Todos recordamos el operativo de seguridad que el Ministerio de Seguridad de la Nación montó, el jueves el 14 de diciembre, en los alrededores del Congreso de la Nación, cuando el oficialismo quiso sancionar la reforma previsional. Vallaron toda la manzana. Desplegaron más de mil efectivos de las cuatro fuerzas federales. La televisión devolvía imágenes dantescas: Camiones hidrantes, cuerpo de infantería, armas largas, perros, motos, helicópteros. En la plaza, cien mil manifestantes pacíficos. La represión arrancó a las 14.00 (cuando arrancó la sesión y en la que Cambiemos no logró quórum) y duró hasta la noche. Repartieron a diestra y siniestra gases lacrimógenos, balas de goma y gas pimienta, incluso contra varios diputados nacionales. Hubo casi cien heridos y más de cuarenta detenidos, que en su mayoría fueron cazados a varias cuadras del Congreso.
Uno de esos detenidos fue un pibe de 19 años. Esteban Rossano vive en Morón con su padre, y su aspiración, hasta mediados de diciembre, era ingresar al Ejército Argentino, en Campo de Mayo. Ya se había hecho varios exámenes. Esa tarde fue hasta el centro de la CABA porque quería comprarle un regalo a su sobrino. En la mochila tenía ropa para jugar al fútbol. Se bajó, por error, en la estación Sáenz Peña del subte A. Afuera la cacería policial estaba en su punto caramelo. Cayó en la razzia.
Lo trasladaron al edificio Centinela de la Gendarmería Nacional, junto a otros doce detenidos. Sobre ellos pesaba la acusación de intimidación pública y atentado y resistencia a la autoridad. La causa recayó en el juzgado federal Nro. 11, a cargo de Claudio Bonadío. Cuando pidió su mochila, los gendarmes aparecieron con dos testigos. En su interior había dos piedras y panfletos de distintas agrupaciones políticas, pisoteados y sucios. El sábado 16 le allanaron el domicilio. "Estamos buscando elementos terroristas", le dijeron los federales a su padre, Pablo. No encontraron más que las golosinas el hombre vende en su kiosco, en Laferrere.
El 20 de diciembre Pablo se encadenó a las rejas de los tribunales de Comodoro Py, en Retiro. Bonadío, en lugar de recibirlo, o enviar a alguien que lo escuche, decidió el traslado de Esteban a la unidad penitenciaria federal de Marcos Paz. Allí está todavía. En mundo ajeno, oscuro y hostil.
Pablo jura con lágrimas en sus ojos que su hijo es inocente. Hace unos días le contó los hechos de aquel jueves a la periodista Lais Giovannini.
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La dura novedad de hoy jueves 4 de enero de 2018, es que la Sala 2 de la Cámara Criminal y Correccional Federal y Federal, le haya negado a Rossano la eximición de prisión, ya que aducen que deben revisar "los registros fílmicos del día de los hechos" para determinar "su presunta participación en los tumultos y desordenes públicos llevados a cabo el día 14 de diciembre de 2017 con la intención de infundir un temor público suficiente como para coaccionar la actividad parlamentaria que fuera convocada en esa fecha".
La frase entre comillas estremece. Y está en sintonía con las declaraciones realizó el Gobierno nacional por aquellas horas, en relación a un supuesto clima de violencia creado por grupos radicalizados para impedir el avance de su gestión republicana.
"Es una pérdida de tiempo. No lo van a ver en ninguna imagen porque no estuvo ahí", dice Pablo en un mensaje de audio.
¿Qué opinás del fallo de la cámara?
"Que los jueces deben estar muy alejados de la realidad de la gente. Yo creo que ni siquiera leyeron la causa. No tuvieron en cuenta que Esteban no tiene antecedentes, que nos allanaron el domicilio y no encontraron nada, que todos nuestros vecinos hablaron re contra bien de mi hijo. También creo que si fuésemos gente con plata, mi hijo salía en dos horas. Yo pensé que nunca me iba a pasar algo así, pero la verdad es que es un infierno. Acá la única víctima que hay es Esteban, que tenía el sueño de ser militar, y que el domingo -31/12/2017-, que fue la última vez que lo vi, me dijo "Pá, mi país me defraudó".
¿Por qué pensás que el juez federal Claudio Bonadío persigue a pibes como tu hijo?
"Quieren disciplinar a la gente. O sea, mi hijo no fue a la protesta, pero supongamos que hubiese ido, lo meten preso, lo cagan a palos los gendarmes y los penitenciarios, y entonces qué pasa, cuando otro vecinos quiera ir algún día a protestar, le van a decir -o va a pensar- no, mejor no vayas, mirá lo que le pasó a Esteban. Siembran terror en la gente. Me parece horrible".
¿Con qué medios de comunicación pudiste hablar para visibilizar el caso de tu hijo?
Para un padre como yo, que no sabe nada del tema medios, lo primero que se le ocurre es llamar a los grandes medios. No pude comunicarme con ninguno. Llamé por lo menos veinte veces a cada medio. Quizá tengo mal los teléfonos, eh. Eso sí: cuento con el apoyo de todos los vecinos de mi barrio. Ahora aparecen ustedes y antes vino la periodista de Martín Coronado, de la que no me acuerdo el nombre porque mi cabeza no para de dar vueltas.
¿Qué le pedís a la gente que lea esta nota?
Si alguien puede que hagan algo por mi hijo. Y después, que el que quiera que hable con Esteban, para que vean que no estoy mintiendo. Se van a sorprender de la calidad de persona que es. Tiene 19 años y es un bebote. Pero una cosa es que lo diga yo y otro es que la gente lo escuche, lo vea.