Por Norma Kisel (psicoanalista).
La peli?cula Fragmentos de una mujer, del director Kornel Mundruczo, estrenada en la plataforma Nétflix, nos muestra durante los primeros veinte minutos a una mujer pariendo. Una escena interminable donde asistimos angustiados a lo que le sucede al cuerpo de una mujer, en ese trance. Dolor y duelo. El espectador se con-duele. Duele el dolor de esa mujer pariendo, jadeando, pujando, aullando. Estremece mirar a ese cuerpo femenino atravesando la proeza de dar a luz una vida.
¿Qué otro titulo para una mujer pariendo?
Heroína, heroica es perfecto.
Por estos di?as donde finalmente se aprobo? la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE), el cuerpo de las mujeres ocupo? los titulares del mundo entero, aunque siempre hay algo que decir sobre este punto.
Una bella cancio?n de Joan Manuel Serrat, Me gusta todo de ti, fragmenta y va parte por parte recorriendo con la mirada el territorio del cuerpo femenino, palmo a palmo, dando cuenta así de cómo se enciende el deseo sexual, pedazo por pedazo, parte por parte, constituye?ndose en condicio?n necesaria para el erotismo, el fragmento, la parte.
La mirada posa?ndose sobre el cuerpo troceado.
Cabe interrogar sobre las miradas de las mujeres sobre los cuerpos de las otras mujeres. ¿Qué miran?
La Otra Mujer funciona como un Google Map. Hay una otra para cada quien. Es la que se ubica en el lugar del ideal, que tiene ella que no tengo yo, porque la miran y a mí no, cómo hace para estar flaca, en qué tienda se viste, qué perfume usa, etc.
Infinidad de publicaciones a lo largo de la historia deben su e?xito a este concepto: ¿cómo ser como la otra mujer, la que sintetiza la suma de todos los e?xitos?
A partir de la aparicio?n y desarrollo de las redes sociales pu?beres, adolescentes y adultas difunden ima?genes de sus cuerpos e invitan a ser vistas sin filtro, para luego medir su aceptacio?n por los Me Gusta que obtienen.
El nivel de angustia y frustracio?n y la exigencia que esto implica es incalculable, así como los efectos en esas vidas.
Los cuerpos femeninos se convierten asi? en fuente inagotable de negocio para los mercados. Cuerpos = mercanci?as.
La moda, los cosme?ticos, tratamientos de belleza, cirugi?as en algunos casos muy dolorosos que prometen la fuente de Juvencia. Las mujeres se someten mansamente a la mortificacio?n de sus cuerpos. Imperativos permanentes inciden, atraviesan e intervienen sobre la subjetividad femenina muchas veces con resultados que terminan en la muerte. Anorexias, cirugi?as este?ticas, dietas para adelgazar. Todo tiene que ver con todo.
El mercado que todo lo regula, también opera sobre los cuerpos femeninos. ¿Estamos dispuestos a sostener este paradigma?
La peli?cula Fragmentos de una mujer, del director Kornel Mundruczo, estrenada en la plataforma Nétflix, nos muestra durante los primeros veinte minutos a una mujer pariendo. Una escena interminable donde asistimos angustiados a lo que le sucede al cuerpo de una mujer, en ese trance. Dolor y duelo. El espectador se con-duele. Duele el dolor de esa mujer pariendo, jadeando, pujando, aullando. Estremece mirar a ese cuerpo femenino atravesando la proeza de dar a luz una vida.
¿Qué otro titulo para una mujer pariendo?
Heroína, heroica es perfecto.
Por estos di?as donde finalmente se aprobo? la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE), el cuerpo de las mujeres ocupo? los titulares del mundo entero, aunque siempre hay algo que decir sobre este punto.
Una bella cancio?n de Joan Manuel Serrat, Me gusta todo de ti, fragmenta y va parte por parte recorriendo con la mirada el territorio del cuerpo femenino, palmo a palmo, dando cuenta así de cómo se enciende el deseo sexual, pedazo por pedazo, parte por parte, constituye?ndose en condicio?n necesaria para el erotismo, el fragmento, la parte.
La mirada posa?ndose sobre el cuerpo troceado.
Cabe interrogar sobre las miradas de las mujeres sobre los cuerpos de las otras mujeres. ¿Qué miran?
La Otra Mujer funciona como un Google Map. Hay una otra para cada quien. Es la que se ubica en el lugar del ideal, que tiene ella que no tengo yo, porque la miran y a mí no, cómo hace para estar flaca, en qué tienda se viste, qué perfume usa, etc.
Infinidad de publicaciones a lo largo de la historia deben su e?xito a este concepto: ¿cómo ser como la otra mujer, la que sintetiza la suma de todos los e?xitos?
A partir de la aparicio?n y desarrollo de las redes sociales pu?beres, adolescentes y adultas difunden ima?genes de sus cuerpos e invitan a ser vistas sin filtro, para luego medir su aceptacio?n por los Me Gusta que obtienen.
El nivel de angustia y frustracio?n y la exigencia que esto implica es incalculable, así como los efectos en esas vidas.
Los cuerpos femeninos se convierten asi? en fuente inagotable de negocio para los mercados. Cuerpos = mercanci?as.
La moda, los cosme?ticos, tratamientos de belleza, cirugi?as en algunos casos muy dolorosos que prometen la fuente de Juvencia. Las mujeres se someten mansamente a la mortificacio?n de sus cuerpos. Imperativos permanentes inciden, atraviesan e intervienen sobre la subjetividad femenina muchas veces con resultados que terminan en la muerte. Anorexias, cirugi?as este?ticas, dietas para adelgazar. Todo tiene que ver con todo.
El mercado que todo lo regula, también opera sobre los cuerpos femeninos. ¿Estamos dispuestos a sostener este paradigma?