Otra vez la calle como territorio de disputa contra el gobierno libertario. Otra vez la calle como aglutinador de las demandas de una sociedad que mira con espanto los delirios y la ferocidad de los hermanos Milei y sus aliados. Otra vez la calle como símbolo de lucha de parte de un pueblo que no está dispuesto a resignarse ante el avance de un proyecto político de despojo y crueldad.

Si uno le cuenta a un extranjero que el gobierno local está yendo contra uno de los más importantes patrimonios culturales del pueblo y la Argentina, como lo es la educación pública, gratuita y de calidad, y más específicamente, la universitaria, conocida en el mundo por su prestigio académico, no le creería. No puede ser, diría. Eso es ir en contra de sí mismos, argumentaría. Y sí: nada más antiargentino que ir en contra de la universidad pública, un histórico instrumento de promoción del ascenso social e igualdad de oportunidades para todos y todas.

Pero no van solo contra la universidad pública, sino también contra el sistema científico argentino, también conocido en el mundo por su desarrollo, prestigio y logros. Van en contra de los empleados públicos, que son quienes sostienen las políticas de un Estado benefactor que a lo largo de las décadas estuvo presente en la vida de millones de compatriotas. Van en contra del desarrollo y la felicidad del conjunto, porque el plan económico que vienen implementando desde diciembre pasado está arrastrando a la pobreza e indigencia a millones de compatriotas, en niveles y a una velocidad nunca vistas.

Vinieron a realizar una fenomenal transferencia de ingresos. Vinieron también a realizar un cambio de época, y de cultura política. Vinieron a desperdigar odio y enfrentamientos, a agredir, discriminar y abonar a la cultura del individualismo y el sálvese quien pueda, un concepto que otros llaman Mercado.

En Córdoba la movilización también fue masiva.

A pesar de la demostración de fuerza y musculo democrático que realizó ayer el pueblo argentino, a nivel federal, durante la noche Milei decretó el vetó total de la Ley de Financiamiento Educativo que había sancionado el Congreso hace unos días, con la que se garantizaba el sueldo digno de los trabajadores de la educación superior. Ahora los diputados y senadores, tal como ocurrió con el veto presidencial contra el aumento para los jubilados, deberán definir si rechazan o no el veto. Si en Casa Rosada logran el objetivo de sostenerlo, quizá vuelvan celebrar con un asado, en Olivos, su evidente espíritu antipatria.

Milei y sus operadores mediáticos y digitales intentaron bajarle el precio a la movilización popular con difamaciones, acusaciones y mentiras. Hablaron de la politización de la marcha federal universitaria, por la presencia de dirigentes de todos los grandes espacios políticos con representación parlamentaria, salvo el PRO. Acá celebramos, en especial, la presencia de Cristina, que tuvo su pequeño acto frente al Patria. Claro que se trató de una marcha política. La subestimación es un rasgo distintivo de los gobiernos neoliberales. Tratan a todo el mundo como si fuesen tarados. Está todo en juego: los derechos adquiridos, la soberanía, el patrimonio nacional, los recursos naturales, el futuro de las próximas generaciones, la batalla cultural a favor de la política como instrumento de liberación.

Así fue que miles de estudiantes, docentes, no docentes, autoridades de las universidades, junto a organizaciones políticas, sindicales y culturales, aparte de movimientos sociales, ganaron los alrededores del Congreso Nacional, en CABA, y otros puntos céntricos de varias ciudades del país, por segunda vez en los nueve meses de gobierno libertario, para manifestar su rechazo al desfinanciamiento del sistema universitario, y los salarios de hambre de los docentes y no docentes.

Frente al Congreso, representantes de las tres actores que nuclean a los actores del sistema universitario, esto es la FUA (por los estudiantes), el Frente Sindical de Universidades Nacionales (por los docentes y no docentes) y el Consejo Interuniversitario Nacional (por los rectores), leyeron un documento consensuado.

El sistema universitario argentino, en pie de lucha.

Frente a miles de argentinos y argentinas que ganaron las calles con columnas, banderas, percusiones, carteles escritos a mano,  y la fuerza, color y alegría que nos caracteriza, compartieron algunas definiciones:

"Si el proyecto para el Presupuesto 2025 no se modifica, las universidades y el sistema científico será mucho más grave que la que atravesamos hoy: lo que estará en juego es su continuidad". También que "somos la universidad de los cinco Premios Nobeles, la de los jóvenes, investigadores, científicos de los que nos reconocen en el mundo entero. No importa su condición ni donde hayan nacido, puedan cumplir con su prometido" y que "la columna vertebral es la educación pública, que nos iguala y nos hace libres. Es por excelencia la herramienta de movilidad social ascendente. Que no despojen al pueblo argentino de sus sueños de grandeza, que no apaguen las vocaciones más nobles".

Estamos inmersos en una zozobra insoportable, con varios frentes abiertos, con un fuerte debate interno hacia el interior del kirchnerismo, pero con por lo menos dos certezas: pudimos salir de las otras experiencias neoliberales, y la calle es nuestra.

El ingenio popular argentino.