Por Pedro Sarmiento
Vamos, vamos, Argentina,
vamos, vamos, a ganar,
que esta banda quilombera
no te deja, no te deja, de alentar.
De la Scaloneta al Frente de Todos
Quien se sienta a ver a la Selección Argentina sabe más o menos qué esperar. El dos y el seis son impasables, el cinco corta y juega, los volantes se la dan al diez y Messi gana los partidos, asistiendo al nueve o haciendo él mismo los goles. Porque la Scaloneta no solo es la épica de ganar, sino también la importancia de tener una idea de juego. El Frente de Todos necesita de forma urgente aprender de esa experiencia.
En 2019 hubo un buen arranque: armamos un equipo y ganamos las elecciones. Pero la lógica de engranaje, de estrategia definida y rumbo claro, la quedamos debiendo. Ya pasaron tres años y todavía no sabemos a qué jugamos. El que jugaba de cinco se fue y dejó un quilombo casi irreparable. Los centrales están en cualquiera y dejan a los del otro equipo solos frente al arco en todas las fechas. Los volantes no funcionan, el nueve que tiene que hacer los goles todavía no se puso los botines (o no agarró la lapicera). Qué idea de juego puede haber si todavía seguimos esperando una mesa política que tome definiciones coordinadas en todas las áreas del gobierno, que nos marque el rumbo a la sociedad y a los y las militantes. Y sin embargo, la que tiene la diez sigue pidiendo la pelota.
El pilar fundamental de la Scaloneta fueron –además de Messi– los pibes jóvenes que llegaron a la Selección con ganas, alegría y sin esa mochila pesada de haber perdido tres finales. Ese fue el kilómetro cero de la reconstrucción de nuestra Selección Argentina, un equipo que hoy nos llena de ilusión, expectativas y esperanza. En lo que viene, la juventud tiene que dar un paso al frente para rodear a Cristina de alegría, responsabilidad y ganas de transformarlo todo. La fuerza de la esperanza, organizada.
Luchemos y volvemos
Lionel Messi usa la diez y lleva la cinta de capitán. Hace la arenga en el vestuario y dice qué hacer en la cancha, y sus compañeros le dan la pelota porque saben es el mejor, que darle la pelota es la mejor jugada. Él lo sabe y sus compañeros también. En el Siglo XX tuvimos a Perón y a Maradona; en el Siglo XXI tenemos a Messi y a CFK. Porque Cristina no solo es la esperanza, también es la mejor.
Sin embargo, el Cani necesitó que el Diego juntara tres tipos y lo dejara sólo frente al arquero. Fideo picó al vacío y Rodrigo se la tiró atrás del tres brasilero. Se juega en equipo, porque Barrilete Cósmico hay uno sólo, y surcó el verde césped una sóla vez. Nuestra difícil tarea es encontrar al resto de los jugadores y jugadoras que le pasen la pelota a Cristina, o que estén ahí para recibir un pase entre líneas de ella.
Para que encabece la lista, ganemos las elecciones y volvamos a ser un pueblo alegre, todos y todas tenemos que hacer el esfuerzo de bajarnos del caballo al que nos subimos y comprometernos a transformar lo imposible en inevitable. Porque si ella va a hacer todo lo que haya que hacer, como decía el General: todo en su medida y armoniosamente, nosotros y nosotras tenemos que estar dispuestos y dispuestas a hacer el doble. Cuando Messi arranca y te tira una pared, necesita que se la devuelvas para hacer el gol.
El operativo clamor no puede ser solo clamor. Tenemos que dar mucho, y por sobre todo dejarnos conducir. Luchar hay que luchar, siempre ¿Pero cómo? Volver también ¿Pero para qué?
Devolver la pared: organizar la lucha, ordenar de nuevo
En el 2019, cuando nuestra coalición llegó al gobierno, le ofreció a la ciudadanía un contrato electoral que generó expectativas de crecimiento y futuro para las familias de nuestro país. Al día de hoy, ese contrato no ha sido cumplido. Hace tiempo que nuestra gente está decepcionada y caliente.
Pero la persecución contra Cristina hizo que el pueblo se vuelque masivamente a las calles y pida pista. Se mostró en Juncal; y en La Plata se confirmó: la esperanza siempre llena más la cancha que el enojo y la decepción. Hay que sostener la llama que se encendió en Juncal y que volvió a aparecer en la capital de la Provincia de Buenos Aires. Cristina pidió recuperar la alegría, entonces ese tiene que ser el eje transversal de todas nuestras acciones militantes. El 17 de octubre que soñábamos fue el 2 de septiembre en Plaza de Mayo, pero fue un 17 marcado por la tristeza, aunque la bala no haya salido. Ahora lo que toca es que desborde la felicidad. No vamos a poder convencer a nadie si seguimos tristes, deprimidos y enojados. Para arrancar, la moral bien alta.
Si Cristina pide un nuevo consenso democrático, hay que salir a las plazas a reconstruir la democracia desde abajo, con quienes piensan como nosotros y nosotras, y sobre todo con quienes no, necesitamos militantes de nuestro país, sin importar el partido politico.
Si Cristina dice que las empresas están aumentando los precios demencialmente, hay que estar en los supermercados organizando consumidores para denunciar. La línea es clara: el pueblo ya puso bastante, ahora toca que pongan los de arriba, los que se la están llevando en pala.
Mochila sobra: las multisectoriales contra los tarifazos durante Macri, o los Mirar para Cuidar de Cristina, son experiencias acumuladas de la militancia que tienen que ser puntapié para una gran acción ciudadana por precios justos (en serio), con intervenciones en las grandes cadenas; con los vecinos y vecinas como controladores de precios.
Si Cristina pide suma fija, hay que volantear cada esquina y explicar de cara a los trabajadores de qué se trata la propuesta. Tiene que estar en boca de la gente. ¿Quién no necesita pegar un salto en el sueldo? Pintadas, más de las que ya hicimos. Volanteadas, más de las que ya hicimos. Charlas en los barrios, con los trabajadores y trabajadoras, en todos lados. El acto en la UOM no puede pasar desapercibido, debemos militar para recomponer el poder adquisitivo del salario, y que la puja distributiva la empecemos a ganar las y los laburantes.
Si Cristina nos habla de seguridad y orden, tendremos que encontrar las herramientas para salir a militar esos conceptos. A formarnos, a discutirlos, a llegar a síntesis comunes y encontrarle la vuelta para llevar acciones cotidianas en los distintos territorios. Sin simplificaciones berretas, haciéndonos cargo de lo que nos toca.
Devolverle la pared a Cristina es hacer lo que ella nos dice que tenemos que hacer. No debería ser tan difícil.
Volvamos a ser lo que fuimos y a hacer lo que hicimos
Lo dijo Cristina en el alegato de defensa luego del pedido de sentencia del fiscal Diego Luciani (que de Diego no tiene nada): hay que volver a hacer dos veces lo mismo. En La Plata profundizó ese concepto diciendo que podemos volver a tener ese país, porque ya lo hicimos. Evidentemente no se trataba de “volver mejores”, simplemente se trataba de volver a hacer lo que ya habíamos hecho. Del 2003 al 2015. Kirchnerismo de Kirchner, de Néstor y de Cristina, de Cristina y de Néstor.
A quienes estábamos llegando a reserva la primera vez, hoy nos toca jugar con ella. Quienes tuvimos el privilegio de crecer e iniciar nuestra participación política en el kirchnerismo, que la mirábamos en los patios militantes como La Araña lo miraba a Lío por la tele, ahora tenemos que ofrecerle a Cristina la fuerza para hacerlo de nuevo. La fuerza de la juventud y la ocurrencia.
Nuestra generación, la de los veintimedios y los treintimuycortos, fue la segunda oleada de jóvenes que se volcó a la política. Crecimos creyendo que tener un gobierno que nos representara e interpelara era moneda corriente. Hoy está de moda hablar de libertad, pero nadie fue más libre que nosotros y nosotras.
La libertad de verdad es poder elegir, y cuantas más posibilidades para elegir tenés, más libre sos. Libertad es que te devuelvan la posibilidad de creer en la política, y no que te persigan por pensar distinto. Libertad es el derecho a casarte con quien elijas, y no que te metan presa por besar a otra mujer. Libertad es que todas las infancias tengan una cuna, que los pibes y pibas tengan acceso a una computadora para estudiar (y para jugar, eso también es libertad). Como dice Cristina: que nadie venga a explicarnos a los y las peronistas lo que es la libertad.
Somos los pibes y pibas de familias que pudieron planificar, organizar y proyectar, porque eran libres de soñar con una casa propia, con la certeza que era un sueño alcanzable. Porque iban al supermercado y no les metían la mano en el bolsillo. Porque en su país no tenían al Fondo marcándoles la cancha. Porque éramos un país serio. Porque Nestor prometió y cumplió. Porque ella se la jugó y profundizó. Porque la libertad no es solo un slogan que garpa. Libertad es Cristina Fernández de Kirchner, por eso la quieren privada de su libertad.
Hay otra generación de jóvenes. Hay otra ola de militantes, una tercera y cuarta si se quiere, que se volcaron a la militancia en dos de los momentos más difíciles de los últimos tiempos. La tercera, los pibes y pibas de la resistencia. Los que, para cuando tomaban conciencia de la libertad en la que vivían, estaban muy cerca de verla arrasada. Esos que vieron llegar a la derecha y se fueron incorporando, más temprano que tarde, a lo que para nosotros era toda una novedad: la militancia opositora. Juntos y juntas vimos cómo cada conquista se perdía. Cómo las Qunitas ardían, cómo las tarifas subían, cómo los trabajos se perdían. Los sueños se alejaban y la vida se desorganizaba, como la selección de Sampaoli en Rusia 2018.
Pero resistimos. La bancamos y estuvimos donde había que estar: al lado de la gente, con Cristina capitana. Y los sacamos. Esos pibes y pibas que se sumaron a resistir tenían la esperanza de alcanzar la libertad que casi llegaban a recordar. Pero jugar bien no siempre es ganar, y ganar tampoco alcanzó.
Y la cuarta, los pibes y pibas de la pandemia. Motivados por la victoria, esperanzados por las promesas de futuro o movilizados por la realidad de ciencia ficción, lo cierto es que del 2020 para acá hay pibes y pibas que se vuelcan a la militancia, una vez más. Pibes y pibas que hasta hoy, como los de la resistencia macrista, la militan toda sin haber podido todavía ser libres de verdad.
Ganar no nos devolvió al 2015, pero nosotros y nosotras, nuestra generación, no podemos dejar que eso frustre, aleje o genere descreimiento. Esos pibes y pibas se merecen tener un proyecto político en la Casa Rosada que les devuelva un poco de todo lo que ponen día a día, porque como dice Máximo, militan como si gobernaran Perón, Evita, Néstor o Cristina. Y tenemos que partir desde ahí como un trampolín que nos impulse a transformarlo todo de nuevo, con la certeza de que nunca vamos a jugar para atrás.
Es nuestro tiempo, somos el relato vivo de que otro país es posible. Fuimos libres, militamos con alegría, vivimos el kirchnerismo y hoy nos toca empezar a jugar de titulares un partido muy importante. Nuestra tarea es recuperar la alegría que nos caracterizó. Contagiar de eso a quienes vienen atrás. Hay que invitar a imaginar, a inventar, a soñar.
Ponderar nuestra identidad colectiva resulta clave: somos el proyecto político que pudo, que lo transformó todo y que le reorganizó la vida a la gente. El cambio somos nosotros y nosotras. Lo hicimos y lo queremos volver a hacer. En la sociedad todavía está latente ese recuerdo. Por eso le ganamos a Macri en cuatro años, y por eso Cristina es el presente, el futuro y la esperanza. Trabajemos todos los días para acompañarla porque no se trata de “llegar competitivos” como dicen en todos los sets de televisión los propios y los ajenos, se trata de devolverle la felicidad a nuestro pueblo.
Volvamos a ser campeones - y bien libres - como del 2003 al 2015. Próxima parada: la esperanza (y Qatar).
(En abril de 2022 publicábamos la primera nota de la idea fuerza denominada kirchnerismo para centennials, acá.