El feminismo nos habilita a reflexionar no solo sobre el deseo de ser madres, si no sobre como ejercemos la maternidad, mientras seguimos siendo mujeres e intentamos, con obstáculos machistas, construir otros roles dentro de la sociedad: trabajadoras, estudiantes y militantes.


El feminismo nos habilita al cuestionamiento interno, a la reflexión intersubjetiva para ser mejores en lo individual, porque la maternidad es política y por ende es una construcción individual pero también colectiva. Es una construcción social política cultural y económica totalmente atravesada, condicionada y hasta en algunas ocasiones determinada por el patriarcado.


Pensar en la maternidad alejada de imposiciones y mandatos sociales obligatorios es fundamental para mujeres y personas gestantes. Porque entendemos que lo más sano es generar un vínculo deseado amoroso y respetuoso desde el primer momento.


Dejar de romantizar la maternidad también es fundamental. Nos enseñan solo a las niñas a jugar a ser madres fortaleciendo ese rol, y crecemos enamoradas de la idea de ser madres. Con los años, algunas tenemos las posibilidad de ser conscientes que la maternidad es amorosamente enriquecedora pero también agotadora y dolorosa y podemos elegir cuando y como. Pero en esta sociedad opresiva, no todas corren la misma suerte.


Mientras intentamos construir maternidades y paternidades más equitativas, muchas aún continúan resignado sueños y proyectos. Algunas hasta se olvidan de ser mujeres. Y cuando pretendemos darnos el espacio para serlo, ahí está el dedo patriarcal señalándonos y juzgándonos.


Y es allí que pensamos en esas mujeres solas, sin redes, aceptando sin opción el abandono paterno que está sociedad patriarcal avala. Porque los varones eligen cuando ser o no ser padres. En cambio a nosotras siempre nos gobernó el mandato social obligatorio de la procreación, del cuidado y de maternar.


Pensamos en esas mujeres con embarazos producto de violaciones de sus propias parejas, piensamos en esas mujeres que rodeadas de violencia deben continuar con sus embarazos en ambientes hostiles y machistas.


Pensamos en esas madres que no quisieron serlo y lo hacen saber de una u otra forma, porque cuando algo no se quiere se demuestra, cuando algo no es deseado, se demuestra, cuando alguien no es querido, se demuestra.


Pensamos en las jóvenes con embarazos no buscados y en las niñas, abusadas que son obligadas a ser madres.


Adueñarnos de nuestros cuerpos para que nadie los violente ni abuse es parte del proceso emancipatorio de nosotras. Elegir y decidir ser madres también lo es.


Abrazamos fuertemente a todas las madres que hoy no pueden celebrar este día junto a sus hijas porque fueron arrebatadas en manos de femicidas y a esos niños y niñas que hoy no pueden festejar porque sus madres también fueron arrebatadas por femicidas.