En Madrid, entre el 4 y 12 de octubre, hay una serie de eventos culturales y de ocio para festejar el Dia de la Fiesta Nacional, o el Día de la Hispanidad. Viendo la grilla invitan a cantantes latinoamericanos, para saldar o empardar un poco la mirada hegemónica española sobre este asunto. No observo ningún taller para debatir los efectos políticos, económicos y sociales que perpetró la Corona, contra los pueblos originarios de toda América. Un festejo hispanoparlante, así lo llaman en la metrópoli, y como vemos la historia lejos de quedar dormida en los manuales, nos susurra al oído como el fantasma del Rey de Dinamarca a Hamlet.
Por qué no te callas
Fue en la 17ma Cumbre Iberoamericana en Santiago de Chile, noviembre de 2007, cuando el comandante y presidente Hugo Chávez Frías, osó cuestionar las políticas de José María Aznar – ex mandatario español-, frente al discurso del presidente de aquel entonces José Luis Rodríguez Zapatero. Ante las interrupciones del venezolano, que calificaba de ofensivo para su país las políticas de Aznar, el rey Juan Carlos, le gritó “¿Por qué no te callas?”.
Era la voz de la España supremacista, anulando los reclamos de un representante del pueblo americano, era el resabio de aquella conquista iniciada en 1492, el mismo espíritu que provocó la aniquilación de la cultura americana, para imponer la propia.
Recordemos en contexto que los Reinos de España y el Reino de Portugal comenzaban a explorar, para conquistar territorios, y abrir nuevos mercados, por pretensiones imperiales. Es en ese marco que Colón entre 1492 y 1500 realiza cuatro viajes a América. La etapa posterior al navegante genovés, sería de ocupación, y plagada de calamidades, para los nativos. Porque no había que poblar las indias, las indias estaban pobladas por los pueblos originarios, más bien la Corona despobló las indias.
Avaricia y salvajismo en América
La imposición a partir de que los españoles pisaron nuestro continente fue violenta y salvaje, y también, los más moderados, por métodos de persuasión. La etapa más cruenta desde aquel 12 de octubre de 1492 surge a partir del título de Adelantados, que comenzaron a otorgar los reyes españoles, posterior a los viajes de Colón, y esa primera etapa de exploración. Fue en el siglo XVI, donde la ambición, la avaricia, y la rapacidad mostró su peor cara; cuenta una fuente de la época, el sacerdote Bartolomé de las Casas, durante su estadía en Cuba, en la que desarrolló su acción sacerdotal:
“Los cristianos (es decir los españoles) enviaban a los indios a las minas de oro, a los hombres, las mujeres las ponían en estancias a cavar las labranzas y a cultivar la tierra, le daban de comer yerbas y cosas poco sustanciosas. Así las madres no tenían leche en sus pechos y los recién nacidos morían, como también los hombres por el trabajo insano en las minas. Las mujeres mal alimentadas por su trabajo en las granjas también fallecían, así se acabaron tantas de aquellas multitudes en la isla”.
El trabajo bestial en las minas y en los campos, las pestes que trajeron los europeos, y las matanzas por la conquista, provocaron la muerte, de unos 25, a 35 millones de habitantes, seriamente contabilizados, después hay números estrambóticos, no avalados por la bibliografía académica. Además, la bonanza del Potosí, que extrajeron con sus cuerpos, miles mujeres y hombres americanos, asfixiados en socavones, no fueron parte de la riqueza nativa, sino de su raquitismo. Salía la plata y el oro, en flota por el Pacífico de los puertos de Lima o el Callao, para terminar, engordando a los Reinos Españoles, o caer en manos de la piratería inglesa, y de su Corona.
Kirchnerismo y reacción conservadora
Estamos convencidos que la historia no se juega sólo en los libros y las academias, quién se queda con el nombre de las calles, las plazas, del espacio público y los monumentos. En julio de 2013, durante la presidencia de Cristina Fernández, se decidió retirar la estatua de Cristóbal Colón, situada frente a la Casa de Gobierno, la Rosada.
El pacato diario ABC español, titulaba en un copete, que “el Gobierno argentino pretende reemplazarla por la de una guerrillera de la Independencia”. La palabra guerrillera tiene una triste utilización por los medios argentinos, en aquella noche dictatorial y brutal, de Videla, Massera y Agosti. No sorprende la postura española, tampoco la colonizada mirada de la “intelligentzia” de los que gobernaban la Ciudad en aquel momento. Mauricio Macri, puso el grito en el cielo, y menos sorprendería que siendo presidente, en el día de nuestra Independencia en Tucumán, aquel 9 de Julio de 2016, mencionara en el acto mismo que quienes declararon la independencia “deberían haber tenido angustia de tomar la decisión, querido Rey, de separarse de España”. La colonización pedagógica de nuestro establishment, también atraviesa la Conquista de América, y confirma la transculturización – sociológicamente cuando una cultura anula a otra-, que practican aún mucha política e intelectualidad local.
Hasta 2010, e 12 de octubre se celebraba el “Día de la Raza” y conmemoraba la llegada de Cristóbal Colón a América, pero de la mano de Cristina, y por medio de un decreto, la fecha pasó a llamarse “Día del Respeto a la Diversidad Cultural”.
La Conquista y la lengua
Otro rastro que dejó la colonización, y que se repite como zoncera es aferrarse a lo que dice la Real Academia Española, acerca de un idioma que ya no puede ser digitado por esa institución. ¿O acaso hablamos en el Castizo Antiguo? ¿Qué tiene que ver el lenguaje de un porteño actual con alguien que vive en Madrid o Toledo? Y, es más, ¿la lengua porteña, nuestra lengua, tiene algo que ver con la de un conurbanero que vive en Solano o La Matanza, o con la de un tucumano o cordobés?
El tema de la lengua es paradigmático, porque si uno recorre el noroeste argentino, lo que es Formosa y Chaco, poblaban los Toba, lo Qom, con su lengua propia. Es más, en la actualidad viven descendientes directos de estos pueblos originarios, es lo poco que quedó de ese proceso de transculturación, que por supuesto participó la iglesia católica. De ese desmadre que fue someter a la Pachamama, con la cruz, la biblia, y la espada. La anulación de la cultura autóctona por la española.
Como vemos los resabios de la Conquista, conviven aún, no son historia muerta; tal vez este 12 de octubre, no tengamos nada que festejar. Más bien conmemorar la resistencia de Manuel Padilla, de Juana Azurduy, de Tupac Catari, de Tupac Amarú, y de miles de hombres y mujeres de los pueblos originarios que resistieron y no ofrecieron un “querido Rey”, ni guardaron silencio, cuando intentaron callarlos.
A 530 años, la historia de nuestros pueblos, de nuestra América, sigue exigiendo verdad, memoria y justicia.