Enrique Osvaldo DE PEDRO, nació el 22 de diciembre de 1950 en Capital Federal. “Quique” integraba la conducción regional de la Juventud Universitaria Peronista (JUP), cargo que lo llevó también a militar y organizar las actividades de dicha organización en Medicina, Filosofía y Letras, Ingeniería y Derecho. Como militante montonero, su actividad estuvo centrada en la Columna Norte. Fue ultimado a balazos dentro de un taxi, por un retén policial cuando se acercaba a una cita en las calles Tejedor y Beauchef de la Capital Federal y se resistió a ser detenido. Eso ocurrió el 21 de abril de 1977.
Su compañera Lucila Adela Révora –con quien tuvo un hijo- lo recordaba de la mejor manera en una carta escrita a una compañera exiliada: “A Quique lo mataron (...) para mí es tremendo, no lo puedo soportar, era el hombre más hermoso que existía; como pareja era dulce, cariñoso, alegre (...) habíamos comenzado a formar una pareja en serio, cosa que nos era difícil, pues siempre es más fácil ser una pareja de compañeros con un hijo que ser una familia montonera, y en eso andábamos y ya éramos muy queridos por la gente del barrio donde vivíamos. El Pichu (el hijo de ambos) era hermosísimo, Enrique lo cuidaba, lo bañaba, le daba de comer y jugaba todo el tiempo con él. El Pichu lo oía llegar y ya se empezaba a reír. Y como compañero y jefe, era justo, humano, flexible, muy reflexivo y con una capacidad muy grande para amar al pueblo”.
Nacido en Mercedes, provincia de Buenos Aires un 11 de noviembre de 1976, ese hijo creció. Se llama Eduardo Enrique DE PEDRO (El Pichu) pero también conocido por el nombre que trascendió: Wado. Abogado. Fue miembro fundador de la agrupación de H.I.J.O.S. en 1997. También, militante fundador de “La Cámpora”, la organización más numerosa actualmente dentro del peronismo juvenil y la más despotricada e insultada por la oposición que solo sabe odiar y descalificar. Fue vicepresidente de Aerolíneas Argentinas. Elegido por el voto popular asumió como diputado nacional por la provincia de Buenos Aires en 2011. Luego ocupó un alto cargo, desde febrero de 2015 hasta diciembre del mismo año: secretario general de la Presidencia de la Nación, nombrado por Cristina Fernández de Kirchner. El 10 de diciembre de 2019 juró ante el presidente Alberto Fernández como ministro del Interior, cargo que aún ostenta.
Dicen que Wado –huérfano- se crió con sus tías que le brindaron mucho amor y cuando fue creciendo le dijeron que sus padres estaban “desaparecidos”, pero de la militancia de ambos en Montoneros, nada de nada. Y así llegó hasta los 19 años, cuando se mandó solito a la casa de Floresta donde habían matado a su madre. Cuenta que “toqué el timbre de al lado y salió una chica de unos 29 a 30 años. Le dije que estaba averiguando por un operativo así y asá. Y la muchacha empezó a gritar llamando al resto de la familia y armando un gran revuelo. ‘¡Vengan, vengan, el Pichu, el Pichu, el hijo de Mirta, el hijo de Mirta! ¿Yo? No, no. Perdón. Hay un error. ¿Mirta? ¿El Pichu? ¿Qué Pichu?”. Y dice una compañera que escuchó el relato: “Era oírlo a él y evocar. Aquellas, nuestras compañeras lidiando con los pibes, las panzas, los vaivenes de la militancia, clandestinas, con otro nombre, y siempre presente la humanidad del militante, esa suerte de amor hacia lo humano de manera universal reflejada en todos los planos de la vida. La calidez siempre presente, eran los más queridos del barrio, los mejores, la relación con los vecinos sin cobertura ni disimulo: auténticos vínculos, afectos genuinos. Y estos vecinos, veinte años después: “¡El hijo de Mirta! ¡El Pichu, el PIchu! Formidables, excepcionales, únicos. Si se fueron… pero nos dejaron a todos, de un modo u otro, la marca en el orillo”.
Y “Wado” de Pedro tuvo una madre tan hermosa como valiente. Se llamaba Lucila Adela RÉVORA, mercedina como su hijo, allá nació en la provincia de Buenos Aires, el 17 de septiembre de 1953. Estudió en el colegio religioso de la “Misericordia” siendo elegida la mejor compañera. En 1972 empezó a estudiar Psicología en la UBA y a militar en la Juventud Universitaria Peronista (JUP) brindando ayuda en los barrios más carenciados. Allí conoció a su pareja, Enrique de Pedro, a quien adoraba y con quien tuvo el hijo deseado. Asesinado Enrique, al tiempo formó pareja con Carlos Guillermo Fassano (“El Negro Raúl”), otro compañero de JUP y Montoneros que fue presidente del Centro de Estudiantes de Derecho en la UBA. Al momento de su secuestro y desaparición -embarazada de 8 meses-, el 11 de octubre de 1978, Lucila se desempeñaba como oficial montonero del Servicio de Informaciones en Capital, allí se la conocía como “Ana”. Detalles de lo ocurrido indican que Révora y Fassano tenían su domicilio en Belén 335, departamento “2”, esquina Avellaneda, barrio de Floresta, Capital Federal. Hasta allí llegaron las fuerzas represivas armadas hasta los dientes, el 11 de octubre de 1978 a las 16 hs. y debieron combatir más de una hora para poder reducir la resistencia ofrecida por esta joven pareja peronista.
Con Lucila Adela estaba su hijo Eduardo Enrique de Pedro de casi dos años de edad, que su madre protegió con su propia vida y que fue robado por los atacantes y mantenido en cautiverio varios meses después de los acontecimientos, hasta que fue devuelto a sus familiares. Lo particular de esta acción represiva es que en la misma murió un atacante y fueron heridos gravemente otros dos de la patota armada. El muerto fue un oficial de la Policía Federal, el principal Federico Augusto Covino y los heridos un capitán del Ejército (Enrique José Del Pino) y un principal del Servicio Penitenciario Federal, Juan Carlos Avena. Y lo más insólito es que luego, se tirotearon entre ellos –a morir- porque por declaraciones sacadas bajo torturas a otros “subversivos” sabían que en esa vivienda había 150 mil dólares previstos para apuntalar la infraestructura de la resistencia montonera a la dictadura militar. De hecho, los represores atacantes sobrevivientes solo entregaron a las “autoridades” veinte mil billetes verdes....
El 26 de diciembre de 2010 fue colocada una baldosa con el nombre de Lucila Révora en Avenida 17 Nª 428, en Mercedes, provincia de Buenos Aires, por “Barrios X Memoria y Justicia de Almagro”.
Según se ventila ahora en un juicio por delitos de lesa humanidad (mayo 2023) a Révora, pese a su estado de gravidez, una vez muerta la metieron dentro de un tambor de chapa vacío con capacidad para 200 litros y la rociaron con combustible inflamable para hacer cenizas de sus restos, en el CCD “El Olimpo”. Seguramente irritados y sacados de quicio por las pérdidas de vidas que tuvieron cuando atacaron y pensaron que el asunto iba a ser un trámite.
Este aberrante hecho que no condice con la condición humana, y habla de la perversidad manifiesta de quienes se decían defensores de la civilización “occidental y cristiana”, lo contó ante la Justicia el ex gendarme retirado Omar Torres.