Foto portada: Julio Kaplan.

Nacido como Félix Francisco Nebbia Corbacho, en Rosario, un 21 de julio de 1948, hijo de padres músicos que depositaron en él su amor imperecedero por el arte y la bohemia, Litto Nebbia poseeuna pasión inextinguible por crear y relatar historias. El compositor no se detiene, jamás: canciones sin puñales, canciones bohemias, canciones urgentes, canciones para inocentes, canciones desde el alma, canciones para soñar y canciones del mundo. Música para las estrellas.

Litto es, entre varios atributos que lo describen, un infatigable compositor, un ser sensible dispuesto a emocionarnos con sus canciones y, muchos concordarán, el padre del rock en nuestro idioma. El rótulo no es caprichoso en lo más mínimo y se debe a que el líder y compositor de la icónica banda Los Gatos sentó un precedente fundacional, porque nos hizo despertar a un nuevo tiempo. Es un náufrago, un bohemio que va, cuyas canciones reflejan autenticidad y simpleza a la hora de iluminar al hombre de su era.

Un pájaro soñador de enorme corazón que vuela libre, desafiando mandatos sociales y paradigmas culturales. Un hacedor que inventó su propia leyenda, merced a una poesía honesta y a la espontaneidad sonora de sus melodías, sabiendo aglutinar influencias de lo más variadas. Generoso soñador y soberano absoluto de su obra, más de cincuenta años después de aquellos comienzos -tan idealistas y románticos-, mantiene vivo aquel espíritu.

El fundador del sello Melopea ha dejado su fina impronta en cada una de las bandas que convocó, en donde continúa su sensible itinerario sonoro. La intimidad y profundidad de su pluma poética trasluce un ser sensible, cuya música transporta la simpleza de un alma bondadosa y honrada. Maestro de tímbricas y ritmos marca registrada reflejan su amor inquebrantable por el arte de fabricar melodías que resistan al paso del tiempo.

Litto, ¿cómo es un día en tu vida?

“Se podría decir que bastante rutinario, pero en mi caso particular, por la cantidad de cosas que me muevo siempre motivado por el arte, es como una bendición. Es como que todos los días hago lo mismo y solo cambia el resultado creativo. Esto me ha permitido a través de la vida, a dedicarme plenamente a lo que más quiero:construir nuevos senderos para mis trabajos creativos y también investigar y disfrutar los caminos de otros grandes artistas que uno admira”.

Sos un incansable y fértil creador de canciones. No deja de maravillarme tu capacidad para editar discos de forma prolífica, al menos con una publicación cada año. Contanos qué te impulsa a seguir haciéndolo y en qué estás trabajando actualmente.

“Esta dedicación apasionada a la composición, tanto sea en música, línea melódica, armonía, sección rítmica y también la parte de letras y arreglos y ornamento final para una canción, funciona de manera circular. Es algo casi infinito, ya que terminás una cosa, y de alguna manera te va enrollando hacia la nueva idea, el próximo horizonte”.

“Finalmente es como la sensación de realizar el montaje de una película. La edición, que ahora le dicen. Para seguir marcando analogías, es como pintar, cuando disponés, quizás, de una pátina de determinados colores y ya verás como los usás y combinas…Hace una semana terminamos un trabajo nuevo para un álbum que aparecerá hacia fines de setiembre. Se trata de La Suite Rosarina.Son veintiún canciones con texto de Adrián Abonizio y mi música y arreglos. Son postales afectivas de nuestra Ciudad. Alguna canción recordando a Alberto Olmedo, otra al Che Guevara, otra al divino negro Fontanarrosa, al Barrio de Pichincha y así… Es un proyecto que hacía tiempo queríamos hacer, pero porque se interponían otras cosas no lo hacíamos. Usualmente escribo la letra de mis propias canciones, pero me gusta mucho también a veces musicalizar otros escritores. Especialmente los que encuentro que escriben muy distinto ami estilo, a mi manera…y Abonizio es uno de los que más aprecio…Nos debíamos esto, y ya lo hemos terminado. Estamos muy orgullosos de haber compartido este momento creativo”.

¿Qué podés comentarnos acerca de tus presentaciones en formato unipersonal el Café Berlin a lo largo de este año? ¿Cómo viviste el retorno a los escenarios luego del difícil lapso que atravesamos producto de la emergencia sanitaria?

“Fue muy lamentable permanecer dos años sin actuar en vivo, no solo por la fase espiritual, en contacto de y con la gente, sino también el económico.Pero bien, ahora comenzamos a asomar la nariz un poco. Me place mucho hacer las presentaciones en este formato unipersonal. Porque me siento cómodo y además, noto que me autoabastezco. Esto me permite recorrer un repertorio sintiempo y a mi antojo, casi improvisando todo el rato, cambiando las canciones cada semana.Estar en dedo, en una palabra”.

El debut discográfico de “Los Gatos” (1967) está cumpliendo cincuenta y cinco años. Un álbum pionero, sinónimo de éxito masivo en los comienzos del rock argentino. A tu criterio, ¿qué cualidades convierten en clásico a un disco?

“Algunas fechan que tiran por ahí históricamente (que muchas están erradas) dicen que salió el 33 simple de Los Gatos con La Balsa en julio de 1967. De esta manera, de ser así, se cumplieron ya los cincuenta y cinco años. ¡Qué cantidad de años, parece increíble! Pero orgulloso de haber participado de ese evento y estar hoy muy bien continuando con mi tarea, imaginate.Creo que la permanencia a través del tiempo, y el recuerdo inexorable de varias generaciones, hace a un clásico. Especialmente cuando no hay atrás de eso, ningún negocio ni estrategia publicitaria”.

Hace poco tiempo te presentaste en Rosario, tocando frente al Monumento a la Bandera. Imagino la emoción de estar allí, las fibras íntimas que se pulsarán. ¿Cómo es volver a tu ciudad de la infancia?

“Lógicamente que voy seguido a Rosario. Nunca he perdido contacto. Soy un referente para la actividad musical y la Ciudad sigue siendo mi referente.Cada vez que vuelvo, me reencuentro con algún rincón que conozco desde niño. Es muy emocionante. Tantos lugares que recorrí por allí con mis padres músicos”.

Como gran coleccionista de discos y películas que sos, intuyo que la curiosidad es una imprescindible generadora de interés por seguir descubriendo y atesorando bellos objetos de arte que alimentan tu paladar melómano y cinéfilo. ¿Cómo nació esta pasión? ¿Cuál es la anécdota más curiosa que podrías compartirnos?

“Imaginate que yo vengo de la raza de los que de niños coleccionábamos los programas de cine.Que, con uno de mis grandes amigos de adolescencia, cuando nos sentíamos aburridos, competíamos a ver quién se acordaba de la Distribuidora de cada Film. Si era de la Organización Rank, de la Paramount, de United Artists o de la SonoFilm.Sin lugar a dudas, mis padres me enrollaron en esto (como así también con la Música). Rosario en ese tiempo era un lugar de una gran actividad intelectual (y lo sigue siendo por diversos lugares). No era normal que un chico entre seis y diez años viera a veces en una semana doce films, ¿verdad ?¡Y qué films! De Robert Aldrich, de John Ford, de Fred Zinnemann, de Howard Hawks y así todo el tiempo…me olvidaba otros favoritos: Delmer Daves o Jacques Tourneur.Una anécdota curiosa que no sé si la conté ya; un periodista musical me entrevistó una vez para corroborar si yo era un apasionado del Cine, si sabía algo en realidad…Le conté que con mi amigo Marchetti en Rosario, (locos por la Música también), fuimos a ver al Cine Monumental la película “Hey Lets Twist”. Esto era los años ‘60 cuando el furor del Twist, el baile de los adolescentes. Y de fanas que éramos la vimos doce veces.El periodista se me quedó mirando como si nada…Lo que sucede es que, en esos tiempos, estos cines de Rosario daban un programa doble, y vos para ver el estreno que te gustaba, siempre tenías que ver la otra, el complemento. Y aquí el complemento era “Infierno 17” (Stalag 17) del gran Billy Wilder. Película clásica que muestran y enseñan en muchas escuelas de Cine. Quiero decir con esto, que veíamos tanto, que parecía que nos dedicábamos a la profesión, ¡ja!”.

Tu memoria cinéfila no deja de sorprenderme y sé de tu fascinación por las grandes bandas sonoras y sus compositores. En relación a ello, ¿cómo nace el disco recientemente editado “Cuadernos del Cine Francés de los 60” (2021) y qué lugar ocupa el cine en tu historia personal?

“En cuanto a pasión, coleccionismo, etc….el cine ocupa el mismo lugar que la música. Sabiendo que es realmente imposible dedicarse a las dos tareas con el mismo desvelo. Con la música solo hago cuando me convocan, para la Banda Sonora. He realizado la composición de aproximadamente veinte films. Es un trabajo muy irregular en nuestro medio, por problemas de presupuesto casi exclusivamente.Adoro el Cine, y mientras pasa el tiempo aprendo un poquito más. No aprendo con el objetivo de hacer ni mucho menos dirigir una película. Tan solo para disfrutar un poco más de los vericuetos de la realización.El álbum “Cuadernos del Cine Francés de los 60”, es otra motivación para poder hacer algo que me gusta. Entre otros Cines, el francés de esa época, entre mis quince y dieciocho años, me encantó.Por esa nostalgia y también el recuerdo vivo de que algunos de esos films los ves ahora y no han perdido actualidad, fue que organicé este disco.Fui evocando algunas de esas películas de Godard, de Truffaut y así…de la Nouvelle Vague…y comencéa escribir una partitura instrumental. Nada que tuviera que ver con la partitura original del film, que en la mayoría de los casos está realizado magníficamente por tipos como Michel Legrando George Delerue…solamente expresé lo que se me venía a la cabeza, evocando el sentimiento del film.A ver…¿qué recuerdo tengo de “A Band Apart” ?…ahí voy”.



En 1989 creaste “Melopea Discos”, un sello propio que apoya la difusión de artistas independientes de variados géneros y además posee una sala de grabación. ¿Cómo sentís que influyó en tu carrera, a largo de estos años y en cuánto a los cambios que ha sufrido la industria, el hecho de contar con este espacio, este refugio, tan valioso?

“Melopea fue creada como una necesidad de expresión. Poder realizar de alguna manera, cosas que suelen ser rechazadas en el ambiente por no ser consideradas comerciales. Y es correcto que muchas veces hay trabajos experimentales que son muy difíciles de desarrollar, pero alguien lo tiene que hacer,¿verdad …? Entonces Melopease fue transformando en una Casa de Cultura que, contraviento y marea, solo trata de producir cosas de buen gusto, material que nos parece importante, más allá de sus posibilidades de venta. Porque, si funcionáramos conesa mentalidad, estrictamente mercantilista, hay una pila enorme de hermosos trabajos, originales, auténticos, de un gran valor para la Música Popular que no se conocerían.Tan solo para mencionar algunos títulos que hemos producido a través de los años: el último álbum del Duo Salteño, los dos últimos de Suma Paz, la discografía completa del trabajo recopilatorio de Leda Valladares, hermosos álbumes del gran violinista Antonio Agri, trabajos inéditos del memorable pianista Enrique Mono Villegas, el trabajo compositivo del gran Virgilio Expósito, y docenas de nombres que hacen a la riqueza de nuestra Música Popular, como Héctor Stamponi, Roberto Fats Fernández, Walter Ríos, y, así también, los primeros discos de Adriana Varela, también rubén Rada. Todo eso y muchísimos más, además de mis trabajos personales…”.

Dijo Andrés Calamaro, allá por 2006, que interpretarse mutuamente con vos era una idea y un deseo que llevaba tiempo esperando. Que en tus canciones encontraba una profunda riqueza lírica y armónica. ¿Qué recordás de trabajar junto al querido Andrés en “El Palacio de las Flores?

“Muy buenos recuerdos. Primero porque es un tipo de noble sentimiento. También porque es muy conocedor de la música en general, y eso hace que siempre esté interesado en nuevas experiencias.Por eso me pidió realizar el álbum El Palacio de las Flores, que por suerte el mes próximo tendrá su edición en vinilo doble desde España , incluyendo, a modo de Bonus Track, la versión en Vivo 2005 (NdR: en Obras) que hicimos de “Yo No Permito”.Es un tipo que disfruta la música”.

Leí recientemente tu libro “The British Invasion y la Música Beat de los 60 en USA”, editado en co-autoría junto a Marcelo Gobello. ¿Qué podrías compartir con nuestros lectores acerca de esta propuesta y que desafíos te deparó a diferencia de tus anteriores incursiones literarias?

“Ese tipo de cosas, son realmente gustos que me doy. A veces pienso en la cantidad de cosas artísticas que mucha gente se pierde. En algunos casos, es debido a tanta orfandad económica, pero también por otro lado, es muy poco lo que se le brinda a la gente para poder crecer culturalmente. Concretamente con la música. No hay actualmente en la Televisión Argentina un solo programa de música exclusivamente. Hay música por todos lados, pero siempre relacionada con una movida publicitaria. Ya prácticamente no se publican discos de buena música de orden internacional. Si a esto le sumamos, que lo único que se escucha diariamente son las canciones que se transforman en hits, debido a las costosas campañas publicitarias con que son lanzadas, ¿qué es lo que puede elegir la gente? Solamente más de lo mismo. Hacía tiempo que quería cantar, grabar, realizar, un gran manojo de esas hermosas canciones de Estados Unidos e Inglaterra que aparecieron en mi adolescencia. De esta inquietud nacieron los dos discos y el libro”.

En “Planeta Nebbia” (que se emite por Radio Nacional, en la madrugada de los sábados, de 00.00 a 01.00 hs.), nos adentrás en la música que amás escuchar. ¿Cómo surgió esta oportunidad? ¿Habías hecho radio anteriormente?

“Este programa “Planeta Nebbia” está enrolado dentro de las mismas ganas de compartir cosas, como el libro que hablamos…Durante los años ‘70 tuve un programa por Radio Municipal que se llamaba Melopea y allí me encontraba con músicos amigos y tocábamos temas de algún disco que estábamos grabando o que se venía. Por allí pasaron Moris, Roque Narvaja, Sui Generis, que aún no eran bien conocidos, Gieco y muchos más…”.

Teniendo en cuenta tu experiencia, gusto y trayectoria, cómo ves la escena musical actual. ¿Qué artistas nuevos te llaman especialmente la atención?

“Lamentablemente todas las pautas que tira el “mercado” o la “industria”, no sé cómo llamarlo, están orientadas a que, si te dedicas a la música, tenés que llegar a ser una Estrella.Esto realmente, para mí, es algo que marcha en contra del Arte, de su libertad, su espontaneidad …si todo el mundo pensara igual, no existiría Frank Zappa ni Miles Davis ni Piazzolla, ni centenares de grupos que existen en los más disímiles estilos y/o géneros”.

“Cuando mi juventud, esta misma industria, atendía equilibradamente la diversidad de géneros que conforman el gusto de cualquier país. De esta manera, por ejemplo, en la compañía discográfica que grabamos conLos Gatos, asistías una mañana a una reunión de planificación, y pasabas por la oficina de producción de Tango y quizá estaban el gordo Aníbal Troilo y el Polaco Goyeneche, pasabas por la de Folklore y estaba alguno de Los Chalchaleros o José Larralde…hasta que llegabas a la oficina de Música Joven y estábamos nosotros. Y en la amplia paleta de voces musicales, el público consumidor se dividía entre gente que solo buscaba lo melódico, y era fanática del Trío Los Panchos, otros que solo querían la music instrumental y compraban Ray Coniff, los tangueros que bailaban con Juan D’Arienzo, los seguidores de Troilo y algunos yacomenzaban a seguir a Piazzolla. Con la música para la juventud, recién habían aparecido The Beatles, lo cual modificó el panorama del sonido y el buen gusto.Esto es para escribir un libro…¡ja, ja!En la actualidad, hay buenos músicos en nuestro país, por todos lados, pero tienen muy poca posibilidad de desarrollarse. Esto es algo que sucede en todo el mundo, sería injusto decir que es algo exclusivo de nuestro país. La escena es bastante rígida. Todos quieren ser Número Uno y millonarios… ¡ja, ja! Comprendo que, si tenés un hijo y le gusta jugar a la pelota, te gustaría que se convirtiera en Maradona. Pero Roma no se hizo en un día…”.

Una de tus principales aficiones es leer. ¿Cuál es tu género o autores favoritos y qué leíste últimamente que puedas recomendarnos?

“Leo de todo un poco y medio desordenadamente. Terminé de leer la Biografía de Brian Wilson y estoy actualmente con la de Joao Gilberto. Los últimos meses me recorrí (entre las tantas cosas que tenía atrasadas), varios libros de Héctor Nicolás Zinni. Un rosarigasino que se dedicó a recopilar historias y vivencias en la ciudad de Rosario desde comienzos del siglo pasado (“Rosario de Satanás” en tres tomos o “La Ciudad Oculta”). Pero, de pronto, me leo uno de Stanilaw Lem o de Edgard Morin…o Sebald…no sé…voy alternando , siempre con la culpa de que no puedo leer tanto, porque te lleva un tiempo superior al de escuchar música”.

Desde el lugar que te toca ocupar en el ámbito cultural, ¿qué reflexión hac acerca de la realidad política y social del país?

“Vivo con mucha pena el desacuerdo que hay entre diversos sectores de argentinos. Todo eso del odio, de discutir absolutamente todo, de impulsar la idea de que todo es una mierda…tira para atrás. No sirve para nada. Me preocupa la gente que no sabe convivir con otra, nada más que por diferencia de ideas, políticas o de lo que fuere.
Pero bueno, este país es hermoso. No solo porque es donde uno nació, sino por las posibilidades que tiene y por gran parte de su gente”.

Para finalizar, ¿dónde van a ser tus próximas presentaciones? ¿Te veremos con banda, en formato acústico o de ambos modos?

“Estoy tocando en formato de quinteto, donde se puede. Esto siempre está relacionado con los presupuestos. Es muy difícil por el interior mover una banda. Estamos con Ariel Minimal en guitarra y canto, Leopoldo Deza en flauta y teclado y los hermanos Corley -de Los Reyes del Falsete-, Nica y Tomás, en guitarra y batería, respectivamente, además que también hacen voces. Recientemente estuvimos en Córdoba, luego en Tucumán…nos fue muy bien en ambos lados; lleno de gente y sonamos muy bien. Ahora andaremos por Tunuyán, luego Santiago del Estero, Mar del Plata, Rosario…y también haremos un Tecnópolis y cierre del año en la sala grande del CCK (Centro Cultural Kirchner). Lateralmente, hago presentaciones en solitario, tipo SongBook, de piano y guitarra solo, recorriendo composiciones de diversas épocas e improvisando mucho. Esto es en lugares más pequeños. Es una faceta que me encanta, además, porque todo es más intimista”.