Foto portada: Matías Baglieto

La cuenta regresiva

A pesar de los deseos de un peronismo que se acostumbró a comportarse en minoría, en vez de preocuparse por ser mayoría, no había cuenta regresiva, hasta el miércoles 12 de junio. No había - hasta el 12 de junio - una voluntad en el almacén de que todo se fuera al carajo. Por razones más que evidentes: el presidente asumió explicando que la casta no lo iba a dejar gobernar. Y por lo tanto cada derrota legislativa se convertía en un activo más para su trabajada narrativa. El tipo común esperaba una victoria, algo que le diera la posibilidad de desenvolverse libremente al tipo que votó, por más crudo que suene. Ahora la tiene; la Ley Bases le habilitó al votante de Milei la posibilidad de decepcionarse. Es razonamiento popular y es menos complejo de lo que parece. Es sostener la posición para no quedar tan rápidamente como un boludo en la mesa del domingo.

El miércoles 12 a la medianoche comenzó la segunda etapa: aquella en la que el gobierno tiene que frenar la recesión o empezar a caminar hacia el abismo. Bajo este razonamiento, la Ley Bases, como se aprobó, es una victoria a medias, recortada y que está muy lejos de cumplir los objetivos que planteó el ministro de Economía. Y deben prenderle una vela (o bien seguir recurriendo al antiguo arte de la dádiva) a Diputados para que vuelvan al proyecto original.

Poner en peligro la indemnización es una victoria para Techint, no para Caputo. La victoria de Caputo era recortar 0.4% de déficit con el capítulo previsional, pero fue eliminado. Las dos victorias del Gobierno son el blanqueo y el RIGI, y veremos cómo llegamos a su implementación.

Por otra parte, los múltiples acuerdos realizados para obtener votos tienen dos salidas: o pagan las promesas (como los giros a los tucumanos) y vuelven al déficit o incumplen las promesas y tendrán un diciembre complicado. Como sea, hoy parece ser el punto más alto del gobierno: victoria legislativa y descenso de la inflación. De aquí hacia abajo, para un gobierno sin muchas luces, sin estrategia y con poca espalda. Como sucede a partir del minuto 70 del partido, todo pelotazo de media distancia que va afuera dejó de ser un buen intento para ser una ocasión desperdiciada. El gobierno está en su minuto 70 pero con seis meses de gestión. Mientras, la gran ganadora de la jornada es Victoria Villarruel, que operó hasta el último minuto para desempatar y logró el reel más importante de los últimos tiempos. Foto, video, discurso político, victoria y, engolosinada, se encargó de ni mencionar a “jamoncito”, que otra vez quedó en el medio.

La provincialización del sistema federal

Muy preocupante resulta el proceso de provincialización del sistema federal argentino iniciado con la nefasta Reforma Constitucional del 94, que dejó en manos de las provincias el costo de la educación y la salud y el beneficio de los recursos naturales. La confusión reinante dentro del peronismo en esta materia es alarmante, al punto que el último candidato a presidente, Sergio Massa, se encontraba tan atado a sus acuerdos provinciales, que confundía estrategia con táctica, doctrina con promesas y mientras criticaba la Reforma del 94, prometía a las provincias la autonomía sobre las decisiones impositivas respecto del sistema de explotación de hidrocarburos y recursos minerales.

Si bien hace rato que este proceso está en discusión, esta ley expuso esa fractura del sistema como nunca antes, pasando por alto las negociaciones rayanas a la dádiva y la corrupción a cielo abierto que ya parece no importar a los argentinos, a pesar de lo que marquen las encuestas.

“La estrella fugaz” Vidal, gobernador del peronismo anti-k de Santa Cruz, retiró a sus dos senadores segundos después de la votación en general, permitiendo que se aprueben prácticamente todos los artículos, incluidas las facultades delegadas. ¿El destino de la Patria? ¿La soberanía nacional? Nada de eso; Vidal negoció hasta el último segundo con Francos las regalías que paga Santa Cruz y obtuvo sus resultados. Tal vez logre algo más con los Yacimientos Carboníferos de Río Turbio. Misma lógica de las senadoras rionegrinas que, en nombre del Gobernador, se plantaron hasta último segundo a cambio de la planta de licuefacción de gas que originalmente pertenecía a Bahía Blanca.

Los tucumanos, como señaló Mayans, vendieron sus votos por dos meses de giros al sector público y algunas obras públicas por finalizar. Nuestro país debe rediscutir su sistema de gobierno porque todo está bien salvo quedarse en el medio: ¿deseamos ir hacia la provincialización? Discutamos un sistema confederado como Estados Unidos. ¿Deseamos sostener el sistema federal? Nacionalicemos la educación, la salud y los recursos naturales, así los gobernadores no deben hacer malabares para sostener sus escuelas ni pueden ver el mundo desde el pago chico, intercambiando leyes nacionales por recursos provinciales. El riesgo de balcanización o disolución nacional es cada vez más grande y la política parece no haberse enterado.

El régimen libertario apeló a la represión para sofocar la protesta social. Foto: Cristina Sille

El peronismo y sus circunstancias

Entre las miles de caras del peronismo se encuentra la legislativa, que tiene sus particularidades. En primer lugar, es necesario señalar que, después de perder por dos millones de votos, después de un gobierno peronista golpeado y fragmentado, frente a un gobierno que vendió las joyas de la abuela para sacar una ley a medias, solo cuatro traidores de treinta y siete es una victoria para el peronismo, no una derrota. Nadie puede tener en este país tal nivel de cohesión en estas circunstancias: nótese que el radicalismo, que no gobierna hace rato y tiene la legitimidad para decir lo que le plazca, votó entero a favor, salvo uno, Martín Lousteau, que es nada menos que el presidente del partido a nivel nacional.

Ahí reside el peso, la fuerza y la legitimidad de la figura más importante del peronismo, Cristina Fernández de Kirchner ¿Te imaginás al presidente del PJ votando a favor y todo el bloque en contra? Caos, muerte y destrucción. El problema no es ese, a pesar de que inoportunamente Cristina y Alberto estén discutiendo de quién fue la culpa de poner a los senadores traidores, sino qué hacen los legisladores peronistas desde hace mucho tiempo. Si la concepción es votar hombres y mujeres que se dediquen a oponerse, con o sin razón, estamos complicados. Bien habría que preguntarse cuántos proyectos importantes presentaron los legisladores en los últimos doce años.

Tal vez, si el peronismo se hubiera encargado de discutir un régimen de inversiones para minería e hidrocarburos, la Ley Bases sin RIGI no tendría sustento. Tal vez, si el peronismo hubiera presentado algún proyecto serio de modificación del sistema impositivo, que ayude a las pymes, que sea progresivo, entonces el artículo de condonamiento de deudas a las empresas de la Ley Bases, no tendría sustento. Y si no daba el número para aprobar esos proyectos, es menos importante: como vimos ayer, en esta tierra bendita todo es negociable. Valga el reconocimiento: el último proyecto interesante, pensado, bien argumentado, con sustento político y visión del país, es la Ley de Zonas Frías presentada por el diputado Máximo Kirchner.

Luego hubo otro debate ayer, el de la calle. Alejandro “Pitu” Salvatierra, hombre respetable, dijo apenado: “pensé que íbamos a ser más”. Por otra parte, en las redes peronistas se sintió un fuerte repudio a la CGT por su parcial desmovilización, a pesar de que, desde que el gobierno es gobierno, movilizó más que nunca, más que nadie.

Lejos, muy lejos de desmerecer la importancia y la necesidad de movilizar contra el ajuste y contra la Ley Bases, el peronismo debe cuestionarse si desea hacer política de minorías. Si la pregunta es cómo volver a ser mayoría o si está bien intentar marcar el camino, de la forma que sea, con el 35% de aceptación de la población en general. Si está bien dejar de lado que la inmensa mayoría de las personas de a pie preferirían que el peronismo se haga a un lado y deje que las cosas sigan por este camino. Acá no soy determinante, más bien abro interrogantes que me parece importante discutir.

Por otra parte, me permito preguntarme: ¿cuál hubiera sido la situación de la privatización de los trenes, si los trenes estuvieran en manos del movimiento obrero organizado y no del Estado, que va y viene de acuerdo al humor de la sociedad cada cuatro años? ¿Cuál hubiera sido el nivel de movilización? Probablemente sea importante también reflexionar sobre cómo deben darse, de aquí en adelante, los procesos de nacionalización de los bienes y servicios estratégicos, para que no queden a merced de la política de turno en cada mandato.

El futuro del gobierno es horrible, el de la Patria muy malo y el del pueblo peor. Debemos afrontarlo con organización, con lucha, con optimismo, pero sobre todo con inteligencia y con un plan de desarrollo nacional que nos permita salir del pozo.