El último Lunes 4, en el Salón Dorado de la legislatura porteña, se realizó una notable reivindicación al accionar de la última dictadura cívico militar, un homenaje a las “víctimas del terrorismo”, según la mirada castrense de los organizadores del evento.  Allí resaltaron el estado de guerra que se vivió en el país entre 1976 y 1983. La actividad fue encabezada por la candidata a vicepresidenta de la Nación por Libertad Avanza, Victoria Villarruel, hija y sobrina de dos militares que participaron de la represión ilegal.

En este neorevisionismo de la más brutal dictadura que asoló el país, no sólo se coloca el mismo nivel el terrorismo del Estado con el accionar de las organizaciones armadas, sino que se justifica su macabro proceder, con secuestros, torturas, desapariciones forzadas y robo de bebés, porque según esta mirada prodictadura el país vivió una guerra. Por otra parte desde Libertad Avanza no escatiman los discursos de violencia contra toda tendencia de izquierda, o popular. El hombre más votado en las primarias, Javier Milei, tilda de “zurdos de m…”, “colectivistas”, “estúpidos” a todo aquel que exprese ideas de defensa del Estado, de lo popular, o sólo vindique el bien común, o defienda a los más débiles. En un reportaje de Junio de 2021 sostuvo que “están perdiendo la batalla cultural los zurdos de mierda”, y también que, “como estamos siendo tan mejores, no solo les ganamos en lo productivo, somos superiores moralmente, estéticamente somos mejores en todo”

Ideas antidemocráticas

Este 6 de septiembre se cumplió un nuevo aniversario del primer golpe de Estado en la Argentina, en 1930 y contra el gobierno radical de Hipólito Yrigoyen.

¿Cómo era el clima de época, cómo fueron impregnando discursos antidemocráticos en la sociedad?

El pensamiento de la derecha avanzaba en parte de Europa hacia finales de los años 20. No sólo estaba en auge líderes como Mussolini y Hitler, en Francia escribía el político Charles Maurras, que expresaba el autoritarismo monárquico, antisocialista y contrarrevolucionaria, y denostaba las instituciones democráticas. Lo hacía a partir de su diario la Acción Francesa, una tribuna de doctrina de la derecha extrema. 

En nuestro país, el discurso de derechas comienza a formar parte de las revistas, los diarios, y se cristalizaría durante el segundo gobierno de Yrigoyen. El historiador José Luis Romero dice que en la revista La Nueva República, que se publica en 1927, se denostaba el voto popular y se mencionaba a la democracia yrigoyenista como una “democracia oscura”.

En 2023, a 40 años de la recuperación de la democracia, es necesario reflexionar sobre las ideas que se instalan en la sociedad, las concepciones autoritarias, y antidemocráticas, la denostación de las instituciones y la vindicación del terrorismo de Estado. No es menor dinamitar los cimientos democráticos que tanta sangre costó.

Militares y cajetillas

El militar identificado con la cultura alemana, José Félix Uriburu, que concurría con su esposa a los festejos del cumpleaños del último emperador germano,  Kaiser Guillermo II, inicia sus reuniones en los salones de la alta sociedad. Y será el referente que nucleará a la rancia derecha nativa, para derrocar al “Peludo” Yrigoyen.

La primera reunión se realizó en la casa de Alfredo Uriburu -hijo del general-, en el barrio de la Recoleta. También el Jockey Club y el Círculo de Armas fueron lugares frecuentados para conspirar contra el gobierno democrático. Así, las clases altas de nuestro país, junto a un grupo de militares aristocráticos, va gestando el golpe.

Don Hipólito Yrigoyen

Acerca de esto, dice el historiador Norberto Galasso: “Asimismo, vínculos familiares y amistosos acercaron al general (nota del autor: el general es J. F. Uriburu), a las familias de los Patrón Costas y los Anchorena, así como a otros personajes adinerados del Círculo de Armas”.

Cuando usted escucha que se denosta a la clase política, los discursos apolíticos en los años previos al golpe de Estado, eran frecuentes. El cruce de muchachos de alta alcurnia, de doble apellido, con generales del Ejército en el Jockey Club, eran asiduos. Los sectores altos de la sociedad tocarán la puerta de los cuarteles, despreciando a la “chusma radical”, al “populacho Yrigoyenista”.

¿Qué es lo exigía este sector?: la idea del orden.

Fue el escritor Leopoldo Lugones quien realizó esa operación cultural, en un discurso en Perú, en el centenario de la batalla de Ayacucho, “La Hora de la Espada”. Así el Ejército que había salvado al continente ahora debía salvar la patria. ¿Cómo? Poniendole un punto final al gobierno, que degeneraba en democracia o socialismo, según la proclama lugoniana.

La literatura y la prensa 

El gran escritor Roberto Arlt en su novela “Los Siete Locos”, hace circular los discursos político-sociales de aquel momento; gran parte de la sociedad de los años 20 y 30’  vociferaba parte del mensaje antipolítico que se escucha en la calle “son todos los mismo”, “son todos chorros y delincuentes”.

Dice en su novela publicada un año antes en septiembre de 1929: 'ustedes saben mejor que yo que para ser diputado hay que haber tenido una carrera de mentiras, comenzando como vago de comité, transando y haciendo vida común con perdularios de todas las calañas; en fin, una vida al margen del código y de la verdad'. Y también: “en nuestra cámara de diputados y senadores hay sujetos acusados de usura y homicidio, bandidos vendidos a empresas extranjeras individuos de una ignorancia tan crasa, que el parlamento resulta aquí la comedia más grotesca”.

Las voces contrarias al gobierno del caudillo radical sumaban adeptos, y complicaban más aún el escenario político. Los grupos universitarios, aquellos jóvenes de la FUBA, eran opositores, y en un futuro, lo serían del gobierno peronista. El día anterior al golpe, la FUBA se movilizaba, y contaba la prensa: “Se juntaron en la esquina de Córdoba y Uriburu para protestar contra la política del gobierno, intentaron avanzar al palacio municipal, los policías le cerraron el paso, hubo tumultos, tiros y detenidos” (Diario El Diario. 7/09/1930).

El diario de la derecha, La Fronda, con una firme avanzada golpista, comentaba: “La tiranía enternece al señor Yrigoyen, sobre todo si es centroamericana, es decir manejada por negritos mediocres y enfermizos que son de su misma raza y su misma mentalidad…” (27/04/1929, en Pigna. F. Los Mitos de la Historia Argentina. Pág. 157).

Acabar con la chusma

Con el clima preparado, en la mañana del 6, José F. Uriburu, y Agustín Justo– futuros protagonistas de la Década Infame- irrumpieron en la Casa de Gobierno, y pidieron ver al Presidente, ante la sorpresa del doctor Martínez. Mientras una turba destrozaba la humilde casa de Hipólito Yrigoyen, ubicada en calle Brasil, el primer mandatario, que estaba en el Crucero Belgrano, era trasladado a la isla Martín García, y los generales terminaban aquello que se había gestado en la prensa y la opinión pública. El propósito del nuevo gobierno era “acabar con la chusma Yrigoyenista, y el furor de una democracia canallesca”.

La Corte Suprema de Justicia, el lunes 8 de septiembre, daba su anuencia y declaraba “legal” al nuevo gobierno. El primer golpe contra la democracia popular era un hecho, y un día después, la prensa decía que “jubilosamente celebra el país el triunfo de la revolución”.

Las urnas por primera vez, estaban bien guardadas.

El acto de Villaruel despertó el repudio de organizaciones y gente suelta

Cruces y paralelos peligrosos

La historia sirve también para alertar, para tomar conciencia y como dice el historiador inglés Eric Hobsbawn, para no despertar viejos fantasmas. En actual campaña electoral, por las presidenciales, han aparecido espectros autoritarios y prodictatoriales. La historia no se repite idéntica, pero en algunas ocasiones traza siniestros paralelismos.

Se cumplen 93 años de aquel primer golpe, elitista y antipopular. También de 40 años de democracia ininterrumpida. Democracia que nació con una impronta de defensa y respeto de derechos humanos, gracias a la lucha de los organismos, y la voluntad de Raúl Alfonsín. Cuando parecía olvidada, Néstor Carlos Kirchner anuló las leyes de impunidad, y obediencia debida e hizo bajar los cuadros de los genocidas del Colegio Militar, además de impulsar los juicios contra los militares genocidas.

No hubo una guerra, sí un Estado Terrorista que masacró obreros, sindicalistas, militantes, estudiantes, y dirigentes políticos. Secuestrados, torturados y desaparecidos.

Señora Villarruel, ni olvido, ni perdón. Señora Villarruel, a 1930, y a 1976, el pueblo argentino le dijo, y volvemos a decirle: NUNCA MÁS.