Fotos: Prensa Moderelli.
A sus 41 años recién cumplidos, Juan Pablo Modarelli ya tiene un largo recorrido en la gestión pública. Entró a trabajar al Instituto Nacional de Asuntos Indígenas (INAI) a finales del 2008, cuando se estaba armando el programa de relevamiento territorial de comunidades indígenas, tal como lo estipulaba la ley nacional 26.160. En febrero de 2012, se sumó a la gestión de la Anses, primero como coordinador del área de Relaciones Institucionales, y después a cargo de la jefatura de la Regional CABA. En diciembre del 2015, con la asunción de Cambiemos, fue nombrado secretario de Coordinación de la Legislatura porteña, un cargo político reservado para la oposición. En 2019, luego de que el Frente de Todos recuperara el gobierno, retornó a la Anses como director general de Prestaciones Descentralizadas. Y a finales de 2021, juró como legislador por el Frente de Todos, hoy Unión por la Patria. Desde finales de 2023, preside el bloque de la fuerza.
Su despacho está en la planta principal del palacio legislativo de Perú 160, a cien metros de la Plaza de Mayo. Piso y paredes están revestidas en madera, y desde el balcón tiene vista a la avenida Diagonal Sur. En su escritorio hay un portarretrato donde se lo ve junto a su esposa Vani, y su hijo mayor, que mientras se lleva un dedo a la boca, mira a Cristina; él abraza a los tres, y sonríe. También hay un banderín de Boca con el rostro de Perón, varios cuadros con afiches de La Cámpora, y unos dibujos de su hija más chica. Una síntesis del compañero: la familia, el peronismo, la militancia, y Boooooca.
Son las tres de la tarde de un jueves, y la charla se produce en un hueco de una agenda muy apretada. Sonríe, como en la foto, se ceba un primer mate, y da el pie para que arranque la charla.
¿Qué implica ser presidente de un bloque? ¿Cómo pensaste el rol, con qué estrategias de acuerdos y consensos?
Somos parte de una fuerza política que hace bastante tiempo, acá en CABA, representa a una parte de la sociedad porteña que se identifica con el peronismo, el kirchnerismo y también con el progresismo. Desde nuestra tarea legislativa nos venimos dando una tarea muy clara, que es consolidarnos como oposición. Mi primer objetivo es ser fiel a ese sector que desde hace varios años viene manifestando una gran disconformidad con las políticas del macrismo, que se profundizaron cuando fueron gobierno nacional. El desafío es representar a los vastos sectores para los que el macrismo, a lo largo de veinte años, nunca gobernó. Hablamos de los más humildes, los más postergados, pero también una parte de la clase media que fue quedando desprotegida, como los inquilinos, los comerciantes, los jóvenes, la comunidad educativa y la de la Salud.
Nuestra estrategia es consolidar una unidad real, no es un eslogan, sino algo con contenido y sentido, para ofrecer una alternativa de gobierno para el 2027. El colectivo que primero se llamó Frente para la Victoria, luego Frente de Todos y ahora Unión por la Patria, que básicamente es el peronismo porteño con un esquema de alianzas consolidado, tiene que gobernar el distrito. Para eso, tenemos que seguir sumando heterogeneidad, pero no de dirigentes, sino de representación de los distintos sectores y actores sociales de la ciudad.
¿Cuál es la agenda hoy del bloque de UP?
Cuando Jorge Macri abrió las sesiones ordinarias, el 1 de marzo pasado, planteamos que el gobierno de Milei vino a destruir el entramado social y económico, y que la Ciudad tiene que disponer de políticas públicas para atender a los más afectados de la crisis. Recién arrancaba, es cierto, pero a su vez era la continuidad de una gestión que ya llevaba 16 años, y existían -existen- un montón de políticas de asistencia y promoción que debían ser aprovechadas. Hablamos de una Ciudad que cuenta con un presupuesto fastuoso, y un fondo anticíclico, pensado justamente para inyectar dinero en momentos de crisis. Eso les propusimos aquel 1 de marzo. No solo no lo hicieron, sino que profundizaron su modelo, por ejemplo, con las personas en situación de calle, a las que apuntaron como parte de la basura que había que limpiar en el distrito.
Fue tremendo ese asunto.
Sí, y creo que se sobregiraron, porque su propio electorado les pidió que se retracten, y Jorge Macri ahora reconvirtió el BAP en un esquema más amplio de contención. Lo que está claro es que ellos se quieren mostrar muy firmes con respecto al manejo de la calle, el orden y la limpieza, y asociar a eso la seguridad, pero en paralelo tienen las comisarías comunales superpobladas y hubo una serie de fugas que fueron noticia y escándalo.
Hay un reclamo de parte del bloque de que el gobierno local tiene que empezar a gobernar, ¿no?
Sí, pareciera que todavía no terminan de conocer el dispositivo institucional que deben gestionar, y por otro lado son muy displicentes para la toma de decisiones del día a día. En paralelo, se muestran subsidiarios del gobierno de Milei, y entonces ahora quieren avanzar con el proyecto de ley de Reiterancia, y esto de quedar pegados al gobierno nacional nos parece una idea muy peligrosa incluso para el oficialismo, porque Milei quiere destruir a la Argentina. Si bien es cierto que en lo esencial piensan igual, en la ciudad hay matices, y hay sectores de la sociedad que se están desmarcando del PRO.
Junto a su compañera, Juan tiene dos hijos de 11 y 6 años.
¿Qué análisis haces de la figura de Milei?
Tomo las palabras de Máximo Kirchner: Milei es un conservador. No tiene nada de novedoso o nada que implique una revolución en términos de cambiar las condiciones materiales. De hecho viene a recrudecer una lógica del capitalismo mucho más voraz de la que ya tuvimos. El otro día una compañera decía algo que me pareció muy interesante. Lo que sucedió en América Latina a partir de 2003 es una excepción. Porque el capitalismo venía en sus ciclos, y lo que tocaba era quizás lo que se está empezando a vivir ahora: una reversión de un capitalismo financiero hacia un anarcocapitalismo. El proyecto de Néstor Kirchner, Lula, Chávez, retardó eso en América Latina y nos dio a nosotros la perspectiva de pensar que habíamos superado una instancia, pero la realidad es que el capitalismo financiero, hoy anarcocapitalismo, empezó a desarrollarse en los 70 con las dictaduras, gobiernos democráticos débiles, Plan Brady, neoliberalismo a ultranza. La etapa que estamos viviendo hoy, en el diagrama del capitalismo, quizás era para la primera parte del 2000. Se demoró porque surgieron estos proyectos que tienen que ver con la identidad de nuestros pueblos. Entonces yo no sé si lo de Milei es algo tan excepcional.
Quizás sí en sus formas.
Eso le permitió tener más adhesión electoral porque es muy carismático, pero no con el sentido que le damos nosotros, que tiene que ver con una relación fraterna o sorora con el otro, con el pueblo, sino con esta cosa de la antigüedad que no sabemos si es un faraón, un Dios, o está loco, pero es algo raro, distinto. En términos políticos es un gobierno donde se ve el segundo tiempo del que hablaba Macri. Lo que iban a hacer en una segunda etapa, lo mismo pero más rápido. Milei vino a hacer eso. Quizás hay un sector de la política caracterizado con el PRO y otro más de centro liberal que se asusta con Milei porque incluso viene a ponerlos en cuestión a ellos mismos, o los deja a su izquierda. Bienvenido si en algún momento se dan cuenta de que oponiéndose a Milei están defendiendo a la Argentina y no que están perdiendo base electoral. Porque el problema sería que ellos quisieran apoyar a Milei porque crean que él les disputa su base electoral. Ellos se tienen que oponer a Milei porque viene a romper la Argentina.
¿Qué respuesta debería tener el campo nacional y popular, o sus dirigentes? Porque existe un pivoteo entre salir a responder, atacar, no permitir que esto se siga profundizando, y respetar el voto popular, esperar.
Cristina no nos mandó a casa. Cuando dice que no seamos vanguardistas habla de otra cosa. Yo respeto el vanguardismo cultural, que muchas veces es algo disruptivo, adelantado a su tiempo. A muchos artistas no se los entendía, y la sociedad en algún momento llega a ver en su obra una conexión. Pero la vanguardia en términos políticos no es conveniente. La política se construye sumando voluntades. Lo que planteó Cristina tiene que ver con no despegarnos de las necesidades de la sociedad pero sobre todo de sus tiempos. Es empezar a tratar de reinterpretar lo que está pensando la sociedad a la que nosotros queremos representar, porque a veces sucede un poco esto de salir con todo y la opinión masiva que puede haber en la calle va por el lado de sentir que le rompemos las bolas, que cortamos la calle, que molestamos. Porque uno no va a dejar de reclamar o de rebelarse ante lo que es un proceso como el que encabeza Milei de destrucción tan grande en un plazo tan corto de la soberanía. Ahora, lo que hay que lograr es que no sea la política quedándose con la conciencia tranquila de que salió a la calle. La política debería ser la herramienta para organizar el deseo de un pueblo, poniendo, en términos electorales, a Milei donde lo tiene que poner: fuera de la toma de decisiones. No tenemos que echar a Milei, hay que ganarle. Y ese proceso lleva un tiempo.
En marzo de 2004 Néstor Kirchner, sin que hubiera pasado un año desde su asunción, recupera la ESMA. ¿Eso no fue vanguardista?
Néstor interpretó muy bien la simbología y después la llenó de contenido. Nosotros hacemos política en base a convicciones, no desde la especulación. Una convicción muy grande era pedir perdón en nombre del Estado por lo que había sucedido. No era solo la reparación a las víctimas, era reinterpretar un proceso histórico, incorporar el componente civil en la responsabilidad de la dictadura, e identificar ese momento como el inicio de lo que hoy es el anarcocapitalismo. Cuando Néstor pide perdón y baja los cuadros, lo que empieza a dar es una muestra de hacia dónde va a llevar su política, tanto económica como social pero sobre todo su vínculo con la sociedad. Una sociedad que se iba recuperando del 2001, que no salió masivamente a la calle a vitorear a Néstor Kirchner, pero que viendo que su contexto se iba reordenando de a poco y que empezaba a haber una perspectiva de futuro, empezó a ser más reflexiva.
La sociedad está golpeada, está recomponiendo vínculos sociales y de colectividad porque la pandemia profundizó el individualismo, porque se deterioró todo. Y está enojada. Y con mucha razón. Pero eso no justifica que Milei haga lo que quiera y nosotros digamos “y bueno, tiene la legitimidad electoral”.
Cristina lo dijo, después de la legitimidad de origen tiene que construirse la legitimidad en la gestión, gobernando. Hoy Milei tiene el aval de haber ganado de manera contundente. Listo. Si mañana rompe todo, la legitimidad en los votos no le da la posibilidad de hacer lo que quiera.
Juan milita en La Cámpora desde su fundación, en 2007.
¿Pero no está rompiendo todo ya?
Si vos ves la Ley Bases, está empezando a detonar una idea de la relación del Estado con la sociedad, que la quiere hacer mierda, en cuanto a las leyes laborales, ambientales, la cuestión impositiva. Eso es lo que se está discutiendo en la fuerza política, lo que estamos tratando de discutir en la calle. No nos estamos escondiendo de nada. Además de tener una fuerza política cohesionada, un bloque de diputados y senadores que a diferencia de 2016 no se rompe. Se aprendió de la experiencia del macrismo. En ese momento se rompió porque todos especularon el fin del kirchnerismo. Entonces empezaron con el biribiri de la racionalidad, de que hay que acordar, dar gobernabilidad.
Y en 2017 Cristina vuelve a ordenar a muchos sectores de la política porque lo que supuestamente iba a representar Macri no terminó siendo, y por otro lado este momento es más grave porque a diferencia de Macri, Milei dice que va a destruir el Estado. Entonces cómo explica el radicalismo, una fuerza centenaria que construyó siempre la defensa de un estado fuerte, laico y con las banderas de la democracia social. ¿Cómo defenderían ciertas fuerzas de centro que venga un presidente a decir que va a romper el Estado? Entendiendo al Estado cada uno como quiera. Nivelador para arriba, nivelador para abajo, o el que compensa las desigualdades, o el que promueve como piensa el peronismo. Pero si Milei lo quiere eliminar, eso no le sirve ni al peronismo, ni al radicalismo, ni a ninguna fuerza que se diga democrática. Ahí está la apuesta.
Igual el poroteo está al rojo vivo, y sin embargo en el Senado se lograron acuerdos con otros bloques…
Cuando salís un poco de toda la locura mediática, ves que en la política siempre hay diálogo. A Máximo lo tildan de monje negro que manda mensajes encriptados y es un chabón que labura todos los días desde las ocho de la mañana hasta las diez de la noche, que habla con el resto de la dirigencia, y en donde cada uno, desde su verdad relativa, trata de acordar. Yo no creo que haya un solo dirigente en Argentina, salvo Milei, que piense que hacer daño sea el camino correcto.
La dirigencia política, cuando hace política, es en función de solucionar las necesidades de la gente, después está la discusión de dónde se para cada uno. Lo que pasó el otro día en el Congreso es saludable, no pensamos todos lo mismo, pero si entendemos que los jubilados la están pasando muy mal, entonces tratemos de construir algo que sintetice un poco los puntos de vista. Eso pasó. Y es lo que pone en juego la fortaleza de la democracia, porque el presidente seguro quiere vetar esa ley, y el Congreso va a tener que hacer un ejercicio de más democracia, y sancionarla por dos tercios para que quede vigente. Ahí se va a empezar a ver para quién gobierna realmente. Lo dijo Maradona: “hay que ser muy hijo de puta para estar en contra de los jubilados”. Tenés que ser muy canalla. Es un axioma que se aplica para toda la vida.
Juan preside el bloque desde finales de 2023.
Empezaste a militar en 2006/2007 y hoy sos el jefe del bloque. ¿Cómo te sentís en ese rol? ¿Mirás para atrás y te sorprendés?
Somos una fuerza que intenta representar y construir una mayoría política, circunstancialmente mi responsabilidad este año es esta, pero esa presidencia no vale nada si el bloque (el mayoritario) no articula la acción política y que los 18 legisladores, cada uno con su perfil, abone al conjunto. Nosotros estamos logrando eso.
Cuando lo miro en perspectiva creo que nunca en mi vida me hubiera imaginado ser legislador, estar discutiendo en lugares que cuando yo era joven y tenía 18 años los veía muy lejanos. Esa es la magia del kirchnerismo. Nos abrió la puerta a pibes que no teníamos ningún destino de estar en los lugares de decisión. Sin plata, sin apellido, y habiendo visto siempre de lejos la política. Me resultaba ajena, veía gente que hablaba de cosas que no tenían que ver conmigo, ni con mi realidad. Yo me sumé a militar cuando vi que mi país estaba mejor, que mi familia que en los 90 perdió todo lo poco que tenía empezaba a reconstruirse, que mis hermanas se armaban con sus familias y podrían pensar un futuro, que mi vieja se jubiló y pudo vivir hasta el último día de su vida con eso, entonces cuando empezás a ver que eso a tu alrededor funciona, decís 'che, está bueno defender esto, participar y aportar'.
Nosotros no valemos nada sin los compañeros y sin que nuestras ideas se materialicen en la realidad. Porque el problema es cuando queremos representar algo que después no da resultado en la vida cotidiana.
Pasaron casi veinticinco años, cambiaste vos, los de tu alrededor, el país varias veces.
Totalmente, hoy pienso el país como padre. Empiezo a ver que mi hijo de once años, cuando tenga diecisiete, la Argentina puede ser o la misma que yo viví, la del 2001, u otra en la que evitemos ese colapso y empecemos a recomponer el daño actual, quizá más parecido al 2003 o 2004, y que no haya que otra generación que sufra la falta de perspectiva de futuro.
¿Funciona la Ley de comunas?
No podemos decir si funciona o no si el oficialismo no la cumple. En 2011 fue la primera vez que se eligieron los juntistas, y nunca se le delegaron las funciones. El ejecutivo local hoy habla de desconcentrar y no de descentralizar, y esto es engañoso, porque cuando vos desconcentras seguís ejerciendo el poder pero con más ventanillas de atención, pero no delegás ninguna responsabilidad. Descentralizar implica que la decisión la tome el gobierno comunal, elegido por su comunidad. Si el gobierno porteño sigue vaciando las comunas, con un ejecutivo nacional que agrede de manera permanente a la política y la cosa pública, el escenario se va a poner mucho peor, entonces hay que profundizar en la participación, hay que aprobar los presupuestos comunales, y darle bolilla a los consejos consultivos.
¿Qué evaluación haces de la reestructuración interna que está haciendo La Cámpora?
Cuando el año pasado la conducción de la organización definió que Lu Cámpora fuese la secretaria general, Máximo dijo que nosotros fuimos durante mucho tiempo una organización generacional. Y es cierto. Tenemos que apuntar a ser una organización intergeneracional, lo cual no quiere decir que los compañeros que tenemos cuarenta y pico dejemos de participar, porque La Cámpora es mi lugar de pertenencia, pero para nuevos tiempos, nuevos desafíos, tenemos que tener aceitada esa intergeneracionalidad. Y esto no tiene que ver con lo etario, sino con las condiciones para reconocer agenda, demandas. Ya tenemos quince años de historia, y para seguir representando, y no ser un esquema de vanguardia o anclados en el tiempo, tenemos que repensarnos todo el tiempo. Yo siempre voy a militar en La Cámpora, y mi participación o responsabilidad institucional será siempre la que más le convenga a la organización. Nuevos compañeros están asumiendo nuevas responsabilidades y eso me parece muy sano e inteligente.
Ahí está quizá la magia del kirchnerismo de la que hablabas hace un rato. Darle lugar a lo nuevo.
Yo creo que ahí está la esencia del peronismo. Luego de más setenta años, se le sigue abriendo las puertas a personas o sectores que no tenían voz o representación en la política. Cuando el peronismo se acartonó o convirtió en pizza y champagne, nos fue mal, y luego de la crisis del 2001, reaparece un peronismo que le dice a la sociedad vengan, participen, crean en esto. Quizá ahora no estemos en la etapa de mayor participación política, porque pisan fuerte las ideas del salvarse solo, el individualismo, el de al lado es mi enemigo. Nosotros representamos otra cosa: la empatía, la solidaridad, la comunidad, y apostar otra vez a lo colectivo, sin caer en la imagen de las flores en los fusiles, sino con capacidad para entender qué le está pasando a la sociedad, porque si no corremos el riesgo de convertirnos en meros analistas. A la idea de que la organización vence al tiempo hay que sumarle la necesidad de repensarnos.
En el 2016, tuvimos la capacidad de identificar cuáles serían los sectores atacados, y armamos frentes de acumulación. Personas mayores por la agenda previsional, economía social por la degradación del entramado productivo, y mujeres y diversidades, que ya existía, pero que ahora ganaba mayor centralidad. Y ahora tenemos que volver a reinterpretar la realidad con la misma lógica. Cuáles son los ámbitos tanto para militar como para convocar a la participación.
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Juan es profesor de Historia, egresado del Instituto Joaquín V. González, y según sus propias palabras, “un defensor a ultranza de la formación y educación pública de nuestro país”. Luganense de toda la vida, forma parte de La Cámpora desde su fundación. Fue secretario de Organización durante varios años, integrante de la Mesa Ejecutiva del distrito, y en la actualidad, uno de los compañeros que forman parte de la Mesa Política de CABA. En una entrevista que le dio a Kranear en 2021, dijo: “Soy un pibe que cuando vio que había otra manera de canalizar la ira y el descontento que despertaba la injusticia, puso todo eso al servicio de la organización, un camino que le recomiendo al resto que transite”.
El 25 de mayo pasado, en el PJ porteño, junto a los compañeros y compañeras de La Cámpora.