Por Laura Fuhrmann
Estrenada recientemente en la plataforma Netflix, “The Eddy” (Damien Chazelle, Houda Benyamina, Laïla Marrakchi, Alan Poul) es una serie francesa que sorprende y brilla por su originalidad: aunque no pertenece, exclusivamente, al género musical (más usual en las películas, sin dudas, que en las series), la presencia de la música, básicamente del jazz, es el verdadero motor de la narración y puesta en escena.
Tanto para los melómanos, como para quienes crean no serlo, “The Eddy” logra, mediante un uso extremadamente preciso y cuidado de la cámara (hay una abundancia del plano secuencia que, lejos de agotar, suma, porque actúa como vehículo de la intensidad que subyace en todos los escenarios en que se utiliza) provocarnos la sensación de estar, en tiempo y espacio, dentro de ese mágico club de jazz.
En cada uno de los ocho capítulos, que tienen una duración aproximada de 60 minutos, se cuenta –más bien se prioriza, en mayor o menor medida- la historia de un personaje (de ahí el uso de los nombres propios en el título de los episodios), pero sin suspender en ningún momento la historia principal y sin dar la sensación, tampoco, de que haya datos que figuren como “relleno” de la trama. Por lo demás, tanto los protagonistas como los personajes secundarios constituyen –como lo viene mostrando el cine francés desde hace un tiempo ya- una peculiar mixtura de etnias, culturas y religiones.
Los temas predominantes de la serie, además del amor y la vida entera dedicada, en cuerpo y alma, a la música -en este caso, al jazz- son: los encuentros y desencuentros, las traiciones, la muerte, las relaciones familiares y laborales, las drogas, la soledad. Y estos tópicos, más allá de que son los que nos atraviesan permanentemente, en todas las épocas, al ser encarnados por miembros de distintas comunidades de inmigrantes -como se explicó en el párrafo anterior- los vuelven mucho más atractivos. Por todo esto, “The Eddy” es, sin lugar a dudas, una de las mejores propuestas para ver por estos días de aislamiento social y obligatorio.
Estrenada recientemente en la plataforma Netflix, “The Eddy” (Damien Chazelle, Houda Benyamina, Laïla Marrakchi, Alan Poul) es una serie francesa que sorprende y brilla por su originalidad: aunque no pertenece, exclusivamente, al género musical (más usual en las películas, sin dudas, que en las series), la presencia de la música, básicamente del jazz, es el verdadero motor de la narración y puesta en escena.
Tanto para los melómanos, como para quienes crean no serlo, “The Eddy” logra, mediante un uso extremadamente preciso y cuidado de la cámara (hay una abundancia del plano secuencia que, lejos de agotar, suma, porque actúa como vehículo de la intensidad que subyace en todos los escenarios en que se utiliza) provocarnos la sensación de estar, en tiempo y espacio, dentro de ese mágico club de jazz.
En cada uno de los ocho capítulos, que tienen una duración aproximada de 60 minutos, se cuenta –más bien se prioriza, en mayor o menor medida- la historia de un personaje (de ahí el uso de los nombres propios en el título de los episodios), pero sin suspender en ningún momento la historia principal y sin dar la sensación, tampoco, de que haya datos que figuren como “relleno” de la trama. Por lo demás, tanto los protagonistas como los personajes secundarios constituyen –como lo viene mostrando el cine francés desde hace un tiempo ya- una peculiar mixtura de etnias, culturas y religiones.
Los temas predominantes de la serie, además del amor y la vida entera dedicada, en cuerpo y alma, a la música -en este caso, al jazz- son: los encuentros y desencuentros, las traiciones, la muerte, las relaciones familiares y laborales, las drogas, la soledad. Y estos tópicos, más allá de que son los que nos atraviesan permanentemente, en todas las épocas, al ser encarnados por miembros de distintas comunidades de inmigrantes -como se explicó en el párrafo anterior- los vuelven mucho más atractivos. Por todo esto, “The Eddy” es, sin lugar a dudas, una de las mejores propuestas para ver por estos días de aislamiento social y obligatorio.