El gen argento

Escribo esta columna en el final de un domingo que se consume, y esa melancolía de algo que se va, se esfuma y comienzan las responsabilidades cotidianas mañana lunes. Un domingo cargado de clásicos futboleros, pero también un día de patria, y no sólo de patria futbolera.

Un día como hoy 25 de febrero, pero de 1770, nacía José Francisco de San Martín y Matorras. Un caso extraño como este país, como ser argentino.

En agosto de 2007, por Telefé se emitió el programa conducido por Mario Pergolini, “El gen argentino”, en el que se debía elegir, entre cien personajes célebres clasificados por rubros, a aquel más representativo para todos los argentinos y argentinas, durante ocho emisiones, por medio de aspectos positivos y negativos. Compitieron desde Maradona a Fangio, Favaloro y el Che Guevara, Alberto Olmedo y también San Martín. Para el séptimo programa quedaron cinco finalistas, y dos para el octavo. En aquella época los televidentes podían votar por mensaje de texto (aún no había WhatsApp) e internet.

El ganador fue el Generalísimo José de San Martin, el que más nos representa, parte de nuestro gen. Es shockeante el resultado cuando vivimos un escenario político y sociocultural bastante alejado de lo que propuso San Martín para esta querida tierra. Es tan shockeante, que se termina el día, y su nombre circuló bastante poco.

Esta columna entonces se propone rescatar una faceta no tan contada del libertador de tierras americanas, de la futura Argentina, Chile y Perú.

Señor de la Guerra

La última estrofa del Himno a San Martín en su primer verso dice “San Martín el señor en la guerra”. Hubo un himno anterior de principios del siglo XX, pero este que se popularizó, con música de Arturo Luzzatti, y letra de Segundo Argañaraz, fue estrenado en 1950 en ocasión del centenario de su muerte; gobernaba el país Juan Domingo Perón y por supuesto que en agosto se llenó de desfiles, festejos y conmemoraciones por el Libertador.

Los diferentes golpes de Estado se apropiaron de la figura de San Martín, valorizando un solo costado: el militar. La primera película que se filmó de su vida y carrera fue en 1970 fue “El Santo de la Espada”. Filmada por Leopoldo Torres Nilson, fue protagonizada por Alfredo Alcón y se basó en el libro de Ricardo Rojas. Se estrenó en el cine Gran Rex de la ciudad de Mendoza.

Es interesante pensar que si lo mencionamos como santo lo deshumanizamos, y la espada, el arma, lo ya dicho, tiene que ver con lo castrense. No está mal, pero ¿qué sucede si reflexionamos sobre el San Martín político y dejamos de lado la faceta militar?

La gestión económica del General

Entre agosto y septiembre de 1814, José de San Martín tomó el cargo de gobernador de la región de Cuyo. En realidad, fue nombrado el 10 de agosto de aquel año por Gervasio Posadas, que presidía el Poder Ejecutivo de aquel entonces, el Directorio, por cierto, bastante centralista, y en tiempos que se profundizaba la guerra, unipersonal, porque se necesitaba tomar decisiones sin mucha deliberación.  

San Martín finalmente tomó el cargo el 12 de septiembre. Era para él necesario reorganizar y formar de manera más cabal el Ejército que combatiría por la independencia y que dos años y medio más tarde lograría la hazaña más grande de la historia: un ejército cruzaría la Cordillera de los Andes.

Pero ¿qué medidas tomó San Martín como gobernador?

Para robustecer su Ejército, y formar milicias locales, organizó entre 800 y 900 hombres. También admitió a exiliados chilenos.

Al asumir y observar el pésimo estado provincial, dictó una ley de Emergencia Económica, por la cual dejó de pagar el diezmo eclesiástico; también derogó un impuesto que las provincias pagaban a Buenos Aires.

La tercera medida económica del Padre de la Patria fue gravar la renta, sí, estableció un impuesto a la riqueza. Así gravó medio peso de cada 1.000 que tuviera un particular de bienes. Es decir, estableció una medida impositiva progresiva que fijaba que pagarían más aquellos que tuviesen una mejor posición económica.

Como se necesitaban recursos para su Ejército, y no llegaban desde Buenos Aires, obligó a pagar una contribución a comerciantes y hacendados. Eran las “Contribuciones obligatorias”, y a cambio se recibía un vale a pagar “cuando las circunstancias lo permitan”.

Esto es interesante por dos cuestiones: Buenos Aires debía financiarlo, pero el Directorio no lo hacía y Bernardino Rivadavia no tenía muchas intenciones de colaborar con el futuro Libertador. Los más pudientes estaban obligados a colaborar, y recibían un vale: lo que hoy sería una especie de “bono a pagar”; no era para menos: estaba en juego la liberación de América del yugo español.

Como si fuese poco, San Martín confiscó las tierras de españoles que estaban a favor de la corona y en contra de la revolución.

El Estado cuyano como motor

En estos tiempos libertarios, ¿el gobernador hubiese sido acusado de colectivista, de socialista?

José de San Martin creía en un Estado activo y participe como agente económico. Así estableció un laboratorio de salitre y una fábrica de pólvora y un taller de confección de paños para vestir a sus soldados. Creó canales, desagües, caminos y postas, y mejoró los ya existentes. Además, impulsó planes de fomento agrícola, que incluyeron la venta de tierras públicas que hasta entonces no eran cultivadas, en la zona de Barriales (actual General San Martín), en su provincia, y en Pocito, provincia de San Juan.

También fue un convencido de la industria, y tal es así que impulsó junto a Fray Luis Beltrán la metalurgia a nivel nacional, indispensable para fabricar las armas del ejército.

Según Felipe Pigna, en su libro La Voz del Gran Jefe, “la fragua y los talleres montados en Mendoza fueron, en su tiempo, el mayor establecimiento industrial con que contó el actual territorio argentino: unos 700 operarios trabajaban en ellos”.

Para horror de los libertarios del gobierno de la Libertad Avanza, en una visión económica de protección de la industria local, San Martín gravó con impuestos las mercaderías que se vendieran fuera de cuyo, para favorecer así la economía regional. Un peso por cada barril de vino y dos por los de agua ardiente que se vendieran fuera del territorio.

Finalmente, algo más polémico para sumar a la discusión actual de déficit fiscal y la búsqueda a ultranza de superávit, que atraviesa la economía argentina, por los exégetas de la escuela austríaca: logró disponer de fondos del Cabildo mendocino y le aconsejaron que “hiciera caja” por los tiempos difíciles que vendrían. El Libertador eligió invertirlos en bibliotecas y en la creación de cátedras de matemática y geografía en todas las escuelas mendocinas.

¿Don José antilibertario?

Por supuesto que los contextos son diferentes, no es nuestra intención hacer hilvanar de manera lineal el siglo XIX con la actualidad, no es la vocación de esta columna, aunque el presidente Javier Milei quiere retornar al siglo XIX, a la “Argentina potencia”.

Pero en esta semana que finaliza con Milei enfrentado a los gobernadores, denostándolos, valgan algunas preguntas como actividad lúdica: ¿Qué escribiría Milei por Twitter en relación al gobernador José de San Martín?: ¿lo tildaría de ladrón por quedarse por medio de un impuesto con plata de los hacendados mendocinos?, ¿gritaría que “le está robando la riqueza a las familias de bien mendocinas”?, se quejaría porque “el estado te pide una contribución por la fuerza violentando tu propiedad privada?”. ¿San Martín sería un degenerado fiscal por tener déficit?”, o peor aún, ¿le cobraría la deuda que desconoció el General con Buenos Aires?. Por último, ¿qué hubiese pasado si San Martín les hubiese dicho a sus soldados que “no hay plata”?

No hacemos un análisis tirado de los pelos, sino que nos permitimos dar a conocer al Libertador en materia económica y política, a cargo de la gestión de la gobernación de cuyo.

Como se observa, se trató de un protector de la industria local, un defensor de la economía regional, a pesar de haber sido desfinanciado por el poder central.

San Martín que creyó en un Estado comprometido con un desarrollo económico interno, y estaba convencido de que la inversión del Estado cuyano no era un gasto público.

Ahí anda el General de la Patria, en su aniversario, discutiendo con las mezquinas ideas libertarias; anda como un gobernador rebelde, desfinanciado por Buenos Aires. Y como dice su himno, asegurando la Patria, frente a tanta venta de cipayos gritones: ¡Feliz cumpleaños Libertador de América!