Fotos: Ezequiel Casado. Ilustración: Gustavo Cimadoro.
Juegan Argentinos Juniors y Quilmes, la pelota se pierde en un lateral, y Javier Vicente, desde una de las cabinas del estadio Diego Armando Maradona, despacha un estridente "Democracia o monopolios, esa es la cuestión"; cientos de miles de hinchas paran el oído desde el otro lado del televisor. A la semana siguiente, mientras los jugadores de Rosario Central salen de la manga y trotan hacia el circulo central del Gigante de Arroyito, Javier tira "Futbol Para Todos, el mejor antídoto contra los fondos y los medios buitres". De nuevo: miles de argentinos son receptores directos del mensaje. En su gran mayoría, sonríen, celebran. A los compañeros futboleros la satisfacción no nos cabe en el cuerpo.
“No arrancó conmigo esto de hacer un periodismo deportivo militante”, dice Javier, con humildad, un rasgo suyo que reaparecerá varias veces durante la entrevista. Menciona al mítico periodista deportivo del primer peronismo, Luis Elías Sojit, inventor de la frase ‘Hoy es un día peronista’, que luego del derrocamiento de Perón en 1955 se tuvo que exiliar en Brasil. “Leí mucho sobre él y su compromiso político. Conocí a su familia. Luego vinieron otros, como Dante Panzzeri”, remata.
La conversación fluye con entusiasmo en uno de los estudios de la Radio Nacional, en el centro porteño, en la que se respira un aire militante, de época. Javier es corpulento, tiene la risa fácil. Le dicen El sordo, el Relator Militante, o el Relator del Pueblo. Milita desde siempre en el espacio político que conduce Gabriel Mariotto: Proyecto Nacional. En un rato se irá a otro estudio para hacer el programa "Mañana Más" junto a sus colegas Luciano Galende, Nora Veiras y Carlos Ulanovsky, para hacer lo que más le gusta: Periodismo, pero ahora dice que con su estilo comprometido “trato de imponer un contraste entre el modelo de relato neoliberal que ganó los micrófonos y las pantallas durante los noventa”, cuando los periodistas “hablaban más de ellos que de los protagonistas del juego”.
Carrera
Javier era un pibe cuando supo que lo suyo eran las trasmisiones de fútbol por radio. Quizá porque que en su casa todos se dedicaban a comunicar. Su padre, Manuel Vicente, era director de cámaras, y con los años sería considerado uno de los pioneros de la televisión argentina. Su madre era locutora de radio, y actriz. Su hermano Andrés, actor.
Ahora menciona los relatos del uruguayo más grande de todos los tiempos, a los que se aferraba durante los aciagos días de la última dictadura cívico-militar, mientras él y su familia vivían en Pinamar. "Mi viejo era delegado gremial y había tenido que bajar el nivel de exposición", cuenta. Vicente padre se las arreglaba muy bien en el rubro de la construcción. "El otro día le comentaba a Víctor Hugo cuánto me fascinaban sus relatos de la emisora uruguaya Radio Oriental que lográbamos enganchar por esos tiempos allá en la costa".
Mientras Javier estudiaba las primeras materias de Comunicación, en la UBA (forma parte de la primera camada de estudiantes de la carrera), consiguió su primer trabajo como productor en la radio Esplendid. Los relatos de los partidos estaban a cargo de periodistas consagrados como Julio Ricardo, o Ricardo Podestá. También trabajaría en estudios centrales y sería cronista desde el campo de juego. Pero relatar desde la cabina, de cara al campo de juego, todavía no. Debería pasar toda la década del ochenta.
Ya en los noventa, Javier se hizo amigo de Gabriel Mariotto, que en aquel momento era ayudante de cátedra de una de las materias de la carrera. "Pegamos onda enseguida porque los dos éramos peronistas y en aquel momento no había mucho peronismo en la universidad". Gabriel, que era un hombre del sur del conurbano bonaerense, lo invitó a relatar en una radio comunitaria la campaña de "El Taladro", el club de sus amores, que por aquellos años militaba en el ascenso del fútbol argentino. Javier no lo dudó. Siguió la campaña de Banfield aquella temporada, y también las nueve siguientes. “Ahí fue que me convertí en relator”, cuenta.
En el 2000 dejó las clases que estaba dando en la Universidad de Lomas de Zamora y viajó a Barcelona, becado, para hacer un posgrado en comunicación y educación. Una tarde acercó un casete con algunos de sus relatos a la radio Onda Cero y a los pocos días lo llamaron. “Hacen un tipo de transmisión distinta a la nuestra” recuerda, entusiasta. “La llaman el carrusel porque trabajan desde los estudios centrales y les van dando un par de minutos a los relatores que están en los distintos estadios”.
Tuvo que aggionar su lenguaje. Ya no era puntero izquierdo sino extremo izquierdo. Larguero en lugar de travesaño. Pero le pidieron de modo encarecido que no dejase de usar lo mejor del relato argentino de fútbol. “A qué se referían”, preguntamos. “Un estilo con más ritmo, verborrágico”, subraya Javier.
Cuando Néstor Kirchner asumió la presidencia del país, su compañero Gabriel Mariotto lo convocó para trabajar en la radio y televisión del sistema de medios públicos, que en aquel momento todavía sufría las consecuencias de la hecatombe neoliberal. “Yo que había conocido el canal de pibe ahora caminaba por los pasillos, y lloraba”, resalta ahora.
FPT
Hay que situarse en el 2009 para poner en contexto el impacto político y cultural que tuvo el lanzamiento de Fútbol para Todos. A finales de junio, Néstor Kirchner perdía por un punto las elecciones legislativas, en la provincia de Buenos Aires, con el mediático Francisco de Narváez. El Flaco reconocería la derrota en el Hotel Intercontinental, y no denunciaría fraude. Seis días después se presentaría en el anfiteatro del Parque Lezama, frente a los atónitos militantes de la agrupación Carta Abierta. Cuando le dieron la palabra los arengó para seguir en la senda de la reconstrucción de la Patria, junto a la Presidenta Coraje.
A mediados de agosto la Asociación del Fútbol Argentino rompió su relación comercial con el Grupo Clarín, que hasta ese momento usufructuaba los derechos de televisación del fútbol argentino. Los clubes estaban en la quiebra, y por aquellos días los jugadores amenazaban con no jugar el nuevo torneo. Pero ahora el socio de Julio Grondona pasaba a ser el Estado nacional. Los beneficiarios: los clubes, y los cuarenta millones.
De este modo, el Gobierno le arrebataba al monopolio Clarín, con una audacia fenomenal, el negocio más fabuloso de la historia, a pocos meses de haber perdido la elección, y a algo más de un año del enfrentamiento con las patronales del agro que habían paralizado al país por la resolución 125. Por aquellos días también se incendiaba la disputa política por la futura Ley de Medios de la Democracia.
Unas horas antes de que Cristina presentase el proyecto desde el predio de la AFA –el 20 de agosto, junto al entrenador de la Selección Nacional, Diego Armando Maradona, entre otros-, Javier participaba de un panel en un encuentro de trabajadores de prensa, en Montevideo. Allí fue que recibió el atolondrado llamado de Mariotto. Parecía irreal, pero le transmitió las palabras mágicas: “Grondona rompió el contrato con Clarín”.
Aquella primera semana fue frenética. Marcelo Araujo quedó a cargo de la dirección periodística del proyecto. A Javier la designación no le cerraba, “pero por un lado ya no tenía relación con Torneos y Competencias, y por otro, contaba con el conocimiento necesario para coordinar la transmisión simultánea de diez partidos, cuando TyC solo se ocupaba de cinco encuentros codificados”, recuerda. Ahora ya no estamos en un estudio sino en un bar, frente a la radio, sobre la calle Maipú. “Araujo mostró saber muchísimo. A mí, que venía de un estilo muy radial, me marcó con dos o tres pautas, que me convirtieron. Esto es televisión, me recordaba. No describas. Apuntá al jugador”.
El primer partido que le tocó relatar fue Tigre-Chacarita, en la chancha de Vélez. El comentarista que trabajó a su lado fue el “Toti” Pasman, que una semana después, por el conflicto de intereses que suscitaba la nueva Ley de Medios, se tuvo que retirar del proyecto por orden de Daniel Vila, dueño de la señal América TV.
“Estaba claro que yo entraba al Fútbol para Todos para romper con ciertos esquemas del relato tradicional”, dice Javier. Aquella tarde, desde Liniers, decenas de miles de televidentes pudieron escuchar por primera vez lo que él llama “relato politizado”, una práctica que ya venía ejerciendo en otros espacios radiales, mucho menos masivos que la televisión. Las consecuencias, dentro del propio medio, fueron inmediatas. “Vos pensá que veníamos de un estilo cultivado durante décadas por el monopolio, o sea que mis intervenciones eran una herejía”, remata.
Herejes
En 2012, durante los días previos a la masiva movilización popular con la que se exigió la plena aplicación de la Ley de Medios de la Democracia (denominada 7D), el Grupo Clarín realizó una denuncia contra algunos periodistas por considerar que estaban liderando una campaña para dañar su imagen. Javier Vicente fue uno de ellos. También Víctor Hugo, Sandra Russo, Roberto Caballero. La causa prescribió no mucho tiempo después.
Luego, durante el verano de 2014, vino otro cimbronazo. Fue cuando el aquel entonces jefe del Gabinete de Ministros, Jorge Capitanich, acercó a Marcelo Tinelli a Futbol para Todos. El conductor de televisión más importante de la Argentina, ni bien se sintió adentro del proyecto, “quiso despolitizar el ciclo, descafeinarlo”, comenta ahora Javier.
Y profundiza: “Lo que quieren, en definitiva, es que Fútbol para Todos no participe del debate público, que las transmisiones de fútbol en la Argentina sean lo más asépticas posible, que no signifiquen un problema para el Grupo Clarín ni otros sectores concentrados de la economía”. Tal cual había sucedido dos años antes, en este caso Javier y Alejandro Apo recibieron el apoyo de las organizaciones del campo nacional y popular. “Hebe de Banifini jugó un papel decisivo”, recuerda, y sonríe, mientras revuelve su cortado.
“Fútbol para Todos sólo es posible en el marco de un Gobierno que se propone la inclusión como un objetivo central”, afirma con ganas, y remarca que está convencido que los grupos económicos interesados en volver a recuperar el negocio de la transmisión del fútbol argentino presionarán de una y mil maneras a Daniel Scioli.
“¿Logrará resistir esa presión?”, preguntamos.
“Creo que hay un piso del que no se puede volver atrás, que tiene que ver con la gratuidad”, dice, confiado, pero también menciona la intención de los sectores opositores de meter publicidad privada en el ciclo. “Están desesperados por recuperar el fútbol. La movida con Tinelli para dirigir la AFA tiene que ver con eso. Fue con el tema del fútbol que quedó muy claro de qué se hablaba cuando se hablaba de monopolios. Por eso atacan tanto al programa”.
Le pedimos la cuenta al mozo. “En su momento Néstor decidió que no haya publicidad privada en el FPT. Y yo comparto esa idea, ya que la pauta oficial, repartida en todo el sistema de medios públicos y privados, se diluía en una tanda en la que había un mar de publicidades”, dice. “En cambio de este modo, la potencia del mensaje, es tremenda”, remarca. Y tira una última, antes de levantarnos: “No nos olvidemos que en ningún país del mundo un Estado ha intervenido de modo tan directo para garantizar el acceso a la transmisión de los partidos de fútbol”.
En la planta baja del bar nos cruzamos con el Mariscal, Roberto Perfumo, y Ubaldo Matildo Fillol, campeón del mundo. Toman café, sentados frente a la barra de madera. Javier nos presenta. Nos damos un apretón de mano. Ya en la calle, Javier nos agradece que lo hayamos ido a ver. “Viva el fútbol, compañero”, le decimos, y lo despedimos con un abrazo. Luego, raudo, se mete en la radio.
Juegan Argentinos Juniors y Quilmes, la pelota se pierde en un lateral, y Javier Vicente, desde una de las cabinas del estadio Diego Armando Maradona, despacha un estridente "Democracia o monopolios, esa es la cuestión"; cientos de miles de hinchas paran el oído desde el otro lado del televisor. A la semana siguiente, mientras los jugadores de Rosario Central salen de la manga y trotan hacia el circulo central del Gigante de Arroyito, Javier tira "Futbol Para Todos, el mejor antídoto contra los fondos y los medios buitres". De nuevo: miles de argentinos son receptores directos del mensaje. En su gran mayoría, sonríen, celebran. A los compañeros futboleros la satisfacción no nos cabe en el cuerpo.
“No arrancó conmigo esto de hacer un periodismo deportivo militante”, dice Javier, con humildad, un rasgo suyo que reaparecerá varias veces durante la entrevista. Menciona al mítico periodista deportivo del primer peronismo, Luis Elías Sojit, inventor de la frase ‘Hoy es un día peronista’, que luego del derrocamiento de Perón en 1955 se tuvo que exiliar en Brasil. “Leí mucho sobre él y su compromiso político. Conocí a su familia. Luego vinieron otros, como Dante Panzzeri”, remata.
La conversación fluye con entusiasmo en uno de los estudios de la Radio Nacional, en el centro porteño, en la que se respira un aire militante, de época. Javier es corpulento, tiene la risa fácil. Le dicen El sordo, el Relator Militante, o el Relator del Pueblo. Milita desde siempre en el espacio político que conduce Gabriel Mariotto: Proyecto Nacional. En un rato se irá a otro estudio para hacer el programa "Mañana Más" junto a sus colegas Luciano Galende, Nora Veiras y Carlos Ulanovsky, para hacer lo que más le gusta: Periodismo, pero ahora dice que con su estilo comprometido “trato de imponer un contraste entre el modelo de relato neoliberal que ganó los micrófonos y las pantallas durante los noventa”, cuando los periodistas “hablaban más de ellos que de los protagonistas del juego”.
Carrera
Javier era un pibe cuando supo que lo suyo eran las trasmisiones de fútbol por radio. Quizá porque que en su casa todos se dedicaban a comunicar. Su padre, Manuel Vicente, era director de cámaras, y con los años sería considerado uno de los pioneros de la televisión argentina. Su madre era locutora de radio, y actriz. Su hermano Andrés, actor.
Ahora menciona los relatos del uruguayo más grande de todos los tiempos, a los que se aferraba durante los aciagos días de la última dictadura cívico-militar, mientras él y su familia vivían en Pinamar. "Mi viejo era delegado gremial y había tenido que bajar el nivel de exposición", cuenta. Vicente padre se las arreglaba muy bien en el rubro de la construcción. "El otro día le comentaba a Víctor Hugo cuánto me fascinaban sus relatos de la emisora uruguaya Radio Oriental que lográbamos enganchar por esos tiempos allá en la costa".
Mientras Javier estudiaba las primeras materias de Comunicación, en la UBA (forma parte de la primera camada de estudiantes de la carrera), consiguió su primer trabajo como productor en la radio Esplendid. Los relatos de los partidos estaban a cargo de periodistas consagrados como Julio Ricardo, o Ricardo Podestá. También trabajaría en estudios centrales y sería cronista desde el campo de juego. Pero relatar desde la cabina, de cara al campo de juego, todavía no. Debería pasar toda la década del ochenta.
Ya en los noventa, Javier se hizo amigo de Gabriel Mariotto, que en aquel momento era ayudante de cátedra de una de las materias de la carrera. "Pegamos onda enseguida porque los dos éramos peronistas y en aquel momento no había mucho peronismo en la universidad". Gabriel, que era un hombre del sur del conurbano bonaerense, lo invitó a relatar en una radio comunitaria la campaña de "El Taladro", el club de sus amores, que por aquellos años militaba en el ascenso del fútbol argentino. Javier no lo dudó. Siguió la campaña de Banfield aquella temporada, y también las nueve siguientes. “Ahí fue que me convertí en relator”, cuenta.
En el 2000 dejó las clases que estaba dando en la Universidad de Lomas de Zamora y viajó a Barcelona, becado, para hacer un posgrado en comunicación y educación. Una tarde acercó un casete con algunos de sus relatos a la radio Onda Cero y a los pocos días lo llamaron. “Hacen un tipo de transmisión distinta a la nuestra” recuerda, entusiasta. “La llaman el carrusel porque trabajan desde los estudios centrales y les van dando un par de minutos a los relatores que están en los distintos estadios”.
Tuvo que aggionar su lenguaje. Ya no era puntero izquierdo sino extremo izquierdo. Larguero en lugar de travesaño. Pero le pidieron de modo encarecido que no dejase de usar lo mejor del relato argentino de fútbol. “A qué se referían”, preguntamos. “Un estilo con más ritmo, verborrágico”, subraya Javier.
Cuando Néstor Kirchner asumió la presidencia del país, su compañero Gabriel Mariotto lo convocó para trabajar en la radio y televisión del sistema de medios públicos, que en aquel momento todavía sufría las consecuencias de la hecatombe neoliberal. “Yo que había conocido el canal de pibe ahora caminaba por los pasillos, y lloraba”, resalta ahora.
FPT
Hay que situarse en el 2009 para poner en contexto el impacto político y cultural que tuvo el lanzamiento de Fútbol para Todos. A finales de junio, Néstor Kirchner perdía por un punto las elecciones legislativas, en la provincia de Buenos Aires, con el mediático Francisco de Narváez. El Flaco reconocería la derrota en el Hotel Intercontinental, y no denunciaría fraude. Seis días después se presentaría en el anfiteatro del Parque Lezama, frente a los atónitos militantes de la agrupación Carta Abierta. Cuando le dieron la palabra los arengó para seguir en la senda de la reconstrucción de la Patria, junto a la Presidenta Coraje.
A mediados de agosto la Asociación del Fútbol Argentino rompió su relación comercial con el Grupo Clarín, que hasta ese momento usufructuaba los derechos de televisación del fútbol argentino. Los clubes estaban en la quiebra, y por aquellos días los jugadores amenazaban con no jugar el nuevo torneo. Pero ahora el socio de Julio Grondona pasaba a ser el Estado nacional. Los beneficiarios: los clubes, y los cuarenta millones.
De este modo, el Gobierno le arrebataba al monopolio Clarín, con una audacia fenomenal, el negocio más fabuloso de la historia, a pocos meses de haber perdido la elección, y a algo más de un año del enfrentamiento con las patronales del agro que habían paralizado al país por la resolución 125. Por aquellos días también se incendiaba la disputa política por la futura Ley de Medios de la Democracia.
Unas horas antes de que Cristina presentase el proyecto desde el predio de la AFA –el 20 de agosto, junto al entrenador de la Selección Nacional, Diego Armando Maradona, entre otros-, Javier participaba de un panel en un encuentro de trabajadores de prensa, en Montevideo. Allí fue que recibió el atolondrado llamado de Mariotto. Parecía irreal, pero le transmitió las palabras mágicas: “Grondona rompió el contrato con Clarín”.
Aquella primera semana fue frenética. Marcelo Araujo quedó a cargo de la dirección periodística del proyecto. A Javier la designación no le cerraba, “pero por un lado ya no tenía relación con Torneos y Competencias, y por otro, contaba con el conocimiento necesario para coordinar la transmisión simultánea de diez partidos, cuando TyC solo se ocupaba de cinco encuentros codificados”, recuerda. Ahora ya no estamos en un estudio sino en un bar, frente a la radio, sobre la calle Maipú. “Araujo mostró saber muchísimo. A mí, que venía de un estilo muy radial, me marcó con dos o tres pautas, que me convirtieron. Esto es televisión, me recordaba. No describas. Apuntá al jugador”.
El primer partido que le tocó relatar fue Tigre-Chacarita, en la chancha de Vélez. El comentarista que trabajó a su lado fue el “Toti” Pasman, que una semana después, por el conflicto de intereses que suscitaba la nueva Ley de Medios, se tuvo que retirar del proyecto por orden de Daniel Vila, dueño de la señal América TV.
“Estaba claro que yo entraba al Fútbol para Todos para romper con ciertos esquemas del relato tradicional”, dice Javier. Aquella tarde, desde Liniers, decenas de miles de televidentes pudieron escuchar por primera vez lo que él llama “relato politizado”, una práctica que ya venía ejerciendo en otros espacios radiales, mucho menos masivos que la televisión. Las consecuencias, dentro del propio medio, fueron inmediatas. “Vos pensá que veníamos de un estilo cultivado durante décadas por el monopolio, o sea que mis intervenciones eran una herejía”, remata.
Herejes
En 2012, durante los días previos a la masiva movilización popular con la que se exigió la plena aplicación de la Ley de Medios de la Democracia (denominada 7D), el Grupo Clarín realizó una denuncia contra algunos periodistas por considerar que estaban liderando una campaña para dañar su imagen. Javier Vicente fue uno de ellos. También Víctor Hugo, Sandra Russo, Roberto Caballero. La causa prescribió no mucho tiempo después.
Luego, durante el verano de 2014, vino otro cimbronazo. Fue cuando el aquel entonces jefe del Gabinete de Ministros, Jorge Capitanich, acercó a Marcelo Tinelli a Futbol para Todos. El conductor de televisión más importante de la Argentina, ni bien se sintió adentro del proyecto, “quiso despolitizar el ciclo, descafeinarlo”, comenta ahora Javier.
Y profundiza: “Lo que quieren, en definitiva, es que Fútbol para Todos no participe del debate público, que las transmisiones de fútbol en la Argentina sean lo más asépticas posible, que no signifiquen un problema para el Grupo Clarín ni otros sectores concentrados de la economía”. Tal cual había sucedido dos años antes, en este caso Javier y Alejandro Apo recibieron el apoyo de las organizaciones del campo nacional y popular. “Hebe de Banifini jugó un papel decisivo”, recuerda, y sonríe, mientras revuelve su cortado.
“Fútbol para Todos sólo es posible en el marco de un Gobierno que se propone la inclusión como un objetivo central”, afirma con ganas, y remarca que está convencido que los grupos económicos interesados en volver a recuperar el negocio de la transmisión del fútbol argentino presionarán de una y mil maneras a Daniel Scioli.
“¿Logrará resistir esa presión?”, preguntamos.
“Creo que hay un piso del que no se puede volver atrás, que tiene que ver con la gratuidad”, dice, confiado, pero también menciona la intención de los sectores opositores de meter publicidad privada en el ciclo. “Están desesperados por recuperar el fútbol. La movida con Tinelli para dirigir la AFA tiene que ver con eso. Fue con el tema del fútbol que quedó muy claro de qué se hablaba cuando se hablaba de monopolios. Por eso atacan tanto al programa”.
Le pedimos la cuenta al mozo. “En su momento Néstor decidió que no haya publicidad privada en el FPT. Y yo comparto esa idea, ya que la pauta oficial, repartida en todo el sistema de medios públicos y privados, se diluía en una tanda en la que había un mar de publicidades”, dice. “En cambio de este modo, la potencia del mensaje, es tremenda”, remarca. Y tira una última, antes de levantarnos: “No nos olvidemos que en ningún país del mundo un Estado ha intervenido de modo tan directo para garantizar el acceso a la transmisión de los partidos de fútbol”.
En la planta baja del bar nos cruzamos con el Mariscal, Roberto Perfumo, y Ubaldo Matildo Fillol, campeón del mundo. Toman café, sentados frente a la barra de madera. Javier nos presenta. Nos damos un apretón de mano. Ya en la calle, Javier nos agradece que lo hayamos ido a ver. “Viva el fútbol, compañero”, le decimos, y lo despedimos con un abrazo. Luego, raudo, se mete en la radio.