Por Vladimir Di Fiore
Hoy, a más de dos semanas del conflicto entre el empresario Elon Musk y el gobierno que preside Lula Da Silva, podemos decir que las y los ciudadanos de Brasil no regalaron su soberanía ante los caprichos de un millonario de extrema derecha.
Antes que nada es oportuno destacar que Brasil cuenta con una Ley enfocada en el territorio digital, que es el Marco Civil de Internet (Marco Civil da Internet, en portugués), Ley sancionada en 2014 centrada en los derechos civiles en el uso de internet en Brasil. Esta Ley tuvo un recorrido similar a nuestra Ley de Servicios Audiovisuales, más conocida como Ley de Medios, se debatió en foros a lo largo y ancho de Brasil antes de llegar al parlamento. El Marco Civil garantiza derechos de las personas usuarias, toca la neutralidad de la red, libertad de expresión, garantías de privacidad de los usuarios de internet y establece obligaciones a las empresas que operan en el territorio digital de Brasil.
Este round inició el pasado 28 de agosto de 2024 cuando Alexandre de Moraes, Juez del Supremo Tribunal Federal de Brasil, intimó a la red social X, antes conocida como Twitter, a nombrar un representante legal como marca la Ley en un plazo de 24hs. Esta acción buscaba que la empresa respondiera varios pedidos judiciales y pagase las multas que se le aplicaron por no haber bloqueado a usuarios que incitaron al fallido intento de golpe de Estado. Musk lejos de acatar el pedido de la justicia salió, como ya es costumbre, a provocar desde su cuenta en la mencionada red social y acusar al juez de censura. Un detalle no casual es que la empresa de Musk suele acatar los pedidos de la justicia en los países donde no tiene intereses político comerciales o los pedidos son afines a su ideología.
No soy partidario de los bloqueos como solución, que aparte, dicho sea de paso, es una acción imposible de ejecutar al 100% y no lo voy a aplaudir por bloquear parcialmente una empresa de Musk. Celebro también que a último momento Alexandre de Moraes escucho las voces de alerta y entendió que forzar a Google y a Apple a bloquear la descarga de aplicaciones de vpn en territorio brasileño era un grave error. El conflicto terminó escalando y acercándose a un principió de solución al verse amenazada la operación económica de Starlink (que fue presentada en el país vecino por su dueño en 2022). De Starlink y los vínculos de su dueño con la extrema derecha recomiendo el artículo de París Marx, Elon Musk está elevando a la extrema derecha global, publicado por Disconnect en abril de este año.
Muchos de los artículos que circulan hacen eje en la libertad de expresión de las personas usuarias, tema sensible y complejo, que puede hacernos perder el foco. Días atrás vi un informe de Lalo Mir para Filo news donde Martín Becerra hablaba de este caso y de la opacidad de las normas de “regulación” de contenidos que las empresas dueñas de las plataformas establecen para su uso. Sin entrar en la larga y compleja discusión sobre la supuesta anarquía de la red de redes, que no es tal, sino preguntenle a Assange y a Wikileaks sí podemos afirmar que en la última década las corporaciones dueñas de las plataformas de redes socio digitales fueron cerrando cada vez más los espacios a la libre circulación de contenido, estableciendo protocolos sin transparencia y prácticamente inapelables.
En el caso de Twitter, desde que fue comprada por Musk y rebautizada X no hizo más que perder funcionalidades y espacios de convivencia con el diálogo, la plataforma perdió prácticamente todas las herramientas de terceros que interactúan con la misma dando a las personas usuarias funcionalidades o personalizaciones, eliminó funciones de seguridad, modificó el algoritmo de visualización e interacciones y cambio la validación de cuentas destacadas para pasar básicamente a un sistema de venta de membresías.
Musk fue transformando X en una herramienta para difundir sus negocios y los de sus amigos mientras atacaba al resto. Poco a poco la red socio digital fue cambiando sus formas y algoritmos para ser una caja de resonancia de la extrema derecha global, siendo cada vez más un lugar donde los mensajes de odio, la misoginia, la homofobia y la xenofobia son parte de un triste cotidiano. Es imposible dejar de lado que Twitter, o X, es un poderoso aparato en la definición de la opinión pública, las evidencias de su interferencia en procesos electorales ya ha sido más que probada. Es por su efecto de caja de resonancia que estamos analizando el tema y sus implicancias. No es la primera vez que X sufre sanciones por no respetar la Ley, la novedad es cómo escaló el conflicto y las puertas a futuro que deja abiertas.
En los orígenes de internet desde los espacios de ciberactivismo de Estados Unidos hubo una marcada postura anti normas de regulación del Estado que favoreció a las empresas tecnológicas en su camino de crecimiento hacia su lugar actual en tanto corporaciones monopólicas. Es claro que este crecimiento del sector tecnológico hizo todo menos complicar los intereses geopolíticos y comerciales de EEUU. Fue mucho más tarde que el problema de no haber cuidado de regulaciones y espacios de derechos les estalló en la cara a no pocos espacios y a la población global en general.
El punto de conflicto que ocurrió en Brasil, que tuvo su capítulo canadiense y en breve se espera tenga un largo y complejo tomo europeo se dió cuando los gobiernos extranjeros comenzaron a pensar en su soberanía y dejaron de aceptar el dominio de las empresas del tío Sam como estaba planificado. Y claro, se sabe, quien no acata los deseos político comerciales de los Estados Unidos, ea acusado de violar los derechos humanos de sus ciudadanos, o a veces de tener armas de destrucción masiva, y otras tantas, como bien hemos sufrido en nuestra región, reciben golpes de estado.
Así como el país que toma una acción de control ante los abusos por posición dominante de las corporaciones digitales de Estados Unidos deviene en censor y violador de los derechos de sus ciudadanos, ganando el mote de dictadura. Cada vez que una de las corporaciones apaga un sector del mundo por interés de Estados Unidos no es más que una acción necesaria en pos de la libertad mundial. ¡Acá el que no entiende es porque no quiere!
A medida que el poder geopolítico de Estados Unidos disminuye y el de las plataformas crece, el marco que de cierta manera funcionó comienza a colapsar y más países se suman a la implementación de regulaciones dirigidas a las plataformas tecnológicas, haciendo que cada día, la postura de las corporaciones que gritan que las regulaciones son violaciones a los derechos digitales de las personas, sea mas compleja de sustentar.
Es muy probable que mientras estés leyendo estas líneas recuerdes un baneo de red sufrido por vos o por una cuenta que seguís, esta acción es cada día más frecuente y no por ello está más claro el mecanismo para apelar y lograr revertirlo. En mi caso particular tuve mi cuenta baneada de la red X durante meses, en apariencia por haber publicado un tweet con más segundos de música de lo aceptado por el algoritmo, y nunca supe como ni porque un día me devolvieron el control de la cuenta, conozco varios casos de cuentas baneadas que jamás volvieron a la vida. En la red de las fotos tener post baneados por no cumplir con las políticas de uso es parte del cotidiano.
Varios países comenzaron a legislar las plataformas de VOD para que al menos dejen parte, muy mínima, de lo que mueven en publicidad y para garantizar un cupo de trabajadores y trabajadoras locales. Todos y cada uno de estos avances en regulación se han encontrado con operaciones de prensa de la embajada de Estados Unidos inundando de fake news dirigidas a generar eco en contra de las regulaciones por parte del público usuario y de los generadores de contenido o influencers.
Desde hace varios años se vienen mejorando las redes digitales sociales del Fediverso, un ecosistema de redes federadas, donde hoy Mastodon es quizás la más conocida y utilizada. Como rebote del bloqueo parcial a twitter la red social digital bluesky tuvo un crecimiento exponencial en Brasil, logrando que la red a nivel global supere los 10 millones de usuarios.
Economistas, académicos y activistas publicaron el 17/9 una carta abierta en la que se manifiestan en contra de los ataques de las grandes empresas tecnológicas contra la soberanía digital, haciendo especial énfasis en los ataques que está sufriendo Brasil a quien alienta a seguir defendiendo los derechos de sus ciudadanos y ciudadanas.
“(...) Todos aquellos que defienden los valores democráticos deberían apoyar a Brasil en su búsqueda de la soberanía digital. Exigimos que las grandes empresas tecnológicas cesen sus intentos de sabotear las iniciativas de Brasil destinadas a construir capacidades independientes en inteligencia artificial, infraestructura pública digital, gestión de datos y tecnología en la nube. Estos ataques socavan no sólo los derechos de los ciudadanos brasileños sino también las aspiraciones más amplias de toda nación democrática de lograr la soberanía tecnológica.(...)
Este round entre Brasil, en tanto estado soberano, y una de las corporaciones de peso en el mundo de las redes sociales digitales es auspicioso para una nueva etapa donde veremos cada vez más estos cruces y debiera de ser catalizador de más y mejores principios regulatorios para acceder y utilizar servicios digitales.
Necesitamos ecosistemas digitales que pongan a las personas por delante de las ganancias.