"A los jóvenes les digo sean transgresores, opinen, la juventud tiene que ser un punto de inflexión del nuevo tiempo", Néstor Kirchner (Marzo-2008).
Por Kranear
La reunión se realizó en el salón de actos del Carlos Pellegrini. Los pibes eran veinte, tanto del centro de estudiantes como de las agrupaciones políticas del colegio. Nosotros, los padres, unos ochenta. Ellos acababan de ratificar en asamblea que la toma seguía en pie. Se les notaba el cansancio en las ojeras, la voz ronca. En el ambiente flotaba un aire viciado por las dudas y la preocupación. Más de uno de los adultos, esperabamos con temor que algún padre alce su dedo acusador en contra de los pibes por la exageración de la medida y la falta de clases para nuestros hijos.
La presidenta del centro de estudiantes, de 17 años, se sentó sobre una silla en la mitad del pasillo del anticuado salón de actos, y ofreció algunas aclaraciones. Dijo que estaban ahí en representación del resto de los estudiantes y adelantó que no contaban con el poder para tomar ninguna decisión. Explicó que todos los pibes de todos los años y turnos tenían la posibilidad de opinar y votar en las asambleas, realizadas por la tarde por ser el momento del día en el que más chicos hay en el colegio. Que nos quedásemos tranquilos porque estaban contemplando la seguridad. Que no estaban pasando frío ni hambre. Que estaban convencidos de que la lucha era justa y necesaria.
Lo de la seguridad lo comprobamos al traspasar la puerta de ingreso, ya que una fila de escritorios te cortaban el paso, y había que anotarse en unas planillas frente a varios estudiantes que anotaban nuestros datos en unas planillas. Lo otro, lo haríamos carne y corazón con el pasar de los minutos.
Los secundarios marcharon desde la cartera nacional de Educación a la porteña.
La reforma educativa que el gobierno porteño promueve con la marketinera consigna “Secundaria del Futuro” generó discusión y revuelvo en los colegios ni bien se enteraron de la iniciativa. Algunos centros de estudiantes decidieron tomar los establecimientos y el efecto cascada fue inmediato. Los colegios universitarios como el Pelle se acoplaron a la medida, en solidaridad con el resto, aún cuando la iniciativa nos los afecte de modo directo. Lo dirían en la reunión: defienden ante todo la educación pública. Y saben que con la reforma, entre otros retrocesos, se plantea un recorte del 50% de las horas escolares de quinto año para usarse en pasantías obligatorias en empresas privadas, sin salario, y el otro 50% para desarrollar técnicas relacionadas con el emprendedurismo que desvela a los Macri, los Bullrich y los Peña.
La reforma tiene un fuerte componente político y cultural que excede lo educativo, dijo la estudiante, que ya llevaba varios minutos hablando sin parar ni ponerse nerviosa. Algunas madres y padres se mordían las uñas para no interrumpirla. Una mujer, desde la puerta de entrada, taponada de padres y docentes, levantó la mano, pero la tuvo que bajar luego de que la chica le hiciese el gesto de que ya le darían la palabra a los adultos.
Los pibes y pibas estaban sentados sobre algunas sillas, en el escenario. O en el piso de madera, o debajo, sobre la alfombra. A sus costados estaban esparcidas sus bolsas de dormir, mochilas, pantalones y remeras, zapatillas, botellas de agua. Dos chicas acaban de entrar con una bolsa color madera que en su interior tenía comida rápida. La repartieron y comieron entre varios en dos minutos.
Frente a la cartera porteña de Educación, los secundarios organizados manifestaron su rechazo a la reforma.
La chica del centro contó que el gobierno porteño nunca los consultó sobre la reforma y que lo único que había circulado era un archivo Powerpoint. Consideró que Larreta y Acuña están jugando con la educación y que había que defenderla. Ahí se produjo la primera cortina de aplausos. Para la gran mayoría de nosotros, los adultos, significó un acto liberador.
Luego hubo una ronda de intervenciones de parte de los padres. Los primeros en hablar fueron los que no podían contener sus temores y dudas. Cómo se organizaban con la seguridad, por ejemplo, ya que circulaba que en otros colegios habían tenido problemas con policías de civil. El horror. Respondió otro de los pibes, también de sexto año. La espalda erguida, los ojos bien abiertos, las palabras justas, para describir el esquema que estaban usando, y sumó que durante el día organizaban talleres y charlas para todos los chicos del colegio, por que esa era otra de las dudas que planteamos como padres. Alguien preguntó sobre el comunicado del rector Leandro Rodríguez, en el que avisaba que al otro día comenzaban a contabilizarse las faltas. Los pibes le restaron importancia al anuncio. No van a dejar libre a medio colegio, apuntaron.
Desde el fondo, un padre celebró la actitud y lucha de nuestros hijos. Dijo que nosotros, los padres, debíamos ponernos a su disposición. Hacerles de comer, acompañarlos durante la noche, sumarnos a las movilizaciones. Ese fue el puntapié para que el clima del salón de acto vire hacia un punto del que no volvimos más. Pasamos de un estado colectivo de zozobra a otro de entusiasmo.
Los chicos recordaron que la semana pasada marcharon desde el Palacio Pizzurno a la cartera de educación porteño, que sumaron unos cinco mil estudiantes y que se trató de una movilización histórica, por su magnitud y marco político, que tanto en la Ciudad como a nivel nacional, está atravesado por un franco retroceso en todas las materias. Envalentonados, contaron que hoy viernes 15 vuelven a marchar, por La Noche de los Lápices, en contra de la reforma y por la aparición con vida de Santiago Maldonado. Más aplausos. La lista de oradores, gestionada por un padre, crecía minuto a minuto.
Los pibes, desde el escenario, no se codeaban. Pero se notaba que el apoyo de los padres, aún con las diferencias que se ponían de relieve con respecto a la medida de fuerza, fue de gran importancia. Se notó en sus contenidas sonrisas, en algunos ojos humedecidos.
En las últimas horas, el bloque del Frente para la Victoria porteño se reunió con un grupo de representantes de los secundarios.
La iniciativa tiene un carácter más publicitario que pedagógico, señaló un profesor de historia del colegio. No solo sumó su apoyo a los chicos sino que les dijo que se sacasen de encima una posible mochila sobre el tema de sus salarios por las horas no trabajadas, ya que la responsabilidad era de las autoridades. Y su intervención sirvió también para recordar el maltrato oficial que vienen recibiendo de parte del oficialismo desde hace un año y medio. Un padre de pelo gris y desalineado mencionó que la ministra de Educación había impartido la orden de que las autoridades de los colegios denunciasen en las comisarías a los chicos que tomaban los colegios, y que desde la asesoría tutelar les habían metido una medida cautelar. Entonces, desde Educación tuvieron que retractarse.
Justo antes de retirarme alguien propuso que aparte de marchar el viernes 15 junto a nuestros hijos, nos organizáramos, ya que éramos los únicos de la comunidad educativa que no teníamos un espacio para sumar nuestra fuerza. Y prendió. En eso quedamos.
Caminé hasta la estación de subte propulsado por la emoción y el orgullo de saber que todos esos pibes de entre 13 y 17 años se plantan frente a un presente sombrío y prepotente. Que esos pibes representan a una generación. Representan el futuro. Que de las semillas sembradas durante los últimos años crecieron flores. Miles de flores.