"Y acá, cantan tu canción"
La Renga
1. La militancia se construye desde la igualdad. El 15 de junio de 2008, seis meses después de abandonar la presidencia, Néstor Kirchner llegó a la Plaza de Mayo, pero no del lado de la Casa Rosada, sino del otro lado. Pleno conflicto por la 125, clima destituyente en marcha. Dos meses antes, en marzo un puñado de grupos militantes entre les que se encontraba el compañero Luis D’Elía habían logrado recuperar la plaza, luego del ingreso de sectores que buscaban la desestabilización del gobierno. En otra jornada caliente de movilizaciones, se convoca una concentración en apoyo al gobierno en Plaza de Mayo. Hay algunos grupos opositores pero el kirchnerismo sostiene firme el lugar. Dura varias horas, centenares de jóvenes cantan en defensa del proyecto popular. Alrededor de las 22 hs, ya cuando parecía que todo terminaba, aparece Néstor caminando entre la multitud. ¿Para qué fue Néstor a la plaza? ¿Qué le habrá dicho su custodia? ¿Qué le habrá dicho Cristina? Era una locura que un ex-presidente apareciera a pie en una plaza caldeada donde eran moneda corriente las situaciones de tensión. Cuentan quienes estuvieron que Néstor apareció y a su alrededor se armó un torbellino de compañeres. ¿Para qué fue? Sencillo, fue a poner el cuerpo, a ser uno más entre la multitud, a demostrar con ese gesto que él también era un militante como les otres defendiendo al gobierno popular. Un gesto igualador. Néstor, el conductor, era como todas las otras personas que estaban allí en su condición militante. Desde la muerte de Perón (a quien no solemos calificar como “militante”) el movimiento no había tenido un liderazgo que se asumiera de esa manera, es decir, igual a les otres. Al demostrar que la conducción no es sólo política, sino también militante, Néstor vuelve a abrir las puertas de la política y del peronismo a toda la sociedad. Ser “político” es una profesión, una cosa para poca gente; pero cualquiera puede ser “militante”. Así que vengan todes.
2. La política se mide en objetivos. Cuenta Cristina que cuando conoció a Néstor, una de las primeras cosas que él le dijo era que quería ser gobernador de Santa Cruz. Imaginemos el contexto: La Plata, año 72-73, efervescencia revolucionaria, luche y vuelve, la dictadura se descascara, y el tipo estaba pensando en los próximos 10-20 años, en gobernar su provincia. Suena descolocado y casi delirante. Tres décadas después, su segundo día como presidente lo ocupa resolviendo un conflicto docente en la provincia de Entre Ríos. En los temas grandes y en los temas pequeños, en el corto y en el largo plazo, la política es objetiva, y la militancia se mide en fijarse y cumplir objetivos. Lo enseñó Perón y Néstor lo practicó más y mejor que nadie. Cuando la mirada está solo puesta en el posicionamiento, en la exposición, o en la declaración, cuando no hay objetivos claros la acción política corre el riesgo de devenir rutina, ensimismamiento, normalidad, derrota: se reabsorbe en el sistema. Por el contrario, si transformar la realidad es correr el límite de lo posible, la militancia necesita de voluntades delirantes que fijen objetivos, que digan para dónde hay que ir, qué cosas hay que lograr y qué metas alcanzar. Voluntades que sueñen y contagien ganas de hacer lo que parece que no debería hacerse.
3. El primer enemigo es la resignación. Alguna vez el Pepe Mugica afirmó: "Antes queríamos cambiar el mundo. Ahora vamos a ver si podemos asfaltar algunas calles". Dicha por Néstor, esa frase podría enunciarse exactamente al revés. Cambiar el mundo podía empezar por asfaltar unas calles. Circulan videos donde un joven Kirchner intendente de Río Gallegos se muestra preocupado por la pavimentación de una rotonda, o el avance de una pequeña obra vial. Si la verdadera política es la política internacional, la vida de Néstor demuestra que se puede arrancar ocupándose del alumbrado, el barrido y la limpieza, y terminar enterrando una imposición económica del imperialismo en Mar del Plata, o frenando una guerra entre países hermanos. Un proyecto transformador puede empezar en cualquier momento y en cualquier lugar. Néstor y Cristina provienen de una generación diezmada y (podríamos agregar derrotada). Empero, a fuerza de voluntad y militancia lograron transformar esa experiencia cuyo recuerdo era marginal en la política argentina en motor para las luchas presentes, en potencia transformadora, en polea de transmisión a nuevas generaciones. Militantes del anti-posibilismo que siempre pensaron la correlación de fuerzas no como algo a analizar sino como algo a modificar. ¿Dónde puedo torcer? Siempre se puede dar vuelta la taba y las derrotas son punto de partida de futuras victorias. Recordemos la derrota de 2009: esa noche Néstor sale a poner la cara y reconocer los resultados. Al día siguiente, con todo el empuje y el entusiasmo sale junto a Cristina a inaugurar una nueva etapa de lucha y conquistas: ley de medios, matrimonio igualitario, AUH, Bicentenario, etc. Va a Parque Lezama a una reunión de Carta Abierta, y desborda de entusiasmo. Lección: Nunca bajar los brazos. Recalibrar, persistir, convocar, entusiasmar. En ese sentido hay que entender su planteo a la juventud de ser transgresores: corran el límite de lo posible, empujen lo que nosotres no podemos, su transgresión abre el camino para profundizar.
4. Al frente en la adversidad y al costado en la fortaleza. Las decisiones electorales de Néstor y Cristina han suscitado a través de los años fascinación y asombro. La más desconcertante y reciente fue la propuesta de Cristina en 2019 de dar un paso al costado y acompañar como vicepresidenta la candidatura de Alberto. En el momento de mayor fortaleza, cuando el Partido Justicialista se reunía para alinearse detrás de su figura, cuando todas las encuestas la daban cómoda ganadora, cuando parecía que volvía triunfante de la mano del pueblo; allí sorprendió a toda la sociedad al hacer un enorme gesto de renunciamiento y responsabilidad, al poner la patria por sobre cualquier especulación. Esa decisión debe ser leída en espejo con la decisión de dar un paso al frente y ser candidata por Unidad Ciudadana en 2017. En el momento de mayor debilidad, cuando el macrismo parecía invencible, cuando todo indicaba que perdería contra un ignoto Esteban Bullrich; ahí Cristina da un paso al frente, enfrentando a la suma del poder concentrado, y le pone el cuerpo a la campaña, recorriendo canales de televisión y barriadas populares sin pausa. ¿Existe algún antecedente a este combo que hizo la compañera en las últimas dos elecciones? Sí, en lo que hizo Néstor una década antes. Fíjense que es igualito igualito. En 2007, en su momento de mayor popularidad, cuando podría haber reelegido con porcentajes inusitados, cuando se consagraba como el mejor presidente de la democracia, sin adversarios de fuste; ahí Néstor da un paso al costado y propone a Cristina como candidata a presidenta. Y en 2009, luego de la 125, con el antiperonismo organizándose y enormes defecciones en el mismo frente, la crisis económica internacional sobre nuestras espaldas; ahí un paso al frente, exponiéndose a ser derrotado por un ignoto Francisco de Narváez en la Provincia de Buenos Aires. Cuando Néstor y Cristina dan un paso al costado, demuestran con sus acciones que la política no es individual sino colectiva, que el proyecto está por encima de los nombres propios; y esos vacíos que dejan llaman a llenarlos con participación popular. Cuando Néstor y Cristina dan un paso al frente, es imposible no seguirlos, te invitan a sumarte, a poner el cuerpo, a comprometerte un poco más. Descolocan porque van en contra del sentido común, en contra de la cultura del individualismo que busca únicamente la “acumulación”. Deberíamos desechar la palabra “acumular” del léxico militante porque no le es propia; es un injerto del enemigo en nuestra forma de pensar y actuar. Acumular acumulan las financieras, la oligarquía y las corporaciones. La militancia no acumula poder. La militancia produce poder y lo multiplica. Cuando une militante suma a otre militante, cuando dos militantes se organizan, ahí se crea poder popular. ¿Para qué sirve el poder popular? Para multiplicarse. ¿Y qué son los grandes liderazgos? Multiplicadores de multiplicadores, multiplicadores infinitos. La conducción es como una amistad que te marca el camino, que te invita a seguirla una y otra vez. Por eso Néstor incluso en las situaciones más solemnes nos guiñaba el ojo. Por eso al día de hoy le seguimos cantando “Néstor, mi buen amigo, esta campaña volveremos a estar contigo”.
5. La (mala) fortuna se afronta con certezas. Una famosa fórmula de Maquiavelo dice que la política es virtud y fortuna. Sabemos que Néstor fue un militante de enorme virtud pero, ¿cómo lo trató la fortuna? La historia del kirchnerismo es un largo derrotero de cosas que salieron distinto a como se habían planificado. En su camino “de la periferia al centro”, su trayecto no fue lineal ni siempre ascendente. Antes de ser presidente, gobernador o intendente, tuvo la tarea de cuidar un cartel en un pasillo de la Universidad de La Plata por orden de su responsable político Carlos Kunkel (que luego estaría bajo su responsabilidad). Apostó a Cafiero contra Menem, quedó solo en el Congreso del PJ de Parque Norte, a Cristina la expulsaron de su propio bloque, armó para Duhalde en 1999. El proyecto Kirchner presidente era para 2007 y no 2003, y sin embargo tocó antes. En 2002, conversando con Torcuato Di Tella, Néstor se imaginaba la reconfiguración de la política argentina en un polo de centro-izquierda y otro polo de centro-derecha. Sin embargo, las vueltas del destino lo hicieron tener que asumir la presidencia del Partido Justicialista. La 125 fue fruto del error de cálculo de un joven ministro que no se hizo cargo, una batalla no planificada ni deseada. No obstante, en cada circunstancia Néstor y Cristina dieron la cara, se hicieron cargo y no se dejaron intimidar. Fue a partir del conflicto con las patronales agrarias que nació el kirchnerismo como lo conocemos hoy. Miles y miles empezaron ahí a escuchar el llamado de la militancia. Cuando en 2007 le preguntaban a Néstor cómo se imaginaba la construcción de su “fuerza propia”, hablaba de algo más parecido a una escuela de cuadros, con un dirigente en cada pueblo; no se imaginaba una organización de masas como La Cámpora. Y sin embargo el aluvión militante quiso que hoy haya muchísimo más que un dirigente por pueblo. La fortuna puede disparar para cualquier lado, los pueblos a veces conducen a les conductores, y los grandes liderazgos como los de Néstor y Cristina florecen en tanto saben navegar las aguas turbulentas de la historia. Pero para capear las tormentas sin naufragar se precisa una brújula, un astrolabio, un mapa: certezas. He allí el mayor secreto de Néstor Kirchner, como tan bien tituló el libro de Mario Wainfeld sobre él: el tipo que supo. Las certezas no son datos científicos, sino convicciones, sencillas y a la vez categóricas. Nestor supo que si se gobierna para las mayorías, las mayorías bancarán. Supo que si se consagran derechos, surgirán quienes los defiendan. Supo que si se empodera al pueblo, el pueblo va a aparecer. Supo que si se lidera con el ejemplo, otres seguirán. Confianza y decisión. Néstor y Cristina.