Un rato antes de la función, una docena de integrantes de la murga avanzaron sin apuro hasta la calle principal del predio, mientras los músicos le daban los primeros golpes al parche del bombo y las bailarinas tiraban los primeros movimientos de pies y brazos. Cuando pisaron el asfalto, bajo el sol de febrero, activaron con todo, y a lo largo de diez minutos, tocaron, bailaron y murmuraron algunas letras frente a la marea de visitantes que enfilaba hacia el corazón del parque, en su mayoría, en busca de los escenarios en los que se desarrollaba el festival de Futurock.

Tecnópolis había metido en su abultadísima agenda, por los feriados de carnaval, una celebración murguera que incluía, entre otros hechos artísticos y culturales, las presentaciones en vivo en la sala del Instituto Nacional de Teatro. El lunes había actuado una murga de Montserrat, y ahora martes era el turno de Los Auténticos Rayados de Villa Lugano.

La función comienza de una manera especial, didáctica y divertida: Upa, el presentador, y Mariano, director general de la murga, comparten con el público que llena las gradas (en la sala hay capacidad para 150 personas), los requisitos que tiene que cumplir una murga -según el reglamento de la Comisión de Carnaval, que depende de la cartera de Cultura del gobierno porteño-, para actuar en un corso oficial de la Ciudad.

- Un estandarte, que lleva impreso el tipo de agrupación, su nombre, que generalmente son los tanto de tal lugar y el año de fundación – puntea Mariano.

- Una especie de documento nacional de identidad –sugiere el Upa.

- Exactamente.

- Qué más.

- La murga también trae mascotas.

- ¿Gatitos, perros, canarios? –suelta el presentador, que mide por lo menos un metro noventa; en la platea, se ríen.

- Nada de eso. Hablamos de personitas de 3, 4 o 5 años que salen con nosotros y que son muy importantes porque permitirán que el carnaval tenga continuidad. Ellos son el futuro del carnaval.

- La murga debe tener un 70 por ciento de sus instrumentos que sean bombo con platillo – retoma Mariano, y ahí llaman a uno de los músicos de la murga, que irrumpe desde atrás de un biombo con su correspondiente levita y un bombo calzado sobre el pecho. Le piden que lo haga sonar.

Suena lindo, el parche retumba con calidez dentro de la sala. Lo mismo sucede con los platillos, y su sonido brilloso. La sala, en la que no ingresa luz natural, y equipado con un sistema de luces, sonido y acústica profesional, se llena de aplausos y vivas.

- También podemos tener fantasías –retoma Mariano.

- Yo tengo una con Nicky Nicole, ¿está bien? –interviene el Upa, y otras vez las risas, e incluso una carcajada.

- No se trata de ese tipo de fantasías, sino todo lo que ornamenta, viste y pone linda a la murga cuando gana la calle, como las sombrillas, el estandarte –y señala el de Los Rayados, a sus espaldas- el cartel de nuestra plaza –y lo mira por detrás de su hombro-, una galera, los antifaces.

- Pueden aplaudir, eh, igual es gratis –invita el Upa.

- Por último, en el escenario, lo que se interpretan son recitados, canciones y glosas –cuenta Mariano.

- Qué es glosa, no entendí.

- Te doy la definición técnica: composición poética elaborada a partir de unos versos que aparecen en el principio.

- Impresionante.

Más aplausos, que entonan al Upa, quien ahora levanta los brazos y llama a redoblar la muestra de afecto. Con ese marco, se acerca el micrófono, y anuncia:

- Ahora si, entonces –dispone una voz de locutor, grave, compacta, de corso popular-: señora, señor, amigo, amiga, vecino de Tecnópolis, arrannnnnca, para todos ustedes… ¡el Centro Murga!... ¡¡Los Auténticos Rayados!!... ¡¡¡de Villa Luganooo!!!

¿Cómo te sentiste en la actuación, ahí en la sala?

“Fue una linda fecha para cerrar un carnaval tan raro, en el que hubo mucho menos corsos que de costumbre, pero pudimos salir un poco a la calle, luego de la pandemia, y eso fue un alivio, porque necesitábamos volver”, cuenta Mariano Belve, director general del centro murga, a un costado del galpón, sentado sobre un banquito redondo de cemento.

Con la segunda actuación, dentro de una hora y media, Los Rayados finalizarán una temporada con media docena de presentaciones, contra las quince que realizan cualquier otro año en el circuito porteño, sin pandemia, y sin contar las invitaciones que le suelen hacer murgas amigas, en especial, del sur del conurbano bonaerense.

Hace ya un par de años que Los Rayados están en la máxima categoría que se otorgan en las evaluaciones oficiales, previas al carnaval. Por cada una de las presentaciones reciben un subsidio, que se conforma en base a la cantidad de integrantes de la murga. “Ese dinero está pensando para bancar los micros, pero no solo es insuficiente, sino que lo cobrás en octubre, ocho meses después”.


Belve es el director general de Los Rayados.

¿Y cómo se financian para afrontar los gastos? 

“Con movidas por afuera del carnaval, como las contrataciones para fiestas de egresados, cumpleaños de 15, casamientos y velorios, aparte de rifas.”

Los Rayados nacieron hace ya 27 años, en la escuela Mario F. Alsina, en Villa Lugano, en el marco de un taller de música a cargo de la maestra Norma Romotowski, quien sin siquiera sospecharlo, a partir de esa iniciativa pedagógica, se convertiría en la fundadora y primera directora general de la murga.

Mariano estaba en séptimo grado y era de los más grandes del taller. “Corría 1995, y nosotros teníamos una mirada muy naif del carnaval, en parte porque teníamos 12 o 13 años, y también porque estábamos en una escuela religiosa y ni de casualidad se nos ocurría criticar al presidente, ponele”. Fue en esos primeros encuentros que eligieron el nombre y los colores de la murga, rojo y verde, a partir de un hecho tan azaroso como un sorteo: cada uno había escrito en un papelito sus preferencias.

El proyecto toma cuerpo a comienzos del año 2000, cuando los pibes finalizaban el secundario. “Nosotros creíamos que éramos una murga, pero porque no veíamos a ninguna otra, y cuando empezamos a ir a algunos eventos nos dimos cuenta que en lo artístico, si bien éramos felices, estábamos en cualquiera”. Entonces comenzaron a sumar al espacio a primos, amigos, conocidos del barrio, la mayoría sin experiencia en una murga; comenzaron a andar el camino de la profesionalización.

En el 2001, y por una cuestión legal, los integrantes de la murga le agregaron al nombre del centro murga “los auténticos”, para diferenciarse así de la escuela, que no quería que el espacio original se llenase de gente externa al establecimiento. Lo hicieron para cuidar a la maestra, que seguía con ellos. A la nueva murga la anotaron a nombre del padre de Mariano y el de Juan Modarelli, un pibe de la escuela que en ese momento era uno de los directores del espacio, y que luego de una década de militancia política, hoy es legislador porteño por el Frente de Todos.

La arteria central del predio sigue llena de gente que va y viene. En un rato, Nonpalidece tocará en el Microestadio. Enfrente, del otro lado de la calle, se erige el stand de la UBA –que viene celebrando sus doscientos años- y el galpón de los micro emprendedores del Ministerio de Desarrollo Social. A un costado, en el ingreso del stand de Fondo Nacional de las Artes, un payaso actúa frente a unas veinte personas cómodamente sentadas en sillas de plástico. Desde ahí llega el viboreo de una música alegre, cirquense, las palmas, las risas.

¿Pensaste alguna vez qué hubiese sido de vos sin aquel taller de música la primaria?

“Yo creo que la murga y el carnaval me hubieran llegado igual, porque mi viejo de muy chiquito había salido a bailar, acá cerca, en Florida, pero nunca lo habíamos hablado. En mi casa, al carnaval lo llevé yo. Mi hermano salió muchos años con nosotros, sale mi hijo, mis viejos. Todos somos murgueros, y no lo sabemos hasta que nos enteramos por alguna circunstancia”.


Dos presentaciones realizaron Los Rayados en la sala del Instituto Nacional del Teatro.

¿Qué significa febrero para vos?

“Es el único mes del año en el los fines de semana me despierto a las seis de la mañana, sin despertador. Ayer me dormí a las 3.30 de la mañana y a las 7 estaba despierto. Se trata de una adrenalina única, porque trabajaste mucho para llegar hasta acá, y porque sabés que vamos a ser cien murgueros en la calle y el escenario”.

Un rato antes, en la sala del Instituto del Teatro, Los Rayados entregaron un espectáculo lleno de música, baile, color y glosa, con la que se aludió, centralmente, a las pasiones que movilizan al murguero: el barrio, los colores, el carnaval. Tal como lo hacen en un corso, pero en versión reducida, cinco cantantes, media docena de bailarines y cuatro percusionistas, ofrecieron una doble presentación, una crítica –que cambiaron por un homenaje el persona de salud- y una doble retirada.

Sonaron muy bien, redonditos, combinando las voces y los timbres de las mujeres y varones, en parte porque durante el año ensayan ‘el escenario’, esto es las las canciones y recitados, en una sala de ensayo que uno de los integrantes de la murga montó en su casa.

¿Cómo ves la actualidad del carnaval de la Ciudad?

“Lo que tiene de bueno es que sigue siendo gratuito, y eso claramente es una victoria de las murgas, porque si fuese por el gobierno porteño, estaríamos en un corsódromo, con el pago de una entrada, más elitista, un carnaval privado como el que se hace en Gualeguaychú o Federación, en Entre Ríos, o acá cerca –y marca con el brazo hacia el rio-, en Vicente López. Ese es el carnaval que quiere la Ciudad, delimitado, al que vaya solo el que puede movilizarse hasta allá, a diferencia de lo que queremos las murgas, que es un corso descentralizado, en el que el vecino se come un chori, juega con la espuma, ve las murgas. Si no lo tiene cerca, quizá no se moviliza, porque le da fiaca o porque significa un gasto. Nosotros queremos un carnaval para todos, y para que eso suceda, tiene que haber corsos en toda la Ciudad”.

¿Qué función social cumplen las murgas?

“La murga es un lugar de contención y más todavía si la persona que tiene algún problema, pertenece al espacio, porque tus pares te cuidan. Acá se puede charlar de lo que sea, abordar algún quilombo, tomar una cerveza, ir a jugar al fútbol y hasta conseguir un laburo. La murga te da un contexto, y aparte te ordena, porque hay horarios de ensayo, ciertas obligaciones, y por sobre todo, te da un sentido de pertenencia y te marca la identidad”.

Todos los años, Los Rayados celebran el Día de las Infancias, en el barrio, junto a los pibes y pibas. Hay merienda y juguetes para todos. El año pasado convocaron 300 chicos.

Mariano retoma el sesgo didáctico del director que un rato antes desplegó ante la platea con respecto a las características de una murga –“porque no somos los diez borrachos de la esquina, sino un grupo que aparte de laburar en el barrio, tenemos una búsqueda artística”, aclara-, y ante la consulta, explica que la diferencia entre Centro Murga y Agrupación Murguera, las dos opciones que existen al momento de anotarlas de manera formal, tiene que ver con los instrumentos melódicos que se utilicen arriba del escenario.

“Todas usan el bombo y el platillo, pero si querés sumar una guitarra, un bajo, unos teclados, sos una agrupación murguera”, resume.

¿Y unos vientos?

“Todavía no están reglamentados”.

¿Cómo es el proceso para ingresar a la murga?

“Vos entrás a la murga, día uno, ponele. Qué te gusta hacer, te preguntamos. No sé hacer nada, ponele que dice la persona. Querés probar con el bombo, no, querés bailar, tampoco, bueno, hay laburo para hacer con las sombrillas, las galeras, las banderas.

¿Y si quiere cantar?

“Ese es el paso siguiente”.

No pasa solo por cantar bien.

“Claro, tenés que sentir lo que estás diciendo. Vos estás hablando del barrio de Lugano. Si sos de otro lado, lo primero que hacemos es darte una vuelta por el barrio. Nos tomamos una cerveza en cada esquina y después cantamos”.

¿Y a partir de ahí?

“Le contamos cómo es la confección del traje. Le explicamos cómo es el modelo de cada grupo, porque la percusión tiene uno, el baile tiene otra y las fantasías, que son los que llevan las banderas, los paraguas, el estandarte, tiene otro tipo de vestimenta. En todos los casos, con los colores de la murga, por supuesto. Los directores tenemos los colores al revés, por ejemplo. Nosotros te damos el modelo, la tela, la pasamanería (unos brillitos que van sobre las mangas), y por último están los apliques, que van a gusto, nosotros no imponemos nada, a menos que te pongas la cara de Hitler. Hasta ahora no tuvimos que pedirle a nadie que no use tal aplique”.

¿Y si aparece uno con la cara de Macri? 

“No te lo vamos a sacar, aunque nunca nos pasó. Hay que tener mucho coraje para ponerse eso. En el traje van tus significaciones y nosotros no ejercemos censura”.

Si bien algunas murgas tienen una tradición ideológica o partidaria, en el caso de Los Rayados, Mariano afirma que aún cuando él y algunos más sean peronistas e incluso militantes o adherentes del campo nacional y popular, no puede decir ni mucho menos alardear que la murga es peronista.


¿Hay una instancia en la murga para discutir políticamente la realidad del país?


“Sí, en el momento que nos sentamos a discutir la crítica, ahí se traen las ideas. Nosotros le pegamos bastante a la Ciudad porque vivimos acá, y somos de un barrio del sur, y sino criticamos esa realidad, estamos jugados. Criticamos a Menem y también a Macri jefe de Gobierno y presidente”.

¿Dos o tres hitos de vuestra historia?

“Haber estado en la Casa Rosada cuando Cristina anunció la recuperación de los feriados de carnaval que había eliminado la dictadura. Fue muy emocionante porque en la sala había murgueros viejos, y ellos habían luchado mucho más que nosotros, habían pasado la dictadura, y había algunos murgueros que no eran kirchneristas y estaban ahí igual, a los abrazos. Fuimos parte de un momento histórico, nos decíamos”.

Un par de meses antes de la restitución de los feriados, durante los masivos festejos por el bicentenario patrio, el movimiento murguero tuvo su noche soñada, al encabezar un bloque –vinculado a la democracia- en el que bailó y tocó en la calle, frente al pueblo y la platea en la que se enrojecían las manos los presidentes de la Patria Grande. Los Rayados no fueron convocados, pero Mariano asegura que sin dudas se trató de un hecho histórico ya que las murgas que actuaron lo hicieron en representación del conjunto, del movimiento.

“Otro hecho fundamental fue haber participado de un acto oficial en Plaza de Mayo, un 10 de diciembre, de 2012 o 13. Junto a otras murgas hicimos un desfile y después subimos al escenario donde cantamos una canción entre todos. Por último, destaco que Los Rayados participamos de todas las ediciones del Carnaval Federal”.

Los compañeros y compañeras de Mariano comienzan a encarar para la sala de teatro porque en unos minutos comienza la segunda función. Un par lo miran, lo saludan, le sonríen. Llevan las galeras en las manos, la levita puesta, los rostros con pintitas verdes y rojas, se les adivina el cansancio pero también la satisfacción de estar haciendo lo que les gusta. Él también se ríe, cómplice. El sol ya está cayendo en el oeste, por detrás de la estructura metálica del tendido eléctrico que tiene forma de robot, y que en el parque bautizaron como El Coloso.

Para el cierre de la entrevista, Mariano menciona el Museo Vivo del Carnaval Metropolitano, y cuenta que lo fundaron hace cuatro años y medio y que funciona de manera itinerante. “De hecho, la tenemos instalado en la antesala del Instituto del Teatro” (hay levitas, estandartes, instrumentos, carteles informativos).


En la previa de sus presentaciones, Los Rayados salieron a tocar y a bailar en la arteria central del parque.

¿Proyectos para el 2022?

“Me interesa mucho poder seguir abriendo puertas para la comunidad del carnaval, y el museo va por ese lado. Ayer lunes acá hubo cuatro murgas en vivo, una muestra de estandarte y maquillaje gratis para los visitantes del parque. Todo esa gestión de difusión del carnaval la realizó el museo, que a la larga, lo que queremos, es que sea un lugar representativo del carnaval y que el murguero lo sienta como propio”.

La Comisión de Carnaval está compuesta por una coordinadora, designada por el gobierno porteño, y cuatro delegados del movimiento murguero, elegidos por los directores de las murgas. Esos representantes son los encargados de dialogar con el ejecutivo a cargo de Larreta y dar todas las peleas por las reivindicaciones del sector. La Comisión depende del Ministerio de Cultura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

El Centro Murga de Los Rayados fue declarado de interés Cultural y Social de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el 19 de noviembre de 2020, por iniciativa del bloque de legisladores del Frente de Todos. En la actualidad son unos cien integrantes y cuentan con unas noventa canciones, a un promedio de tres o cuatro por año, entre las escritas para el momento que suben a un escenario (la presentación, que va con un recitado a modo de introducción)-, la crítica y la retirada (acá también hay un recitado)-, aparte de escrito para los homenajes.

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Retirada 2022


Siento en el aire que es carnaval

Son mil sonrisas que volverán

Quiero que el tiempo se detenga ya, que me deje verte

Bailar y tenerte aquí cerquita murga, de lugano es mi murga.


Y es otro año soñándote

Por esas noches que no brille

Esos momentos que no olvido mas, saber que no estas

Me está matando no poder tenerte y duele, y como duele.


Y que hago yo sin carnaval sin está tradición de antaño

Murgueros nos dejaron en estos últimos años

Si no tengo voz pa decir, la murga siempre habla por mi

Brillan estrellas en el cielo, nos siguen a dónde...

vamos con guantes y el estandarte rayado

Se aleja prometiendo volver como en el pasado

Se retira elegante con el alma roja y verde

Y la luna testigo del aplauso de la gente


Siempre, volveremos siempre

Aunque los años pasen mientras que nos recuerden

Llevaremos en el pecho saber que no muere lo que hoy empezó

Y te juro que esto, no nos lo quita nadie.


Y es otro año soñándote

Por esas noches que no brille

Esos momentos que no olvido mas, saber que no estas

Me está matando no poder tenerte y duele, y como duele.


Siempre, volveremos siempre

Aunque los años pasen mientras que nos recuerden

Llevaremos en el pecho saber que no muere lo que hoy empezó

Y te juro que esto, no nos lo quita nadie.


Siento en el aire que es carnaval.