Parece increíble que después de haber pasado momentos tan duros en plena pandemia, donde se puso de manifiesto importancia de la salud pública, y la necesidad de contar con un Estado presente que atienda las demandas y garantice el acceso a la salud, hoy en la ciudad más rica del país, les residentes estén peleando, hace más de un mes, y sin una respuesta favorable de parte del gobierno porteño, para poder ganar más de 400 pesos la hora por su trabajo.
Tanto el jefe de Gobierno, Horacio Rodríguez Larreta –de campaña electoral por las provincias- como el flamante ministro de salud, Fernan Quirós -quien suena como candidato de Juntos por el Cambio para las elecciones del año que viene-, le vienen dando la espalda a las reivindicaciones del sector, en el marco de un escenario de suba inflacionaria y crisis económica. Duele, enoja, pero no sorprende, porque como ya lo remarcamos en varias oportunidades, las prioridades del PRO en la Ciudad no tienen que ver con la salud y la educación, sino con los negocios inmobiliarios, los intereses de las corporaciones amigas y la campaña permanente de marketing de cara a su electorado, compuesto en su mayoría por los sectores acomodados del distrito.
Recordemos: durante el gobierno de Larreta, las licenciadas en enfermería siguen sin ser reconocidas como profesionales, y hasta fueron reprimidas cuando reclamaban por sus condiciones laborales; lo mismo sucede con las promotoras de salud que pusieron el cuerpo en la pandemia y que siguen esperando que el GCBA reconozca su tarea como trabajo formal; la deuda histórica de un hospital de agudos en lugano, que ya tiene 17 años (¿algún dato sobre el presupuesto, la falta de obras estructurales?).
Hoy una vez más asistimos a un reclamo masivo, de un sector de los trabajadores/as de la salud porteña, en este caso, de los residentes y concurrentes, que ya lleva un mes, con paros y movilizaciones masivas en el centro de la Ciudad, y ninguna respuesta satisfactoria del parte de las autoridades del gobierno porteño.
Les residentes son profesionales de la salud, recibidos/as, matriculados/as, no sólo médicos y médicas, sino psicólogas, licenciados/as en obstetricia, entre otras especialidades, quienes eligen el hospital público para formarse y hacer su especialidad. Atienden bajo supervisión de otres profesionales y sostienen buena parte de las guardias y consultorios de hospitales y centros de salud.
Trabajan entre 80 y 120 horas semanales muchas veces con guardias de 24 horas, y esto incluye fines de semanas y feriado; les concurrentes, por su parte, no cobran sueldo ni tienen ART, aunque realizan las mismas tareas que los residentes.
Valorar la atención pública en salud es valorar a sus trabajadores y trabajadoras, es reconocer su tarea como se debe y es garantizar condiciones dignas de trabajo que se reflejen en la calidad de atención que recibe la población de nuestra ciudad. Pero una vez más: el gobierno porteño no sabe de derechos, sino de negociados y prensa y propaganda, estudios de televisión y radio en las que no hay repreguntas.
¿Es imposible modificar las condiciones de residencias y concurrencias?
Una vez más, la provincia de Buenos Aires, nos demuestra que no, ya que con un presupuesto mucho menor y una cantidad de recursos humanos mucho mayor, el gobernador del distrito, Axel Kicillof, modificó la normativa provincial, y avanzó con varios cambios significativos: redujo la jornada laboral de lunes a viernes (eliminó los sábados). Además, estableció un día libre para quienes se encuentran en el cuarto año de las residencias, y habilitó la realización de otras actividades remuneradas una vez por semana.
Otro cambio fundamental fue haber reducido las jornadas de guardia de de 24 a 12 horas, y esto no solo implica una mejora en las condiciones laborales, sino también profesionales, ya que con más descanso los y las residentes atienden mejor; por otra parte, la nueva normativa contempla un plus por guardia con un valor igual al 13% del sueldo de un jefe de residentes, calculo que hoy implica unos $26.000 extra por mes. También se incorpora un plus por zona de baja cobertura, para incentivar así la radicación en barrios con necesidad de profesionales, un problema que la Ciudad tiene en el sur de la ciudad.
Así vemos que, una vez más, lo que falta en la CABA no es presupuesto, sino voluntad política, y aparte una mirada de la Salud como un derecho; si algo nos dejó la pandemia es la oportunidad de discutir, y mejorar nuestro sistema sanitario, nuestro modelo de atención que garantice el acceso equitativo al sistema de Salud y que respete a sus trabajadores y trabajadoras. Cuidar a quienes nos cuidan y defender a les residentes es defender la Salud Pública.