Aun cuando aparece apenas como un personaje sugerido en el texto, Eva Perón es la protagonista indiscutible de “Los Otros Duarte”. Llamativamente, el abordaje llevado a cabo nos ofrece una particularidad: su historia es repasada desde la mirada de sus medios hermanos, aquellos para los que las biografías y los libros de historia no supieron guardar ningún lugar. “Los Otros Duarte”, una comedia dramática autoría de Gastón Quiroga, aborda los registros del grotesco, el costumbrismo pueblerino y el realismo mágico, invitándonos a una reflexión acerca de la otredad y sembrando interrogantes que nos interpelan, tanto en el plano artístico, como en nuestra calidad de ciudadanos.
La obra, exhibida actualmente en el Teatro del Pueblo, obtuvo el Premio Argentores en el Concurso “Del Texto a la Escena, 2019” para el desarrollo y estímulo del Teatro Nacional. Acerca de su génesis y la trascendencia fundamental de Eva como personaje de la vida política argentina del siglo XX, con Kranear conversamos con el dramaturgo Gastón Quiroga y los intérpretes Jose Manuel Espeche, Guillermo Flores y Cecilia Sgariglia.
"Así voy avanzando, día tras día, por el frágil filo entre lo mítico y lo verdadero, deslizándome entre las luces de lo que no fue y las oscuridades de lo que no pudo haber sido. Me pierdo en esos pliegues, y Ella siempre me encuentra. Ella no cesa de existir, de existirme: hace de su existencia una exageración" (Tomás Eloy Martínez, en su novela Santa Evita).
¿Qué representa para ustedes el éxito de la presente temporada en el Teatro del Pueblo?
Guillermo Flores: En marzo del 2022 estrenamos la obra en este espacio, en la sala Teatro Abierto del Teatro del Pueblo; un buen comienzo. No obstante, como todo espectáculo del circuito independiente, las producciones teatrales "arriesgan" sin saber precisamente qué ocurrirá con la recepción del público. En nuestro caso "algo" sucedió desde el día del estreno, que por entonces era los días lunes. El término "algo" en principio fue una generalización acerca de un fenómeno que, función tras función, pudimos ir decodificando. El producto estaba muy bien escrito por Gastón Quiroga, cuya dramaturgia había sido premiada, y muy bien adaptado y dirigido por Marcelo Velázquez, cuya puesta en escena estuvo muy sustentada en las actuaciones. A partir de esas premisas, logramos grupalmente una combinación muy equilibrada entre dramaturgia, dirección y puesta en escena, cuyo espacio despojado -pero suficiente y eficaz en término de signos- nos ofreció un despliegue actoral muy adecuado para contar esa historia que transita lo real y lo ficcional de nuestra historia. Así, el espectáculo empezó a cosechar muy buenas críticas de público y medios especializados y logró sostenerse a sala llena durante nueve meses. Fue nominado a los premios ACE y Trinidad Guevara en varios rubros. Retomamos en marzo del 2023, dada la repercusión, los días sábados a las 19.30, con el mismo entusiasmo de parte de todo el elenco y con el acompañamiento del público, afortunadamente, en esta segunda temporada. ¿Qué representa para mí? ¡Una alegría excepcional!
¿Qué hay de realidad y qué de ficción en “Los Otros Duarte”? ¿todo relato es infiel? ¿la dramaturgia reinventa la realidad?
Gastón Quiroga: En teatro todo es ficción, aunque los teatristas utilicemos todos nuestros artilugios para disfrazarlo de realidad. Los hechos históricos contemporáneos a los personajes de la obra claramente sucedieron, o al menos así lo atestiguan quienes “escriben la historia”. También existió la familia Duarte: la conocida, conformada por Juana Ibarguren y sus cinco hijos, entre los que se encontraba María Eva, y la otra parte, la que estaba legalmente constituida por Juan Duarte, su esposa, y sus hijos nacidos en matrimonio de los que poco se sabe. Algunos historiadores afirman que esos hijos también fueron cinco, aunque no hay demasiadas investigaciones al respecto. Por eso, en la propuesta dramatúrgica todo es un supuesto, y algunos de los conflictos que aparecen en la obra pudieron haber sucedido…o no. Tal vez nunca lo sabremos.
Guillermo Flores: La obra comienza en el verano del año 1926 en el velatorio de Juan Duarte: episodio REAL de la historia. Los tres hermanos, hijos "legítimos" del difunto, Chacha, Cholo y Chichilo: sujetos de FICCION debaten acerca del ingreso o no de Juana Ibarguren y sus cinco hijos "ilegítimos" -entre los cuales se encuentra la menor Eva-, suceso REAL. A partir de esta primera escena, el espectador irá recorriendo la historia por diferentes décadas de nuestra historia, contada por estos tres hermanos, medio hermanos de Eva Duarte, quienes irán viendo desde su ciudad natal Chivilcoy, el crecimiento de su hermana "bastarda" y tomando distintas posiciones respecto al fenómeno Evita y el Peronismo. Durante el desarrollo de un relato que combina de modo permanente FICCION y REALIDAD, las diferentes escenas se sostienen en la conflictividad, por momentos desopilantes, de estos vínculos fraternales cuyas transformaciones incluyen una equilibrada dosis de humor y emotividad.
José Manuel Espeche: Creo que la obra se vale, se nutre y abreva en la realidad para luego crear un objeto artístico. El teatro no es la realidad, pero nos la recuerda, porque como todo objeto artístico es evocador.
¿Cómo está estructurada la obra? ¿Cómo aborda la cronología de los hechos relatados?
Gastón Quiroga: La obra se desarrolla a lo largo de cinco décadas. Comienza en 1926 con un hecho que marcará para siempre tanto la vida de Eva como la de estos personajes: la muerte de Juan Duarte. La literatura, el cine, y la televisión han hecho siempre referencia al conocido episodio en el que Juana Ibarguren se presenta en el velatorio del ‘vasco Duarte’, tal como lo llamaban, junto a sus cinco hijos y es rechazada por la familia “oficial”. Es como el mito fundacional de Evita, sólo que aquí veremos la escena desde otro lugar. Espiaremos aquello que pudo haber sucedido puertas para adentro, en el seno de esa familia de clase media acomodada que acaba de perder al patriarca, y que debe lidiar con la inesperada irrupción no sólo de su amante sino también de sus hijos espurios. A partir de allí, los personajes asistirán a todas las facetas ya conocidas de Eva Perón: su popularidad como actriz y su militancia sindical, su acercamiento a Perón hasta convertirse en primera dama y en la abanderada de los humildes, y luego, tras su temprana muerte en “Santa Evita”. La historia de esta media hermana, del peronismo y de la Argentina misma atravesará la vida de estos otros Duarte, como argentinos pero, fundamentalmente, como familia, y su propia identidad se irá reconfigurando en relación a la figura de Evita.
¿Qué descubrirán los espectadores sobre los medio hermanos de Eva, a quienes ‘los libros de historia no supieron guardar ningún lugar’?
Gastón Quiroga: Juan Duarte y Juana Ibarguren tuvieron en total cinco hijos; Blanca, considerada por los biógrafos como la confidente de Evita; Elisa, empleada del correo y casada con un senador nacional, Erminda, autora del libro “Mi hermana Eva”, quien los sobrevivió a todos y falleció a los 95 años en 2012; Juan Ramón, el único hermano varón de quien fue después de Evita, el más conocido y sin duda el más polémico: fue viajante de comercio de una empresa de jabones, y posteriormente un empresario cinematográfico vinculado sentimentalmente a populares actrices de la época. Llegó a ser secretario privado de Perón, y fue hallado muerto con un tiro en la cabeza nueve meses después del fallecimiento de Eva, y por último, la hija menor, Evita, quien fuera inscripta al nacer como María Eva Ibarguren. De los medios hermanos, o sea, los hijos de Juan Duarte con su legítima esposa, poco se sabe. No hay estudios biográficos al respecto. Casualmente, tiempo antes de que se estrenase la obra, el papá de una de mis alumnas, un señor ya mayor de apellido Castagnino, se sorprendió al enterarse de la temática: su familia estaba emparentada con aquellos otros Duarte, su papá había resultado ser primo de ellos. En los obituarios de la muerte de Juan Duarte padre pude confirmar luego las condolencias que la familia Castagnino publicó en un diario de la época. Pero sin duda, el texto está abordado desde el lugar de lo posible, como decía anteriormente; de aquello que pudo haber sucedido en el la intimidad familiar de estos personajes que no pudieron escapar al destino de ser medio hermanos de la figura femenina más icónica de nuestro país.
José Manuel Espeche: Creo que existe un nivel de la historia, academicista que olvida a muchos/as personas que han sido parte viva de este país. Y hay otro nivel más pequeño, más local, menos espectacular, que podría dar cuenta de la existencia de estos medio hermanos de Evita. Y estimo que sería posible reconstruir esa familia “legítima”: sabemos que fueron cinco o seis, la mayoría mujeres, que al casarse fueron perdiendo el apellido paterno. Es un acierto grande que el autor haya tomado la perspectiva de la existencia de Evita, desde la mirada de estos tres hermanos.
¿Cómo transcurre la vida de Eva a través de ojos ajenos? ¿De qué hablamos cuando hablamos de ‘la otredad’?
Gastón Quiroga: Cuando hablamos de otredad entran en juego inevitablemente cuestiones de orden filosófico. ¿Quién o qué es en verdad el otro? ¿Aquel al que acepto como un igual aún pese a las diferencias que nos constituyen como individuos o aquel al que percibo como una entidad diametralmente opuesta a mi identidad y al que excluyo por considerarlo ajeno a mis intereses, a mis costumbres o a mi forma de ver y entender el mundo? Somos sujetos sociales, rodeados de otros, desde que nacemos y hasta que morimos. Sartre reflexiona sobre este tema y aborda, entre otras cosas, cómo la aparición de otra persona es capaz de alterar nuestras vidas y hasta hacerlas girar en torno a ellas. Eso es un poco lo que les sucede a los personajes de esta obra. Sus vidas girarán inevitablemente alrededor de la hermana famosa convertida en mito, en el paroxismo que implica transitar sus vidas siempre en sujeción a la vida de otros. En este caso, “los otros Duarte”.
¿La patria es el otro?
José Manuel Espeche: ¡Sí! Considero que el planeta, la gran patria universal es el otro, caso contrario el destino de la especie será la extinción. Y desde ya que ese concepto es aplicable a nuestra Patria.
¿La sociedad argentina está atravesada por una grieta?
José Manuel Espeche: Sí, lo está. Siempre estuvo atravesada por una gran diferencia: pobres/ricos, cultos/analfabetos, porteños/interior, blancos/marrones y muchas otras categorías que estaban instaladas en la sociedad como una realidad inamovible, una suerte de destino fatal. En ese sentido el denominado “Peronismo” viene a producir un cambio, una cuña en esa matriz conservadora y a la vez produce el advenimiento de una clase media que asciende desde oficios no considerados como profesionales; el denominado aluvión zoológico. Es una realidad que molesta, resulta urticante que los obreros puedan tener aspiraciones de clase media: una casa, un estándar de vida digno, con servicios esenciales, con asociaciones donde pueden protegerse de las desmesuras de los empleadores, con derechos que, hasta entonces, no eran considerados como tales, sino privilegios de una posición socio/económica reservada a otra franja de la sociedad argentina. Allí nace la llamada “grieta”, en un tiempo y espacio en que la vida política de nuestro país estaba cómodamente estancada en los paradigmas de principios del siglo XX. La grieta existió siempre, esa antinomia no desapareció nunca. El peronismo tuvo que ser expulsado del poder gracias a los golpes militares, moda que se instauró en el país desde mucho antes de la llegada del peronismo, y siguió siendo el modo en que la oligarquía validaba o no los procesos democráticos según la conveniencia de sus principios, valores y modelos económicos vigentes. El país y su gente vivió, alternadamente ese sistema casi como una normalidad. En 1976 se lleva a cabo el último golpe cívico/militar que profundizó la grieta, y los modelos económicos que sostuvieron ese acto inconstitucional. Polarizó los criterios y conceptos más básicos de la existencia, todo lo que no estaba de acuerdo al orden imperante debía ser eliminado. Destruyó las matrices productivas que llevó años desarrollar y volvió a instaurar el modelo agro/exportador como eje fundamental de la producción. El país retrocedió dramáticamente, la clase obrera/trabajadora desapareció no solo simbólicamente. Claro que hay grieta, y la habrá hasta que el reparto de la riqueza sea más equitativo. No hablo solo de dinero sino de todo aquello que volvió a ser privilegio de unos pocos: trabajo, salud y educación.
¿Qué convierte a Eva en un personaje trascendental de la vida política argentina del último siglo?
José Manuel Espeche: Desde mi mirada, la vida de Eva Perón ha sido absolutamente polarizada por la dualidad AMOR/ODIO. Quienes se sintieron mirados por ella, vistos en sus necesidades creando derechos, la AMAN. Al otro lado de la grieta, quienes no tienen conciencia de la Otredad como una necesidad solidaria, la ODIAN.
Cecilia Sgariglia: Eva es la primera mujer en nuestro país que llega a tener “poder de decisión”. Eva no reniega de quien es, al contrario, afianza su identidad a medida que el peronismo crece. Es un torrente de voluntad ante una clase política que la mira atónita. Y por el deseo de mejorar y crecer convoca a las mujeres a participar. Preside una fundación, y distingue la ayuda solidaria y humanitaria de la caridad. La conquista del voto femenino fue posible por la voluntad de Eva y las censistas. Es el emblema de todo lo que la sociedad conservadora aristocrática y oligárquica desprecia: pobre, bastarda, artista y fiel a sus orígenes. El Peronismo (populismo) viene a romper una matriz anquilosada y propone un movimiento, revolucionario para su época. Juan Domingo Perón militar, católico y culto, casado con una “bastarda sin apellido”, es elegido democráticamente presidente de la nación. Una afrenta más al poder conservador, patriarcal y antipopular de la época. Eva Perón se constituye como la mayor imagen del subsuelo de la patria sublevada, mujer con sensibilidad popular, orgullosa de sus orígenes, luchadora incansable en contra de todas las diferencias sociales.
¿Por qué su figura, aún por la sola mención, sigue siendo convocante?
Cecilia Sgariglia: Porque sigue habiendo postergados, porque vivimos en una sociedad clasista que discrimina al pobre, al negro, al extranjero y al diferente, porque aún nos falta mucho trabajo para ser una sociedad integrada. Y lamentablemente, creo que en estos últimos años han crecido los mensajes de odio racial, religioso y clasista. Tan es así que algunos creen que vender un riñón es mejor que tener un buen trabajo, o que aquel que recibe la ayuda del estado es un negro de mierda o un planero vago que vive bien. La figura de Eva se eleva como protectora, como la única que los escuchó, los comprendió. Recuerdo la historia de Facundo Cabral que resalta cuando Eva le dijo “tuvimos suerte”, porque, fundamentalmente, era una mujer del pueblo, y nunca lo olvidó. Además, murió muy joven, en su esplendor, y a pesar de la prohibición, de lo que significó la proscripción del peronismo, Eva sigue latiendo y viviendo en la memoria de nuestro pueblo.
¿De qué manera influye el peronismo en la inspiración artística y en la cultura personal de ustedes?
Gastón Quiroga: Yo provengo de una familia muy humilde, mi madre fue comerciante y costurera toda su vida, y mi papá fue un empleado de correo que se tuvo que jubilar antes de los cincuenta años por un problema de salud. En su juventud los dos fueron militantes peronistas. Mi mamá siempre tuvo una gran inclinación por la acción social; en los ochenta, junto a algunas vecinas del barrio fundó un comedor infantil que daba de comer a más de cien chicos, y ya en los noventa, transformó el local que teníamos en casa y que había sido un almacén familiar en una olla popular que se sostenía con el aporte de alimentos donados por vecinos y comerciantes del barrio. Más tarde descubrió que aquella vocación de ayudar al otro excedía la militancia en cualquier partido político. Siempre siguió haciéndolo, pero desde lugares comunitarios, desprendiéndose de la idea de tener que pertenecer a un partido para hacer esa labor. Los sucesivos períodos de gobiernos peronistas la han decepcionado, y a mí sin duda me ha pasado algo parecido. Tengo muchos recuerdos de mi infancia en los que me quedaba dormido en algún rincón de una Unidad Básica, en la que mis padres solían participar de reuniones y asambleas hasta tarde. Creó que aprendí a cantar la marcha peronista antes que el himno nacional, y siempre sentí algo de fascinación por aquellos personajes a los que se me presentaban como héroes: Perón, Evita, Juan Manuel de Rosas… ya en mi adolescencia, empecé a cuestionarme un montón de cosas respecto a lo ideológico y hacia la figura de aquellos próceres hasta entonces “incuestionables” por mi entorno más próximo. Ya estoy por cumplir cincuenta años, no soy militante ni simpatizante siquiera de ningún partido político, y creo que sin apasionamientos ni convicciones dogmáticas es posible un razonamiento más independiente y también más inteligente. Pero aunque no me siento parte de él, no se puede negar que el peronismo conforma una buena parte de nuestra historia como país. Es un movimiento repleto de contradicciones que ha sido y puede ser tan glorioso como patético a la vez, y todo eso siempre resulta interesante a la hora de abordar nuestra historia desde la ficción.
Cecilia Sgariglia: De muchas maneras. Mi historia personal está atravesada por la historia de nuestro país y si hablamos de Argentina hablamos de peronismo. Hay algo que me marca profundamente que es estar del lado del más débil, en la militancia por los derechos humanos, por la ampliación de derechos. El peronismo forma parte de mi poética personal, de mi imaginario y no tengo que buscarlo ni pensarlo, es parte de mí.