En el Día del Maestro, Charly García decidió estar de vuelta y poner punto final a la espera. No fue casual la efeméride elegida por uno de los pioneros indiscutidos de nuestro rock para dar a conocer “La Lógica del Escorpión”, un proyecto demorado por un tiempo más que considerable, a causa de un litigio por licencias y derechos de autor.
A primera vista, apreciamos diseño de arte en manos de Renata Schussheim (recordada colaboradora para antológicas tapas y escenarios), quien interpreta una idea propia del músico, mediante una portada doble e impresiones en dorado con relieves sobre fondo negro. Su simbólico título, nos interpela de igual manera: un siempre cinéfilo Charly se inspiró en la fábula acerca de la rana y el escorpión que Orson Welles relatara en su film “Mr. Arkadin” (1955).
La palabra reinvención, como denominador común de la etapa más reciente de su trayectoria, describe a la perfección las motivaciones de un trabajo discográfico que, siete años después, se convierte en el esperadísimo sucesor de “Random” (2017). Aunque, con claridad, el Charly de aquella vez no es el mismo de hoy, visiblemente disminuido en su salud física a lo largo de los últimos años, y aspecto que impacta en la composición de su más reciente obra. Negarlo sería caer en la ceguera de toda actitud condescendiente.
García arribó a la conclusión de su flamante opus luego de descartar una serie de nuevas canciones y viejos outtakes en los que venía trabajando (se dice que, en total, quedaron fuera ocho), en sucesivas sesiones de grabaciones que se llevaron a cabo durante 2022, en el estudio Happy Together en Caballito, bajo la dirección de Matías Sznaider; quien luego se hizo cargo de la mezcla, dando paso al proceso final de masterización, en manos del histórico Ted Jensen en los míticos estudios Sterling Sound, de Nashville (EE.UU.).
Editado por Sony Music, el álbum se encuentra conformado por trece temas que vertebran un heterogéneo e irregular recorrido, en dónde la voz de Charly muestra notorias flaquezas y poca nitidez en su dicción y modulación. Contrario a la sobrecarga y sobreproducción de la que había sido objeto en “Random”, la irreparable rotura vocal limita ostensiblemente la capacidad de conexión emocional que establecemos como escuchas con las letras, hándicap que resiente, de a ratos, la experiencia. Y no se trata, este caso, de una simple y llana ronquera que -con más elegancia- han sabido sobrellevar Dylan, Cohen o Sabina. Charly no se molesta en esconderlo y su carácter no puede evitarlo: bebe a la salud del mortífero escorpión y su no-lógica. Porque su capricho es ley.
La presencia de música nueva y una nostálgica mirada al pasado se entremezclan a lo largo de una reproducción que se extiende por un total de treinta cuatro minutos, bajo un denominador común: canciones de concisa duración, cuya brevedad no siempre favorece el resultado. “Autofemicidio” y “Estrellas al Caer” refuerzan dicha sensación; el imaginario de uno de los artistas musicales más inventivos de nivel mundial no ha podido plasmar aquí el poder cautivante del que otrora hiciera gala.
Entre las novedades, destacan, por su ironía y ocurrencia, la blusera “El Club de los 27” y “La Medicina n° 9” (estrenada en vivo, en 2010). Llamativamente y sin mayor aporte conceptual, Charly incluye dos perlitas que ya grabara con antelación: la enérgica “Rompela” es la versión en castellano de “Break It Up” (un tema producido por Andrew Loog Oldham y editado en “Kill Gil”, 2010) y “Mirando las Ruedas” (sobre el clásico de Lennon, registrado también en “Kill Gil”, la cual, en comparación, opaca claramente a la actual).
El presente es un disco marcado por las influencias de estilos que constituyen el ADN sonoro de García, quien incorpora versiones de David Bowie (“I’m Afraid of Americans”) y The Byrds (“So You Want to Be a Rock ’n’ Roll Star”, autoría de Jim McGuinn y Chris Hillman), así como también guiños a The Beatles y Astor Piazzolla que todo melómano sabrá descubrir. Más autocitas echan una mirada retrospectiva a su propia obra, rescatando –y reformulando- melodías de “Chipi Chipi”, “Película Sordomuda” y “Rap de las Hormigas”. El díscolo genio lo hace porque puede y quiere. En tanto, “Juan Represión”, compuesto junto a Nito Mestre y perteneciente al disco “Pequeñas Anécdotas sobre las Instituciones”, recupera una antigua canción de Sui Generis, y, aunque su lírica metaforice tiempos oscuros peligrosamente espejados en el presente, se distancia de las texturas sonoras dominantes a lo largo de la escucha. Similar suerte dispar corre “Te Recuerdo Invierno”, grabado previamente en “Cassandra Lange” (1995).
De infrecuente hallazgo en la discografía solista del ídolo, el álbum cuenta con featurings de leyenda que aportan cuotas de calidad; amigos entrañables a quienes Charly convocó: Fito Páez, David Lebón y Pedro Aznar, con mayor o menor participación y peso, se suman a la singular presencia de Luis Alberto Spinetta, en “La Pelicana y el Androide”, introducida en “Privé” (1986). La voz del Flaco es rescatada desde un añejo demo del recordado proyecto trunco de mediados de los ’80 que ambos músicos compartieran. Majestuoso golpe al corazón que no demora en llegar.
Intentando maquillar las evidentes falencias, y más cercana a la dañina obsecuencia que al espíritu crítico y constructivo, la repetida frase ya transformada en lugar común ‘Charly está más allá’ suele justificar sin suficientes razones. No faltará tampoco la respetable porción de su público más fundamentalista que tildará a “La Lógica del Escorpión” como obra maestra. Cierto es que un lanzamiento de estas magnitudes despierta un nivel de expectativa que pocos músicos pueden lograr. Tal es la dimensión mítica que el prócer ocupa y nadie, a estas alturas, puede quitarle o debatir. Quien marcara con canciones el pulso de nuestras vidas, está hoy de regreso con un álbum que posee más valor instantáneo como testimonio de su presente (ciertamente crepuscular, alejado de los escenarios y el foco de la prensa) que punto de referencia dentro de una trayectoria igualmente visionaria y prolífica.
“La Lógica del Escorpión”, incuestionable en el apartado instrumental, cuenta con los vitales aportes de Fernando Kabusacki (guitarras) y Fernando Samalea (baterías), así como de participaciones de Kiuge Hayashida (guitarra), en “Rock and Roll Star” y Toño Silva (batería), en “El Club de los 27”. Al comando, Charly se luce en teclados y sintetizadores; en tanto, sus habituales colaboradoras Hilda Lizarazu y Rosario Ortega se hacen cargo de los coros. Pensado como disco en formato LP (siete temas se distribuyen en lado A, seis en el lado B), se encuentra disponible tanto en plataformas digitales como en vinilo, con una edición de lujo limitada y numerada, de solo siete mil ejemplares. Posteriormente, una vez agotada, se editará en formato CD.
Tracklist: Rómpela / Yo Ya Sé / El Club de Los 27 (con David Lebón) / La Medicina N°9 (con David Lebón) /Te Recuerdo Invierno / Autofemicidio / América (con Pedro Aznar) /Juan Represión / Estrellas al Caer / La Pelicana y El Androide (con Luis Alberto Spinetta) / Watching the Wheels / La Lógica del Escorpión / Rock and Roll Star (con Fito Páez).