El volante iba pasando de mano en mano, disimuladamente, entre los estudiantes. Tenía fecha 16 de noviembre de 1972 y aún asentaba sus reales en la República una dictadura cívico-militar, en retirada, por lo que había que tomar los recaudos del caso.

“LA ESCUELA SERÁ DEL PUEBLO CON PERÓN EN EL PODER.

CONSTRUIR, PARTICIPAR, POR UNA ESCUELA POPULAR.

SECUNDARIOS DEL PUEBLO, SECUNDARIOS DE LA U.E.S.

PERÓN O MUERTE

VIVA LA PATRIA”

Eso decía y firmaba un “Consejo Regional Provisorio de los Secundarios Peronistas en la U.E.S.”.

Es que, a partir del Cordobazo en 1969, el campo nacional y popular en su conjunto y en todas sus vertientes comenzó a pasar de la resistencia a la ofensiva. Todos los sectores revolucionarios comenzaron a organizarse para la toma del poder. Los estudiantes secundarios no fueron la excepción.  

Repasemos aquellos momentos de nuestra historia contemporánea concernientes a esta temática.

La primera Unión de Estudiantes Secundarios (UES) fue creada en 1953 por el gobierno de Juan Domingo Perón a través de actividades recreativas y deportivas. Esa UES agrupaba a estudiantes de todo el país. Pero derrocado el gobierno justicialista dos años más tarde, feneció sin pena ni gloria.

Ahora la cosa era distinta. 

Así fue como en la noche del 18 de abril de 1973, en el sindicato del Calzado ubicado en la calle Yatay de la Capital Federal, se unificaron varias agrupaciones secundarias bajo ese mismo sello, UES, ahora recuperado en el tiempo.

Fundamentalmente la conformaban: un Integralismo secundario (ligado a una concepción cristiana de la vida), la Agrupación Peronista de Estudiantes Secundarios (APES) y aportando el mayor caudal de militantes, el Movimiento de Acción Secundaria (MAS).

La UES tenía 7 regionales.

Se organizó en 7 (siete) regionales.

En el plano educativo postulaba la libre agremiación estudiantil. También la ruptura con el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) respecto a la elaboración de los programas educativos para Argentina. Y propiciaban el desarrollo de colegios técnicos y agrónomos en relación al aparato productivo de cada región.

Pero también esa misma noche se da lugar a la creación de las milicias dentro de aquella UES surgente. Y una manera de formarlas y galvanizarlas en pos de objetivos revolucionarios es el envío a futuro, de contingentes de la UES, a zonas que sufrieron desastres naturales para colaborar en la recuperación, organizar a sus pobladores y sumar nuevos militantes. (Ejemplos: Operativo Formosa en la provincia homónima; Operativo Güemes en Salta; Operativo Dorrego en la provincia de Buenos Aires).  

Por eso se dice y con razón que esta nueva UES fue una cantera de cuadros y una de las agrupaciones de superficie más fuertemente identificadas con la organización político-militar Montoneros.

Hasta el año 2016, en mi archivo, tengo registrados 357 (trescientos cincuenta y siete) jóvenes de la UES asesinados por la dictadura genocida de Videla y compañía. Seguramente habrá más que se sumen a esa lista macabra con el paso del tiempo.

Pero, ¿por qué ese odio y esa inquina del enemigo oligárquico e imperial con ellos?

Es fácil de entender. Me remito a un documento montonero de fines del ’75, principios del ’76, que se titula “LAS PRIORIDADES EN EL FRENTE SECUNDARIO” y aboga por la creación de “ESCUELAS POPULARES, TÉCNICAS, PROFESIONALES Y NOCTURNAS”.

Fijan como prioridad que todo el esfuerzo esté dirigido al trabajo en las escuelas técnicas por la ligazón que tienen con los trabajadores. Y la importancia de las nocturnas, porque esas mismas personas durante el día trabajan y entonces ya saben lo que es un laburador y todo lo que representa serlo.

“Nuestro esfuerzo debe orientarse a trabajar en escuelas populares, fundamentalmente en las profesionales y en las nocturnas. Las que están asentadas en zonas fabriles, en barrios populares y en barrios obreros (…) Esto desde la perspectiva del trabajo con los secundarios del pueblo y las familias peronistas y populares, para aportar a la tarea de construcción de la retaguardia organizada”. 

Sin nombrarlas resaltan aquí la conformación de milicias una vez más.

El Roña y otros compañeros de militancia en la UES.

Así fue como miles de jóvenes se incorporaron a las filas de la UES con el fin de lograr una Patria Justa, Libre, Soberana y Socialista.

Como homenaje a todos ellos voy a hablar de uno de esos pibes con motivo de que el 22 de agosto, se cumple un nuevo aniversario de su asesinato a manos de la siniestra Triple A.    

EDUARDO HORACIO BEKERMAN nació un 2 de mayo de 1955 en Capital Federal. Estudiante en el Colegio Nacional Buenos Aires (promoción 73) tuvo a su cargo la organización de la Unión de Estudiantes Secundarios (UES) en la Zona Sur de Capital y Gran Buenos Aires.

Todos lo conocían como “El Roña”.

Cuenta Adriana Robles en su libro “Perejiles, los otros Montoneros”: “El Roña era un tipo que deslumbraba por su inteligencia y capacidad política. Tenía apenas un par de años más que nosotros, pero realmente se destacaba. No era muy alto, si bastante desaliñado y ‘papelero’ al estilo ‘Minguito’ y muy simpático y jodón. Era, además, una ‘máquina de militar’. Como recorría toda la Zona Sur del Gran Buenos Aires y por una anécdota que ya no recuerdo, pero en la que algo tenía que ver un largo sobretodo que usaba, en Avellaneda le decíamos también ‘El Conde de Ezpeleta’”.

Tenía tan solo 19 años cuando lo levantaron de un bar, donde estaba con otros dos compañeros organizando los actos del 22 de agosto en que se conmemoraba el segundo aniversario de “La Matanza de Trelew”.

Los metieron en una citroneta, los llevaron a un descampado y los acribillaron a balazos. Eran tres: El Roña, Pablo van Lierde y otro compañero más de apellido Baglietto que sobrevivió en ese momento.

Como dije, fue la Triple A, el 22 de agosto de 1974.

Fue enterrado en el cementerio judío de La Tablada. Existe una foto de jóvenes alrededor del féretro haciendo con sus dedos la “V” como despedida (y cantando la Marcha Peronista), en tanto dos empleados del lugar bajan el cajón envuelto en una bandera argentina que en su franja blanca dice “Montoneros”. 

El Roña fue asesinado por la Tripe A, el 22 de agosto de 1974.

Precisamente, en la revista “Evita Montonera” N° 4, correspondiente a abril de 1975, hay una foto de él mirando la cámara con papeles revueltos sujetados por su brazo y con un epígrafe que dice “Nuestro querido Roña”.

Resta decir, que a Bekerman lo velaron en el claustro central del Colegio Nacional Buenos Aires y sus compañeros pegaron ahí mismo y por el barrio una oblea autoadhesiva que decía:

“POR ‘EL ROÑA’, UN MINUTO DE SILENCIO Y 365 DÍAS DE LUCHA”.