Foto: Analía Sánchez Prensa

La autodenominada Revolución Libertadora, o sea el golpe de Estado ocurrido en nuestro país en septiembre de 1955, es el punto de partida histórico y emocional sobre el cual se erige “Ensenada ’55”, un documental que revisita uno de los episodios más silenciados de la historia argentina reciente.

Los hechos narrados ocurren tres meses después del atentado acaecido en Plaza de Mayo el 16 de junio de 1955 y liderado por la aviación de la Armada Argentina con apoyo de la Fuerza Aérea. Aquella ofensiva, destinada a asesinar al presidente Perón, dejó cientos de muertos y funcionó como preludio a lo aquí enmarcado.

Transcurrían días de conflicto. Al mando de la presidencia, Juan Domingo Perón entregaba una directiva al piloto Hugo Crexell —padre del director del presente largometraje— para comandar las acciones contra la Marina sublevada en la Escuela Naval ubicada en la localidad de Ensenada, en un intento desesperado por evitar la consumación del golpe. Tamaña responsabilidad le confía al piloto el destino de un país entero.

Crexell cumple con su deber, decidido a mantenerse fiel a su líder, aun cuando eso implicara el riesgo de bombardear la propia escuela en la que había estudiado. Y no obstante el documental apenas indaga en lo que ese acto significó en su plano íntimo, intuimos que la huella emocional fue indeleble. Sería la última vez que pilotaría un avión.

El film se apoya en un arduo trabajo de investigación que parte de un lugar concreto: buscar respuestas en la ausencia física. Crexell hijo, documentalista y responsable de films como “Una Edad Difícil” y “Kartún: El Año de Salomé”, recurre al testimonio de su propia familia. Desde la mencionada carencia, se reconstruye una historia borrada de la memoria nacional. Cajas con recuerdos personales y fragmentos dispersos ayudan a rearmar la figura paternal, al mismo tiempo que se iluminan los pormenores de un combate sangriento, un hecho casi bélico, sin precedentes en la Argentina. Luego de los cuales, Perón –ya derrocado- se exiliaría en Paraguay, mientras Crexell sería juzgado en un tribunal por contribuir al acto de resistencia.

“Ensenada ’55” se sostiene en un testimonio central: el de Rodolfo Ortíz, un sobreviviente del barrio Campamento, hijo de una de las víctimas del bombardeo. Aquel hombre, que vio morir a su padre, se convierte en el eje del relato y en el contrapunto humano del conflicto. Su mirada se cruza con la del cineasta, hijo del piloto que arrojó el misil mortal. El encuentro entre ambos, de una potencia trágica evidente, es deliberadamente no explorado por decisión artística: el film elige sugerir antes que exponer.

A lo largo del metraje, el documental exhibe la fractura interna de las Fuerzas Armadas: el apoyo a Perón no era unánime. En ese entramado aparece también la polémica figura del militar Isaac F. Rojas, presentado como el villano de la historia. Entre secretos sepultados y verdades que permanecen a la vista —como las esquirlas de bomba que aún marcan el asfalto—, el film se convierte en una reflexión sobre la persistencia de la memoria y la necesidad de nombrar lo innombrado.

El alabado documental se apoya en relatos orales —boca a boca de los vecinos— que recapitulan el espanto desde la vivencia directa. Historias tétricas, voces quebradas, silencios que dicen más que las palabras. Otorgándole marco narrativo, el diálogo entre los dos protagonistas —desde espacios de dolor diversos, aunque no antagónicos— intenta arribar a la mentira para derribarla, y así sanar profundas heridas que aun no cerraron.

Bajo la producción de Paula Tagliabue, “Ensenada ‘55” se vale de abundante material de archivo (fotografías y fílmico), así como a la implementación de animaciones. En casi dos horas de duración resume los días de enfrentamiento y desolación, los hechos de guerra ocultos por la historia oficial y el saldo de decenas de agentes del orden muertos apilados en la plaza central del municipio…tristes ecos de un país partido en dos, a un paso de la guerra civil. Con acierto, no sólo rescata un episodio olvidado, sino que también interpela la memoria colectiva y revela, con crudeza, la ignominia de una nación.

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Próximas proyecciones: Cine Club Proyecciones Terrestres (La Plata), el domingo 26 de octubre, a las 20 horas, y el domingo 2 de noviembre, también a las 20.