Victoria Hladilo exhibió en la cartelera porteña, durante cinco años, la obra teatral “La Culpa de Nada”. Tomando un mayúsculo desafío profesional, trasladó un relato sobre las relaciones de pareja y vínculos amistosos al ámbito cinematográfico. Así, en clave de comedia coral, el film homónimo se conforma como una lograda opera prima que juega con la utilización del saber y la noción de verdad. La actriz, directora y dramaturga sabe cómo provocar y se hace preguntas que nos interpelan como espectadores. Junto a Victoria, conversamos acerca de los procesos de transformación que atravesó un film que actualmente puede disfrutarse en diversas pantallas de nuestro país.
¿Qué desafíos te representó la adaptación cinematográfica de la obra?
Por un lado, estar muy cerca del material que quería adaptar y conocerlo muy en profundidad tuvo un doble juego. Significaba tener muy en claro el delineado de cada uno de los personajes y el asunto que se abordaba en la trama, pero, por el otro, también traía el apego, y con él las dificultades para soltar algunos asuntos o escenas que por ahí no convenían para su transformación en película. El mayor desafío fue elegir y decidir qué mostrar y qué dejar afuera.
¿En dónde considerás que radica la especificidad del relato teatral versus el cinematográfico?
La especificidad del relato teatral es el recorte. Se la relaciona con la metonimia: se cuenta una parte para evocar el todo. Con lo cual el teatro tiene el desafío de narrar a través de lo que se muestra en escena, de lo que los personajes te cuentan de algo que no está y no se ve, pero se puede evocar. El espectador imagina y completa una extra escena que no se ve. Por el contrario, el lenguaje cinematográfico tiene la posibilidad de mostrarlo todo y el recorte radica en elegir de qué modo articular ese posible relato en el que todo puede estar contado. Aquí entra el montaje, por supuesto.
¿Cómo llevaste a cabo el casting de la película? ¿Y qué intérpretes de la obra participaron?
Primero, como la posibilidad de realizar la película comenzó a idearse en el momento en que estábamos haciendo funciones, la primera idea fue trabajar con todo el equipo de actores y actrices de la obra teatral. A partir de ahí empezamos a ver quienes estaban y qué era lo posible. En el momento en que se fue armando el casting con la presencia de algunos actores y actrices y la ausencia de otros, tuvimos que rediseñar este entramado, ya que es una película totalmente coral donde la conformación del grupo es fundamental para lo que se está contando. Quienes están en la película y ya estaban en la obra de teatro son Julieta Petruchi, Manuel Vignau, Julian Doregger, Leo Azamor y yo -aunque Leo y yo realizando en esta versión otros personajes-.
Hladilo guionó y dirigió la película.
¿Cuánto tiempo transcurrió desde el estreno de la obra a tu idea de llevarla al cine? ¿Se produjo algún cambio sustancial en la historia durante la adaptación?
La obra la estrenamos en el 2016 y la idea de llevarla al cine surgió en la temporada del 2018. La adaptación del guion la escribí durante la pandemia, entre 2020 y 2021. Recién en 2022 comenzamos a diseñar la pre-producción. Claro que se produjeron varios cambios. Para empezar la presencia de la pequeña Cami en la película modificó muchísimo el relato hasta cambiar el final. Por otro lado, la presencia de la casa donde sucede esa noche, se volvió sustancial, tanto en espacios escondidos que se abrieron para que sucedan cosas, como para que la propia casa se vuelva peligrosa. Finalmente, el paso del tiempo. El mundo cambió muchísimo en estos años. Uno de los asuntos que aborda la película, que tiene que ver con los roles femeninos y masculinos y qué presión se ejerce desde los mandatos sociales para aquello que elegimos y hacemos, ha atravesado una gran transformación. Y en la adaptación se trabajó mucho en esto. En el cambio de mirada que se generó, y en cómo se continúa la indagación en estos asuntos.
En “La Culpa de Nada”, examinás vínculos de pareja, de amistad y familiares, bajo los códigos de una comedia de enredos. ¿De qué forma utilizaste el lenguaje cinematográfico para indagar en la incomodidad y el resquebrajamiento imperante?
La película juega con la utilización del saber o de la verdad. Quién tiene la verdad sobre aquello que está sucediendo, tanto entre los personajes como internamente en cada uno de ellos. Muchos de ellos se mienten a sí mismos; están en contradicción con lo que hacen, sienten y desean. Entonces el lenguaje cinematográfico me permitió acercarme a cada uno de los personajes, aislarlos del resto y poder contar su cara visible y su cara oculta al mismo tiempo, sin perder o fragmentar la continuidad de la narración. Poder mostrarlos diciendo una verdad y a la próxima escena mintiendo sobre esa posible verdad. Así, la comedia se vuelve más provocadora que cuando se utiliza el lenguaje teatral, porque en ese caso, la mentira estaba sugerida.
¿Qué deseas poner de manifiesto a través de esta personal exploración de vínculos que llevas a cabo? ¿Cómo ves a las relaciones humanas hoy?
No sé exactamente qué es lo que deseo poner de manifiesto, pero sí sé que me estoy haciendo preguntas. Me hago preguntas acerca de los vínculos de pareja, a lo largo del tiempo, de la imposición social de la monogamia, de la necesidad de armar nido para generar una familia, de los roles masculinos y femeninos que fueron impuestos por mucho tiempo y todavía siguen permeando en nuestro funcionar cotidiano, por más que ya estemos con otro nivel de conciencia. También, y sobre todo, respecto a una zona muy cruel que siento que está atravesando nuestra sociedad, que tiene que ver con un destrato y un maltrato descarnado donde pareciera que decir lo que pensás sin medir lo que le pasa al otro está de moda. Donde la agresión se festeja y trae “seguidores”. Al mismo tiempo que crece la consciencia y el amor, también lo hace la agresividad desmedida.
Tu película refleja una realidad determinada respecto a los cambios en la vida de pareja en contraste a lo que ocurre con otros vínculos a lo largo de la vida. ¿Los amigos son para siempre?
No sé quién soy yo para decirlo, pero desde mi mirada todos los vínculos pueden ser para siempre o dejar de funcionar en algún momento de la vida. Tanto parejas como amistades. Esto es lo que dice uno de los personajes: 'las parejas se separan, pero los amigos son para toda la vida”. Ahora, que lo diga ese personaje no quiere decir que lo diga yo. Hay amistades que son para toda la vida y para eso el amor se va retroalimentando constantemente y hay amistades que duran un periodo de tiempo y después se alejan. Y con las parejas lo mismo. Siempre, en todo caso es una indagación sobre el amor. ¿Qué es? ¿Por qué aparecen por delante los celos, la posesividad, el ego?
Durante agosto, la pelicula se puede ver en el Cine Goumont.
Estamos ante una comedia coral, de la que forman parte personajes con peso propio específico. ¿Te resultó dificultoso encontrar el equilibrio para cada uno de ellos dentro del relato?
Fue una búsqueda a lo largo de todo el proceso de realización de la película. No solamente en la adaptación del guion, sino que durante el proceso de pre-producción también se siguió buscando o se siguió trabajando en esta moralidad. Porque me interesaba la idea de lo grupal como protagonista. Yo digo a veces que el protagonista de la película es el grupo y lo que está pasando con el grupo. Quién pertenece. Quién cree que pertenece y no pertenece. Y quién no pertenece y quiere pertenecer. Y es ese funcionamiento como manada, como grupalidad, lo que está por encima de las individualidades
¿Qué sensaciones despertó en vos concretar tu ópera prima cinematográfica desde la producción independiente y teniendo en cuenta el momento que atraviesa nuestro cine en la actualidad?
En mi experiencia, realizar una película y estrenarla significa atravesar todo tipo de emociones. Desde entusiasmo, ilusión y mucho deseo de conectar con la realización; pasando por desesperación, abatimiento o desesperanza. Todo ese remolino de emociones fue parte del proceso. Porque estrenar una película es muy complejo, mucho más en este momento, y entonces exige de una perseverancia y una constancia absoluta. Y también, por supuesto, del sostén de los demás, porque no hubiese podido hacerlo sin el acompañamiento de quienes empujan cuando yo me caigo.
¿Planeás en algún momento regresas a los escenarios con la obra?
No está planeado en este momento, sin embargo, tenemos una idea de generar un nuevo material a partir de la película y la obra de teatro que la inspiró. Un material que, justamente, cuestione las distintas miradas de los distintos lenguajes. Me darían muchas ganas, pero no sé si están dadas las posibilidades.
¿Qué perspectivas de exhibición tiene la película para los próximos meses?
Hasta el 10 estuvimos con funciones en el cine Cacodelphia y durante lo que queda del agosto vamos a estar en el Gaumont, y más adelante haremos algunas funciones en el Centro Cultural San Martín. Ojalá podamos después llevarla al interior del país y a otros espacios.