“Inadaptados” debe ser uno de vocablos más utilizados por la prensa hegemónica para abordar los hechos de violencia que atraviesan la historia del fútbol argentino. En el imaginario social la imagen se arma sola: varones, jóvenes y pobres. Tienen el torso desnudo y enfrentan a la policía con piedras y botellas. Están alcoholizados o drogados. Rompen autos u otros bienes privados. Quieren entrar a la cancha sin entrada. Se cuelgan de las ventanillas de un colectivo o viajan en el estribo del tren. Te roban la billetera o la ropa. Mean en cualquier árbol o frente de una casa, ante los ojos de grandes y chicos.
Los inadaptados que arruinan los espectáculos deportivos, para los grandes medios de comunicación, son muy parecidos que los que rompen las baldosas y bancos para agredir a los piedrazos a las fuerzas de seguridad, cuando en el Congreso se vota un ajuste contra los y las jubiladas, por ejemplo.
Sabemos muy bien que la apropiación del leguaje también es parte de la batalla cultural. Por eso viene bien repasar la definición de diccionario de la palabra “Inadaptados”: “Individuo que no participa de los objetivos o normas vigentes en su sociedad”.
Ahora que la Conmebol decidió que el partido de vuelta de la final de la Copa Libertadores de América se juegue fuera del país porque acá no están dadas las condiciones para jugar, el bochorno deportivo pero en especial el político, se expande de modo extraordinario. Un logro de la Alianza Cambiemos.
Ni las autoridades políticas de la Ciudad ni de la Nación abrieron la boca durante el fin de semana, mientras millones de personas miraban atónitos por la tevé un espectáculo lamentable, en especial para sesenta y cinco mil hinchas de River que pasaron una jornada inolvidable por el maltrato, la angustia y la tensión.
Pero lunes hablaron Macri, Bullrich y Garavano. No se podía esperar más. Cualquier asesor político hubiese sugerido lo mismo: hay que salir a poner la cara. ¿Qué hicieron? Echarles la culpa a los inadaptados. Parecían dirigente de la oposición. Macri forzó todo lo que pudo su indignación, con ampulosos movimientos de mano y el endurecimiento de las facciones de su rostro con ojos color cielo: "No queda otra cosa más que persistir, rechazar a los violentos y a las mafias que están detrás de esta violencia. La única sociedad posible es en la que rige la ley y donde todos somos iguales".
La prensa se ocupó, en especial, del caso de la madre que escondió pirotecnia debajo de la ropa de su pequeña hija. Un escándalo. Una inmoralidad que para los que pagamos impuestos y tarifazos en el servicios, leemos los portales de Clarín, La Nación e Infoabae, resulta inaceptable. Pero, ¿tener cuentas en paraísos fiscales no es de inadaptados? ¿Y deberle al Estado nacional más de 70 mil millones de pesos y tratar de esquivar el asunto ahora que estoy a cargo del mismo Estado? ¿Perseguir jueces y camaristas? ¿Mentir de modo sistemático, tanto en una campaña electoral como a cargo de la gestión de gobierno, no merece que te tilden de inadaptado? ¿Participar de una fiesta bolichera pocas horas después de haber decretado duelo nacional luego de muerte de 44 submarinistas, cuenta como inadaptado? Sí a todo.
¿Rebajarle un 13 por ciento a los jubilados y estatales, hace ya algunos años, es estar adaptado o no a los cánones morales o éticos de una sociedad? Y otra para Bullrich: Haber ordenado la cacería de mapuches que derivó en la desaparición forzada de Santiago Maldonado y tener una muy posible responsabilidad en el ocultamiento de su cuerpo durante setenta días para hacerlo aparecer tres días antes de la elección legislativa, cuenta como adaptada? ¿Hacerle inteligencia a la familia, víctimas del accionar del mismo Estado que tuvo responsabilidad en la muerte de tu ser querido? ¿Y el asesinato de Rafael Nahuel? ¿Cómo se adapta la familia a eso? ¿Y la represión, cacería, detenciones al voleo y armado de causas de las represiones en el Congreso durante 2017 y 2018? ¿La detención de tuiteros? ¿Haber impulsado al suicidio a un fiscal y luego explotar electoralmente su muerte?
¿Anunciar que la organización del River-Boca será un juego de niños si se tiene en cuenta que el Estado se va a hacer cargo del dispositivo de seguridad del G20, habla de una funcionaria adaptada a qué?
¿Y las presas y presos políticos que hay en la Argentina? ¿Y la deuda externa generada de modo espurio en beneficio de unos pocos y en detrimento de millones de compatriotas? ¿Son inadaptados los que toman esas decisiones? Sí, claro.
¿Qué nivel de adaptación social tiene un gobernador como Morales que copó el tribunal de justicia de su provincia con su familia y funcionarios adictos para convertirlo en una maquinaria de persecución en contra de su adversaria política, a la que odia, aparte, por cuestiones de clase?
¿Y los ministros que tienen evidentes conflictos de intereses por formar parte de la dirección de empresas del sector privado que realizan actividades económicas ligadas al área que ocupan, como Dietrich o Mario Quintana? ¿Son adaptados o inadaptados? ¿A qué?
¿Es una inadaptada la gobernadora María Eugenia Vidal, denunciada por centenares de bonaerenses por haber sido utilizados como supuestos aportantes a su campaña electoral de 2015 y 2017? Sin dudas. Pero pareciera adaptarse muy bien al universo de la televisión, a la que asiste cada dos o tres días, para forzar gestos, muecas y enunciados. No se adapta, eso sí, a los mandatos de la normativa provincial o nacional, y organismos internacionales, que exigen que en las comisarías bonaerenses no se mantenga privada de su libertad a ninguna persona. Hace unos días murieron calcinados ocho hombres jóvenes, y pobres. Inadaptados, eso sí.
Si hay una certeza que por estas horas nos nace de la boca del estómago, a millones, es que nunca nos vamos a adaptar al modelo de país que pretende imponer Cambiemos. Son ellos los que no se adaptan a las necesidades de las grandes mayorías de nuestro país, que tienen que ver con el trabajo, la producción, la ciencia, la educación, la salud, la seguridad y la concreción de los proyectos de vida individuales y colectivos.