La primera parte de la cobertura se puede leer acá.
Buenos Aires no cesa de celebrar a Luis Alberto Spinetta, y las tablas del CCK, aquellas que lo homenajearan tiempo después de su partida (“Tu Vuelo al Fin”, en 2015), volvieron a llenarse de magia, durante el presente 2022, a través de siete conciertos que reversionaron igual cantidad de discos de imprescindible escucha. Así es como dentro del catálogo elegido pudimos encontrar obras como Almendra, Artaud, Kamikaze, Peluson of milk, Los ojos y Tester de violencia, bajo la dirección de expertos músicos de la talla de Andrés Beeuwsaert, Nadia Larcher, Loli Molina, Javier Malosetti, Lucio Mantel, Mono Fontana, Hernán Jacinto y Claudio Cardone.
La carrera musical de Luis fue una indetenible aventura de ritmos y melodías complejas, fusiones de géneros por cuyo torrente fluyó un cauce de inquieta vibración sonora, visual y poética. La fundacional banda Almendra (1969-1971), sus proyectos más experimentales (“Spinettalandia y sus Amigos”, 1971), su ambicioso manifiesto personal “Artaud” (1973), su atípica experiencia norteamericana (“Only Love Can Sustain”, 1980), su álbum trunco junto a Charly García (compusieron “Rezo por Vos”, en 1985) y sus amadas 'Bandas Eternas’, aquellas que reuniría en el histórico concierto de Vélez '09, acaso la perla preciosa de su inmortal legado. Punto de referencia insoslayable de la tribu generacional que lideró a las puertas del nacimiento de nuestro rock, Spinetta fue, es y será un ser de ardiente luz, bajo cuya impar perspectiva musical se refleja un símbolo de referencia cardinal. Nuestro Capitán Beto, nuestro jinete cósmico, esa águila amarilla que traza con polvo de oro el cielo: ¿alguien te descifró? ¿alguien captó el mensaje?
Prodigio musical, corazón iluminado, creador indómito e indetenible guerrero, sus canciones transforman la escala musical en fortaleza planetaria para iluminar un camino que fertiliza, a su paso, notas fulgurantes que articulan un arte sublime. La obra de El Flaco representa un vuelo al infinito y la revelación de un mañana mejor, cuando ya es mañana. También la imperecedera enseñanza de un maestro eternamente sabio, solidario y humilde. Pionero ineludible, sus celestiales acordes y prístina voz nos movilizarán por siempre; su reveladora y aleccionadora lírica nos trascenderá, acaso animándonos a redescubrir sugerentes dobleces y alegóricos sentidos en círculos infinitos. El fenomenal ciclo “Luis Alberto Spínetta: Discos Esenciales” nos da la bienvenida a un apasionante recorrido a través del inmortal universo creativo de uno de los padres fundadores de nuestro rock nacional.
Agenda del ciclo
Luis Alberto Spinetta - Peluson of milk (1991)
Dirección: Juan Carlos “Mono” Fontana
Sábado 27 de agosto, 20 h – Auditorio Nacional
Con dirección de Juan Carlos ‘Mono’ Fontana, contó con una banda de músicos históricos del Flaco -integrado por Claudio Cardone en teclados, Guillermo Arrom y Bruno Marchetti en guitarras, César Franov en bajo y Sergio Verdinelli en batería- y tres cantantes invitadas: Natalia Pellegrinet, Roma Vayone y Florencia Ruiz.
Principales canciones: “Seguir viviendo sin tu amor”, “Lago de forma mía”, “Ganges”, “Domo tu”, “La montaña”, “Cielo de ti” y “Hombre de lata”.
Vera, musa inspiradora
Junto a su banda estable por aquellos años -integrada por Juan Carlos 'Mono’ Fontana, Claudio Cardone, Guillermo Arrom y Javier Malosetti-, Spinetta concibe su décimo disco en solitario. Sucesor del vivo “Exactas” (1990) y de la edición recopilatoria “Piel de Piel” (1990), este álbum se encuentra emocionalmente atravesado por un músico a punto de convertirse en padre por cuarta vez (su esposa, Patricia, estaba embarazada de Vera). Incluyendo canciones como “La Montaña” y “Cielo de Ti”, “Peluson of Milk” (1991) se recuerda a la placa, especialmente, por el pegadizo tema que abre el disco. “Seguir Viviendo sin tu Amor” es una perfecta maquinaria pop, con la que Spinetta termina de abrazar la modernidad musical.
Con la concreción de su precursor videoclip -dirigido junto a su inseparable amigo, el músico y fotógrafo Eduardo 'Dylan’ Martí y responsable de casi todos sus experimentos visuales-, El Flaco, una vez más, demuestra estar a la vanguardia de la industria musical. Una máquina proyecta rayos de colores sobre el rostro del cantante, iluminando un cuarto a oscuras. Nuevamente con miras a explorar perspectivas visuales para su obra, potencia la riqueza expresiva de un arte hoy perdido dentro de la industria. El primer corte comercial del disco “Peluson of Milk” posee una economía de recursos digna de mencionar. No obstante, hace de su sencillez una aliada imprescindible, potenciando su impronta estética. A más de treinta años de su debut con Almendra, y conmovido por el inminente nacimiento de su hija, Spinetta concretaba el hit más pegadizo de toda su carrera.
Luis Alberto Spinetta – Kamikaze (1982)
Dirección: Lucio Mantel
Sábado 1 de octubre, 20 h – Auditorio Nacional
Con Lucio Mantel en dirección, arreglos, guitarra y voz, Nicolás Rainone en contrabajo, bajo eléctrico, guqin y voz, Alejandro Franov en piano, teclados, tabla y sitar y Martín Lambert en batería y octapad. Como invitados, participaron Juana Aguirre, Candelaria Zamar, Raúl Orozco y Fernando Barrientos en voces y el Cuarteto Divergente, con Alejandro Terán en arreglos y dirección para cuarteto de cuerdas, Javier Casalla en violín, Julio Domínguez en violín y Jacqueline Oroc en violoncello.
Principales temas del disco: Ella también”, “Almendra”, “Y tu amor es una vieja medalla”, “Quedándote o yéndote”, “Águila de Trueno” y “Barro tal vez”
La búsqueda incesante
“Kamikaze” fue el cuarto álbum solista editado por Luis Alberto Spinetta, desde su debut con “Spinettalandia y sus Amigos” en 1971, siempre y cuando no consideremos a “Artaud” (Pescado Rabioso, 1973), proyecto semi-solista encarado por el compositor. Fue grabado en los estudios Del Cielito, entre febrero y marzo del ’82, y lanzado al mercado en abril, un mes signado por el estallido de la Guerra de las Malvinas. Si bien el disco incluye temas creados por El Flaco a lo largo de diversas épocas, resulta singular su track número seis: “Barro Tal Vez”, una precoz composición acústica de un
Spinetta todavía adolescente. Realizando un recorrido por sus canciones, se destacan los bellísimos arreglos de teclado de Diego Rapoport para ese poema visual llamado “Ella También”, la fascinación del compositor por las culturas indígenas de América (“Alma de Trueno”) y la preciosa e iluminada “Quedándote o Yéndote”, en co-autoría junto a su amigo Eduardo Martí.
“Kamikaze”, la canción que da nombre al álbum, nos habla acerca del sacrificio de la existencia humana en pos de un ideal ajeno a todo sentido común. Si bien el músico se inspiró en el libro “Los Kamikazes” de Fernando Castro, su obra -por enésima vez- contemplaba cuestiones de rigor actual (el citado conflicto bélico) para dialogar con temáticas de profunda urdimbre social: El Flaco testimonia a los chicos de la guerra. Luego de su controvertida -e incomprendida por la crítica- experiencia en Estados Unidos (la grabación del disco en inglés “Only Love Can Sustain”, en 1980), Spinetta regresaba a su mejor forma musical. De “Kamikaze”, se recuerdan sus presentaciones en el mítico Estadio Obras, los días el 14 y 15 de agosto de aquel año de su estreno.
Luis Alberto Spinetta – Téster de violencia (1988)
Dirección: Javier Malosetti
Sábado 3 de diciembre, 20 h – Auditorio Nacional
Con Javier Malosetti en dirección, bajo eléctrico y voz, Guillermo Arrom y Sebastián Lans en guitarras, Julián Gancberg en teclado y Tomás Luján en batería. Como invitados especiales se sumaron Coti Sorokin, Dhani Ferrón, Gonzalo Aloras, Lula Bertoldi y Titi Stier en voces, Hernán Jacinto en piano y Melanie Williams en batería.
Principales canciones: “La Bengala Perdida”, “El Marcapiel”, “Al Ver Verás”, “Lejísimo” y “Siempre la Pared”.
Genio en años luz
En 1988, Argentina se encontraba, política y socialmente, convulsionada. La democracia peligraba producto de la crisis económica, el acorralamiento sindical y los levantamientos militares. La tensión era palpable, al tiempo que el fantasma de años tan oscuros como latentes volvía a sobrevolar nuestro país. Por su parte, Luis Alberto Spinetta continuaba su prolífico trabajo en estudio para editar su 21° álbum desde su ya lejano debut con Almendra, dos décadas atrás.
Aquellos eran años de profunda actividad para el músico. Venía de grabar “La La La” (1986), junto a Fito Páez, solidificando una carrera solista que había retomado luego de la separación de Invisible, con “A 18' del Sol” (1977). El intérprete había sido un pionero en incorporar sampleos y secuencias electrónicas (adelantándose varios años a la moda en nuestro medio) en “Madre en Años Luz”, de 1984, final registro discográfico de Jade. Repetiría dicha técnica en “Privé” (1986) y en su sucesor: “Téster de Violencia” (1988). Según sus propias palabras, este nuevo álbum buscaba transmitir la cruda y vulnerable esencia del hombre de su tiempo, <>.
Amalgamando sus influencias desde el jazz rock al soft rock, Spinetta concibe un álbum de profundo espíritu existencialista. Adelantado a su tiempo, “Lejísimo” suena futurista y frenética, mientras que “Siempre en la Pared” sondea abismos. En “Al Ver Verás” ‘todo dura un instante’, al tiempo que “El Marcapiel” brinda su luminosa enseñanza de amor. La lúdica “El Mono Tremendo” (interpretada por Emmanuel Horvilleur, Dante Spinetta y Lucas Martí) podría hablarnos acerca de la violencia laboral y la exquisita “Organismo en el Aire” testimonia pesares, acaso, para saber lo que es la soledad.
El clima enrarecido que emergía en el tejido más sensible de una sociedad agrietada en su núcleo inspiraba una lectura por demás comprometida con aquel turbulento presente. La estirpe del disco se refleja en “La Bengala Perdida”, inclaudicable compromiso social de Spinetta, alertándonos acerca de peligrosos y vacuos fanatismos; al tiempo que sienta una máxima superadora: el arte ataca como antídoto a cualquier forma de violencia.
Luis Alberto Spinetta – Los Ojos (1999)
Dirección: Claudio Cardone
Sábado 12 de noviembre, 20 h – Auditorio Nacional
Con Claudio Cardone en dirección y teclados, Mono Fontana en teclados, Nana Arguen en guitarra, voz y coros, Gustavo Luciani en bajo, Rodrigo Aberastegui en guitarra, vos y coros, Agustín Borsini en batería, la participación especial de Baltasar Comotto en guitarra y Rubén Goldín en voz.
Principales canciones: “Ven vení”, “Vera”, “Ekathe”, “Vera, “Guíame”, “Perdido en ti” y “Ave seca”.
En tiempos de su sociedad musical junto a Daniel Wirtz y Manuel Torres, Luis Alberto Spinetta atravesaba un tiempo de profundos cambios y desafíos. “Los Socios del Desierto” constituiría el resumen ideológico de una gesta tan radical como inclaudicable, tras múltiples pleitos con la industria musical para conseguir una compañía discográfica que avale las condiciones de lanzamiento para su debut de un disco doble, un proyecto postergado, excesivo y maldito: la placa doble “Los Socios del Desierto” (1997). Iconoclasta, virtuoso y comprometido socialmente, llegaría a grabar una placa para MTV (“Estrelicia”, 1997) sabiendo reinventarse en la madurez de su carrera. Acaso incomprendido, y jamás buscando la masividad, su férrea ética de trabajo no le permitiría perder un ápice de personalidad ni detener su marcha.
Ser creativo de magnitud insondable, sed verdadera y diáfana voz angelada, fue un artista en el sentido total de la palabra; su legado musical es apenas una veta de su inmensa sensibilidad. Hábil dibujante, lúcido poeta y radiante arquitecto de bellas canciones, abordaría la última de sus bandas en el ápice de sus facultades. Desde su fértil usina creativa de Villa Urquiza, llamada La Diosa Salvaje, nos regalaría “Los Ojos” (1999). Un disco de excelente factura, que, curiosamente, no fuera presentado en vivo. Su gesta nos lega el acto maestro de un alma trashumante que aportó belleza a nuestra vana existencia, explorando la geografía de la esencia humana. Muestra de su incandescente llama creativa, las catorce canciones que componen el álbum son el testimonio de su impar capacidad compositiva, mixturando influencias de rock y jazz, y traduciendo nuevas y personales obsesiones. Hombre invisible, poeta intangible y peregrino de su propio desierto, la preciosa lírica que Spinetta plasma en “Los Ojos” armoniza con bellas melodías que serán un punto de inflexión de cara a su próxima y última etapa solista, al amanecer de un nuevo siglo.