Foto portada: Diego Arribas
Nuestra vida depende de un dedo ajeno
Nos bajan el pulgar los dueño' del coliseo
Como no digo lo que quieren, ahora miran feo
Ya saben qué les deseo
¡Qué se mejoren!
WOS.
Duró poco el bálsamo de ternura en el que nos sumergió el canal de streaming Gelatina, con la entrevista que Pedro Rosemblat le hizo a Lali Espósito el martes por la tarde. Durante varias horas nos refugiamos en esa conversación cómplice y acaramelada, con un contenido que nos endopaminó con algo de esa inteligencia, de ese humor y esa frescura, en una coyuntura donde esos son elementos poco frecuentes en los medios de comunicación.
Un paréntesis amoroso en esta laguna de barro y violencia.
El miércoles, lo que se esperaba que fuera una demostración de movilización popular, con una iniciativa profundamente creativa de mancomunar hinchas de todos los clubes de fútbol con jubilados, y con el Diego como telón de fondo, terminó en una represión feroz por parte de las fuerzas de seguridad que conduce Patricia Bullrich, en una jornada que ya no podemos llamar democracia. Lo de ayer no forma parte del pacto democrático y hay que tener claridad sobre ese punto. El estado tiene el monopolio legítimo de la violencia, sí. Pero el de ayer fue un operativo desmedido e ilegal. No lo digo yo, lo afirma el CELS y un conjunto de organismos de Derechos Humanos que observan con preocupación el escenario ante el que nos situamos.
Diego Maradona presente en la movilización. Foto: Diego Arribas
Bullrich es la misma a la que Néstor Kirchner, allá por el año 2001, acusó de ser “débil con los poderosos y fuerte con los débiles”. Una figura nefasta de la historia reciente de la Argentina que pasó por todos los espacios políticos y que ayer mostró una crueldad y un cinismo insondables al intentar justificar el impacto de un tubo de gas lanzado por la policía, que le provocó pérdida de masa encefálica al fotógrafo Pablo Grillo. La argumentación: que era kirchnerista. Hoy en conferencia de prensa, desde el CELS afirmaron que la pistola que se utilizó en este episodio estaba prohibida por tratarse de un arma potencialmente letal, y Bullrich derogó esa prohibición apenas asumió como ministra. Armas de estas características mataron por ejemplo a Carlos Fuentealba en 2007. Hoy tuvieron que salir a decir que había sido un 'accidente no previsto'. Excesos. Suena conocido.
Trascendió una foto del momento en que Grillo es socorrido, él está tirado en el piso, le cubren la cabeza con ropa, se lo ve inconsciente. Quien inmortalizó esa foto es Pepe Mateos, el mismo fotorreportero que retrató el asesinato de Kosteki y Santillán, de acuerdo a lo que apuntó la periodista Florencia Alcaráz en su cuenta de x. Puentes históricos. La historia se repite primero como tragedia. Y después como tragedia también.
Despliegue policial por las calles del centro porteño. Foto: Diego Arribas
Patricia Bullrich es además la ministra que formó parte de la organización Montoneros y de una generación que fue perseguida, torturada y desaparecida al calor de la frase “algo habrán hecho”. Pareciera que en la Argentina del 2025, esa construcción del otro como enemigo que hay que eliminar, ese otro estigmatizado, por fuera de los márgenes de lo socialmente aceptado, es hoy el militante kirchnerista. Si sos kirchnerista entonces, está bien que la policía te abra el cráneo. Se lo merece por kirchnerista. Algo habrá hecho el kuka ese. Cuando se construye un otro potencialmente peligroso, le sacamos humanidad, le sacamos derechos. Todo está justificado si hablamos de enemigos monstruosos.
La misma operatoria hicieron con los barras. Todo el arco narrativo construido por los medios de comunicación, con excepción de C5n, Crónica, y otros medios independientes como Futurock, se alinearon con el discurso oficial, queriendo justificar la brutalidad del despliegue y el accionar policial, por tratarse de supuestos barrabravas, buscando una adhesión y una aceptación de “los argentinos de bien”. Tan bajo cayeron que intentaron incluso explicar esa escena del horror de una señora de 81 años que un policía tira al piso en seco, alegando que ella había golpeado con su bastón al oficial. ¿Estamos todos locos? ¿Vamos a normalizar que todas las semanas las fuerzas policiales repriman a viejos que salen a la calle a reclamar porque no pueden vivir con 300.000 pesos por mes?
Más de cien detenidos y una jueza -Karina Andrade- que mostró un poco de criterio y los liberó bajo la justificación de que “Se encuentra en juego (…) el derecho a la protesta, a manifestarse en democracia y a la libertad de expresión”.
También circuló un video que difundió la periodista Noelia Barral Grigera, en el que se puede observar un camión hidrante con policías en su interior que gritan “vengan, zurdos” a manifestantes que se encuentran en la vereda. Se trata de eso, mantener el orden y la calle limpia de zurdos. Una violencia que se vocifera desde la investidura presidencial, principal responsable en la legitimación y la reproducción de ese discurso violento, que no se queda en lo discursivo sino que traspasa al plano de la acción, y que derrama y exuda por los poros de una sociedad que a primera vista pareciera estar rota, pero que nos devuelve algo de esperanza cuando hoy por la mañana el hospital Ramos Mejía, donde está internado peleando por su vida Pablo Grillo, difunde un comunicado en el que afirman que el servicio de hemoterapia está desbordado a causa del enorme caudal de personas que se acercaron a donar sangre. La solidaridad de un pueblo obstinado y empecinado en recomponer el lazo social que quieren destruir.
Porque les servimos desorganizados y con miedo, porque así van a poder avanzar mejor y más rápido para concretar “el ajuste más grande de la historia”. La parálisis que provoca el terror fue una de las grandes victorias de la dictadura, y es urgente reconquistar esa memoria para no caer en la trampa. ¿Cómo no atemorizarse después de ver las imágenes que circularon ayer? El discurso heroico de “poner el cuerpo” choca de frente con ese temor que seguramente atraviese a grandes sectores que también empatizan con el dolor de los jubilados.
La policía disparó gases lacrimógenos sobre los manifestantes. Foto: Diego Arribas
No queremos mártires, ni héroes, queremos ciudadanos libres con vidas dignas de ser vividas. Hay que reivindicar nuestro derecho a la protesta sin regalarnos en ese “baile con la muerte” que propone el gobierno, como afirmó La Cámpora en un comunicado. Difícil combinación.
Si este es el inicio de alguna arista de resistencia a esto que algunos llaman fascismo (aunque sería importante construir categorías propias y latinoamericanas para entenderlo), qué maravilloso es que la punta de lanza -no escudo-, el faro de esa resistencia, hayan sido los viejos y las viejas de este bendito país. Otro puente histórico que nos enlaza con las Madres y las Abuelas que caminaron en ronda y movieron montañas.
El miércoles que viene a los hinchas se le tienen que sumar los feminismos, los sindicatos, las asociaciones de actores, las organizaciones sociales y de la cultura, las universidades, los docentes, los músicos, los motoqueros, los clubes de barrio. Tenemos que ser cientos de miles para gritar bien fuerte que NO PASARÁN.