Por Kranear

Por estas horas se está escribiendo una nueva era política en la Argentina. Atrás quedaron Macri, la victoria del Frente de Todos en 2019, sus dos primeros años de gobierno, e incluso la pandemia. La coyuntura política avanza a tal velocidad, con tanta vorágine, que hasta se dejó de hablar de las PASO. Eso sí, las consecuencias desataron una crisis política monumental en la Casa Rosada.

Como dijo el periodista Fernando Borroni en una de las mesas de debate que organizó C5N en las últimas horas, al calor de los hechos: lo que está en disputa es el sentido del peronismo. Los señalamientos que Cristina viene realizando hace más de un año sobre el rumbo económico del gobierno popular dan cuenta de esa tensión, que en la memoria colectiva quedó ligada a aquella idea o frase de los funcionarios que no funcionan. Ahora, con publicación de última carta de puño y letra de la vicepresidenta de la Nación, tenemos la película completa: perdimos feo las PASO porque no se trabajó a fondo el tándem salarios-jubilaciones-tarifas-precio de los alimentos, y los perjudicados con los más pobres.

La discusión sobre la deuda en dólares que contrajo Macri y que hay que empezar a pagarle al FMI es otro de los contrapuntos que derivaron en el enredo que nos tiene en vilo hace casi una semana. Otro punto pasa por los cambios en el gabinete, un clamor que parece tener consenso en las tres patas que conforman la coalición de gobierno.

No sorprende que algunos analistas, periodistas e incluso dirigentes de distintos sectores de la vida nacional, hagan hincapié -una vez más- en las formas. Hubiese sido preferible que las negociaciones, recriminaciones y juego de tronos entre Cristina y Alberto se resolviesen en un despacho, sí. Que no le demos de comer al enemigo, también. Pero no se pudo, el conflicto escaló hasta niveles inéditos y ahora estamos en el medio del baile.

Cristina está poniendo en juego su capital político, el más voluminoso del país y la región, probablemente –junto Lula Da Silva-, y por otro lado, se sabe, el asunto que más la preocupa, angustia y desencaja, es el sufrimiento de millones de compatriotas que no llegan a fin de mes, y más aún si esto se produce bajo el mandato de un gobierno popular.

También es probable que haya motivaciones vinculadas a la vanidad y la disputa de poder, pero la carrera política e institucional de Cristina siempre tuvo el mismo norte: agrandar la Nación y ampliar derechos. Tenemos que honrar la voluntad del pueblo, le puso a Alberto en la última oración de la carta.

Entonces, teniendo en cuenta el volumen y la gravedad de lo que se está discutiendo, a quién le importan las formas: a los que temen la profundización del modelo. Está en juego el destino del Frente de Todos y el futuro de por lo menos los próximos dos años de gobierno, estamos hablando de terminar con la angustia de millones de compatriotas. Eso no se puede lograr sin determinación y voluntad política.

Cristina, con su carta, que ocupa las portadas de toda la prensa -porque nadie como ella tiene la capacidad de ganar la agenda mediática y política-, tira toda la carne al asador, de cara a la sociedad, sin maquillaje ni intermediarios, e invita al presidente a tomar por las astas la gestión y ponerla a favor del pueblo que votó al Frente de Todos en 2019 y que en un alto porcentaje, el domingo pasado, prefirió quedarse en casa.

Por otro lado, vale la pena remarcar que Cristina vuelve a ganar la centralidad política con una carta, un formato en desuso, con la que logra transmitir sus ideas, posiciones, anhelos y hasta acusaciones (por ejemplo contra el vocero presidencial, Juan Pablo Biondi, que acaba de renunciar, en una inequívoca buena señal para lo que sigue), por medio de la palabra escrita, de manera sin necesidad de ir a sentarse a los estudios de televisión en los que hacen política en especial los dirigentes de Juntos por el Cambio. Un género -también literario- que ella utiliza, en la era digital, para hacer contacto directo con el pueblo, el que la ama y el que no también. Una carta compartida en millones de dispositivos electrónicos.

Las crisis suelen representar una oportunidad. En este caso, para que el gobierno se fortalezca, se rearme, relance y salga a la calle con toda la fuerza que caracteriza al peronismo, y de vuelta la taba –para noviembre pero también pensando en el 2023-, en sintonía con las expectativas que se generaron en 2019, luego de echar en primera vuelta a la Alianza Cambiemos.