Por Claudio Colombatti (Psicoanalista)

El ser humano constituye su imagen de sí mismo, su yo, tomando como modelo a otro. Lacan lo explica en  “El estadio del espejo como formador de la función del yo (je) [1949] Jacques Lacan (Escritos 1)”.

Así como nos identificamos con un semejante, con un otro como modelo, entramos en un margen de alienación.

En tanto, la cultura es un orden social en el que debemos incorporarnos desde pequeños. Lo que requiere frenar nuestras pulsiones (resto de instintos animales muy primarios en el ser humano, como por ejemplo los impulsos agresivos), para pertenecer  a una familia, a un grupo de amigos, a una escuela, a un trabajo, o a círculos culturales.

Entonces, desde nuestra constitución psíquica hay un estado de alienación.

La alienación es propia y necesaria para entrar en una cadena de reconocimientos e intercambios, en la que podemos avanzar hacia la realización personal que implica no solo cierto grado de satisfacción pulsional, sino también cierto reconocimiento del otro.

Sin embargo, Lacan también nos dice en el seminario XI sobre la alienación y separación,  pág. 221 “Separare, separar… del latín… se  parer... el parirse en este caso”

Esto significa que en el comienzo no hay otra forma de ser humano que no sea por el pasaje por la alienación, pero el destino es la separación. En este caso el sujeto se debe apropiar de su separación y apropiarse de lo recibido para hacer algo con aquello que recibió y de lo que se apropió.

Si lo pensamos en términos sociales, políticos, históricos y culturales

Nuestro país tiene una historia en la que los habitantes en su tierra fueron colonizados por España. Recibimos del colonizador la cultura, la religión. En un momento nos separamos de España y empieza a organizarse el país que hoy tenemos. Nuestros próceres fueron a estudiar a universidades de Europa y trajeron las ideas de la revolución francesa: Libertad, Igualdad, Fraternidad. Entonces nos apropiamos del territorio y constituimos un país soberano. Es decir, lo gobernamos. Fuimos administrando nuestros recursos con idas y vueltas, por ejemplo, con el petróleo, creamos YPF.

Subjetividad y soberanía

La subjetividad de nuestra época es algo que merece mucho análisis.

¿Qué factores hacen que se produzcan fenómenos como los que estamos viviendo?

En El Eternauta se ve claramente cómo una parte de la población termina quedando totalmente alienada, enajenada. No piensa por sí misma. Una fuerza exterior pareciera haber neutralizado su capacidad de análisis, su pensamiento crítico, su juicio.    Inclusive se ataca a aquellos que no pertenecen al grupo de alienados.

Una parte del territorio está tomado por estas fuerzas enajenantes.

Una buena metáfora de época: primero se genera un gigantesco caos, desesperación, confusión y hasta guerra interna (es necesario incentivar la desunión, para luego tomar un territorio). La alienación es la clave para quedarse con el territorio y sus recursos, territorio al que ya nadie más defenderá.

La repetición

En el XVIII brumario de Luis Bonaparte, Marx dice recordando a Hegel que en la historia hay una repetición. Una vez como tragedia (toma del poder por Napoleón I, 1799) y otra como farsa, intento del golpe de estado por Luis Napoleón en 1851.

En tanto, Freud también nos habla de la repetición de un sujeto, por ejemplo en: “Recuerdo, reelaboración  y repetición”...“El paciente repite en lugar de recordar”… (Tomo XII pág. 153 Amorrortu E.).

Para Freud, el análisis debía apuntar a hacer consciente lo inconsciente, esta sería una elaboración de lo inconsciente reprimido (el que nos lleva inexorablemente a una repetición).

En 1989, en nuestro país, se produjo una inflación que hoy nos resulta difícil imaginar. El valor del dólar subió en poco tiempo más de treinta veces su valor inicial. Se produjo  caos social, confusión, incertidumbre. En ese momento el peronismo estaba en un proceso de renovación con Cafiero. Pero apareció un político con una personalidad distinta, que prometía sacarnos de ese infierno: El Dr. Carlos Saúl Menem surgió como un salvador. “No los voy a defraudar”.

Durante el gobierno de Menem, la idea era reducir el gasto público, achicar el Estado,  por lo que hubo miles de despidos.  La deuda se triplicó, llegando a más de ciento cuarenta mil millones. Se privatizaron empresas públicas y recursos naturales. Se trataba de recaudar dólares para mantener la convertibilidad: un peso, un dólar. Se abrió la puerta a la importación de productos que terminó debilitando a las pequeñas empresas. Se generó desocupación, pobreza, crecimiento de la deuda y pérdida de soberanía. Todo eso concluyó en la crisis del 2001: “Que se vayan todos”.

El actual gobierno tomó como modelo esa época y ese modelo de Carlos Menem. Toma deuda, abre la importación, reduce el Estado (ya echaron 40 mil empleados públicos), privatiza recursos.

No hace falta explicar más para entender dónde termina esto.

Freud nos alerta: “Lo que no se recuerda está destinado a repetirse”

La alienación es el primer objetivo para no poder pensar. Si no podemos pensar, la historia se nos repite.