoras, carteles hechos a mano, ollas populares, maquinaria agrícola y herramientas de trabajo de las distintas cooperativas productivas, la militancia política y social, más la feligresía y gente suelta, a la columna le llevó unas tres horas atravesar la ciudad.

Dato: La Cámpora se sumó a la convocatoria, a través de la presencia de su secretaria general, Lucía Cámpora, y otros referentes, aparte de un grupo de militantes con sus banderas. Y durante la madrugada, frente a la iglesia de San Cayetano, hubo una misa por Cristina, su inocencia y su libertad.

En su camino, la larga columna recogió cientos de señales de apoyo de compatriotas que los saludaron con las manos en alto o bocinas de autos y colectivas, y les desearon fuerza para seguir luchando. Un rato después, desde el escenario de la plaza de Mayo, los organizadores y referentes harían mención, den varias oportunidades, del músculo solidario del pueblo argentino, y más aún en etapas de retroceso como la actual.

Entre los dirigentes y militantes de las organizaciones populares circulaba -aparte de los mates, cafés con leche, facturas y libritos de grasa-, un clima de satisfacción, por la muy importante victoria  que Unión por la Patria, junto a otros sectores parlamentarios, había logrado el miércoles en el Congreso. Fueron doce iniciativas, todas en Diputados, y esto incluye el avance en la investigación del Caso Libra, el financiamiento de la educación universitaria, y también la declaración de una emergencia en materia pediátrica, con el conflicto del Garrahan en el centro de la discusión, como así también el rechazo de cinco vetos que Milei firmó contra iniciativas, del propio Congreso, sancionadas para mejorar la calidad de vida de distintos sectores de la población y resguardar el funcionamiento de organismos estatales estratégicos para el interés nacional.

En la previa de la marcha, la UTEP hizo circular el documento que sería leído en el escenario por parte de un grupo de militantes. En síntesis, se proclamó que había que sostener la unidad de todos los sectores para hacerle frente a la “catástrofe social planificada” de parte de los hermanos Milei y sus aliados, y que los motivos para movilizarse este año, con el legado de Francisco presente en los corazones y en la lucha, eran muchos, y estaban sintetizados en la consigna histórica de la fecha, que ahora sumaba dos elementos más: Paz, Pan, Tierra, Trabajo y Techo.

Denunciaron la interrupción de las políticas alimentarias, el congelamiento salarial de las trabajadoras socio comunitarias en 78.000 pesos mensuales, el avance del narcotráfico en los territorios ante la desinversión en políticas de adicciones, la criminalización del trabajo en el espacio público, el abandono de los pueblos originarios y la represión a las comunidades que luchan por su tierra, la asfixia y vaciamiento de las cooperativas y unidades de la economía popular, la apertura indiscriminada de importaciones, la dolarización de los insumos y la paralización de la obra pública nacional, el desguace del sistema público de salud, la destrucción del empleo formal, el empobrecimiento de jubilados y jubiladas, la injerencia extranjera en los asuntos internos del país, y la represión de la protesta social.

Un dato: en el documento no mencionaron la proscripción de Cristina. Sí lo hizo Hugo Yazky, referente de la CTA de los Trabajadores, durante su fervorosa intervención.

El acto, frente a las miles de personas que ocuparon una parte de la plaza, estuvo a cargo del secretario general de la UTEP, quien reivindicó el pensamiento social y político del Papa y su trabajo permanente a favor de los humildes, excluidos y trabajadores, y luego de hacer una evaluación del duro presente que atraviesa el país, llamó a la militancia a mantener la unidad para ser protagonistas de la reconstrucción que más temprano que tarde realizará el pueblo argentino.

Durante la mañana, bien temprano, el arzobispo de Buenos Aires, Jorge García Cueva, encabezó en el santuario de Liniers, frente a cientos de fieles, la santa misa, y fue muy duro con el gobierno, tal como lo había hecho en la homilía del 25 de Mayo pasado. Dijo que “no podemos desentendernos de los que sufren”, reivindicó la figura del Papa Francisco y pidió “salir del chiquero de las descalificaciones y el odio” y a “animarnos a dar el paso hacia la reconciliación de los argentinos” porque “solo desde allí podremos gestar una sociedad más humana”.

Los integrantes del gobierno argentino, junto a sus aliados del PRO, se sabe, no saben de mensajes pacificadores ni sensibilidades por la situación de abandono y urgencia que sufren millones de compatriotas. Por eso, siguieron con su campaña de odio y se sacaron una de campaña, rodeados por fuerzas de seguridad, tan chabacana como oportunista y banalizadora del genocidio que sufrió nuestro pueblo.