y David Pizarro
Gildo Onorato tiene 38 años, es miembro de la mesa nacional de la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP) y secretario de políticas sociales del Movimiento Evita. Nos recibe en una oficina del segundo piso de la sede de la confederación, en Constitución, que a las 17.45 hierve de trabajadores que con el bolso al hombro pugnan por subirse a un colectivo para volver a casa. Las paredes de la habitación son de color ocre. Solo hay una mesa, un par de sillas y una ventana por la que se aprecian los techos de algunas casas y los tinglados de galpones y fábricas. Le preguntamos al anfitrión dónde se crió, si estudió o trabajó, cuándo comenzó a involucrarse con la militancia política.
La sede central de la CTEP funciona sobre la calle Pedro Echague, en el barrio de Constitución.
El actual dirigente nos cuenta que nació a finales de la década de 1970 en un barrio de trabajadores de la ciudad de Tandil, provincia de Buenos Aires. En su hogar se respiraba compromiso político. La madre militaba en el socialismo, el hermano en el alfonsinismo y el padre era peronista desde la cuna. Cuando terminó el secundario se trasladó a la ciudad de La Plata para estudiar psicología. Allí conoció a su actual compañera. No se recibió y trabajó como ayudante de un encargado de edificios. A finales de la década del noventa se sumó a la Coordinadora de Trabajadores Desocupados Anibal Verón (CTD Anibal Verón) y poco tiempo después tendría un breve paso por Quebracho, junto Emilio Pérsico y otros compañeros que venían del peronismo. “Es en ese momento que comenzamos a pensar la vinculación entre lo social y lo político, porque lo que expresaban los movimientos de trabajadores desocupados no tenían correlato con la política”, recuerda.
Entonces conformaron el Movimiento de Trabajadores Desocupados Evita, “el proto Movimiento Evita”, aclara Gildo. Militaron el voto en blanco para las presidenciales de 2003 porque entendían que ninguna propuesta electoral traería beneficios para los sectores populares, pero el presidente Kirchner los convocó a sumarse a su armado político. Ahí es que "nos convencemos de que ése era el proceso democrático que había que acompañar”, señala. En 2006 se sumaron a la gobernación de Felipe Solá en la provincia de Buenos Aires. Él fue director provincial de Juventud, su único cargo en la función pública.
Gildo ceba un mate y convida un paquete de pepas glaceadas. Come solo un par a pesar de que nos cuenta que no almorzó y retoma su relato para subrayar que como cualquier otro militante de un movimiento social, en 2001, una de las marcas más profundas que le estampó la vida fue la cacería y los asesinatos del puente Pueyerredón, el 26 de junio de 2002. "Fue una de esas experiencias que te impulsan a seguir o que te meten en tu casa”, sintetiza. Él tuvo que cargar a un compañero durante cincuenta cuadras porque le habían perforado un pie con un escopetazo. El otro hecho trascendental que menciona se produjo el 24 de marzo de 2004, cuando Kirchner pidió perdón por las atrocidades cometidas por el Estado genocida, frente a la Ex ESMA.
K: ¿Cuándo se creó la CTEP y por qué?
GO: Nace a principios de 2011, ya que nosotros comenzábamos a ver que a pesar del enorme crecimiento económico y la capacidad distributiva del Estado, era muy improbable una sociedad de pleno empleo. Entendíamos que a pesar de nuestro proyecto político soberano había un proceso de extranjerización de las económicas emergentes como la nuestra, y que las grandes cadenas de supermercados eran las que fijaban los precios de los alimentos; en ese escenario -cierra la idea- había un sector de nuestra clase trabajadora que se inventaba su trabajo para poder sobrevivir.
K: ¿Por qué hablaban de economía popular y no de economía social?
G: Porque la segunda, a través del cooperativismo y el asociativismo, le disputa ganancias a la economía de mercado para distribuirla entre sus asociados, mientras que la economía popular lo que distribuye es trabajo. Para nosotros se trata de la economía que se inventan los trabajadores para sobrevivir, y buscar la forma de vivir bien, que no es lo mismo que vivir mejor, una idea ligada al consumo.
K: Luego de conceptualizar esta idea, ¿se la llevaron a Cristina?
G: Aparte de la idea de desarrollar el sector de la economía popular, entendíamos que el ordenamiento social y sindical no tenía que ser partidario, porque creíamos que gran parte de la fragmentación de la clase trabajadora se explicaba por el liberalismo metido en las organizaciones.
Gildo chupa un mate y pone el ejemplo de Hugo Moyano y Antonio Caló, ambos dirigentes de la CGT. "Tenían las mismas reivindicaciones pero distintos planteos políticos", define. Y suma el caso de Hugo Yasky y Pablo Michelli, de las dos CTA. Las paredes de la oficina están decoradas con un cuadro de Néstor Kirchner y Hugo Chavez, un póster de Eva Perón, una imagen del Che y un banderín de Palestina. También hay un pizarrón con anotaciones del trabajo diario en la CTEP.
GO: La única organización kirchnerista que componía aquella CTEP, entre 2011 y 2015, era el Movimiento Evita, ya que concebíamos que había que unir a la clase trabajadora con un planteo social reivindicativo propio, independientemente de la perspectiva política que tuviesen las organizaciones, o sus dirigentes. Eso a la larga nos permitió, en la actual resistencia al gobierno de Macri -continuó-, tener legitimidad para plantear nuestra posición por fuera del partidismo político.
Gildo vuelve a la pregunta sobre Cristina, y cuenta que la personería gremial de la CTEP fue otorgada -por medio de una resolución- por el ministro de Trabajo Carlos Tomada, el 9 de diciembre de 2015 a las 22.30 de la noche. "Menos mal que nuestra militancia comenzó a construir el planteo de un agrupamiento social y sindical que tuviese que ver con el carácter estratégico de este nuevo sector de la clase trabajadora, hace cinco o seis años atrás, porque eso fue lo que permitió que marcásemos agenda una vez que Cristina salió del gobierno", señala, y pasa un mate.
El sol cae detrás del cuerpo de Gildo, que se recorta contra la ventana. Encendemos el tubo de luz de la oficina. El entrevistado, que viste un suéter de hilo, jeans, se zambulle en la coyuntura y habla de la estrategia de la CTEP para marcarle la cancha a la Alianza Cambiemos. Entre otras iniciativas, generaron alianzas con organizaciones como Barrios de Pie y la Corriente Clasista y Combativa (CCC), muy críticas con el gobierno anterior. "Hay un sector de la clase trabajadora que no tiene una expresión política y que necesita agruparse para darle pelea al gobierno de la derecha que encabeza Macri", cuenta Gildo que le plantearon en ese momento a los referentes de esos espacios. "Fueron larguísimas jornadas de discusión, hasta que logramos articular y unificar un planteo, en la calle, en la marcha de San Cayetano", el 7 de agosto de 2016.
La movilización partió desde Liniers y atravesó la ciudad hasta llegar a la Plaza de Mayo. Crédito: internet.
"Hasta ese momento la pelea era por la continuidad de las políticas sociales", señala Gildo. "A partir de ahí fuimos por la institucionalización de nuevas políticas de seguridad social". Y puntea: un salario complementario, un consejo compuesto por representantes del gobierno y de las organizaciones y un registro de los trabajadores, entre otras medidas. De ese modo nacía la letra del proyecto de ley de emergencia social que luego de algunas vueltas el senado sancionaría a finales de 2016, con el apoyo de todos bloques opositores, la iglesia, la CGT, las dos CTA y los movimientos sociales.
Pero Mauricio Macri, Marcos Peña y Carolina Stanley dilataron la reglamentación de la nueva norma. Gildo cuenta que "decidimos realizar una jornada de lucha con trescientos cortes y ollas populares en todo el país". Al poco tiempo, entonces, "el consejo comenzó a sesionar en reuniones quincenales, en el registro se empezó relevar a los trabajadores de la economía popular, y en mayo comenzará a ejecutarse el presupuesto que contempla la ley", agrega. "Los primeros setenta mil salarios sociales complementarios se pagaran en mayo, y de acá a dos años y medio tenemos que llegar a unos quinientos mil".
Crédito: Internet.
Gildo cuenta que en la Argentina existen 24 millones de trabajadores activos, que de ese universo casi 13 están formalizados en el ámbito público y privado, y que el resto subsiste en la informalidad, están desocupados, o sobreviven con la invención de su propio trabajo. Los últimos son los beneficiarios de la ley de emergencia. "El salario estipulado por la ley complementa la actividad que los compañeros ya están desarrollando", explica. "Se anotan en el registro, se los reconoce como trabajadores, y por lo tanto el Estado les complementa su ingreso con un salario que equivale al cincuenta por ciento del salario mínimo, vital y móvil". Equipara la medida con la Asignación Universal por Hijo (AUH), que reconoce una desigualdad entre los trabajadores registrados y los informales. "La ley de emergencia social crea una nueva institución de la seguridad social", resalta con orgullo. "Crea una paritaria permanente para los sectores más pobres del trabajo", agrega, en referencia al consejo en el que los movimientos sociales tienen tres asientos.
K: ¿Cómo está la situación económica en los barrios en los que ustedes trabajan?
G: El año pasado inscribimos 120 mil pibes en los comedores y merenderos, y en lo que va del 2017 sumamos otros 25 mil. Entre los distintos programas de empleo como el Argentina Trabaja o el Ellas hacen, tenemos más de 100 mil compañeros a los que les ayudamos a planificar su trabajo. La situación general es muy grave y preocupante. Cuando el Estado cede su rol ante las variables de la economía, gana el mercado. Cuando el Estado abandona la seguridad social y el territorio, gana el narcotráfico, la delincuencia, la estigmatización de los pibes y la violencia institucional. Este gobierno está destruyendo el tejido social.
Crédito: Internet.
Gildo es claro y contundente cuando saltamos al conflicto docente: "Yo no sé si la estrategia de los gremios es buena o mala, pero sí sé que si el gobierno no se sienta con ellos, ese sector va a colapsar. Cuando es el Estado el que promueve la no resolución de los conflictos, vamos hacia el desborde, a la fragmentación de SUTEBA. Nosotros, junto a la CCC y Barrios de Pie, somos una vehiculización del conflicto. Sin la ley de emergencia social, no sé qué pasaba en la Argentina. Viviríamos en las rutas".
K: ¿Qué lectura realizan de la elección de octubre?
G: Hay un punto en el que coincidimos todos: hay que ganarle a Macri en la provincia de Buenos Aires, pero existen algunas diferencias con respecto a la estrategia. A nosotros nos parece que el gobierno quiere polarizar con Cristina con dos objetivos. Por un lado, no plebiscitar su gestión de gobierno, y por el otro, impedir que se construya una instancia de unidad bien amplia, ya que su figura es tan fuerte torna imposible que sectores más moderados de la oposición puedan construir otra propuesta.
Ante ese escenario, Gildo plantea que “nosotros creemos que hay que construir una unidad lo suficientemente amplia, en el marco del Frente para la Victoria y el PJ" a través de una elección interna con la herramienta de la PASO, y "lo que salga de ahí que vaya a ganarle a Macri". Y deja en claro que el Evita se ordenará bajo la máxima peronista que jura que "el que gana conduce y el que pierde acompaña”. Incluida Cristina, aclara. Luego anuncia que “nosotros vamos a ir a las internas con nuestra propuesta electoral, que algunos dicen que puede llegar a ser Randazzo” y comenta que no cree que Cristina se presente en la interna, ya que ella sabe que se estaría prestando a la trampa que propone el gobierno, que es polarizar con ella para de ese modo evitar que el pueblo evalúe su gestión de gobierno. ¿Massa? "No es parte del peronismo", advierte, y en consecuencia "no será parte de la interna", cierra.
Del otro lado de la ventana ya es de noche. En el cielo titula un puñado de estrellas. Gildo afirma que "hoy tenemos la responsabilidad de que los compañeros de los barrios no vuelvan al 2001", y que para lograr ese objetivo "tenemos que sacarle al gobierno todo lo que podamos para acumular, institucionalizar y organizar al sector de la economía popular", ya que de esa manera, cuando un gobierno popular vuelva a la Rosada "nos agarre en un piso mucho más alto". Tiene muy claro que las clases populares están mucho mejor de lo que estaban en 2001, y que "este proceso de conformación de la economía popular era imposible de edificar sin los doce años de kirchnerismo, pero "la nueva agenda -de un gobierno del pueblo- debe estar marcada por la consigna Tierra, Techo y Trabajo". Y enumera: "Tierra: un millón de chacras para los expulsados de los agronegocios y producción de la agricultura familiar"; "Techo: cinco millones de lotes con servicios para evitar el hacinamiento que tenemos en las grandes ciudades": y "Trabajo: darle un marco legal a esta nueva realidad económica del cincuenta por ciento de la clase trabajadora fuera del sistema, por el que dimos un primer pasito con la sanción de la ley de emergencia social".
Gildo Onorato tiene 38 años, es miembro de la mesa nacional de la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP) y secretario de políticas sociales del Movimiento Evita. Nos recibe en una oficina del segundo piso de la sede de la confederación, en Constitución, que a las 17.45 hierve de trabajadores que con el bolso al hombro pugnan por subirse a un colectivo para volver a casa. Las paredes de la habitación son de color ocre. Solo hay una mesa, un par de sillas y una ventana por la que se aprecian los techos de algunas casas y los tinglados de galpones y fábricas. Le preguntamos al anfitrión dónde se crió, si estudió o trabajó, cuándo comenzó a involucrarse con la militancia política.
La sede central de la CTEP funciona sobre la calle Pedro Echague, en el barrio de Constitución.
El actual dirigente nos cuenta que nació a finales de la década de 1970 en un barrio de trabajadores de la ciudad de Tandil, provincia de Buenos Aires. En su hogar se respiraba compromiso político. La madre militaba en el socialismo, el hermano en el alfonsinismo y el padre era peronista desde la cuna. Cuando terminó el secundario se trasladó a la ciudad de La Plata para estudiar psicología. Allí conoció a su actual compañera. No se recibió y trabajó como ayudante de un encargado de edificios. A finales de la década del noventa se sumó a la Coordinadora de Trabajadores Desocupados Anibal Verón (CTD Anibal Verón) y poco tiempo después tendría un breve paso por Quebracho, junto Emilio Pérsico y otros compañeros que venían del peronismo. “Es en ese momento que comenzamos a pensar la vinculación entre lo social y lo político, porque lo que expresaban los movimientos de trabajadores desocupados no tenían correlato con la política”, recuerda.
Entonces conformaron el Movimiento de Trabajadores Desocupados Evita, “el proto Movimiento Evita”, aclara Gildo. Militaron el voto en blanco para las presidenciales de 2003 porque entendían que ninguna propuesta electoral traería beneficios para los sectores populares, pero el presidente Kirchner los convocó a sumarse a su armado político. Ahí es que "nos convencemos de que ése era el proceso democrático que había que acompañar”, señala. En 2006 se sumaron a la gobernación de Felipe Solá en la provincia de Buenos Aires. Él fue director provincial de Juventud, su único cargo en la función pública.
Gildo ceba un mate y convida un paquete de pepas glaceadas. Come solo un par a pesar de que nos cuenta que no almorzó y retoma su relato para subrayar que como cualquier otro militante de un movimiento social, en 2001, una de las marcas más profundas que le estampó la vida fue la cacería y los asesinatos del puente Pueyerredón, el 26 de junio de 2002. "Fue una de esas experiencias que te impulsan a seguir o que te meten en tu casa”, sintetiza. Él tuvo que cargar a un compañero durante cincuenta cuadras porque le habían perforado un pie con un escopetazo. El otro hecho trascendental que menciona se produjo el 24 de marzo de 2004, cuando Kirchner pidió perdón por las atrocidades cometidas por el Estado genocida, frente a la Ex ESMA.
K: ¿Cuándo se creó la CTEP y por qué?
GO: Nace a principios de 2011, ya que nosotros comenzábamos a ver que a pesar del enorme crecimiento económico y la capacidad distributiva del Estado, era muy improbable una sociedad de pleno empleo. Entendíamos que a pesar de nuestro proyecto político soberano había un proceso de extranjerización de las económicas emergentes como la nuestra, y que las grandes cadenas de supermercados eran las que fijaban los precios de los alimentos; en ese escenario -cierra la idea- había un sector de nuestra clase trabajadora que se inventaba su trabajo para poder sobrevivir.
K: ¿Por qué hablaban de economía popular y no de economía social?
G: Porque la segunda, a través del cooperativismo y el asociativismo, le disputa ganancias a la economía de mercado para distribuirla entre sus asociados, mientras que la economía popular lo que distribuye es trabajo. Para nosotros se trata de la economía que se inventan los trabajadores para sobrevivir, y buscar la forma de vivir bien, que no es lo mismo que vivir mejor, una idea ligada al consumo.
K: Luego de conceptualizar esta idea, ¿se la llevaron a Cristina?
G: Aparte de la idea de desarrollar el sector de la economía popular, entendíamos que el ordenamiento social y sindical no tenía que ser partidario, porque creíamos que gran parte de la fragmentación de la clase trabajadora se explicaba por el liberalismo metido en las organizaciones.
Gildo chupa un mate y pone el ejemplo de Hugo Moyano y Antonio Caló, ambos dirigentes de la CGT. "Tenían las mismas reivindicaciones pero distintos planteos políticos", define. Y suma el caso de Hugo Yasky y Pablo Michelli, de las dos CTA. Las paredes de la oficina están decoradas con un cuadro de Néstor Kirchner y Hugo Chavez, un póster de Eva Perón, una imagen del Che y un banderín de Palestina. También hay un pizarrón con anotaciones del trabajo diario en la CTEP.
GO: La única organización kirchnerista que componía aquella CTEP, entre 2011 y 2015, era el Movimiento Evita, ya que concebíamos que había que unir a la clase trabajadora con un planteo social reivindicativo propio, independientemente de la perspectiva política que tuviesen las organizaciones, o sus dirigentes. Eso a la larga nos permitió, en la actual resistencia al gobierno de Macri -continuó-, tener legitimidad para plantear nuestra posición por fuera del partidismo político.
Gildo vuelve a la pregunta sobre Cristina, y cuenta que la personería gremial de la CTEP fue otorgada -por medio de una resolución- por el ministro de Trabajo Carlos Tomada, el 9 de diciembre de 2015 a las 22.30 de la noche. "Menos mal que nuestra militancia comenzó a construir el planteo de un agrupamiento social y sindical que tuviese que ver con el carácter estratégico de este nuevo sector de la clase trabajadora, hace cinco o seis años atrás, porque eso fue lo que permitió que marcásemos agenda una vez que Cristina salió del gobierno", señala, y pasa un mate.
El sol cae detrás del cuerpo de Gildo, que se recorta contra la ventana. Encendemos el tubo de luz de la oficina. El entrevistado, que viste un suéter de hilo, jeans, se zambulle en la coyuntura y habla de la estrategia de la CTEP para marcarle la cancha a la Alianza Cambiemos. Entre otras iniciativas, generaron alianzas con organizaciones como Barrios de Pie y la Corriente Clasista y Combativa (CCC), muy críticas con el gobierno anterior. "Hay un sector de la clase trabajadora que no tiene una expresión política y que necesita agruparse para darle pelea al gobierno de la derecha que encabeza Macri", cuenta Gildo que le plantearon en ese momento a los referentes de esos espacios. "Fueron larguísimas jornadas de discusión, hasta que logramos articular y unificar un planteo, en la calle, en la marcha de San Cayetano", el 7 de agosto de 2016.
La movilización partió desde Liniers y atravesó la ciudad hasta llegar a la Plaza de Mayo. Crédito: internet.
"Hasta ese momento la pelea era por la continuidad de las políticas sociales", señala Gildo. "A partir de ahí fuimos por la institucionalización de nuevas políticas de seguridad social". Y puntea: un salario complementario, un consejo compuesto por representantes del gobierno y de las organizaciones y un registro de los trabajadores, entre otras medidas. De ese modo nacía la letra del proyecto de ley de emergencia social que luego de algunas vueltas el senado sancionaría a finales de 2016, con el apoyo de todos bloques opositores, la iglesia, la CGT, las dos CTA y los movimientos sociales.
Pero Mauricio Macri, Marcos Peña y Carolina Stanley dilataron la reglamentación de la nueva norma. Gildo cuenta que "decidimos realizar una jornada de lucha con trescientos cortes y ollas populares en todo el país". Al poco tiempo, entonces, "el consejo comenzó a sesionar en reuniones quincenales, en el registro se empezó relevar a los trabajadores de la economía popular, y en mayo comenzará a ejecutarse el presupuesto que contempla la ley", agrega. "Los primeros setenta mil salarios sociales complementarios se pagaran en mayo, y de acá a dos años y medio tenemos que llegar a unos quinientos mil".
Crédito: Internet.
Gildo cuenta que en la Argentina existen 24 millones de trabajadores activos, que de ese universo casi 13 están formalizados en el ámbito público y privado, y que el resto subsiste en la informalidad, están desocupados, o sobreviven con la invención de su propio trabajo. Los últimos son los beneficiarios de la ley de emergencia. "El salario estipulado por la ley complementa la actividad que los compañeros ya están desarrollando", explica. "Se anotan en el registro, se los reconoce como trabajadores, y por lo tanto el Estado les complementa su ingreso con un salario que equivale al cincuenta por ciento del salario mínimo, vital y móvil". Equipara la medida con la Asignación Universal por Hijo (AUH), que reconoce una desigualdad entre los trabajadores registrados y los informales. "La ley de emergencia social crea una nueva institución de la seguridad social", resalta con orgullo. "Crea una paritaria permanente para los sectores más pobres del trabajo", agrega, en referencia al consejo en el que los movimientos sociales tienen tres asientos.
K: ¿Cómo está la situación económica en los barrios en los que ustedes trabajan?
G: El año pasado inscribimos 120 mil pibes en los comedores y merenderos, y en lo que va del 2017 sumamos otros 25 mil. Entre los distintos programas de empleo como el Argentina Trabaja o el Ellas hacen, tenemos más de 100 mil compañeros a los que les ayudamos a planificar su trabajo. La situación general es muy grave y preocupante. Cuando el Estado cede su rol ante las variables de la economía, gana el mercado. Cuando el Estado abandona la seguridad social y el territorio, gana el narcotráfico, la delincuencia, la estigmatización de los pibes y la violencia institucional. Este gobierno está destruyendo el tejido social.
Crédito: Internet.
Gildo es claro y contundente cuando saltamos al conflicto docente: "Yo no sé si la estrategia de los gremios es buena o mala, pero sí sé que si el gobierno no se sienta con ellos, ese sector va a colapsar. Cuando es el Estado el que promueve la no resolución de los conflictos, vamos hacia el desborde, a la fragmentación de SUTEBA. Nosotros, junto a la CCC y Barrios de Pie, somos una vehiculización del conflicto. Sin la ley de emergencia social, no sé qué pasaba en la Argentina. Viviríamos en las rutas".
K: ¿Qué lectura realizan de la elección de octubre?
G: Hay un punto en el que coincidimos todos: hay que ganarle a Macri en la provincia de Buenos Aires, pero existen algunas diferencias con respecto a la estrategia. A nosotros nos parece que el gobierno quiere polarizar con Cristina con dos objetivos. Por un lado, no plebiscitar su gestión de gobierno, y por el otro, impedir que se construya una instancia de unidad bien amplia, ya que su figura es tan fuerte torna imposible que sectores más moderados de la oposición puedan construir otra propuesta.
Ante ese escenario, Gildo plantea que “nosotros creemos que hay que construir una unidad lo suficientemente amplia, en el marco del Frente para la Victoria y el PJ" a través de una elección interna con la herramienta de la PASO, y "lo que salga de ahí que vaya a ganarle a Macri". Y deja en claro que el Evita se ordenará bajo la máxima peronista que jura que "el que gana conduce y el que pierde acompaña”. Incluida Cristina, aclara. Luego anuncia que “nosotros vamos a ir a las internas con nuestra propuesta electoral, que algunos dicen que puede llegar a ser Randazzo” y comenta que no cree que Cristina se presente en la interna, ya que ella sabe que se estaría prestando a la trampa que propone el gobierno, que es polarizar con ella para de ese modo evitar que el pueblo evalúe su gestión de gobierno. ¿Massa? "No es parte del peronismo", advierte, y en consecuencia "no será parte de la interna", cierra.
Del otro lado de la ventana ya es de noche. En el cielo titula un puñado de estrellas. Gildo afirma que "hoy tenemos la responsabilidad de que los compañeros de los barrios no vuelvan al 2001", y que para lograr ese objetivo "tenemos que sacarle al gobierno todo lo que podamos para acumular, institucionalizar y organizar al sector de la economía popular", ya que de esa manera, cuando un gobierno popular vuelva a la Rosada "nos agarre en un piso mucho más alto". Tiene muy claro que las clases populares están mucho mejor de lo que estaban en 2001, y que "este proceso de conformación de la economía popular era imposible de edificar sin los doce años de kirchnerismo, pero "la nueva agenda -de un gobierno del pueblo- debe estar marcada por la consigna Tierra, Techo y Trabajo". Y enumera: "Tierra: un millón de chacras para los expulsados de los agronegocios y producción de la agricultura familiar"; "Techo: cinco millones de lotes con servicios para evitar el hacinamiento que tenemos en las grandes ciudades": y "Trabajo: darle un marco legal a esta nueva realidad económica del cincuenta por ciento de la clase trabajadora fuera del sistema, por el que dimos un primer pasito con la sanción de la ley de emergencia social".