Las organizaciones populares militan en los territorios para generar logros colectivos como el que aconteció el pasado 19 de junio en el Barrio Piedrabuena de Villa Lugano, en la comuna 8 de la Ciudad de Buenos Aires, de la mano de los integrantes de la Unidad Básica “La Patria es el Otro” y las docentes de dos escuelas del barrio, en el marco de la jornada de Promesa de Lealtad a la Bandera.
La historia fue así: a partir de las nueve y media de la mañana, unos cien pibes y pibas de cuarto grado de las escuelas 20 y 21 comenzaron a poblar al anfiteatro del barrio, junto a sus familias, docentes, directivos e integrantes de las cooperadoras, para ser parte de una ceremonia que perdurará no solo en en sus corazones, sino también en la memoria colectiva del barrio.
Se llegó hasta ahí, con esfuerzo y entusiasmo, muy limitados en cuanto a los recursos, luego de un trabajo conjunto entre la militancia y las autoridades de las escuelas, que hace siete años decidieron sacar a la calle el evento institucional, de calendario, para compartir con la comunidad una mirada y caracterización del concepto de Patria. Y el evento salió diez puntos, tal como se lo había planeado: en tiempo de retrocesos, prédica del invididualismo y discursos de odio, la comunidad del barrio se organizó alrededor, nada menos, de la bandera, los legados de Belgrano y San Martín, y los colores patrios.
Kranear conversó con dos de los responsables de la actividad: Elias Eyros, referente La Cámpora Piedrabuena, y Mara Cotelo, la directora de la Escuela 20.
Contó ella: “Usamos la excusa del acto para poder convocar a las familias a sumarse a la idea de que a la Patria la construimos entre todos, y en todo momento”, y aparte señaló que su manera de hacer patria “es también empoderar a los pibes para que sientan que con el amor, la verdad y la justicia, pueden ir a cualquiera lado. Les enseñamos a defender esos valores, todos los días”.
Fue la séptima vez que comunidad educativa y militancia organizaron la jornada de promesa junto al barrio.
Unos minutos después de las diez de la mañana ya estaba todo dispuesto para que arranque el acto. La mesa de sonido, el fondo del escenario, y las gradas del “anfi”, como lo llaman todos el barrio, estaban decoradas con los colores de la bandera, pintados o coloreados sobre telas, hilos, banderines y cartulinas, todo hecho a mano, a pura voluntad y amor. Detrás de los dos pies de micrófono, y de frente a los chicos que copaban las gradas, relucían sobre un par de pupitres las medallas y los diplomas.
La actividad comenzó con la inauguración de un mural de unos diez metros de largo, sobre una pared de media altura de la parte trasera del anfiteatro, pintada con celeste y blanco, con citas de San Martín y Belgrano, las firmas de las escuelas y en el centro, sobre el sol, el sello identitario y local: Piedrabuena. El trabajo artístico y educativo fue producto del trabajo de la comunidad: los pibes, pibas, docentes y autoridades de las escuelas 20 y 21 –ubicadas detrás del anfiteatro-, las familias, vecinos y los militantes del barrio.
Elias Eyros contó que el objetivo de la actividad pasó “por generar organización entre los actores sociales del barrio, y forjar una articulación entre las instituciones y actores de Piedrabuena, teniendo en cuenta que las escuelas son el primer dique de conteción de muchas problematicas que aquejan a quienes viven acá”, y agregó que “como militantes, la mayoría de las veces nos enteramos de las distintas realidades que sufren las familias a través de las docentes, los profesores, los preceptores o las autoridades”.
El acto duró unos cuarenta minutos y tuvo un tono distendido, con dosis de emoción, reflexión y alegría. A las once menos cuarto el sol ya despuntaba por arriba de unas de las torres del barrio y empezaba a entibiar las gradas superiores del anfiteatro, aunque todavía no a los padres que sacaban fotos desde un costado. “Hoy es un día que deja huella”, aseguró una autoridad del distrito 20, frente al micrófono, y advirtió que “la patria somos todos, pero en especial, los que más sufren”. Luego leyó el texto del decreto oficial del poder ejecutivo porteño relacionado con la promesa de leltad, que su último párrafo, interroga:
“¿Prometen defenderla, respetarla y amarla, con fraterna tolerancia y respeto, estudiando con firme voluntad, comprometiéndose a ser ciudadanos libres y justos, aceptando solidariamente en sus diferencias a todos los que pueblan nuestro suelo y transmitiendo, en todos y cada uno de nuestros actos sus valores permanentes e irrenunciables?”
Y ahí, todos los chicos y chicas de cuarto grado, gritaron a voz de cuello:
“¡Sí, prometo!”
Los pibes y pibas son de las escuelas 20 y 21 de Piedrabuena.
Mara tiene a su cargo la dirección de la Escuela Integral Interdisciplinaria N°20 Dra. Alicia Moreau de Justo, y compartió con Kranear información sobre la tarea pedagógica pero también social que realiza la institución en el barrio: “La escuela no es solamente enseñarle a lo pibes, sino también laburar mucho con las familias. La mayoría de los pibes y pibas que están ahí –y señala con el brazo hacia el establecimiento, que asoma detrás de las gradas de cemento del “Anfi”- tienen algún grado de retraso madurativo, y necesitan otros tiempos para poder aprender, porque fueron vulnerados desde el día que nacieron. Falta atención y contención, sufren promiscuidad en sus hogares y tienen las necesidades básicas insatisfechas. En la escuela les brindamos otros espacios y tiempos”.
A un costado del escenario, una vez terminado el acto, las docentes saludaban a Mara, le daban un abrazo, querían compartir con ella unas palabras luego de haber vivido, una vez más, una experiencia de construcción colectiva, y también festiva, como se ocuparon de señalar una y otra vez las docentes, porque ya lo dijo Jauretche, nos quieren tristes –ayer Macri, hoy Milei y Macri- , y no hay que permitir que eso suceda. Menos todavía cuando se logra construir hechos comunitarios como el que acababa de terminar.
Otro que aportó su testimonio fue el profesor de Música de los dos turnos de la Escuela 21, Adrián, quien comentó que “me encantó lo que dijo la directora en relación a defender a la Patria no como una cosa vacía, hueca, sino como parte de una memoria colectiva que vamos construyendo entre todos, y por eso no hay que dejar de conectar la historia con todo lo que nos está pasando hoy, que estamos perdiendo una enorme cantidad de derechos”; aparte agregó que “como profe de música, las canciones que tocamos y cantamos son una parte importante del acto, y estoy muy contento con lo que hicimos”.
Durante la ceremonia sonaron el Himno Nacional y tambien el Himno a Sarmiento, pero el tema que prepararon en los días previos, para la fresca mañana del 19 de junio, fue “Voy a encontrar mi bandera”, un gato de Sebastián Monk, que el profesor tocó con un teclado, y una colega, en guitarra criolla. Dos de sus estrofas, dicen: “Yo siempre que mire al cielo / voy a encontrar mi bandera”.
Patria y comunidad organizada.
Del acto también participaron dos militantes de La Cámpora de la comuna con responsabilidades institucionales: el secretario de Coordinación de la Legislatura Porteña, Facundo Roma; y la juntista de la Comuna 8, Naila Loitegui; aparte también dijeron presente la directora del Banco Ciudad y referente de la agrupación Buenos Aires 3D, Delfina Rossi; personal del Centro de Salud y Acción Comunitaria (CESAC) Nro. 7; representantes del Centro Cultural Castagnino que funciona en el barrio, y vecinos y comerciantes del complejo que se terminó de construir por medio del Plan Alborada, a finales de la década del 70, y que se erige a un costado de la General Paz, luego de cruzar la avenida Eva Perón, en direccion al Riachuelo.
Pasadas las once de la mañana, “El anfi” era un hormiguero de padres, chicos y docentes que se cruzaban, saludaban, sacaban fotos, mientras un grupo de maestras servía para todo el mundo un colación que constaba de un vaso de chocolate o te caliente, y galleta dulces; alguien, aparte, había aportado un exquisito bizcochuelo bañado en chocolate.
El par de sonidistas, padre e hijo, entendían todo, y en los parlantes hacían sonar el tema Juguetes perdidos, de Los Redondos (luego sonarían otras canciones, más de moda, si se quiere, pero para ese momento de cierre, de culminación del acto, mientras los pibes posaban para las fotos junto a sus familias, con el diploma entre las manos, fue la canción perfecta).
Los compañeros y compañeras de “La Patria es el Otro”, tuvieron un rol central en la organización de la actividad, ya que garantizaron que el espacio estuviese barrido, limpio, aportaron el sonido –y los sonidistas-, armaron la estructura del fondo del escenario, y junto a las docentes decoraron el anfiteatro y estuvieron a disposición de cualquier inconveniente. “Para nosotros, como unidad básica, la prioridad siempre la tiene la comunidad, lo colectivo, y este acto de promesa de la bandera en la que los pibes son los protagonistas, es de los hechos que más esperamos y disfrutamos del año”, contó Elias a un costado, mientras se saludaba con docentes, directivos y sus propios compañeros.
El 2024 fue el séptimo año que las escuelas del barrio ocuparon el espacio público para realizar el acto, enarbolados en la celeste y blanca, y en comunidad. Fue en la Escuela Pública, y junto a los compañeros y compañeras de La Cámpora Piedrabuena, donde surgió la iniciativa, y a medida que pasaban los años, se sumaron nuevas escuelas, al tal punto que de la pandemia para acá, el distrito escolar 20 completo ocupando las plazas de sus barrios, o al anfiteatro, para realizar la Promesa de Lealtad a la Bandera.
Roma, Rossi, Cotelo y Eyros.
Para esta jornada del 19 de junio pasado, el plan original era que también formasen parte de la actividad las comunidades educativas de la Escuela 22 y la 24, pero el pronóstico del clima jugó en contra y ambas realizaron sus actos en sus escuelas. Una verdadera picardía, porque a las once y media de la mañana, mientras algunos pibes se retiraban junto a sus padres, y las docentes y autoridades bailaban un regeatón, el sol ya bañana casi todo el “anfi” y en el cielo se desplegaba la celeste y blanca.