Podríamos empezar con números fríos despojados de toda humanidad, y decir que en la Argentina el 35,4% de la población es pobre, que el 7,7% es indigente y que en comparación con el año pasado hay 3.500.000 nuevos pobres. Pero detrás de estos números hay personas, dramas argentinos. Ese porcentaje frío esconde una familia que no llega a fin de mes, un tipo que no le llena el plato de comida a sus hijos, una mujer que tiene que elegir entre pagar las tarifas o comprarse un remedio.
También son nombres propios los responsables de la crisis, apellidos que se repiten a lo largo de la historia, como Bullrich, Peña Brown o Larreta. Siempre que tomaron el poder las consecuencias fueron las mismas. Esta vez no bombardearon la Plaza de Mayo, no necesitaron golpear las puertas de los cuarteles ni cooptaron al peronismo como en los 90. Esta vez los apellidos de la oligarquía ganaron con los votos. La consecuencia de manejar el país como una empresa es una catástrofe política, social y humanitaria.
Eran muy claros sus objetivos en épocas de campaña, y cuando se trató de prevenir las consecuencias, los medios dominantes dijeron que era todo parte de la "Campaña del miedo". Los argumentos se sustentaban en antecedentes históricos. Su concepción de instalarse en el mundo solo se entiende desde una mirada colonialista y fue así como si ningún tipo reparo se fueron cumpliendo una a una los ítems de la supuesta campaña del miedo. Solo por citar alguno se dijo que la alianza Cambiemos traería nuevamente al Fondo Monetario.
Los libros de historia dirán que durante el mandato de Mauricio Macri el FMI hizo el préstamo más grande de su historia, valuado en 54.000 mil millones de dólares. En pocas palabras nos pusieron la cadena más grande y pesada, no sea cosa que algún día con un gobierno nacional y popular tuviéramos la iniciativa de volver a romperlas.
Las políticas del gobierno fueron claras incluso antes de ceder la soberanía ante el FMI, con recortes presupuestarios, despidos en el sector público y tarifazos que hirieron de muerte a las PyMes. Sin freno fuimos acercándonos a esos números de pobreza e indigencia que no hubieran sido posibles sin el blindaje de los medios hegemónicos, un sector del poder judicial que persiguió a opositores políticos, y las fuerzas de seguridad a cargo de la represión de la protesta social, aparte del trabajo sucio de los servicios de inteligencia.
Los responsables de este latrocinio obraron con total impunidad y poco les importó quedar expuestos; en lo discursivo se burlaban de un pueblo cada vez más hambriento. Por eso no sorprende la derrota que sufrieron en las PASO del 11/8; el pueblo le dijo basta a un gobierno que les desordenó la vida. Queda ver si esta vez el pueblo les da la espalda definitivamente al "Circulo rojo".
Para que este hartazgo al neoliberalismo sea el último, para que no volvamos a caer, para que estos apellidos no se repitan nuevamente es necesario volver a decir Nunca más. Zaffaroni sostiene, de una manera más académica, que lo que necesitamos es una reforma constitucional.
Cuando terminó la dictadura cívico militar en el año 83 los responsables ideológicos de ese genocidio que dejo 30 mil desaparecidos se camuflaron. Se encargaron de borrarse de los libros de historia y crearon el relato de que los responsables de esos siete años nefastos solo fueron los militares, y de esa manera quedaron impunes y con la expectativa de volver al poder en cuanto tuvieran la oportunidad. Dejaron pilares de poder que les garantizaba que el puesto de presidente fuera un puesto menor.
En el año 2003 comenzamos una etapa que lejos estuvo de parecerse a los ciclos nefastos que vivimos los argentinos donde la fiesta de unos pocos desencadenó el estallido social que terminó con el gobierno de la Alianza. Fueron doce años de soberanía política, independencia económica y justicia social, un periodo que pintaba para quedarse, creíamos que eran eternos los laureles que habíamos podido conseguir, pero en 2015 nos dimos cuenta que todavía nos quedaban materias por rendir.
Pasamos cuatro años de macrismo explicito y las consecuencias están a la vista. Esos números compuestos por historias de todos nos muestran en qué condiciones se encuentra la Patria. El 27 de este mes podemos volver a encarrilar al país y sacarnos de encima a estos delincuentes de guante blanco, pero no podemos darnos el lujo de que se la lleven de arriba una vez más. No podemos cargar sobre nuestras espaldas las consecuencias de las políticas neoliberales que estos tipos aplicaron con el solo objetivo de aumentar sus arcas y hacer los deberes que le piden los Estados Unidos.
Tenemos la tarea de ponerles nombres a los responsables de este 35,4% de pobreza. Señalarlos, y cantar bien fuerte "como a los milicos les va a pasar, adonde vayan los iremos a buscar".