El presente distópico que construye Laura Saks en su segunda novela, Efecto comosiná, perturba. No sólo en relación a la trama, que se enrarece capítulo a capítulo, sino también por las peripecias del protagonista, Mario, con quien sentimos empatía por padecer los flagelos de una época marcada por la alienación y el individualismo de un capitalismo tan pero tan salvaje que hasta la producción de clones humanos está naturalizada. Pero el efecto de que acá no pasa nada -como si nada-, también golpea de la mano de la prosa, con la que la autora pone en juego un mecanismo que abona a la sensación de agobio permanente. Laura juega con el lenguaje, lo subordina a la historia, lo enreda en la neurosis de los personajes y la época –la trama se desarrolla dentro de unos veinte años-, e interviene de modo incisivo y con una alta dosis de humor -la mitad de las veces, con expresiones en inglés- para hacer así más tolerable la sensación de desamparo y asfixia.
El consumo problemático, la precarización laboral, la mercantilización de nuestras vidas, el individualismo y la apatía con el otro, son los asuntos vitales que aborda Laura, licenciada en Ciencias de la Educación, y técnica superior en Pedagogía y Educación Social.
¿Cómo fue el proceso creativo del libro? ¿Nace de una imagen, una idea, un temor?
Por algún motivo, en la pandemia se me dió por ingresar al mundo de la ciencia ficción, por lo que leí varios libros de autores icónicos como Isaac Asimov y Ray Bradbury, entre otros. Quedé tan fascinada que me dieron ganas de escribir algo de ese estilo. Por otro lado, también dentro del universo de la ciencia ficción, Black Mirror fue una serie que me marcó, por así decir. Cada episodio me dejaba pensando y bastante incómoda, tanto conmigo misma como con la sociedad en general. Por eso, si tuviera que decir de dónde nace esta novela, diría que de un maravilloso aunque angustiante encuentro con este género artístico.
En cuanto al proceso creativo, debo decir que nunca sé lo que voy a escribir hasta que efectivamente me siento a escribirlo. Admiro a quienes imaginan una historia de principio a fin para luego plasmarla en un texto. A mí me resulta imposible. Por eso, en este caso el relato se fue construyendo a medida que lo escribía, no al revés.
¿Podemos afirmar que Efecto Comosiná es una novela con la que haces una crítica al anarco capitalismo deshumanizante? ¿Lo escribiste antes de que asuma Milei?
Interesante pregunta. Escribí la novela mucho antes de la asunción de Milei (de hecho, incluso antes de que se hablara siquiera de las elecciones). Si bien el libro es, en efecto, una crítica al neoliberalismo explotador, alienante y deshumanizante, es cierto que, a la luz de los sucesos posteriores a su publicación, puede leerse desde otra perspectiva.
En este sentido, pienso que las características del sistema de producción capitalista son estructurales, lo que hace que la novela tenga sentido independientemente del gobierno de turno, pero también pienso que no es lo mismo un gobierno nacional y popular, que busca construir una patria más justa y soberana, que un gobierno cipayo, que impulsa un individualismo extremo y detesta la construcción colectiva. Por eso, si bien la novela no fue escrita en tiempos de Milei, es tanto una manifestación contra de este tipo de gobiernos, así como una crítica a las desigualdades estructurales del capitalismo.
¿Por qué decidiste que uno de los temas que aborda la novela sea la clonación?
En su momento escuché un episodio de un podcast de la Revista Anfibia que, entre otras cosas, habla sobre clonación. Me resultó bien interesante y me pareció que podía ser una puerta de entrada a la escritura de ciencia ficción. De todos modos, una vez elegido el tema, al avanzar con la escritura me di cuenta de que la clonación era una buena excusa, por así decir, para tratar temas que siempre me convocaron, como la identidad, la soledad y la salud mental.
Efecto comosiná fue publicada por Azul Francia.
El humor y la ironía están muy presentes en la voz narrativa. ¿Es un estilo, o en la novela utilizás esos recursos para aliviar la densidad de la trama?
En un primer momento yo quería escribir algo, si se quiere, tenebroso, pero al avanzar con la escritura, la historia me llevó por otros caminos. Si bien es cierto que la novela toca temas densos (la soledad, la alienación y el consumo problemático de estupefacientes, entre otros), también es cierto que lo hace desde la ironía y el humor, lo que, estoy de acuerdo, le imprime cierta cuota de liviandad.
Esto suele suceder: cuando quiero escribir algo inquietante, la obra termina por ser más graciosa que otra cosa. Es un poco una maldición y una bendición a la vez, ya que no puedo (en efecto, no me resulta posible) escribir de otro modo, pero al mismo tiempo ese modo me permite tocar temas complejos sin solemnidad.
En definitiva, si bien la ironía y el humor son sin duda un estilo, dado que no puedo (aunque a decir verdad tampoco quiero) evitarlo, lo utilizo, o intento utilizarlo, para abarcar cuestiones complejas de un modo ameno.
El narrador interviene de modo permanente en el texto. ¿Tomaste esta decisión con un objetivo puntual?
No, no fue con un objetivo puntual sino que tiene que ver, de nuevo, con un estilo. Mi primera novela, “Experimento feminista en plena metamorfosis”, está escrita en primera persona (la narradora es a su vez la protagonista), por lo que resulta imposible e indeseable que no intervenga de modo constante en el texto. Sin embargo, aunque Efecto Comosiná está narrada en tercera persona, pienso que el hecho de que el narrador intervenga de forma permanente genera, o puede generar, cierta cercanía, incluso complicidad, con el lector. En este sentido, el narrador interventor, por así decir, termina por ser un condimento indispensable del relato, ya que logra, o intenta lograr, formar parte de la historia, así como entablar una suerte de charla de café con el lector.
¿Qué estás leyendo en este momento? ¿Estás escribiendo algo nuevo?
Actualmente estoy leyendo Sólo lo efímero, editado por Azul Francia al igual que Efecto Comosiná. Es un libro de cuentos de Nicolás Sack, amigo y compañero del taller de literatura.
Sí, estoy escribiendo una tercera novela. Es mi primera novela judía, como suelo decir. Tiene tintes autobiográficos, ya que se trata de una familia judía de clase media, progresista, con padre y madre profesionales, y que vive en el bonito barrio de Villa Crespo. La protagonista es la hija de la familia, una adolescente que tiene un hermano menor (en verdad yo tengo un hermano mayor, pero no todo es autobiográfico en la vida).
Si bien en mis dos novelas publicadas hay cuestiones, por así decirlo, freudianas (por caso, la mención a la neurosis, la angustia y el psicoanálisis), en la novela actual esto es fundamental, parte indispensable de la trama. Es una novela en la que mezclo, o intento mezclar, la identidad argentina y judía de la protagonista y de su familia, así como tocar temas densos (el sufrimiento adolescente, los desórdenes alimenticios, entre otros), como siempre, desde la ironía y el humor.
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Laura participa desde hace más de diez años participa del taller de escritura de Diego Paszkowsk, espacio creativo en el que trabajó su primera novela, Experimento feminista en plena matamorfósis, publicada en 2019 también por el sello Azul Francia.