Cuando los twitteros pagos empezaron a denunciar que la marcha estaba partidizada: gol. Cuando la prensa oficialista y comprada empezó a poner en agenda el asunto de las auditorias: gol. Cuando escuchamos que la compañera de la oficina que nunca marchó por alguna causa justa, avisaba que iba a pasar un rato: gol. Cuando aquel familiar desapegado de la realidad del país y hasta un poco gorila nos hizo saber que iría a la marcha aunque sea un rato porque el hijo iba a la UBA: gol.
En todos los casos, fueron señales inequívocas de que la protesta sería multitudinaria. El que se dio una vuelta cerca del mediodía por la Plaza de Mayo, tuvo la intuición y también notó que algunas horas más tarde la zona sería escenario de expresión del pueblo argentino. En los puestos de comida los muchachos encendían el fuego y desplegaban las bondiolas y chorizos sobre la parrilla; los que llevaron bebidas enfriaban con hielo las heladeras de telgopor; otros desplegaban las prendas de ropa y pañuelos sobre una tela; decenas de pasacalles cruzaban la plaza, y también ya había banderas colgadas entre los árboles; unos cuantos manifestantes, los tempraneros, enfundados en las remeras o chalecos de sus sindicatos, con camisetas de la Selección; media docena de móviles de la televisión; y el elemento más evidente: temas del rock nacional, escupidas desde la consola, en el escenario, y el rebote y contagio que desperdigaba hasta dos cuadras a la redonda. Para cerrar el cuadro, sol pleno: día peronista.
Probablemente cientos o miles de los manifestantes que copaban cada metro de la plaza y los alrededores, un rato antes de que comience el acto, ni sabían quiénes habían convocado a la Marcha Federal Universitaria. Fueron estos: el Consejo Interuniversitario Nacional (universidades nacionales y provinciales); el Frente Sindical de Universidades Nacionales (sindicatos docentes y no docentes); y la Federación Universitaria Argentina (FUA).
Y era esperable que esos tantos miles no tuviesen del todo claro qué organizaciones o espacios universitarios habían convocado a la marcha, ya que en su mayoría estaban ahí para defender un valor que tenemos arraigado hasta el hueso, como pueblo, que es la universidad pública gratuita y de calidad, en todo el país, para ofrecer y generar oportunidades y aquella bandera que comparte con el peronismo: la movilidad social ascendente. Y el que pone peligro esa conquista nacional, se llama Milei. Por eso se lo insultó toda la tarde.
"Somos orgullosos hijos de la universidad pública argentina", soltó con vehemencia la presidenta de la Federación Universitaria Argentina (FUA), Piera Fernández de Piccoli, desde el escenario y le recordó a los mismos que vallaron la Casa Rosada que "la educación es un derecho humano fundamental, porque se impone sobre el ingrato azar de la desigualdad".
Resulta inconcebible que un gobierno asfixie a las universidades públicas, a menos que se trate de una administración al mando de un hombre con problemas psiquiátricos, que se arrodille ante los Estados Unidos, tenga una devoción mesiánica por el mercado y como ídola a Margaret Tacher. Su estilo provocador, agresivo, discriminatorio, sus mentiras y cinismo, genera mucha bronca en la calle, y aparte hay que sumar, claro está, la complicadísima situación económica, que empeoró de manera notable, desde diciembre a la fecha, por decisión del gobierno de los libertarios y macristas.
¿Hubo algún representante del macrismo ayer en las plazas, a pesar de haberse formado, muchos de ellos, en la UBA, por ejemplo? Probablemente no, pero sí hubo representantes del radicalismo que conforma Juntos por el Cambio, o la Coalición Cívica, o incluso el peronismo colaboracionista o amigable del gobierno, que se sacaron fotos en la plaza y postearon frases hechas sobre el derecho a la educación, pero que solo doce horas después, cuando los convocaron a una sesión especial para tratar un proyecto, justamente, para aumentar el presupuesto para las universidades, no dieron quórum, porque fue Unión por la Patria el bloque que convocó a la reunión.
El antiperonismo explica en gran parte la tragedia que sufre hoy nuestro país. Más allá de los errores propios que cometió el Frente de Todos durante su gobierno, que nadie lo dude: estos sectores están dispuestos a entregarle el país a un Milei antes de que gobierne un proyecto político que apueste a la distribución del ingreso y la justicia social.
El pueblo argentino ayer dio una nueva demostración de fuerza. Fue impresionante la cantidad de gente que se movilizó. No fueron solo estudiantes y docentes, claro que no, Milei. Que lo traigan -o lleven- a la plaza y lo vea con sus ojos. Fue el pueblo en su conjunto. Y no solo en la Plaza de Mayo y alrededores, sino también en varias provincias. Como sucedió el 24 de marzo, el 8 de marzo y el 24 de enero pasado, queda claro que si bien en las últimas elecciones primó el voto bronca –y de nuevo: el voto antiperonista- hay banderas y conquistas que no vamos a entregar, por lo menos sin lucha.