El Coronavirus es una buena oportunidad para que los argentinos veamos cómo respondemos y qué Estado estamos dispuestos a construir para enfrentar a esta pandemia. Tenemos el ejemplo de China, donde con una fuerte presencia del Estado lograron focalizarlo y hoy esta prácticamente controlado; del otro lado del tablero esta Estados Unidos con un montón de gente afuera del sistema de salud y con riesgo de ser contagiada.
No se puede tomar al COVID-19 a la ligera, es un error grosero considerar que es un virus que afecta a los ricos que pudieron viajar a Europa. Una vez instalado en nuestro país, prevenir es la mejor solucion para evitar que esto se propague hasta los niveles que pudimos ver en Italia. Para que eso no ocurra el Estado debe estar presente, tomando decisiones firmes, siendo el garante de la salud de todos los argentinos. Para que eso ocurra el Estado debe intervenir en nuestras vidas.
Necesitamos un Estado fuerte, pero no solo ahora que todos miramos preocupados lo que sucede con el Coronavirus, sino un Estado que garantice siempre una salud de primer nivel en todo el país. Un pibe del norte debe tener las mismas posibilidades de tratarse que uno de Capital Federal, no podemos permitir que se propague el virus de la negligencia y que se sigan muriendo argentinos de enfermedades evitables. Desde el 10 de diciembre recuperamos el Ministerio de Salud ahora nos queda ponerlo a funcionar.
La salud no es un negocio sino que es un derecho, por eso es inadmisible que quede en manos de los que ven este tema y lo miden en la condición de si es rentable o no democratizar su acceso. Este es un país donde las políticas privatizadoras de los 90 y la gestión macrista fueron nuestra pandemia local, nos hicieron retroceder varias décadas y pusieron en peligro de muerte a todos los argentinos que dependen de la salud publica.
¿Qué tipo de Estado queremos? Entre todos debemos darnos este debate. No podemos tener la soga al cuello para darnos cuenta de cuanto necesitamos de las políticas públicas ¡en nuestras vidas. El Estado debe estar dos pasos adelante siempre, previniendo más que curando. Para eso, nosotros debemos cuidarlo con la misma firmeza con la que exigimos que quienes están a cargo de los ministerios se pongan a disposición del pueblo para garantizar los derechos básicos de trabajo, salud y educación.
Lo que tenemos por delante es un desafio que va más allá de la gravedad de esta pandemia; se trata de una oportunidad para construir un Estado que brinde tranquilidad con información calificada, que ofrezca información sobre los casos que se presentan, que se ponga firme con el control de la cuarentena y que no haya vivos que se aprovechen de la desesperación de la gente. Pero todo esto funcionará si todos y todas colaboramos con las decisiones que se tomen a nivel gubernamental.
Desde este punto debemos partir y tener como horizonte un sistema de salud público de excelencia, a nivel nacional, que cuente con hospitales equipados, camas disponibles, trabajadores y trabajadoras bien pagos y descansados, en el que sacar un turno no sea una odisea y donde los medicamentos sean gratuitos para todos. Parece difícil y más cuando venimos de años de abandono; avanzamos un paso y ahora se retrocedieron dos. La gestión PRO tuvo hospitales listos para inaugurarse pero eso no fue posible porque tuvieron la decisión política de no hacerlo.
Tener un Estado en óptimas condiciones es responsabilidad de todos, de los ciudadanos contribuyendo por medio del pago de los impuestos, y de los gobernantes ejecutando partidas que garanticen el funcionamiento. No se puede ver al Estado como a una empresa que solo funciona si es redituable, ya que de esa manera se lo recorta o se lo entrega a los privados. La cuenta que se debe hacer para ver si hay saldo a favor es ver cuánta gente queda adentro y cuántos son los excluidos del sistema.