Níger, un país golpeado por su historia, vive otro golpe de Estado. Su relación de subordinación con las potencias occidentales es histórica, y esta dependencia sólo ha aportado miseria para el pueblo nigerino.
El jueves 10 de agosto pasado, el presidente de la Comisión de la Comunidad Económica de Estados de África Occidental (CEDEAO), Omar Alieu Touray, ordenó de inmediato una fuerza para reestablecer el orden constitucional en Níger.
La CEDEAO, una coalición de 15 países presidida por Nigeria, envió un ultimátum a la junta militar de Níger para que reestablecieran al expresidente Mohamed Bazoum en el gobierno, pero luego comunicó que estaba considerando una salida diplomática ante la detección de varios de los países que forman parte de esa organización y que se habían negado a participar de una intervención militar contra Níger.
La crisis dejo a Nigeria en una situación de vulnerabilidad al haber amenazado con una intervención directa, pero sin contar con el apoyo de todos los socios, y cuando tanto este país como Senegal, que lo podría secundar en una intervención militar, afrontan sus propias crisis internas. Esto podría indicar por qué la amenaza del jueves 3 de agosto fue acompañada de un llamado a revolver la crisis de “forma pacifica'.
Los países de la región aliados a las potencias occidentales, Estados Unidos y Francia, está última principal colonizadora de Níger, habían impuesto el pasado 26 de julio duras sanciones económicas al país, suspendiendo el suministro de energía y cerrando temporalmente las fronteras. Por otro lado, países como Malí, Burkina Faso y Guinea, se han pronunciado a favor del golpe en Níger y en contra de cualquier intervención militar, y aclararon que un ataque de ese tipo sería considerado como una declaración de guerra.
La CEDEAO cuenta con el apoyo de los Estados Unidos, Francia y sus aliados, la Unión Europea, es decir, es el brazo militar-instituciónal de respectivas potencias y su función táctica es la intromisión en África Occidental para su acción colonial.
Si hacemos un revisionismo histórico de antecedentes regionales, aparecen Libia y Sierra Leona.
A partir del golpe de Estado en Níger del 26 de julio, el conflicto bélico en África Occidental es latente y concreto. El presidente Mohamed Bazoum es el semblante de Francia y de la Unión Europea, con tintes de Níger, hasta ahora era el caballo de Troya de las potencias occidentales, y por eso fue depuesto y sustituido luego del golpe encabezado por el General Omar Tchiani.
En este contexto las potencias occidentales denunciaron y suspendieron toda ayuda al desarrollo del país, condenando una vez más al pueblo nigerino a la catástrofe politica-economica-social, es decir, la muerte. Dicha “ayuda”, entonces, es un medio de presión política.
Hasta ahora Níger se consideraba un polo de estabilidad al servicio geopolítico de las potencias occidentales e incluso era un elemento clave de las políticas de Estados Unidos y Francia, en la región del Sahel, que limita al norte con el desierto del Sahara y al sur con la sabana sudanesa, desde el océano Atlántico hasta el mar Rojo.
Una gran parte de las tropas de élite de Francia expulsadas de Malí tras el golpe de Estado en 2021 fueron redesplegadas en Níger, en donde se encuentran miles de soldados franceses y estadounidenses.
Enmascarados detrás de la consigna “guerra contra el terrorismo” y en nombre de la “democracia” su función es por medio del belicismo la colonización del territorio para garantizar la extranjerización de los recursos, ya que Níger es potencialmente rico en petróleo, uranio y oro. Aparte, paradójicamente, es uno de los países más pobres del mundo, efecto de la expoliación de sus recursos.
Francia sigue extranjerizando el capital económico de uranio nigerino a través de la empresa Orano, y hasta hace poco era Bolloré la responsable de la logística que permitía a los productos nigerinos encontrar salida por los puertos de Benin y Costa de Marfil.
Después de Malí y Burkina Faso, este golpe de Estado ha desestabilizado aún más los intereses franceses en el Sahel.
En este golpe de Estado el General Omar Tchiani y su gente demagógicamente se apoyan en el pueblo nigerino quien busca genuinamente la independencia nacional. Cualquier intervención militar agravará el conflicto y su efecto es devastador para África Occidental, como así para África Continental, en un momento en el que una parte de la población nigerina apoya el golpe frente a una intervención extranjera.
Este conflicto no es más que el desplazamiento del conflicto entre dos bloques: por un lado de Estados Unidos, Francia, Inglaterra y sus aliados junto con Unión Europea y su brazo militar-institucional OTAN (Organización del tratado del Atlántico Norte), y por el otro, China y Rusia.
Francia se enmascara en nombre de la “democracia', desestabilizando estados, como en Chad y la región. Ya sea mediante golpes de Estados o elecciones, lo que le interesa a Francia son gobiernos sumisos a sus intereses.
De momento, Senegal, Costa de Marfil y Nigeria han amenazado con intervenir por tierra, agua y aire y lanzar tropas paracaidistas de élite sobre Niamey, capital de Níger. Estos países afirmaron haber ultimado un plan de intervención en una reunión celebrada en Abuja, Nigeria.
Francia, por último, explícita su apoyo en esta intervención. “Tenemos que tomarnos muy en serio esta intervención”, anunció Catherine Colonna, ministra de Asuntos Exteriores de Francia, un país que se prepara para supervisar una operación de representación al servicio de los intereses de Estados Unidos y los propios.