Por Claudio Colombatti (*)

Viva la libertad. Con esta consigna el actual presidente de nuestro país gana la elecciones y lleva adelante su gobierno. Prometiendo motosierra, recorte de gastos en el estado, y atacar a la casta política.

Seduce principalmente al electorado joven que se vio fascinado por estas consignas.

¡Viva la libertad, Carajo!

Un carajo que es expulsar algo del otro. (“…no aman la renuncia de lo pulsional/…se corroboran unos a otros en la tolerancia de su desenfreno”, S. Freud. El porvenir de una ilusión,.Cap I pag 7 A.E.)

Por qué puede seducir tanto a un joven este discurso que  promete recortar gastos y que implica un recorte de derechos y garantías que tanto costó conseguir.

Es que precisamente para un joven, andar con  con la armadura yoica de ser humano es todo un trabajoso esfuerzo cotidiano. Desde su higiene personal, el cuidado de sus afectos y su ambiente. Y sobre todo, el fatigoso esfuerzo de filtrar los impulsos, para mantenerse en sociedad, ser educado, respetuoso, tener estudios y trabajo rentado.

Viva la libertad, carajo conduce a la ilusión que permitiría deshacerse de la cultura,  de las normas sociales, costumbres, y las leyes que nos sujetan, nos haría libres y felices. Felices de hacer lo que queramos cuando y como se nos ocurra.

Así pasaríamos a vivir en una especie de paraíso de plena felicidad y “libertad sin restricciones”, sin embargo S. Freud sostiene  que “La  libertad individual no es patrimonio de la cultura. El desarrollo cultural impone limitaciones y la justicia exige que nadie escape de ellas” (El malestar en la cultura,  cap.III pag.88 A.E).

El león  en el  imaginario social representa el rey de los animales. Y el mas poderoso se come al mas chico, y es lo establecido. Entonces como consecuencia los sectores vulnerables dejarían de tener garantías, los pobres tendrían la libertad de ser pobres, no ir a la escuela e incluso vender sus hijos o sus órganos cuando les resulte necesario. 

Ser joven no es fácil.  En mundo tan contradictorio y con tantas injusticias sociales que muchas veces no invitan a incorporarse socialmente.

Cuando no se da el lugar para cierto grado de satisfacción pulsional, posiblemente los esfuerzos requeridos para incorporarse a una cultura, no resulten seductores. Puede resultar de ello que se genere un antagonismo entre los individuos y la sociedad.

El voto a Javier Milei es un acto muy fuerte que merece ser estudiado. En algunos casos se puede entender como un pasaje al acto.

Haber elegido un presidente que se proclama el topo que destruirá el estado desde adentro, me trae una frase histórica, nunca la solución fue quemar las naves.

(*) Psicoanalista