Se sabe: para enfrentar la amargura y el desánimo, una buena opción es ir a una fiesta. Quizá cuesta juntar el mango, organizar la agenda, y el día del evento, más que nada, arrancar, porque está todo muy denso, y no hay nada para festejar: ganó Milei, un autoritario y agresivo con delirios místicos que quiere romper todo, regalar nuestro país y cargarnos la vida para siempre; pero en el fondo uno sabe: cuando termine la fiesta, el encuentro con los amigos, vas a agradecer, una vez más, haber arrancado.
Los recitales de La Kermesse no son solo recitales: son fiestas. Ricoteras y peronchas. Y te enfiestas junto a los tuyos y todo el resto de los seguidores de la banda, porque ahí en el sopor festivo del Teatro de Flores, se apelmaza una gran familia, compuesta por lo menos por dos generaciones, que tienen una tradición, recorrido y banderas comunes, que te emparentan no solo en cuanto a la cultura rock, la larguísima historia de Los Redondos, sino también en relación a la mirada que tenemos del país y sus dilemas históricos.
Ir un show de la Kermesse es también llevarte una foto del posicionamiento que tiene esta gran familia ricotera con respecto a la realidad económica y coyuntura política de la Argentina. Por eso, porque somos democráticos, porque queremos muchísimo a nuestro país y a su pueblo, se cantó contra Milei toda la noche, y uno de nuestros amigos hizo dialogar ese hecho con la posición política que fijó el movimiento del rock, arriba y debajo del escenario, en la década del 90 contra el neoliberalismo de Menem y La Alianza. “Luego llegaron los HIJOS y los escraches, como respuesta política a la impunidad, pero hasta mediados de los 90, la única expresión de resistencia eran nuestras grandes bandas de rock”.
Ayer 28 de diciembre, en el Teatro de Flores, la banda que tributa a Los Redondos, y que tiene entre sus integrantes a dos ricoteros fundadores, Sergio Dawi y Semilla Bucciarelli, entregó un show de más de dos horas, dividido en tres partes, que hizo delirar de principio a fin a las dos mil almas que coparon los dos pisos del teatro.
Con tres cantantes diferentes a cargo del micrófono, la banda tocó himnos de la discografía completa de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota, como Maldición va a ser un día hermoso, Ángel de la soledad, Música para pastillas, La Bestia Pop, El pibe de los astilleros, Luzbelito, TV Fuhrer, Ñam fri fruli fali fru, Criminal mambo, y Vamos las bandas, entre otros.
En uno de las pausas que metió la banda, la fiesta le dio paso a la declamación, la declaración de principios de un sector de la juventud y no tanto, que no se come ni un poquito el verso de la farsa actual que montaron Milei, Macri, los medios cómplices, los jueces amigos y los grupos económicos que quieren rapiñarse el país, y durante varios minutos, con todos los músicos en el escenario, se cantó fuerte contra el ataque que está realizando el nuevo gobierno neoliberal contra el pueblo y los intereses de la Nación.
Si estabas medio perdido, y alguien te invitó a ver a La Kermesse, no solo te llevas lágrimas, transpiración, las canciones que forjaron parte de nuestra identidad cultural y política a lo largo de los años, sino también, una noción muy clara de lo que viene: organización y resistencia ante un nuevo intento de los sectores dominantes de quedarse con todo.
Dawi, cuando bajaron los decibeles que hacían crujir el piso, las barras, pasillos y los balcones del teatro , tomó la palabra: “hoy en el Día de los inocentes, queremos que quede claro: somos inocentes pero no comemos vidrio”.
El arte es político, y Los Redondos lo supieron siempre. Hoy esa misma filosofía se expresa con matices en las fiestas de La Kermesse, los recitales de Los Fundamentalistas del Aire Acondicionado, y las presentaciones de Skay y Los Fakires.
Diez minutos después de haber entrado al teatro, no había una sola persona sin la remera empapada. El calor de diciembre se convirtió en cuerpos mojados dentro del reducto rockero del sur porteño. Y los cuerpos se convirtieron en una masa uniforme que se movía de un lado al otro en cada estribillo, con los brazos levantados, la sonrisa entre los dientes, en cada instante de la misa, que también tuvo momentos de autocelebración, por ejemplo, a través de esa canción que pinta de cuerpo entero al movimiento ricotero: empatía y solidaridad con el otro:
Redondo, redondo, redondo
Redondo te quiero desear
Que pases feliz año nuevo
Que pases feliz navidad.
Los Redondos cumplían 47 años (su fecha de fundación es el 28/12/1976), y no faltó la torta en el escenario, una bengalita, con toda la banda al frente, y el feliz cumpleaños del público. Luego, arriba y abajo se coreó por Los Redondos, banda y mito que unos y otros aman por igual, y por eso la fiesta que durante todo el recital se vivió en el teatro, perdurará en los cuerpos cansados por varios días.
El cierre fue explosivo, y giró y saltó y se convirtió en abrazos y ojos bien abiertos, y cómplices, con otros dos himnos, ambos de Oktubre, el segundo disco de la banda: Efímero y Ji Ji Ji.
Afuera, donde los cuerpos hicieron contacto con el fresco de la noche, y las gargantas con las últimas cervezas de los vendedores ambulantes, aparte de algún pin, gorra o remera, siguieron las consignas contra Milei y Macri, y también se entonó algún corte del cancionero ricotero, porque todos sabemos que en este día, y cada día, al mundo lo salvamos con la alegría de estar vivos, la empatía, el músculo solidario y la organización, aparte de la música.