Gerardo Rozin tuvo la oportunidad de entrevistar a una líder mundial y la desaprovechó con un cuestionario que tiene más puntos de contacto con una platea de foristas de La Nación o Infobae, que con un periodista serio y comprometido con la realidad nacional, o si se quiere, para ser riguroso, "comprometido con la verdad", y más aún teniendo en cuenta que en una semana el pueblo argentino irá a las urnas, en una elección vital para el futuro a corto y mediano plazo de nuestro país.

No lo conocemos a Rozin. Solo lo vimos en la televisión, a lo largo de su carrera. Se podría decir que es un tipo común, con buen sentido del humor, entrador, amigable, que ha logrado algunas buenas entrevistas con referentes de distintos sectores de la vida nacional, y que por sobre todo, no es un mala leche. ¿Un tipo sensato, ecuánime? Probablemente.

Entonces, ¿por qué Rozin indaga sobre Nisman, cuando sabe muy bien que Cristina es la dirigente política que más hizo desde las instituciones por llegar a la verdad en relación a la voladura de la Amia? ¿Por qué se rebaja como profesional al insinuarle que alguien habría ordenado el asesinato del fiscal? Y otra: ¿Por qué le tira por la cabeza el nombramiento de Milani, y de ese modo intenta restarle puntos a la inédita gestión en materia de derechos humanos que encabezaron él y su compañero? ¿Son temas importantes para la mayoría de los argentinos? No. ¿Son temas de la agenda mediática y del oficialismo, con fines electorales? Sí.

Quizá el interrogante acerca de por qué Rozin arremete con esa agenda haya que buscarla en la fenomenal campaña de desprestigio que el aparato comunicacional de los sectores más poderosos de nuestro país desperdigaron a diestra y siniestra con especial dedicación a partir de 2013, cuando se vislumbró que sus representantes en la CABA y en el Congreso, ahora funcionarios del Gobierno nacional, tenían chances de ganar las elecciones de 2015, para de ese modo cortarle la cabeza a la principal referente del populismo local, que dale que dale con la distribución de la riqueza y la inclusión social.

Rozin no está exento de esa influencia. O quizá no se trate de él sino de su teleaudiencia. Por ahí lo que hizo hoy fue corresponderse con su audiencia, que prefiere indagar a la única dirigente que hoy puede frenar el descalabro económico e institucional macrista, en relación al desafuero de De Vido, y no sobre el acto que encabezó ayer en Racing ante cien mil compatriotas, por ejemplo, o en relación a las propuestas legislativas que tiene en cartera Unidad Ciudadana para ponerle un freno al Gobierno de acá al 2019, o tantos otros temas.

De una u otra manera, estamos ante un problema muy serio. Un tipo supuestamente común como Gerardo Rozin se pareció mucho más a un Novaresio, un férreo y reconocido detractor del modelo de país que propone Cristina, que a un comunicador formado en lo profesional y honesto en lo intelectual, interesado por los pliegues humanos, profesionales y políticos de una dirigente excepcional, a la que podría haber aprovechado de una y mil maneras. Y esto incluye las preguntas “incómodas” sobre la supuesta corrupción durante su gestión de gobierno. El problema es que utilizó toda la entrevista para abordar solo esos temas.

Mientras tanto, por la mañana un juez pidió el desafuero y la detención de Julio De Vido - esa fue la primera mención del amigo Rozin durante la entrevista en el piso de Telefé-. Durante la mañana, el ex canciller Héctor Timerman declaró frente a Claudio Bonadío por la causa de la voladura de la AMIA. Un rato después, se descompuso, y la noticia circuló fuerte en los grandes medios, con una alta cuota de amarillismo y goce. Durante la primera hora de la tarde, los apoderados de Unidad Ciudadana alertaron, en conferencia de prensa, que el Gobierno tiene la responsabilidad de garantizar un correcto funcionamiento de los comicios del domingo, en especial, por la seguidilla de amenazas de bomba en escuelas de la provincia de Buenos Aires. Macri, en un acto de campaña, amenazó a la clase política opositora, al gritar que "los cómplices de la década pasada van a terminar como los narcos: todos presos". A media tarde, comenzó a circular la noticia de que había aparecido un cuerpo en el río Chubut, a un kilómetro y medio de la comunidad mapuche en la que reprimió la Gendarmería cuando desapareció Maldonado. Todos los dardos apuntan al tatuador. Funcionarios de las carteras de Seguridad y Justicia y Derechos Humanos están en viaje para allá. Vallaron la casa de la provincia en CABA. Todo muy espeso. Muy oscuro. Así estamos desde que gobierna Cambiemos. A cinco días de unas elecciones claves.

Esperábamos que periodistas macanudos como Rozin pusiesen estos temas sobre la floreada mesa de su programa. Se torna urgente que redoblemos el esfuerzo, colectivo e individual, para seguir dando pelea en la construcción del sentido común.