Por Pedro Sarmiento
“Cada vez más fuerte,
cada vez más fuerte,
después de tantos años
yo no le diría ‘suerte’”.
Duki
Es la primera vez que escribo como campeón del mundo, se siente genial. Voy a escribir y hablar de alguien que escribieron y hablaron mucho, demasiado para mi gusto y algunos con mucha mala intención.
Lio nos eligió antes de que el país lo eligiera a él. Nació acá, en Rosario, en lo que a estas horas es la cuna del fútbol. Decidió jugar para su país, siempre tuvo claro que quería jugar para nosotros y nosotras, su sueño siempre fue vestir la camiseta de la selección y ganar un mundial. Como dijo él: con lo bueno y con lo malo.
Un pibito que se fue de su patria a los doce años, que se quedó sin sus amigos, sin sus amigas, sin su potrero, sin su entorno, sin su barrio y sin sus calles para andar en bicicleta o para inventar un picadito en cualquier esquina. Y aún así es el más argentino de los nuestros, porque para ser argentino no tenes que vivir en Argentina o haber nacido acá, para ser argentino tenes que vivir como un argentino, y eso se lleva en la sangre o no se lleva. En Nápoles hay muchos argentinos que nacieron en Italia por ejemplo.
Lucas 4:24: 'Pues bien, les aseguro que a ningún profeta lo aceptan en su propia tierra'. Se escribió sobre Jesús de Nazareth, pero bien podría haberse escrito sobre Messi. Un argentino más amado en Barcelona que en la Ciudad de Buenos Aires. Un rosarino más querido en el Camp Nou que en el Parque de la Independencia.
¿Por qué no lo querían? No se entiende. Quizás porque no se permitieron entender que el fracaso es parte del proceso del éxito. Tal vez porque no pudieron ver que en las derrotas se construyen las victorias. En una de esas porque esperaban de él algo que algunos vivieron y que a otros les contaron. Seguramente porque querían que fuera Maradona. Pero era Messi.
La frustración de toda una generación de pibes y pibas que no habían podido ser eternos pesó sobre su espalda. El deseo de un pueblo casando de las pálidas llevó a que sea bastardeado, acusado y atacado. El sueño de millones de argentinos y argentinas de ser campeones del mundo lo persiguió en todos lados y para siempre. Pero ahí estaba él, haciéndose cargo de su pueblo, de su historia y de su país, volviendo a intentar.
El Enano nos enseñó a no claudicar. A que soñar sirve, importa y que lo que se sueña algún día se puede cumplir. Nos enseñó a perder para ganar, a no darnos por vencidos, a creer, eso, a creer que podía ser, que en algún momento iba a llegar. Messi hace mucho tiempo que es la esperanza de un pueblo, hace mucho tiempo es la ilusión de todos y de todas. ¿No les pasó a ustedes que en algún momento estaban esperando que Messi sea Messi? “Dale Messi hace una de Messi”. Bueno, eso es esperanza. Hace quince años que Messi es la esperanza de todos y todas los y las que prendemos la tele para ver un poquito de fútbol.
Es el mejor de la historia, el mejor de todos los tiempos. Jamás habrá nada igual, nunca nadie lo hizo tan bien como él. Hizo que todos y todas seamos eternos, algunos por primera vez. Otros por segunda, y algunos por tercera. Tienen algo para contarles a sus hijos e hijas, algo para contarle al mundo entero. Toda su vida se van a acordar donde estaban cuando Messi hizo dos goles en la final del mundo. Porque hizo dos en la final. Lo compararon tanto con Maradona, querían tanto que se parezca a él, que hizo más goles en mundiales y en la final hizo dos.
No nos gustan las comparaciones a las que nos llevaron, hay que disfrutar de los dos porque son nuestros y son eternos. Además Maradona es el jugador más parecido a Messi, qué más pedirle al Diego, ¿no? Es el mejor representante del pueblo, las hizo todas; y además se parece al mejor futbolista de la historia, todo un mérito.
Messi logró representar, hacerse cargo y darle felicidad a nuestra gente. Nunca hubo tanto pueblo en la calle y con tanta alegría como en este último mes. Hizo que el 20 de diciembre además del de 2001, también sea el del 2022. Cambió la tristeza por la felicidad. Lo oscuro por lo luminoso. La frustración por el orgullo. El sueño por la realidad. Es argentino porque los argentinos y argentinas merecemos a Messi. No somos fracasados como dicen por ahí: somos brillantes. Brillantes y campeones del mundo.
Al próximo que se parezca a Messi acompañemoslo. Seguro va a nacer acá porque somos talentosos, acompañemoslo o acompañemosla desde siempre, porque con talento no alcanza. Pueblo más talento es igual a éxito. Si les gusta el éxito organícense para alentar al próximo parecido a Messi. Porque a Messi ya lo amamos, ya nos conquistó, ya nos convenció, y no nos olvidemos nunca que su mejor jugada es la que está por venir.
Hoy la vida es un poco más justa, porque en la historia siempre pero siempre triunfan los buenos, los que no se rinden y luchan hasta el final. En las páginas de los libros de historia siempre quedan los que no especulan y los más se la juegan, en la historia siempre están los que se parecen a Messi.
Seguramente a muchos de nosotros y nosotras nos gusta el fútbol por Messi. En nuestras casas empezó a existir la televisión con cable gracias a Néstor, y así pudimos empezar a mirar los partidos de la Champions o de la Liga de España, y ahí nos enamoramos. A algunos nos pasa que nunca más vamos a mirar un partido de fútbol porque ya vimos todo lo que tenía que ver: a nuestro superhéroe levantar el trofeo más anhelado.
Gracias Lionel Andrés Messi. Sos nuestro superhéroe favorito, nos hiciste las personas más felices del mundo y te lo vamos a estar agradecidos de por vida. De qué planeta viniste pedazo de argentino, te amamos por la eternidad. Gracias por no dejarnos tirados nunca, nunca pero nunca.