Por Sofía Veliz

Tengo muchas cosas para decir, le digo. Pienso muchas cosas y no sé si las puedo ordenar o si sirve decirlas, le digo.

Me desperté a las nueve de la mañana con el mensaje de un compañero y el tweet que me llevaba a la denuncia de H.I.J.O.S. Me levanté tarde porque además no tengo trabajo, yo era parte del ex Ministerio que supimos conseguir. Afuera. Así que me levanto tarde ahora mientras espero.

¿Qué esperamos?

Me sorprende mucho que no tengamos la capacidad de estar unos pasos adelante, le escribo. ¿Cómo puede ser que siempre sintamos que somos la excepción?, enviar mensaje.

¿Se puede evitar la violencia?

Busco en internet: Berta Cáceres. Busco: ¿cuántas mujeres mataron en latinoamérica por defender el ambiente? Busco México, estudiantes chilenas, Marielle Franco, Diana Sacayán, Cristina. Busco el hilo, la premonición que no vimos.  ¿La vemos ahora?

Pienso que ya pasó en Bolivia. Esto ya pasó en Bolivia le digo. Pasa en Centroamérica todo el tiempo. Esto ya nos estaba pasando, me digo.

La violación es siempre un crimen de poder y dominación, expliqué hace poco en una clase, citando a Rita Segato y a otras muchisimas que ya lo dijeron. Ya lo dijimos, ya lo dijimos. La violación es un programa político, les digo mirando la camarita, citando a Despentes. La violencia no nos pertenece, la violencia nos fue expropiada, sigo citando. La violencia es de ellos y nosotras tenemos los repudios, las marchas, las perfos, tenemos este pedacito de texto. Qué hermoso, qué poético. Nada más honrado que ir de a poco construyéndonos heroínas. Devenir mártires.

Camille Pagllia decía que la violación es un riesgo que hay que asumir si se es mujer y se quiere vivir siendo una chica. Una chica que sale de su casa, que quiere enfiestarse, que quiere placer, que quiere hablar, que quiere militar, que quiere decir algo. Existir es un riesgo que hay que asumir. Y ¿si se es lesbiana, bisexual, no binarie, trans, travesti?, ¿cuánto es el riesgo que hay que asumir?

Le digo en un audio, esto es terrorismo desorganizado. Esto es como lo de Cristina. Es como lo de Cristina. Enviar.  El velo de espontaneidad, locura, el relato sobre los individuos.

¿Somos de verdad tan dóciles como para creer eso?

Deben estar esperando que haya más información me dice. Sí obviamente, necesariamente, por supuesto, mi general, es importante comprobar siempre las fuentes, los detalles, sobre todo si la palabra de la denuncia proviene de una mujer. ¿Es una chica trans? Esperemos la pericia psiquiátrica entonces.

¿Nos vamos a defender?

Leo: “... la violación es un programa político preciso: esqueleto del capitalismo… Designa un dominante y organiza las leyes del juego… Robar, arrebatar, arrancar… sin que el bando adverso pueda manifestar resistencia. Goce de la anulación del otro, de su palabra, de su voluntad, de su integridad. La violación es la guerra civil”.[1]

Le escribo ¿qué vamos a hacer? Borro y escribo: ¿qué podemos hacer? Lo borro de nuevo. Escribo: el domingo nos vemos en la plaza. No lo envío. Me invade el terror. Me acuerdo de cuando cantábamos que ellos nos tenían miedo porque nosotras no teníamos. Me acuerdo que me costaba sacar la voz en esa arenga porque la verdad que yo siempre les tuve miedo.

El domingo nos vemos en la plaza me escribe. Y agrega un corazón de esos que tiene una venda. Yo borro lo que estaba escribiendo. Sí, nos vemos ahí. Enviar.


[1] Despentes Virgine,  “Teoría King Kong”, París 2006.