Por Víctor Sudamérica
América Latina se encuentra hoy en el centro de una reconfiguración estructural del sistema internacional, marcada por una guerra comercial entre China y Estados Unidos. Parafraseando a Antonio Gramsci, estamos en un momento en que lo viejo no muere y lo nuevo no puede nacer; instancia que caracteriza a una crisis, lo que se conoce en ciencias políticas como momento de transición. El reciente lanzamiento del tercer Libro Blanco de China sobre su política hacia la región —el primero desde 2016— marca un punto de inflexión: Pekín ya no busca solo una asociación comercial, sino una alianza geopolítica estratégica del Sur Global. La guerra se desplaza, la disputa comercial comienza a mutar. Las piezas se mueven y las garras imperiales pueden lastimar aún más.
Dos modelos enfrentados: La Doctrina Monroe vs. El libro blanco
La propuesta china surge apenas una semana después de que Estados Unidos reafirmara su Estrategia de Seguridad Nacional que trabajamos en Kranear, la cual resucita sin complejos la Doctrina Monroe ('América para los estadounidenses') para restaurar su preeminencia en el hemisferio occidental. El imperio del norte se mueve bajo la lógica del hinterland y América Latina se vuelve a configurar como el “espacio de retaguardia” de su poder central: no solo lo destruye materialmente, sino que América Latina hoy significa para el imperio el único lugar del mundo con capacidad de expansión. Desde la llegada de Trump, Washington advierte sobre las 'amenazas' y las 'injerencias malignas' de Pekín en su espacio vital (América), utilizando este argumento como excusas para injerir en los asuntos latinoamericanos como hacía décadas que no sucedía.
En ese orden de cosas el documento chino propone una hoja de ruta basada en cinco pilares: solidaridad, desarrollo, civilización, paz y conectividad. Según las fuentes, China ofrece un modelo de transferencia tecnológica y beneficios mutuos (win-win) sin la presencia de portaaviones ni bases militares en la puerta de las naciones latinoamericanas.Una forma de expansionismo nueva que las ciencias políticas y la geopolítica tendrá que redefinir, pero al fin y al cabo un modelo menos agresivo y sostenido en un desarrollo compartido(coyuntural?) entre las partes.
El salto de las materias primas a la tecnología de punta
Desde su inicio y con las diferentes actualizaciones la Doctrina Monroe y la Estrategia de Seguridad nacional yanqui representan lo que Lenin llamó la fase superior del capitalismo: imperialismo, donde una potencia busca el 'acceso continuo a lugares estratégicos clave' y el control de 'recursos estratégicos' para su propio beneficio. Valiéndose de préstamos de cartera (endeudamiento) o inversiones en infraestructura (instancia que no suele suceder en lo cotidiano). A diferencia de esto, el documento chino se posiciona como una alternativa a este modelo, proponiendo una relación basada en la 'igualdad' y la 'cooperación' en lugar de la subordinación histórica de la periferia al centro. Situación alejada para los argentinos ya que la deuda impuesta por la administración Trump y el beneplácito de Milei condiciona el bienestar material de su población y de las futuras generaciones.
Mientras tanto, Argentina se debate en el ámbito de las relaciones internacionales en una posición rígida e improductiva para la mayoría de sus habitantes. La propuesta de China para sus aliados redefine el desarrollo de las fuerzas productivas lo cual podría ser aprovechado como motor de cambio social a nivel continental. En este sentido, la hoja de ruta china propone una cooperación profunda en sectores de vanguardia tecnológica. Infraestructura: A través de las Nuevas Rutas de la Seda, revolucionando la base material (transporte, energía, logística) necesaria para el desarrollo regional. Y por si fuera poco un aporte en Tecnología: la apuesta por la inteligencia artificial, telecomunicaciones y energías renovables puede entenderse como un intento de transferir o desarrollar capacidades tecnológicas que permitan a los países de América Latina superar el extractivismo primario. Con esto decir que el plan Trump sólo ofrecería una reprimarización de la economía y profundo sentido extractivista con todo lo que eso implica.
La 'Comunidad de Destino Común' como internacionalismo y el realismo en política internacional
El concepto de 'comunidad de destino común' o de 'futuro compartido' que subrayan los documentos chinos puede vincularse con la noción de solidaridad internacionalista. Aunque no todo es color de rosas. Frente a la competencia desenfrenada del mercado capitalista global, China plantea un esquema de 'desarrollo conjunto' y 'revitalización'. Lo que podría interpretarse como una transición de una economía mundial basada en la explotación a una basada en la cooperación mutua entre naciones del Sur Global.
Enfocándonos en Argentina quizás convenga repasar al pensador oriental Methol Ferré quien partía de Juan Domingo Perón para comprender el juego del orden mundial. Éstos partían del realismo, el cual en las relaciones internacionales consiste en partir de la estructura real del poder mundial, reconocer la disputa entre potencias y actuar desde los intereses nacionales y continentales, sin idealismos ni alineamientos automáticos. Algo completamente alejado a la dirección de la política internacional falderas y sometida que hoy tiene nuestro país. En un sistema internacional conflictivo, la soberanía no es una declaración moral sino una construcción política basada en poder, integración y estrategia.