Por Maribel Ayala
Lucía murió de dolor. Aquel 12 de octubre del 2016 la ciudad felíz se volvió el infierno de una joven de 16 años a la que hicimos bandera. Su cuerpo sin vida fue depositado como si fuese un animal en el hospital más cercano con signos claros de violencia física y sexual. Había fue secuestrada, drogada y violada. Le metieron un palo por su vagina y la mataron de dolor.
Los médicos y medicas que la atendieron dicen haber sacado pedazos de astillas de su cuerpo ya sin vida. Estos datos se hicieron públicos de la mano de la fiscal María Isabel Sánchez que tiempo después de los hechos fue separada sospechosamente del caso luego de una licencia psiquiatríca.
La violencia del caso conmocionó a todo el país, conmoción que duró hasta la primera expresión del tipo "qué hacía sola con 16 años", "mirá como se vestía" o "se drogaba", porque claro, en esta sociedad machista ser joven, vestirse como se quiera y consumir drogas son motivos suficientes para morir empalada.
Lucía no fue de esas víctimas angelicales que entristecen a las señoras que barren la vereda. Lucía fue una mala víctima, como seguro seríamos nosotras.
La sentencia del juicio a los responsables de la muerte de Lucía es una muestra viva de la injusticia y el patriarcado. Sus asesinos y violadores fueron absueltos por el crimen y condenados por venta de drogas, aparte de una multa. El tercer sospechoso fue absuelto y recuperó su libertad.
La justicia es patriarcal y machista pero el país del Ni una menos no se queda quieto, y en una asamblea realizada el lunes 3/12, se resolvió que el miércoles 5/12 a las 17 horas, el movimiento de mujeres volverá a marchar por las calles del centro porteño y el resto del país, para gritar que dejen de matar a nuestras hermanas y que haya justicia por las que ya no están.
Lucía, como muchas, nos duele y nos llena de fuerza.
Lucía es de esas que quisieron enterrar sin saber que era semilla, nosotras desde acá nos llamaremos Lucía hasta que la justicia sea feminista.
Lucía murió de dolor. Aquel 12 de octubre del 2016 la ciudad felíz se volvió el infierno de una joven de 16 años a la que hicimos bandera. Su cuerpo sin vida fue depositado como si fuese un animal en el hospital más cercano con signos claros de violencia física y sexual. Había fue secuestrada, drogada y violada. Le metieron un palo por su vagina y la mataron de dolor.
Los médicos y medicas que la atendieron dicen haber sacado pedazos de astillas de su cuerpo ya sin vida. Estos datos se hicieron públicos de la mano de la fiscal María Isabel Sánchez que tiempo después de los hechos fue separada sospechosamente del caso luego de una licencia psiquiatríca.
La violencia del caso conmocionó a todo el país, conmoción que duró hasta la primera expresión del tipo "qué hacía sola con 16 años", "mirá como se vestía" o "se drogaba", porque claro, en esta sociedad machista ser joven, vestirse como se quiera y consumir drogas son motivos suficientes para morir empalada.
Lucía no fue de esas víctimas angelicales que entristecen a las señoras que barren la vereda. Lucía fue una mala víctima, como seguro seríamos nosotras.
La sentencia del juicio a los responsables de la muerte de Lucía es una muestra viva de la injusticia y el patriarcado. Sus asesinos y violadores fueron absueltos por el crimen y condenados por venta de drogas, aparte de una multa. El tercer sospechoso fue absuelto y recuperó su libertad.
La justicia es patriarcal y machista pero el país del Ni una menos no se queda quieto, y en una asamblea realizada el lunes 3/12, se resolvió que el miércoles 5/12 a las 17 horas, el movimiento de mujeres volverá a marchar por las calles del centro porteño y el resto del país, para gritar que dejen de matar a nuestras hermanas y que haya justicia por las que ya no están.
Lucía, como muchas, nos duele y nos llena de fuerza.
Lucía es de esas que quisieron enterrar sin saber que era semilla, nosotras desde acá nos llamaremos Lucía hasta que la justicia sea feminista.