También son autores de la nota Candelaria Rueda y Violeta Carrera Pereyra, ambas investigadoras del Instituto Argentina Grande (IAG), como Herrera.


En la Argentina actual, el mercado laboral exhibe una paradoja inquietante: crece el número de personas ocupadas, pero también se profundiza la fragmentación y la desprotección. A primera vista, los datos del 4° trimestre de 2024 que surgen de la EPH (Encuesta Permanente de Hogares - INDEC), podrían parecer alentadores: la tasa de actividad alcanzó el 48,8%, el valor más alto desde 2016. Pero bajo esa superficie estadística, el panorama se resquebraja.

El crecimiento del empleo no está impulsado por mejores oportunidades laborales, sino por un fenómeno alarmante: son los jubilados quienes encabezan el alza. De los 78.000 nuevos ocupados interanuales, 42.000 son personas de más de 65 años, según una investigación del Instituto Argentina Grande (IAG). Es decir, adultos mayores que deberían estar retirados de la vida laboral, vuelven al mercado por necesidad. El gobierno celebra el crecimiento de la actividad, pero omite un dato clave: el mayor aumento (9,9% en hombres, 6,3% en mujeres) se dio entre los jubilados. Así, hoy el 16,6% de los jubilados argentinos está en actividad (tiene o busca trabajo), llegando al 26% en el caso de los hombres.

Fuente: elaboración equipo técnico IAG a partir de los microdatos de la EPH (INDEC).

La expansión del empleo se concentra, además, en el sector más precario. Mientras que el empleo protegido creció apenas un 1,9% (101.000 nuevos puestos) y el sector público se redujo drásticamente en un 8,9% (219.000 puestos menos), el sector desprotegido aumentó un 3,4%, sumando 195.000 nuevos trabajadores sin aportes, sin estabilidad, sin maquinaria ni capital, y en general sin calificación. Hoy, 5,9 millones de personas están en esta situación.

Más que una categoría residual, el empleo desprotegido debe entenderse como un fenómeno estructural y propio del nuevo modelo económico. Y de ahí su importancia. Abordar este fenómeno con esta categoría de desprotección (multidimensional) es más profundo para pensar políticas públicas que quedarse en el par formales – informales, que dice poco hoy en un mercado laboral donde crece el cuentapropismo y la forma asalariada empieza a tener menos peso relativo. Necesitamos con urgencia que el Estado aborde estas cuestiones: que despliegue redes de protección adaptadas al estado del mercado laboral contemporáneo.

La desprotección atraviesa a todos los sectores: asalariados sin registrar, cuentapropistas que trabajan en condiciones precarias, cooperativistas sin cobertura. Y es precisamente en los sectores más vulnerables –mujeres jóvenes, adultos mayores y trabajadores con baja calificación– donde la desprotección alcanza niveles escandalosos: el 61,2% de las mujeres de entre 14 y 26 años trabajan hoy en esta situación.

El ajuste sobre el sector público profundiza este escenario. Solo entre los cuartos trimestres de 2023 y 2024 se perdieron 219.000 empleos estatales (contemplando todos los niveles: municipal, nacional y provincial). Un proceso de privatización por deterioro, de hecho, donde el vaciamiento del Estado expulsa fuerza laboral.

Por otro lado, los empleados en actividades científicas y técnicas fueron un 27% menos en el 4to trimestre de 2024 y en la industria manufacturera pública esta cifra llegó a un 68%: se achican áreas estratégicas que llevan años construir.

En este escenario, el impacto sobre las condiciones de vida no se hace esperar. Casi la mitad de los hogares del país tuvo que endeudarse, vender pertenencias o consumir ahorros para llegar a fin de mes. Sólo entre 2023 y 2024, 600.000 hogares más se vieron forzados a tomar alguna de estas medidas.

Se dibuja así una Argentina fragmentada: mientras, como muestra el siguiente gráfico, el consumo de bienes durables sube (como autos u electrodomésticos), el consumo de bienes básicos como alimentos y medicamentos caen un 8,6% entre el 2024 y el 2023 y se encuentra en el valor más bajo, por lo menos, desde 2016. Una pequeña parte de la sociedad puede aprovechar el dólar artificialmente bajo para comprarse un nuevo auto, mientras que el 36% de los argentinos gastan ahorros para llegar a fin de mes.

Fuente: elaboración equipo técnico IAG a partir de fuentes varias.

La expansión del empleo se concentra, además, en el sector más precario. Mientras que el empleo protegido creció apenas un 1,9% (101.000 nuevos puestos) y el sector público se redujo drásticamente en un 8,9% (219.000 puestos menos), el sector desprotegido aumentó un 3,4%, sumando 195.000 nuevos trabajadores sin aportes, sin estabilidad, sin maquinaria ni capital, y en general sin calificación. Hoy, 5,9 millones de personas están en esta situación.

Más que una categoría residual, el empleo desprotegido debe entenderse como un fenómeno estructural y propio del nuevo modelo económico. Y de ahí su importancia. Abordar este fenómeno con esta categoría de desprotección (multidimensional) es más profundo para pensar políticas públicas que quedarse en el par formales – informales, que dice poco hoy en un mercado laboral donde crece el cuentapropismo y la forma asalariada empieza a tener menos peso relativo. Necesitamos con urgencia que el Estado aborde estas cuestiones: que despliegue redes de protección adaptadas al estado del mercado laboral contemporáneo.

La desprotección atraviesa a todos los sectores: asalariados sin registrar, cuentapropistas que trabajan en condiciones precarias, cooperativistas sin cobertura. Y es precisamente en los sectores más vulnerables –mujeres jóvenes, adultos mayores y trabajadores con baja calificación– donde la desprotección alcanza niveles escandalosos: el 61,2% de las mujeres de entre 14 y 26 años trabajan hoy en esta situación.

El ajuste sobre el sector público profundiza este escenario. Solo entre los cuartos trimestres de 2023 y 2024 se perdieron 219.000 empleos estatales (contemplando todos los niveles: municipal, nacional y provincial). Un proceso de privatización por deterioro, de hecho, donde el vaciamiento del Estado expulsa fuerza laboral.

Por otro lado, los empleados en actividades científicas y técnicas fueron un 27% menos en el 4to trimestre de 2024 y en la industria manufacturera pública esta cifra llegó a un 68%: se achican áreas estratégicas que llevan años construir.

En este escenario, el impacto sobre las condiciones de vida no se hace esperar. Casi la mitad de los hogares del país tuvo que endeudarse, vender pertenencias o consumir ahorros para llegar a fin de mes. Sólo entre 2023 y 2024, 600.000 hogares más se vieron forzados a tomar alguna de estas medidas.

Se dibuja así una Argentina fragmentada: mientras, como muestra el siguiente gráfico, el consumo de bienes durables sube (como autos u electrodomésticos), el consumo de bienes básicos como alimentos y medicamentos caen un 8,6% entre el 2024 y el 2023 y se encuentra en el valor más bajo, por lo menos, desde 2016. Una pequeña parte de la sociedad puede aprovechar el dólar artificialmente bajo para comprarse un nuevo auto, mientras que el 36% de los argentinos gastan ahorros para llegar a fin de mes.